Adaptación
de la Novena publicada por el padre Calixto Soto de la Virgen de los Dolores
Sch. P., publicada en Madrid por la imprenta de Antonio Pérez Dubrull en 1890,
con licencia eclesiástica. Los Gozos, traducidos y adaptados del catalán, son
de la autoría del padre Tomás Viñas de San Miguel y Sala Sch. P.
COMENZAMOS: 6 de julio.
FINALIZAMOS: 14 de julio.
FESTIVIDAD: 15 de julio.
NOVENA A SAN
POMPILIO MARÍA PIRROTI DE SAN NICOLÁS, SACERDOTE DE LAS ESCUELAS PÍAS
Por
la señal ✠ de la santa Cruz; de nuestros ✠ enemigos
líbranos,
Señor
✠
Dios nuestro. En el nombre del Padre, y del Hijo ✠,
y del Espíritu
Santo. Amén.
ACTO DE CONTRICIÓN
Señor mío
Jesucristo, Dios y Hombre verdadero, por ser Vos quien sois, Bondad
infinita, y digno de ser amado sobre todas las cosas, me pesa
en el alma de haberos ofendido, y propongo firmemente la enmienda, ofreciendo
confesarme y apartarme de las ocasiones de ofenderos, y espero me perdonareis
por los infinitos méritos de vuestra preciosa Sangre, dándome auxilios para
perseverar en gracia hasta la muerte. Amén.
ORACIÓN PARA TODOS LOS
DÍAS
Omnipotente y Sempiterno Dios, postrado ante
vuestra soberana Majestad, adoro vuestro Santo Nombre, y deseo y quiero
santifiquen con alabanzas de mi lengua, con los afectos de mi corazón y con
todas las buenas obras de mi vida, como le santificó con las admirables
virtudes de su vida vuestro siervo y mi glorioso protector San Pompilio María.
Por eso Vos le habéis honrado en vida con admirables dones sobrenaturales,
hecho participante de la gloria de vuestros Santos en el cielo y de los cultos públicos
de la Iglesia. ¡Bendita sea, oh Dios, vuestra
bondad con vuestros servidores! Presentándole a nuestra
veneración, queréis que imitemos sus heroicas virtudes para santificaros y
santificarnos, y esto es lo que nos proponemos en esta novena con vuestra
ayuda, nos ofrecéis en él un gran protector para con vuestra Majestad, que nos
consiga vuestras gracias y bendiciones, y el remedio de nuestras necesidades
espirituales y temporales. Confiado en vuestra infinita bondad y su poderosa
protección, os presento las mías y las de todos mis prójimos, y os pido las
gracias y virtudes que necesitamos para serviros en esta vida y gozaros en la
eterna. Amén.
ORACIÓN A SAN POMPILIO
PARA TODOS LOS DÍAS
¡Oh bienaventurado Padre y Protector mío
Pompilio María, siervo
bueno y fiel, amado de Dios y de los hombres! Gózome de que tu memoria
sea para bendición de la tierra y para gloria del Cielo. Todos tus devotos
celebramos con la Santa Iglesia tu exaltación a los honores públicos, y
esperamos de tu gran caridad y gran valimiento con Dios, gracias y favores
tales que te hagan cada día más acreedor a nuestro amor, agradecimiento y
veneración, y a los cultos de todos los fieles. Manifiesta
pues, ¡Oh abogado mío! tu gran
caridad para conmigo y para con todos tus devotos, alcanzándonos del Señor,
fortaleza para imitar tus virtudes, remedio a las necesidades que te
presentamos, y la gracia especial de esta novena, si ha de ser para gloria de
Dios y bien de mi alma. Amén.
—Se hace
la petición y se rezan tres Padres nuestros, Aves Marías y Glorias.
ORACIÓN
Oh amantísimo
Padre y Protector mío Pompilio María, a ti con propiedad convienen las
palabras del Espíritu Santo: «Bienaventurado el
varón que se halló sin mancha, ¿quién es este y le alabaremos?», a ti te
alabamos, y primero a Dios, porque desde tus primeros pasos de la vida te
previno con tanta abundancia de gracias, que dejaste ver más como hijo del
nuevo Adán Jesucristo, que, del antiguo, de quien heredabas con el pecado
original su corrompida naturaleza. Eran tan bellas tus inclinaciones a la
piedad, al culto divino, a la oración, al retiro, a las obras de misericordia,
que todos admiraban en ti el poder de la gracia divina, que sabe hacer de
hombres ángeles en la inocencia, de vasos de corrupción vasos de santificación
y honor, inquebrantables a todos los golpes de sus enemigos. Fueron creciendo
estas bellas disposiciones a la santidad conforme se iban desarrollando en tu
entendimiento el conocimiento de Dios, tu Creador, Redentor y Santificador, y
el conocimiento de sus obras y preceptos. El primero te mandaba amarle con todo
tu corazón, con toda tu alma y con todas tus fuerzas, y con todo tu corazón,
con todas tus fuerzas y con toda tu alma amaste a Dios, y todo lo que a Él te
llevaba, sin que amor contrario poseyese ni por un instante tu corazón. Amabas,
porque a Dios te llevaban y con él te unían en la oración, la frecuencia de los
sacramentos, el sacrificio de la misa, los otros ejercicios de culto, la
devoción a tu hermosa Madre la Virgen María, el estudio, la obediencia a los
padres y maestros, tales fueron las santas ocupaciones de tu niñez. ¡Dichosa niñez, siempre resplandeciente con rayos de
santidad! Pero ¡ay de mí!, comparo
los recuerdos de mi niñez con la tuya, y la hallo llena de imperfecciones e
inclinaciones torcidas que han ido creciendo con la edad, sin el consuelo de
haberlas corregido. Tú que ves mi necesidad, con la gracia de
esta novena alcánzame
del Señor, por la penitencia, la inocencia perdida por el pecado, y una gran
fortaleza para corregir mis torcidas inclinaciones, y a todos los niños
cristianos la conservación de la gracia bautismal, y mucha docilidad para
seguir las buenas enseñanzas de padres y maestros, y sobre todo, las
inspiraciones de Dios. Amén.
GOZOS
Pues
del Cielo nos viene el auxilio
Que
sostiene nuestro corazón:
Suplicad
del cielo, Pompilio,
Para
nosotros el favor.
Montecalvo
fue dichosa
Cuando
vio del día la luz
Una
flor que con su perfume
Incensó
su tierra hermosa;
Vos,
Pompilio, sois la rosa
Que
abriéndose exhala olor:
Suplicad
del cielo, Pompilio,
Para
nosotros el favor.
Si
sois flor como fuego encendido,
Sois
también lirio hermoso,
De
virtud tesoro tan rico
Que
Jesús, fuente de pureza
Tomando
vuestro corazón, lo besa
Como
a su casto amador:
Suplicad
del cielo, Pompilio,
Para
nosotros el favor.
Viendo
del mundo la mentira,
En
Cristo posó vuestra suerte;
Como
bajel que busca puerto,
Buscáis
vos la verdadera vida,
Donde
el buen Jesús os llama
Para
donaros su amor:
Suplicad
del cielo, Pompilio,
Para
nosotros el favor.
Apenas
sabéis que tremola
San
José de Calasanz,
Para
enseñar a chicos y grandes
El
pendón de la Pía Escuela,
Vuestro
ser celoso vuela
Para
sembrar santa levadura:
Suplicad
del cielo, Pompilio,
Para
nosotros el favor.
Enseñando
virtud y ciencia
A
los niños, amados de Dios,
En
su corazón plantáis la cruz
Que
es fuente de fe y de inocencia;
Bastante
os agradó la dulce esencia
Del
joven que es puro de corazón:
Suplicad
del cielo, Pompilio,
Para
nosotros el favor.
El
gran celo que en vos domina
Os
lleva a hacer caridad,
Predicando
pobre y de grado
De
Jesús la sagrada doctrina;
Vuestra
voz toda divina
¡Qué da al
pecho fervor!:
Suplicad
del cielo, Pompilio,
Para
nosotros el favor.
«Sois,
María, hermosa y pura»,
Cien
mil veces repetís,
En
su corazón nido os hacéis,
¡Nido de
Madre! ¡Qué dulzura!
Os
saluda de ventura
La
que es Madre del Señor:
Suplicad
del cielo, Pompilio,
Para
nosotros el favor.
Serafín
os hace el Santuario
Del
Santísimo Sacramento,
Cantando
vos a tal portento
Que
Belén y Monte Calvario
Compendia
en el Sagrario,
Vida
y muerte del Redentor:
Suplicad
del cielo, Pompilio,
Para
nosotros el favor.
Por
las almas camináis
Fervoroso
a suplicar,
Rezando
en la triste fosa
Su
padecer devoto disminuís,
Con
mucho contento escucháis
De
huesos secos el grato murmullo:
Suplicad
del cielo, Pompilio,
Para
nosotros el favor.
Si
lloroso pan os demanda,
Pan
donáis, que Dios nos dio,
Las
madres sus hijos
Enfermos
os recomiendan,
Y
curados ya, os adornan
Ricas
perlas de loor:
Suplicad
del cielo, Pompilio,
Para
nosotros el favor.
Curáis
toda enfermedad,
Peste
y hambre, azotes del cuerpo,
A
las ánimas socorros
Dais
para bien hacer su camino;
Y
finos dones de profecía
Acrecientan
vuestra grandeza:
Suplicad
del cielo, Pompilio,
Para
nosotros el favor.
Honra
vuestra imagen la Escuela Pía
Y
la Iglesia universal;
Sean
nuestras preces justas,
Y
cada uno será un ramillete
Que
con hermosas flores adorna
El
jardín del Salvador:
Suplicad
del cielo, Pompilio,
Para
nosotros el favor.
Pues
del Cielo nos viene el auxilio
Que
sostiene nuestro corazón:
Suplicad
del cielo, Pompilio,
Para
nosotros el favor.
℣.
Ruega por nosotros, San Pompilio María.
℞.
Para que seamos dignos de las promesas de Cristo.
ORACIÓN
Oh Señor
Jesucristo, verdadero ejemplar de humildad, que hicisteis al
bienaventurado San Pompilio María glorioso imitador vuestro en la educación de
los jóvenes y la evangelización de los pobres: concedednos
os suplicamos, que siguiendo sus huellas consigamos los premios eternos. Vos
que vivís y reináis por los siglos de los siglos. Amén.
En el
nombre del Padre, y del Hijo ✠,
y del Espíritu
Santo. Amén.
DÍA SEGUNDO – 7 DE JULIO
Por
la señal…
Acto
de contrición, Oración para todos los días, Oración a San Pompilio y los tres
Padre nuestros, Ave Marías y Glorias.
ORACIÓN
¡Oh glorioso Padre y Protector mío Pompilio
María! El Espíritu Santo te quería todo
para sí, y por eso te llamaba el retiro de la oración para hablarte al corazón.
En esta divina escuela aprendiste que Dios, y solo Dios, debe ser el centro de
todas nuestras aspiraciones en la vida presente, como lo ha de ser de nuestro
último fin y felicidad en la eterna. Los momentáneos placeres que el mundo te
ofrecía, sus bienes caducos, las ocupaciones terrenas, las miraste siempre como
indignas de un alma que solo debe aspirar a la posesión de Dios, en quien solo
se halla contento y felicidad. Llegaste a la edad de tomar estado, miraste este
negocio como decisivo de tu futura suerte, y con fervoroso espíritu te
dedicaste a buscar en la oración la inspiración divina, a consultar a los
confesores y directores espirituales, puestos por Dios para gobernar las almas,
su voz unánime te llevaba al estado religioso como más a propósito para
satisfacer tus deseos de santificación, y tomaste la resolución irrevocable de
abrazarlo. Encuentras oposición en tus queridos padres y parientes que tenían
todas sus delicias en tu compañía, pero el Espíritu Santo te recuerda aquella
sentencia de Jesucristo: «El que ama a su padre o
madre, más que a mí, no es digno de mí» (Mat.
10, 37) y te resolviste a dejarlos y a
romper con todo el mundo, y te retiraste a dejarlos y a romper con el mundo, y
te retiraste a la religión de las Escuelas Pías que te ofrecía campo vasto a tu
santificación. ¡Oh caritativo Padre mío!, compadécete
de tantos jóvenes de ambos sexos que, llevados de una ciega pasión, se arrojan
a tomar estado contra la voluntad de Dios. Obtén del Señor para tus devotos la
gracia de no errar en negocio tan interesante a su salvación, y no errarán si a
tu ejemplo, en el secreto de la oración y en el silencio de las pasiones, oyen
y siguen la inspiración divina. Y a los que ya han elegido
estado, consígueles la gracia de que cumplan con fidelidad todas sus obligaciones,
sean preferidos en tu amor e intercesión todos tus hermanos de profesión. Amén.
—Los Gozos
y la Oración se dirán todos los días.
DÍA TERCERO – 8 DE JULIO
Por
la señal…
Acto
de contrición, Oración para todos los días, Oración a San Pompilio y los tres
Padre nuestros, Ave Marías y Glorias.
ORACIÓN
¡Oh bendito protector mío Pompilio María! Tus
ardientes deseos al elegir el estado religioso eran los de santificarte más y
más por la guarda de sus votos y reglas, y contribuir a la salvación de tus
prójimos. La obligación de enseñanza de niños que profesa la religión de las
Escuelas Pías, sin perjuicio de los otros ministerios sacerdotales, te agradó
mucho porque te ofrecía un campo fecundo de medios a tus aspiraciones, y la
elegiste como preferencia. Con tu espíritu profético comprendiste cuántas almas
podías santificar por la diaria enseñanza de la piedad y de las letras, cuántas
conservar en la inocencia bautismal y santo temor de Dios, liberándolas de la
funesta caída del pecado. ¡Oh qué bien tan grande! Te
regocijabas de que, por tan santa, aunque penosa misión, podías dar a la
Iglesia celosos sacerdotes, al Estado buenos padres de familia que le
santificasen, y al cielo innumerables pobladores. ¡Qué
perspectiva tan agradable! ¡Qué frutos de salvación tan copiosos te prometías! Te
animaba a tan piadosa misión aquella tierna y conmovedora escena del Santo
Evangelio en que Jesucristo, el Divino Maestro, con grande efusión de su alma,
abrazaba y bendecía a los niños que se le acercaban, reprendiendo a los
Apóstoles porque se lo estorbaban, viendo en su inocencia los futuros
pobladores del cielo, y asegurándonos que quien recibiere un párvulo en su
nombre, a Él recibía, y el que hiciere y enseñare, sería grande en el reino de
los cielos. ¡Magnífica promesa!, que se
conforma con esta obra del Espíritu Santo: «los que
enseñan a muchos para que vivan justamente, brillarán como estrellas en
perpetuas eternidades». ¡Dichosos mil veces
los que tal y tan santa ocupación abrazan y cumplen fielmente! Dichoso
tú, Padre y Protector mío Pompilio, que la has abrazado y cumplido con ardiente
celo, y por eso eres ahora grande en el reino de los cielos, y brillas y
brillarás como estrella muy resplandeciente. Alcanza
a todos los maestros y padres de familia, verdadero celo por la salvación de
los niños, infundiendo en sus tiernas almas el santo amor y temor de Dios, que,
conservándolos en la inocencia, los hagan dichosos ciudadanos del cielo. Amén.
—Los Gozos
y la Oración se dirán todos los días.
DÍA CUARTO – 9 DE JULIO
Por
la señal…
Acto
de contrición, Oración para todos los días, Oración a San Pompilio y los tres
Padre nuestros, Ave Marías y Glorias.
ORACIÓN
Oh admirable
Padre y Protector mío Pompilio María, gloria a Dios porque te escogió en
su Iglesia para modelo de jóvenes estudiosos primero, y después, de maestros y
sacerdotes. Vestiste el santo hábito del gran Padre San José de Calasanz, y en
tu profesión con los otros votos, hiciste el de enseñar a los niños por amor de
Jesús. Con tu perspicaz entendimiento comprendiste que Dios, que te llamaba tan
temprano a trabajar en la viña de tu glorioso Padre Calasanz, te llamaba
también a enriquecer tu alma de aquellos conocimientos y virtudes que después
habías de comunicar a tus oyentes. También comprendiste con superior luz que
cuanto fuese mayor el caudal de ciencia y virtud que recogieses, tanto mayores
serían después los frutos de salvación que te prometías. Anhelando porque estos
fuesen abundantísimos, te consagraste a los diversos estudios de tu carrera
sacerdotal con tanto empeño y constancia, que solo los interrumpías por los
ejercicios religiosos, y estos por el estudio. El mismo estudio que a otros resfría
en el espíritu religioso, en ti contribuía a tu mayor santificación, porque te
elevaba a contemplar a Dios, que es la fuente de todas las ciencias. En esta
contemplación y escuela aprendiste verdades y conocimientos muy superiores a
los de todos los libros y maestros. Lleno de esta divina ciencia y de tantos
conocimientos literarios, filosóficos y teológicos, y ardiendo, por otra parte,
en celo por tu aprovechamiento y salvación de las almas. ¿Qué extraño que pudieses pasar toda tu vida en un
continuo ejercicio de obras de caridad, hablando a los niños, a los rústicos, a
los sabios en el lenguaje y con la moción más acomodada a su inteligencia y
necesidad? ¿Qué extraño que recogieses frutos de salvación tan admirables?
¡Oh protector mío! Si los jóvenes estudiantes
durante sus estudios siguiesen tu ejemplo, ¡qué
abundante caudal de ciencia atesorarían! ¡Cuántos méritos de vida eterna
adquirirían ofreciendo a Dios su trabajo! ¡Cuántos pecados de ocio y
desperdicio de tiempo evitarían!, ¡y qué óptimos frutos sacarían después de sus
profesiones! Pide a Dios que les abra los ojos del alma
para que vean sus intereses espirituales y temporales, e imiten tu ejemplo, y
que todos aprovechemos bien el tiempo de que depende una buena o mala
eternidad. Amén.
—Los Gozos
y la Oración se dirán todos los días.
DÍA QUINTO – 10 DE JULIO
Por
la señal…
Acto
de contrición, Oración para todos los días, Oración a San Pompilio y los tres
Padre nuestros, Ave Marías y Glorias.
ORACIÓN
Oh San Pompilio
María, celoso operario del Padre de familia y perfecto modelo de
maestros, con gran gozo de mi alma te veo dar principio a tu santo ministerio
de la enseñanza de niños, que, si pasa por obscuro a los de los hombres,
Jesucristo le hace grande, porque hace grandes en el reino de los cielos a los
que enseñan a otros para la justicia. Por grande la tenías tú, y por eso la
elegiste, y con los niños y entre los niños hallabas tus delicias, y en
repartirles el pan de la inteligencia y piedad con el celo de quien hace las
veces del Divino Maestro pasaste gran parte de tu vida. Te alentaba al trabajo
y redoblada tu solicitud la promesa evangélica de que quien a un niño recibe y
enseña en nombre de Jesús, al mismo Jesús recibe. Tu solicitud por conservar y
aumentar en ellos la gracia bautismal y revestirlos de las virtudes de
Jesucristo, solo era comparable con la que tenía San Pablo para formar en sus
discípulos de Gálata a Jesucristo (Gal. 4)
¡Oh verdadero hijo del gran maestro José de
Calasanz, gózate en esa copiosa mies de almas inocentes que recogiste para el
cielo y ahora hacen tu corona de gloria! Pero tu celo apostólico no se
limitaba a los estrechos límites de una escuela, buscaba auditorios numerosos y
los hallaste en los pueblos y ciudades de Italia, ansiosos de oír tu palabra, que,
como espada de doble filo, penetraba la división del alma, moviendo los
corazones a penitencia y encendiéndolos en el fuego del amor de Dios. A tu
poderosa palabra, a tus admirables ejemplos, a tu asombrosa penitencia, a tus
milagros, no había pecador por obstinado que no se rindiese, pues a los
resplandores que a veces salían de tu rostro, conocían que el Espíritu Santo
hablaba por tu boca. Las almas que por tu predicación y por el ministerio de la
confesión santificaste y llevaste al cielo fueron innumerables, y por eso te
gozas ahora en tus fatigas apostólicas que tal peso de tu gloria te reporta. Haz,
siervo bendito de Dios, que tu celo apostólico se comunique a todos tus
hermanos y a todos los sacerdotes, para que, como luz del mundo y sal de la tierra,
lleven la luz de la verdad y de sus obligaciones a los entendimientos de los
fieles y con sal de la gracia de los sacramentos, su celo y fervor y buen
ejemplo le hagan fácil y agradable su cumplimiento. Amén.
—Los Gozos
y la Oración se dirán todos los días.
DÍA SEXTO – 11 DE JULIO
Por
la señal…
Acto
de contrición, Oración para todos los días, Oración a San Pompilio y los tres
Padre nuestros, Ave Marías y Glorias.
ORACIÓN
¡Oh admirable siervo de Dios Pompilio María!
Me
gozo en considerarte muy encumbrado en el cielo, porque más que muchos otros
justos has descollado en la tierra por tus heroicas virtudes, las que con
regocijo ensalza la Iglesia y recomienda a sus hijos para imitación. El
fundamento de todas las virtudes, como lo es en todos los justos, fue la fe
viva de que vive el justo. Esta luz divina tomaste por guía de toda tu vida, no
solo para agradecer este don que se niega a infinitas gentes, sino también para
ajustar a ella todos los actos de tu vida, persuadido de que la fe sin obras es
muerta. La primera verdad que la fe te dio a conocer fue la de tu Dios Criador,
Redentor y Remunerador, que por tan inestimable don no te pedía más que el que
le amases con todo tu corazón, con toda tu alma y con todas tus fuerzas; y con
todo tu corazón, con toda tu alma, y con todas tus fuerzas le comenzaste a amar
desde el principio de la vida hasta su término, aumentándose cada día esta
hoguera de amor, hasta unirte con ese amor infinito de Dios que ahora gozas.
Amando a Dios en tanto grado, no podías menos de amar a los hombres, hijos de
Dios y redimidos con su preciosísima Sangre, y los amabas en un grado heroico,
deseando dar la vida por todos y cada uno de ellos, si esto fuese necesario
para su bien espiritual o temporal. De aquí ese celo ardiente, esos inmensos
trabajos que te tomaste por su salvación, no viviendo para ti, sino para tus
prójimos por amor de Dios. Tu fe te presentaba continuamente a Jesús y a su
bendita Madre por modelos de tu vida, y todo el empeño de tu vida fue
imitarlos. Ellos fueron los más pobres, los más puros, los más obedientes, los
más humildes, los más mansos, los más mortificados de los hombres, y por su
amor e imitación llevaste estas y todas sus demás virtudes hasta el heroísmo. ¡Oh poder de la divina gracia, hasta qué punto de
santidad levantas a los que previenes con tus dulzuras y te buscan confiados en
las promesas divinas! Todos los cristianos estamos obligados a obrar
según la fe, pero cuán lejos estoy, ¡oh Padre y
Protector mío!, de imitar la tuya en las obras y adquisición de las
virtudes. Compadécete de mí tibieza, y alcánzame del
Señor que aumente mi fe que le pedían sus Apóstoles, ella me haga tener siempre
presente a Dios para hacer su santísima voluntad, presente sus eternos premios
para buscarlos con ardor, presentes sus castigos para temerlos, y aborrecer
todo pecado. Señor, grabad estas tres consideraciones en mi alma y seré santo.
Amén.
—Los Gozos
y la Oración se dirán todos los días.
DÍA SÉPTIMO – 12 DE JULIO
Por
la señal…
Acto
de contrición, Oración para todos los días, Oración a San Pompilio y los tres
Padre nuestros, Ave Marías y Glorias.
ORACIÓN
¡Oh varón admirable y mi amantísimo abogado
Pompilio María! Fuiste perfecto imitador del Varón
de Dolores, Jesucristo, y por eso no podías menos de seguir sus pasos por el
camino de la Cruz, que conduce a la cumbre de la santidad y de la gloria. Oyes
al divino Maestro que te dice: «Niégate a ti mismo»
y tú, su fiel seguidor, te niegas a ti mismo en todo, sin hacer en toda tu vida
ninguna concesión a tu propia voluntad, a tu genio, a tu propio juicio, a
ninguna torcida inclinación de la carne y amor propio, volviéndote en todo por
conquistar el reino de los cielos. Oyes a San Pablo que dice: «Castigo mi cuerpo y le reduzco a servidumbre por no hacerme
réprobo», y tú sigues su ejemplo, crucificas tu cuerpo y le reduces a
servidumbre con sangrientas disciplinas, agudos cilicios, rigurosos ayunos y
otras tantas y tan espantosas penitencias, que te hubieran acabado la vida si
no hubieran sido inspiradas por el Espíritu de Dios. Tenías presente aquellas
palabras del profeta: «mis ojos robaron mi alma», y
para que no tuvieras que llorar tal desgracia, cerraste los tuyos y todos tu
sentidos y potencias con tan fuertes candados del temor de Dios, que nunca les
diste ni la más pequeña libertad. ¡Oh Santo temor
de Dios, qué prodigios obras en los hombres, revestidos de carne flaca! ¡Oh
piadoso abogado, qué confusión para mí tu ejemplo! Tú, inocente, haces
terribles penitencias, yo, culpable, las aborrezco ¿Qué
será de mí? Ya me lo dice el Divino Maestro Jesús: «si no hiciéreis penitencia, todos juntamente
pereceréis». Hay, pues, que resignarse a castigar la carne rebelde y
hacerse violencia para arrebatar el cielo: el auxilio divino todo lo hace
fácil. Alcánzame del Señor con este auxilio, la
fortaleza que para resistir a mis malas inclinaciones necesito, bien persuadido
de que, si por cortos días no quiero vivir sacrificado con Cristo, viviré
eternamente atormentado con el demonio, ¡no lo permitáis, Dios mío! Amén.
—Los Gozos
y la Oración se dirán todos los días.
DÍA OCTAVO – 13 DE JULIO
Por
la señal…
Acto
de contrición, Oración para todos los días, Oración a San Pompilio y los tres
Padre nuestros, Ave Marías y Glorias.
ORACIÓN
¡Amabilísimo Salvador mío! ¡Magnífico
remunerador de vuestros siervos que de todo corazón os sirven y glorifican! Nuestro
grande abogado y Protector Pompilio María os amó con todas sus potencias y
sentidos, y por eso le coronaste de honor y de gloria, viviendo aún en la
tierra, haciéndole participante de los dones gloriosos de los bienaventurados.
Dotado de la caridad, se le vio con frecuencia ya en la predicación y santo
sacrificio de la Misa, ya en la oración y admirables éxtasis, despedir su
rostro resplandecientes rayos de gloria. Dotado del de agilidad, se trasladaba
instantáneamente de un lugar a otro, dejándose ver al mismo tiempo en ambas
partes, dotado del de sutileza, entraba y salía de las habitaciones, como Vos
en el Cenáculo, sin abrir puertas ni ventanas, cuando todo esto convenía para
vuestra gloria y bien de sus prójimos. Concediéndole el poder de hacer
milagros, se puede decir que pusisteis en sus manos las llaves de la salud y
enfermedad, de la vida y de la muerte, de la abundancia y de la escasez;
sujetasteis a su voluntad los elementos, los terremotos y hasta los mismos
demonios, para que no hiciesen mal a vuestras criaturas. Le diste el
conocimiento de las conciencias de los hombres para encaminarlas al bien, y del
admirable don de profecía solo se valió para anunciar lo que convenía hacer o
evitar para vuestra gloria. A esos favores se juntaban el trato íntimo que Vos,
vuestra Santísima Madre, los Ángeles y los Santos teníais con Él como si fuera
ya morador de los palacios celestiales. Gózate, ¡oh
Padre mío Pompilio!, en esos dones que te merecieron tu fidelidad a la
gracia. Alcánzame esta fidelidad, y participaré en
el Cielo de esos dones de que gozan todos los bienaventurados. Amén.
—Los Gozos
y la Oración se dirán todos los días.
DÍA NOVENO – 14 DE JULIO
Por
la señal…
Acto
de contrición, Oración para todos los días, Oración a San Pompilio y los tres
Padre nuestros, Ave Marías y Glorias.
ORACIÓN
¡Oh glorioso
abogado mío Pompilio María! El Espíritu Santo tiene por preciosa en su
presencia la muerte de sus Santos. ¡Oh!, y
la tuya lo fue en eminente grado por los milagros y maravillas que la
acompañaron, Dios sea por ello glorificado. Toda tu vida fue una aspiración
continua por la posesión de Dios cara a cara con Él es, no es enigma, y como
espejo por la fe y esperanza. Incesantemente repetías con el real profeta: «Ay de mí, cuánto se prolonga mi destierro», y con
el Apóstol: «Deseo verme libre de estos lazos
mortales por unirme eternamente con Cristo». Alégrate Padre mío, que tu hermosa
Madre viene del Cielo a anunciarte tu próxima partida para gozarte de sus
brazos. ¡Oh anuncio de inmenso gozo para tu alma! Todos
los días de tu vida habías trabajado como si cada uno fuese el último, pero
desde este día corriste con rápido vuelo a los amorosos brazos de tu Padre
Celestial, por el ejercicio de todas las virtudes para presentarte en su
presencia más rico de merecimientos, y poder decir con el Apóstol: «He peleado buena batalla, he acabado mi carrera, he
cumplido con fidelidad de mi ministerio, me espera la corona de justicia». Viste
acercarse la fiebre precursora de la muerte, pero no por eso interrumpiste tus
diarios ejercicios, ni tu ministerio sacerdotal para que, como buen soldado de
Cristo, la muerte le cogiese en el campo de batalla. Así es, que, en el mismo
ejercicio del confesionario, falto de fuerzas, caíste sin consentimiento.
Conducido a tu pobre aposento, recibiste los últimos sacramentos de la Iglesia,
y echado en el suelo (como San Francisco) entregaste tu dichosa alma en manos
de tu Criador a impulso de ese fuego de Amor Divino que te devoraba, y fue como
el carro de fuego del Profeta Elías, que te arrebató al cielo a ese eminente
trono de gloria que posees. Gózome infinito en tu gloria, pero lloroso por tu
pérdida, me veo obligado a exclamar con el Profeta Eliseo: «¡Padre mío! ¡Padre mío! ¡Carro de Israel y su
conductor!». Dame tu noble espíritu, que no lo merezco,
sino parte de él para imitar tus virtudes y merecer contigo alabar a Dios por
los siglos de los siglos. Amén.
—Los Gozos
y la Oración se dirán todos los días.
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