Novena
compuesta por el Padre Fray José de San Juan OP, maestro de novicios en el
Convento de Santo Tomás de Madrid.
MODO DE HACER LA NOVENA
Esta Novena se puede hacer cuando a cada uno
le pareciere; y especialmente cuando se viere en algún conflicto, o cuando se
hallare necesitado de alcanzar de Nuestro Señor alguna gracia o favor. Para lo
cual el tiempo más oportuno será en los nueve viernes que hay desde el primero
antes de Septuagésima hasta el últimos antes de Ramos, o en los nueve días
consecutivos desde el viernes antes de Septuagésima, o en cualquier otro tiempo
del año, según instare la urgencia o necesidad de cada uno. El lugar donde se
ha de hacer esta Novena, será en la Iglesia donde hubiere Altar o Capilla en
donde esté la imagen de Jesús Nazareno con la Cruz a cuestas; y si no se
pudiere, la hará cada uno en su casa, delante de alguna Imagen o Estampa que
represente este Paso.
El día
primero, en
el cual se ha de dar principio a esta Novena, se ha de limpiar primero la
conciencia examinándola diligentemente, y se confesará y recibirá la Sagrada
Comunión, y la misma diligencia se hará el día último. Esto se entiende cuando
la Novena se hiciere en nueve días consecutivos. Pero cuando se haya de hacer
en nueve viernes, será muy adecuado confesar, y comulgar en cada uno de ellos,
y en aquel día ayunar, y hacer alguna abstinencia, partiendo de su comida con
algún pobre. Lo que se ha de meditar en el ejercicio de este Novenario, será
algún Paso de lo que sucedió a Jesús Nazareno con la Cruz a cuestas, desde que
salió de la casa de Pilatos, hasta llegar al monte Calvario, según el orden que
va señalado.
En llegando la hora del ejercicio de la
Novena, te pondrás de rodillas delante de la Santa imagen, y te persignarás del
modo acostumbrado. Y luego con todo rendimiento y humildad le pedirás perdón de
tus pecados, la oración que se pone en su lugar; y juntamente licencia para
comparecer y ponerte en Su presencia, avergonzándote de que por causa de tus
pecados va el Señor cargando con aquella Cruz a dar la vida en ella en el monte
Calvario. Córrete; y duélete el ver aquel amantísimo Señor en tantas congojas,
tristezas, y dolores, en las cuales tus culpas le han constituido.
NOVENA EN HONOR A JESÚS
NAZARENO CON LA CRUZ A CUESTAS
Por
la señal ✠ de la Santa Cruz, de nuestros ✠ enemigos,
líbranos
Señor
✠ Dios
nuestro. En el nombre del Padre, y del Hijo ✠, y del Espíritu Santo. Amén.
ORACIÓN PREPARATORIA
Jesús
Nazareno, Criador y Redentor mío,
a
quien me humillo, y en cuya presencia conozco debo ser vilmente despreciado,
por haberos sido ingrato, desagradecido y olvidadizo de tan grandes beneficios
como me habéis hecho, padeciendo por mí gravísimas culpas, tantos trabajos,
especialmente los dolores que sufristeis, cuando cargaron sobre vuestros
delicados hombros esa muy pesada Cruz, para rendir en ella la vida en el monte
Calvario: Me pesa, Señor, de todo corazón de haberos ofendido. Pésame, Señor,
de haber sido yo la causa de que llevéis esa Cruz, sufriendo tantos dolores,
amarguras, y congojas. Pésame de mi ingratitud y descuido, y de no haberos dado
continuamente rendidas gracias por tan grandes beneficios. Dadme licencia,
Señor benignísimo, para comparecer y ponerme en vuestra presencia, aunque bien
conozco soy indigno de tan grande beneficio, así por mis gravísimos pecados,
como porque soy polvo y ceniza. Señor, perdonadme. Y pues no
deseáis la muerte del pecador, sino que se convierta y viva, yo me convierto a
Vos y deseo vivir en adelante, según vuestra Santa Ley, y seguir vuestros
pasos, sin perderos de vista hasta la hora de mi muerte. Señor, dadme vuestra
bendición, y recibidme en vuestra gracia, como a otro hijo Pródigo. Sea mi
abogada vuestra Santísima Madre la Virgen Purísima Santa María. Así sea, Señor.
Amén
Jesús.
—Acabada
esta Oración, harás ante la Imagen de Jesús Nazareno una profunda reverencia,
inclinando la cabeza muy devotamente, y puesto otra vez, como antes, delante de
la Santa Imagen, meditarás el Paso siguiente.
DÍA PRIMERO
MEDITACIÓN
Este día meditarás
cómo el Señor oyó la sentencia inicua que dio Pilatos para que fuese
crucificado; y al punto le quitaron aquellos verdugos la Púrpura y el Alba que
por desprecio le vistió Herodes, y le volvieron a poner los vestidos suyos propios,
para que, así caminando al lugar del suplicio, fuese mejor de todos conocido. Y
sacándole fuera, le echan una soga al cuello, como a malhechor, y le cargan la
pesada Cruz, para que el mismo Señor la lleve a cuestas.
Detente en esta meditación, y
no sea de paso, antes sí procurando penetrarla, y considerando con estudio,
diligencia y atención lo que allí sucedió, y la humildad y obediencia del
Señor, para que así se mueva tu voluntad a un afecto y sentimiento de lo mucho
que por ti padeció. Síguele los pasos sin perderle de vista.
—Después
de haber meditado el Paso precedente, leerás con atención lo que dijo el
Profeta Real en el Salmo 3 en nombre de nuestro Redentor según los Sagrados
Expositores, y es lo siguiente:
«Mira, Señor, y Padre mío, cómo se han
multiplicado mis enemigos y perseguidores. Muchos en gran manera se han
conspirado, y levantado contra mí, para hacerme todo pesar y molestia, hasta
quitarme la vida. Los más de ellos me improperan y me hieren, diciendo: “No hallarás salud en tu Dios, en quien dices tienes confianza,
ni salvará tu alma de nuestras manos”. Mas tú, oh Padre mío, eres mi defensor, mi
protector, mi libertador. En estas tribulaciones y persecuciones constituido,
con grande afecto, a ti, Señor, levanté la voz, y tú desde el alto trono de tu
gloria, en donde resides, en tu magnificencia, en medio de tus Ángeles, oíste
mi clamor».
—Después
dirás tres Padres nuestros y tres Ave Marías, e inmediatamente la siguiente.
ORACIÓN PARA TODOS LOS
DÍAS
Dulcísimo
Jesús Nazareno, Señor y Redentor mío,
que
llevando sobre tus hombros tan pesada Cruz, caminas al monte Calvario, para ser
en ella enclavado: Yo, miserable pecador, que fui, y soy la causa de tus
dolores y Pasión, te alabo, y doy gracias, aunque muy desiguales a tan grande
beneficio, porque como manso Cordero, pacientísimamente la recibiste, y
llevaste al lugar de la pasión. Ahora, Señor, se verifica lo que dijo el
Profeta Isaías, que tu dominio y principado le tenías sobre los hombros. Ahora también
la figura del obediente Isaac, que, al mandato de su padre, llevó al monte la
leña para ser con ella sacrificado. Alabo, Señor, y bendigo tu admirable
paciencia, pues por mandado de Pilatos, cuando así caminabas al suplicio, iba
delante uno de aquellos Sayones proclamando la sentencia que dio contra ti
aquel maldito juez. ¿Quién podrá referir, Señor,
los empellones y golpes que en el camino recibiste de aquellos crueles
soldados? ¿Cuántos oprobios oíste de aquel grande concurso de pueblos que iba
en vuestro seguimiento? ¿Cuántos haciendo burla, os arrojaban a la cabeza y a
la cara lodo, y otras inmundicias? Pero vos, Señor, como inocente
Cordero inclinando la cabeza, a todo callabais, y así caminabais. Oh buen
Jesús, cuántas ignominias toleraste; pues no contentos aquellos malvados con
que fueses cargado con la Cruz, quisieron también te acompañasen dos famosos
Ladrones. Pero no se lee de ellos llevasen Cruz alguna, para que así fueses
tenido por más malvado que ellos.
¿Pues qué hiciste tú, oh Dulcísimo Señor,
porque así fueses juzgado? ¿Qué cometiste, inocentísimo Cordero, porque así
fueses tratado? Verdaderamente, Señor, yo
soy la llaga de tu dolor, y la ocasión de tu muerte. Yo cometí la maldad, y tú
sufres el castigo. Yo hice los pecados, y tú te sujetas a los tormentos. Yo me
ensoberbecí, y tú eres humillado. Yo fui el desobediente, y tú hecho obediente
hasta la muerte y así pagas la culpa de mi desobediencia. Ruégote piadoso,
Señor, me concedas que merezca yo ser enclavado en vuestra Cruz por penitencia
de mis pecados. Dadme que acabe yo mi vida en tu servicio. Yo, Señor, me
entrego a ti, y me pongo debajo de tu protección. Defiende a este pobre siervo
tuyo de todos los males. Enseña y alumbra mi entendimiento, gobierna esta mi
alma, rige mis potencias y sentidos, fortalece mi espíritu contra la
desordenada flaqueza de mi corazón, dadme Fe cierta, esperanza firme y caridad
pura y perfecta, y que en todo lugar y tiempo cumpla tu Santa voluntad. Señor,
aparta de mí, y de todos los Fieles todo lo que te desagrada, y concédenos todo
lo que contenta a tus beatísimos ojos; y haz que seamos tales, cuales lo
quieres que seamos. Encomiéndote a mis padres, hermanos, parientes,
bienhechores, amigos, y a todos aquellos por quien debo rogarte. Encomiéndote a
toda tu Iglesia, y a nuestros Católicos Monarcas. Haz que todos, Señor, te
sirvan, todos te conozcan, todos te amen, y entre sí se amen. Apaga las
herejías, convierte a la Fe a todos los que aún no tienen conocimiento de tu
Santo Nombre: danos paz entre los Príncipes Cristianos, y consérvanos en ella,
así como tú lo quieres, y a nosotros conviene. Debajo de tu fiel amparo
encomiendo todas tus criaturas, para que a los vivos concedas gracia, y a los
difuntos eterno descanso. También, Señor, te pido me concedas el
favor que solicito conseguir de tu piedad en esta Novena, si conviniere para tu
gloria, y para salvación de mi alma. Oh gloriosa Reina de los Ángeles, oh
Santos y Santas de Dios; sed mis medianeros y abogados, rogad al Señor por mí,
para que por Vuestros méritos y oraciones, sea yo de Dios favorecido ahora, y
en la hora de mi muerte. Amén Jesús.
Sea
bendito y alabado el Santísimo Sacramento del Altar, y la Virgen concebida sin
pecado original.
En el nombre del Padre,
y del Hijo ✠, y
del Espíritu
Santo. Amén.