Novena
escrita por el Padre Ramón Sarabia Barbero CSSR, con aprobación eclesiástica.
Los Gozos, de origen valenciano, son tradicionales, sin autor conocido.
COMENZAMOS: 18 de junio.
FINALIZAMOS: 26 de junio.
FESTIVIDAD: 27 de junio.
Por
la señal ✠ de la Santa Cruz, de nuestros ✠
enemigos, líbranos Señor ✠ Dios nuestro. En el nombre del
Padre, y del Hijo ✠, y del Espíritu Santo. Amén.
ORACIÓN
PREPARATORIA
¡Oh Madre del Perpetuo Socorro! Tú
conoces todos los dolores de mi vida y sobre todo la horrible pena que hoy me
trae a Tus Plantas maternales.
Adoro la Divina Voluntad y beso resignado la
Mano de mi Dios que me prueba; y hoy, como ayer y como siempre, confío en Su
Infinito Poder y en Su Misericordia Infinita.
Pero Él puso en Tu Corazón las riquezas de
Su Bondad y en Tus Manos los tesoros de Su Omnipotencia. Por eso acudo a Ti, Madre Mía del Perpetuo Socorro.
Señora y Madre
mía, las sombras del dolor me envuelven por todas partes, y no sé a qué
puerta llamar para tener algún consuelo en esta amargura que me ahoga. Los
hombres, unos me son adversos, otros me persiguen, otros me olvidan, los más me
miran con indiferencia. Los pocos que parecen compadecerse de mí se declaran impotentes
para remediar mi mal.
Sólo me quedas Tú, Madre mía del Perpetuo Socorro. Por eso a Ti acudo lleno
de confianza y amor. ¡Eres la Madre de Dios! ¡Eres
mi Madre! Jesús aprieta Tus Manos para depositar en Ellas Su
Misericordia y Su Amor. El primer milagro que obró en Su vida mortal lo obró
movido por Tus súplicas. ¿No puedes hacer ahora
otra súplica como aquélla en favor mío?
Madre mía del Perpetuo Socorro, vengo a
pedirte un milagro, y que este milagro sea para gloria de Dios, alabanza Tuya y
santificación de mi alma. (Se hace la petición).
Aquí vendré nueve días seguidos a Tus
Plantas. ¿Quedará Tu Maternal Corazón insensible a
mis ardientes y humildes súplicas? Porque eres buena, porque eres fiel,
porque eres según el plan Divino, Dueña de todos los tesoros de Dios, por eso
confío en Ti.
Sin embargo, que ahora y siempre se haga la
voluntad de Dios, así en la tierra como en el Cielo. Tú, Madre mía, hallarás en
Tu Maternal Corazón recursos poderosos para que descienda el bálsamo del
consuelo ahí donde siga el dolor purificando mi vida.
¡Oh, Madre
del Perpetuo Socorro, en Ti confío!
DÍA PRIMERO - 18 DE JUNIO
¿Qué me
dice Tu Santa Imagen, oh Madre del Perpetuo Socorro? Que
eres Madre de Dios. Ese Niño que descansa en Tus Brazos y que te llama con
inefable cariño Madre, es Dios, el Hijo de Dios, Tu Verdadero Hijo… Así lo
declaran esas letras misteriosas que están al lado de las mejillas del Divino
Infante.
Te lo anunció el Arcángel San Gabriel cuando
te saludó llena de gracia y bendita entre las mujeres…. Lo viste por primera
vez cuando en la cueva de Belén salió de Tus Purísimas Entrañas como un rayo de
la Divinidad… Tuviste la dicha inefable de llevarlo en Tus Brazos y vivir toda
Tu vida en Su compañía. Ni en la cruz quiso que te apartaras de Él….
¡Madre de Dios!
A cada hora, a cada instante, en todos los climas y bajo todos los siglos, la
Santa Iglesia cae rendida a Tus Plantas y proclama este título excelso que es
la base de todas Tus grandezas y el fundamento de todos Tus privilegios: Santa María, Madre de Dios, ruega por nosotros.
Ante la gran Madre de Dios, ¿puede presentarse una ruin y pecadora criatura de este
mundo? Las puertas del palacio de los reyes y de los poderosos cerradas
están para los mendigos…, pero abiertas están de par en par las puertas del
palacio de María para todos los pecadores y desgraciados. Y cuanto más
pecadores y desgraciados son, con más piedad y ternura son recibidos.
Por eso, ¡oh Madre
del Perpetuo Socorro!, de
la tierra vengo y sin más títulos que mis miserias me he atrevido a presentarme
ante Tu solio maternal…. Aquí te traigo escrito con lágrimas y con sangre el
memorial de todas mis amarguras. Fíjate, Señora y Madre mía, en la pena que hoy
me trae hasta aquí y verás que todo está perdido, que se han desvanecido todas
las esperanzas humanas. Sólo me quedas Tú.
También un día la reina Ester, que era tu
figura, se presentó triste y llorosa ante el rey Asuero. «Señor -le
dijo- si he hallado gracia
en tu presencia, te pido gracia para mi pueblo injustamente condenado a
muerte…». Y
la compasiva reina fue escuchada….
Y yo te digo también a Ti, Madre de Dios,
Señora y Madre mía, ten piedad de mí…. Estoy condenado al dolor, al hambre, al
trabajo y a las garras de las injusticias humanas.
Madre del Perpetuo Socorro, nadie Te llamó y
lo desamparaste. En Ti confío.
—Rezar tres Avemarías.
INVOCACIONES
PARA TODOS LOS DÍAS
¡Oh Madre
mía, Perpetuo Socorro de todos los que sufren y de todos los que lloran! Permíteme que, recostada
mi frente abatida sobre Tu Corazón de Madre, te diga mis penas y te exponga mis
deseos, porque sólo Tú eres mi esperanza en esta hora tristísima en que me
acosan todos los males.
Por Tus inefables alegrías cuando por un
portento de Dios te viste al mismo tiempo Virgen y Madre. ¡Oh Madre del Perpetuo Socorro, óyeme!
Por Tu gozo dulcísimo cuando por vez primera
se miró Jesús en Tus Ojos y te dio el nombre dulcísimo de Madre. ¡Oh Madre del
Perpetuo Socorro, óyeme!
Por la maternal complacencia de Tu Corazón
cuando viste cómo Tu Hijo accedía a Tus súplicas y obraba el primer milagro en
las bodas de Caná. ¡Oh Madre del Perpetuo Socorro, óyeme!
Por la santa satisfacción de Tu Espíritu
cuando contemplabas los milagros de Tu Jesús en favor de Sus hermanos y Tus
hijos, los hombres. ¡Oh Madre del Perpetuo Socorro, óyeme!
Por tu gozo divino cuando viste cómo Jesús
obraba el milagro de los milagros, la Divina Eucaristía, para vida, sustento y
alegría de todos Tus hijos redimidos. ¡Oh Madre del Perpetuo Socorro, óyeme!
Por Tu Mirada de Misericordia. ¡Oh Madre del
Perpetuo Socorro, óyeme!
Por Tu nombre de Madre del Perpetuo Socorro,
símbolo de poder y de bondad. ¡Oh Madre del Perpetuo Socorro, óyeme!
Por los continuos y estupendos milagros que
haces en favor de los que invocan este nombre Tuyo dulcísimo. ¡Oh Madre del
Perpetuo Socorro, óyeme!
Para que el poder de Jesús sea reconocido y
celebrado. ¡Oh
Madre del Perpetuo Socorro, óyeme!
Para que Tu Amor y Misericordia sean de
todos glorificados. ¡Oh Madre del Perpetuo Socorro, óyeme!
Para que mi corazón, agradecido, te amé y te
invoque siempre. ¡Oh
Madre del Perpetuo Socorro, óyeme!
Para que Tu Nombre sea en todo el mundo,
conocido, amado y alabado. ¡Oh Madre del Perpetuo Socorro, óyeme!
ORACIÓN
FINAL
¡Oh María! Ya
que para inspirarme confianza, te quisiste llamar Madre del Perpetuo Socorro,
yo (mencionar su nombre), aunque indigno de
ser inscrito en el afortunado número de Tus siervos, deseando no obstante
participar de los benéficos efectos de Tu Misericordia, postrado ante Tu trono
te consagro mi entendimiento, para que piense siempre en el amor que mereces;
te consagro mi lengua, para que ensalce Tus grandes prerrogativas y propague Tu
devoción; te consagro mi corazón, para que después de Dios, te amé sobre todas
las cosas.
Recíbeme ¡oh
Gran Reina!, en el venturoso número de Tus siervos; acógeme bajo Tu
protección; socórreme en todas mis necesidades espirituales y temporales,
especialmente en el peligroso trance de mi agonía. ¡Oh Madre del Perpetuo Socorro!
Sé que me amas más de lo que yo puedo amarme a mí mismo; por eso, te constituyo
Señora y Árbitro de mis intereses y de todas mis cosas. Dispón, pues,
libremente de mí y de cuanto me pertenece conforme Te agrade.
Bendíceme, ¡oh
Madre mía!, y con Tu poderosa intercesión fortalece mi flaqueza, a fin
de que, sirviéndote fielmente en esta vida, pueda alabarte, amarte y darte gracias
en la otra eternamente.
Jaculatoria:
¡Oh Madre, Madre del Perpetuo Socorro, ruega por mí!
¡Seas amada,
seas alabada, seas invocada, seas eternamente bendita, ¡oh Virgen del Perpetuo
Socorro!, mi esperanza, mi amor, mi Madre, mi refugio y mi vida! Amén.
GOZOS
EN ALABANZA A NUESTRA SEÑORA DEL PERPETUO SOCORRO
Una
vez Constantinopla
Toma
la morisca atroz,
El
viento impío que sopla
Para
el devoto, es feroz.
La
mediterránea isla
Invade
el turco infiel,
Y
el católico se aísla,
Huyendo
en débil bajel.
Del Perpetuo Socorro
Déjame participar:
¡Virgen
mía!, a ti me acojo
Fiando
me has de ayudar.
Si
yendo de Creta a Roma
Va
un rico mercader,
Y
tu poder olas doma
Evitando
el perecer,
Y
calmas las tempestades
Del
enfurecido mar…
Conociendo
tus bondades
Debo
en Ti, Virgen, confiar.
Del Perpetuo Socorro
Déjame participar:
¡Virgen
mía!, a ti me acojo
Fiando
me has de ayudar.
Entre
el templo de María
Y
el de San Juan de Letrán
Te
instalan, ¡oh
Madre pía!,
Y
allá los devotos van.
En
pos de la Imagen Santa
En
ferviente procesión,
Multitud
enorme canta,
Entre
incienso y oración.
Del Perpetuo Socorro
Déjame participar:
¡Virgen
mía!, a ti me acojo
Fiando
me has de ayudar.
Con
triste pesar y asombro,
El
templo de San Mateo
Queda
reducido a escombro,
Por
intenso bombardeo.
Después
de trescientos años
De
culto y veneración,
Por
intereses extraños
Lo
eclipsa Napoleón.
Del Perpetuo Socorro
Déjame participar:
¡Virgen
mía!, a ti me acojo
Fiando
me has de ayudar.
El
famoso Cuadro oculto
Medio
siglo, en un rincón,
Sin
templo, altar, ni culto,
Queda
sin veneración,
Le
honran devotamente,
Guardado
bajo dosel
Fray
Orsetti solamente
Y
el lazarillo Miguel.
Del Perpetuo Socorro
Déjame participar:
¡Virgen
mía!, a ti me acojo
Fiando
me has de ayudar.
Y
los Padres Agustinos
Buscando
al Cuadro un altar,
Van
recorriendo caminos
Hasta
encontrarle un hogar.
No
tienen un lugar previo
Y
lo llevan con afán
Al
templo de San Eusebio,
Con
permiso del Deán.
Del Perpetuo Socorro
Déjame participar:
¡Virgen
mía!, a ti me acojo
Fiando
me has de ayudar.
Según
dicen los cronistas,
A
instancia de Fray Maurón,
A
Padres Redentoristas
Da
Pio Nono posesión
Del
Cuadro, que en oratorio
Se
le da gran devoción
Y
en el templo de Ligorio
Crece
la veneración.
Del Perpetuo Socorro
Déjame participar:
¡Virgen
mía!, a ti me acojo
Fiando
me has de ayudar.
El
culto empezado en Roma
Ya
no es devoción local,
Pues
por Patrona te toma
Una
gran parte mundial.
Si
perpetuamente ayudas
A
quien te invoca con fervor,
Para
tus fieles, no hay dudas,
Que
atenderás su clamor.
Del Perpetuo Socorro
Déjame participar:
¡Virgen
mía!, a ti me acojo
Fiando
me has de ayudar.
Postrados
con fe a tus plantas
Escucha
nuestra oración,
Y
Tú que das gracias tantas,
Mándanos
tu bendición,
Siendo
nuestra bienhechora,
Hasta
la hora final,
Empujándonos,
Señora,
A
la Gloria Celestial.
Del Perpetuo Socorro
Déjame participar:
¡Virgen
mía!, a ti me acojo
Fiando
me has de ayudar.
℣. Ruega por nosotros, Santa Madre de Dios.
℞. Para que seamos dignos de las promesas de nuestro Señor
Jesucristo.
ORACIÓN
Señor
Jesucristo, que
nos has dado por Madre pronta siempre a socorrernos, a tu Madre María, cuya
imagen insigne veneramos; te rogamos que, implorando sin cesar su ayuda
maternal, merezcamos experimentar perpetuamente los frutos de tu redención. Tú
que vives y reinas por los siglos de los siglos. Amén.
En el nombre del Padre, y del Hijo ✠, y del
Espíritu Santo. Amén.
DÍA SEGUNDO - 19 DE JUNIO
Por
la señal...
Oración
preparatoria.
¿Qué me
dice Tu Santa Imagen, oh Madre del Perpetuo Socorro? Que
eres mi Madre. El Hijo de Dios, que es a la vez Hijo Tuyo, descansa en Tus
Brazos…. El hijo pecador, que es el hombre, que en el dolor y en el amor fue
engendrado al pie de la cruz, reza a Tus Pies. ¡Soy
yo! Jesús busca Su consuelo y socorro en Tu Corazón y aprieta Tus Manos
maternales, y Tú, en Ellas, lo recibes y lo llevas con amorosa complacencia…. ¡Es Tu Hijo! Pero al verme rezando a Tus Plantas,
cargado de pecados y abatido bajo el peso de tantos males, me miras a mí… ¡y que mirada la Tuya tan dulce y misericordiosa!
Sólo las madres miran así… No lo extraño... ¡También
yo soy tu hijo!
Madre mía, si no tienes brazos donde puedas
llevarme, déjame que arrime mi frente a Tu Corazón, que entre en Él y que allí
te cuente mis penas y te ofrezca mis plegarias. Los hijos no necesitan emplear
muchas palabras para que las madres se den cuenta de los dolores que los matan
y de las penas que los ahogan. Mira, Madre mía, a este hijo tuyo, a quien las
lágrimas han arrastrado hasta Ti. Mírame y verás en la pupila de mis ojos que
estoy triste, que me asfixio entre sombras, que estoy completamente solo, y que
sin Ti la vida será imposible… Nunca con más verdad que hoy te he dicho: Madre mía, sólo Tú me puedes salvar.
¿Me oyes? La fe me afirma que sí y mi corazón
halla en este pensamiento un consuelo inefable. Me oyes, y Tu Corazón maternal
se compadece de mis miserias. Ahí tienes en Tus Brazos a Tu Hijo y hermano mío
Jesús; pídele por mí… Las oraciones de las madres siempre hallan eco en Su
Corazón… Una madre, sólo con las lágrimas silenciosas, le pidió que le
devolviera al hijo que llevaban a enterrar… y volvió a la vida el muchacho.
Otra madre se echó a Sus Pies y le pidió piedad para su pobre hija, que estaba
atormentada del demonio… En aquel momento Satanás dejaba aquella alma que
fieramente atormentaba.
¿Serás Tú, Madre
del Perpetuo Socorro, menos oída que aquellas madres desoladas? Sólo
pensarlo me parece un crimen. Di, pues, a Tu Hijo: Hijo mío, esta alma está
atormentada de muchos males. Un dolor muy grande, sobre todo en estos momentos,
tortura su corazón. Óyela, cúrala, sálvala.
Madre mía,
estoy en Tus Manos y en las Manos de Jesús.
—Rezar
tres Avemarías.
—Las
Invocaciones y la Oración se rezarán todos los días.
DÍA TERCERO
- 20 DE JUNIO
Por
la señal...
Oración
preparatoria.
¿Qué me dice Tu Santa Imagen, oh Madre del
Perpetuo Socorro? Que eres Corredentora del
mundo. En la magna procesión conmemorativa de la Redención del linaje humano,
avanzan los ángeles con los instrumentos de la Pasión, y en medio, escoltados
por todos los siglos y por todos los hombres, amados, aclamados, venerados,
avanzan los dos únicos héroes de esta empresa divina: Cristo
Jesús y Tú, Madre mía.
No vivo entre sombras; camino a la luz de
los resplandores de la fe. Por eso, creo y confieso que solo mi Dios y Padre
Jesucristo me podía redimir.
Creo y confieso que, por glorificarte a Ti y
por otros fines altísimos dignos de la Sabiduría Divina, te asoció a esta gran
obra de la Redención del mundo.
Creo y confieso que, habiendo escogido
Jesús, la cruz como instrumento de salvación, no hay para nadie redención sin
cruz.
Creo y confieso que mis dolores y penas, las
angustias del alma y los tormentos del cuerpo, son los instrumentos benditos
que la Providencia Amorosa emplea para purificar mi alma, para expiar mis
pecados, para labrar mi corona eterna y para acercarme más a Jesús.
Pero también creo y confieso que Dios en la
vida sabe mezclar y santificar las tristezas y las alegrías, y que nos lleva al
cielo, a veces derramando lágrimas, a veces cantando himnos de gratitud y de
amor.
Adoro, Madre mía, los planes divinos sobre
mí. Permite, sin embargo, que te diga como decía Mi Redentor en el Huerto de
Getsemaní: «Aparta de mí este
cáliz…, cura mis dolores…, remedia mis penas. Mira que el cáliz de mi corazón
rebosa de amargura…».
Madre mía,
cúrame, sálvame, y cantaré Tus Misericordias por los siglos de los siglos.
—Rezar
tres Avemarías.
—Las
Invocaciones y la Oración se rezarán todos los días.
DÍA CUARTO - 21 DE JUNIO
Por
la señal...
Oración
preparatoria.
¿Qué me
dice Tu Santa Imagen, oh Madre del Perpetuo Socorro? Que
eres por disposición divina Dueña de todos los bienes de Dios y Dispensadora de
todas Sus gracias.
Cuando la Iglesia te llama Madre de la
Divina Gracia proclama que eres Madre de Jesús, que es la Gracia y Vida del
mundo… Cuando te dice Auxilio de los cristianos, confiesa que eres amparo del
pueblo cristiano en los momentos más angustiosos de su historia.
Cuando
Te llamamos Madre del Perpetuo Socorro, reconocemos
y confesamos que eres la Depositaria de todos los bienes de Dios. No lo
pudieras ser si Tu Misericordia y Tu Poder no abarcaran todos los momentos de
todos los hombres hasta el fin del mundo.
Por
eso vengo a Tus Plantas y te suplico con todo mi corazón. Si acudo a los
Santos, ellos tienen que acudir a Tu Poder Omnipotente, si acudo a Jesús, Jesús
me envía a Ti, porque Él mismo Te ha constituido Dispensadora de todos Sus
bienes…
Aquí estoy, aquí me tienes llamando con fe y
confianza a las puertas de Tu Misericordia.
Óyeme y exclamaré con Tu gran siervo San
Alfonso: «Todo lo bueno que de
Dios recibimos, lo recibimos por la intercesión de María».
Óyeme y mi corazón agradecido repetirá con
el Santo Pontífice Pío X: «Confesemos que es
Madre de Misericordia, porque todos los bienes y todas las gracias que Dios
concede a los desgraciados hijos de Adán, dispuso la Divina Providencia que
pasaran por las Manos de la Virgen Santísima».
Óyeme
y suspenderé mi corazón al pie de Tu Santa Imagen, y mi lengua dirá a todos los
hombres: «Con la Virgen del
Perpetuo Socorro me vinieron todos los bienes. Bendita y glorificada sea, por
los siglos de los siglos».
—Rezar
tres Avemarías.
—Las
Invocaciones y la Oración se rezarán todos los días.
DÍA QUINTO - 22 DE JUNIO
Por
la señal...
Oración
preparatoria.
¿Qué me
dice Tu Santa Imagen, oh Madre del Perpetuo Socorro? Que
eres Reina de todos los ángeles. Por eso, ahí tienes a Tu lado a los dos
grandes príncipes de la corte celestial. En actitud de religiosa veneración
esperan Tus órdenes, al mismo tiempo que reconocen Tu excelsa autoridad. He ido
llamando de puerta en puerta. Todas se me cerraron: la puerta de la riqueza, la puerta de la amistad, la puerta de la gratitud, la puerta
de la ciencia, la puerta del poder… hasta la puerta de la caridad y de la
misericordia…
Solo una puerta me queda abierta, la puerta
donde Tu Perpetuo Socorro aguarda con los infinitos tesoros de Tu Poder y Tu
Misericordia.
Madre
mía, un ángel guio a Tobías en un escabroso viaje y llevó a su familia de parte
de Dios, la curación, la felicidad y el amor. Otro ángel descendió sobre la
obscura cueva donde el profeta Daniel estaba encerrado, para darle la comida
del cuerpo y los consuelos del alma. Ahí a Tu lado están esos dos Arcángeles de
la corte del cielo: San Rafael y San Gabriel. Diles
que me ayuden y me salven, y al punto se acabaran los amargos dolores que me
atormentan.
¿Es Satanás el que, por permisión de Dios, me persigue y
me acosa como al Santo Job? ¿Son los hombres los que, ingratos e injustos, se
ensañan implacables conmigo? Hay
momentos, Madre mía, en que la tristeza, el desaliento y la desesperación me
ahogan.
Madre mía, si a Ti y a Tu Hijo presentaron
esos Arcángeles los instrumentos de dolor, que me traigan a mí el bálsamo de Tu
Misericordia.
Pero… que no se haga mi voluntad, sino la
voluntad de Dios.
—Rezar tres
Avemarías.
—Las
Invocaciones y la Oración se rezarán todos los días.
DÍA SEXTO - 23 DE JUNIO
Por
la señal...
Oración
preparatoria.
¿Qué me dice Tu Santa Imagen, oh Madre del
Perpetuo Socorro? Que eres la Consoladora de
todas las penas. Todo en tu cuadro santísimo me habla de la Pasión de Cristo y
de Tu propia Pasión. La lanza, la esponja, la cruz y, sobre todo, Tu mirada
impregnada de amargura y la actitud angustiosa del Hijo de Tu Alma…
Ahí está todo el Calvario. Tú y Jesús son
las dos Víctimas. Él derramará en Ti la Sangre de Sus Venas…. Tú, Madre mía,
derramarás todas las lágrimas del dolor.
Y esta Tu dolorosa Pasión duró toda Tu vida.
Era Jesús Niño, descansaba amoroso en Tu Regazo, y ya la visión de Sus
tormentos le amargaba la vida.
También para mí tiene que haber una cruz;
también yo tengo que morir en un Gólgota.
Es verdad de mi fe, porque es la doctrina
que brotó de los Labios de Jesús: «El que
quiera venir en pos de Mí, tome su cruz y sígame. Si no hacen penitencia, todos
irremisiblemente perecerán».
Y el apóstol San Pablo, inspirado por el
Espíritu Santo, ha escrito en una de sus cartas: «Todos los que quieran vivir piadosamente en Cristo Jesús,
tendrán que ser perseguidos».
Adoro, Madre mía, la Voluntad Divina y te
digo lo que te decía Tu gran devoto San Alfonso: «Si quieres que sea perseguido, despreciado y calumniado…, si
quieres que esté enfermo, encarcelado y atormentado… si quieres que padezca
tristezas en el alma y hambre y dolores en el cuerpo, hágase la Divina
Voluntad».
Pero el mismo Jesús que nos prueba, quiere
que acudamos resignados y llenos de confianza a Ti. Por eso a Ti acudo,
Consoladora de los afligidos… Por eso llamo a Tus puertas, Alegría de las almas
tristes… Por eso te llamo a Ti, Esperanza de los desesperados… Por eso invoco
Tu Nombre, que resume todas las bondades, Madre del Perpetuo Socorro… Madre,
consuélame, ampárame y mi corazón te amará eternamente.
—Rezar
tres Avemarías.
—Las
Invocaciones y la Oración se rezarán todos los días.
DÍA SÉPTIMO - 24 DE JUNIO
Por
la señal...
Oración
preparatoria.
¿Qué me
dice Tu Santa Imagen, oh Madre del Perpetuo Socorro? Que eres la
última Esperanza del hombre en esta vida. Que cuando
todos los nombres se despiertan con el alma sombría y desesperada sin rayo de
luz, sólo Tu Nombre del Perpetuo Socorro brilla
en el fondo del alma como la última sonrisa de la Misericordia de Dios.
Ese Hijo Divino que llevas en Tus Brazos ha
visto los tormentos que le prepara el pueblo judío. Ese pueblo implacable
pedirá que Su Sangre caiga sobre él. Jesús ve con pena como se arranca de Sus
Brazos y se aleja.
Eso indica la sandalia que cuelga de Su Pie.
No ha podido desprenderse del todo…, porque Dios nunca abandona completamente
al hombre.
¡Qué gran
lección nos dan la Justicia y la Misericordia Divinas! ¡Hemos pecado! La
Justicia Divina nos condena, nos rechaza… Nuestro pecado contra un Dios que ha
muerto por nosotros es demasiado grande. ¡No
merecemos perdón!… Y huimos ante la Infinita Justicia.
Pero no hemos podido separarnos del todo de
Dios… No nos resolvemos a darle el postrer adiós de despedida a Su Madre y
nuestra Madre María… Su Amor y Su Nombre lo llevamos muy metido dentro del
alma… Sólo una débil correa nos une a Jesús: la
devoción a Su Madre…
La Santa Iglesia, ante el lecho de los
moribundos, para alcanzar para ellos perdón y gracia en esa hora tremenda,
reza: «Acuérdate, Señor, que,
a pesar de los pecados de su juventud, no negó tu fe».
Y yo te digo: «Madre mía, dos cosas guardo en mi alma como suprema esperanza:
la fe en mi Jesús… y tu amor, Madre mía del alma».
Por eso vengo hoy a Tus Plantas… El mundo me
rechaza…, los hombres me abandonan…, la familia se olvida de mí…, hasta la
misma conciencia me persigue…. Y, entre tanto, los males me asedian y los
dolores me atormentan… Mi corazón y mi cuerpo sangran por todos los poros.
Madre mía, Tú eres mi última esperanza. A Ti acudo. Necesito un milagro y te lo pido.
Te lo pido y lo espero, y mi lengua Te
alabará toda la vida.
—Rezar
tres Avemarías.
—Las
Invocaciones y la Oración se rezarán todos los días.
DÍA OCTAVO - 25 DE JUNIO
Por
la señal...
Oración
preparatoria.
¿Qué me dice Tu Santa Imagen, oh Madre del
Perpetuo Socorro? Que, en la
noche obscura de la tormenta, Tú eres la Estrella que brilla en el cielo de la
vida, como rayo de luz, como guía de los navegantes.
Por
eso el artista que pintó Tu devota Imagen dibujó sobre Tu Frente una estrella.
Desde entonces, la Santa Iglesia, en la Letanía, que es la poesía del amor, Te
invoca y Te dice: Estrella de la mañana, ruega por
nosotros.
Desde entonces San Bernardo, el heraldo de
Tus Grandezas, a todos los que en la nave de Pedro van bogando hacia el Cielo,
les dice: «Cuando los envuelvan las nieblas, cuando
bramen los vientos, cuando los abismos abran sus fauces inmensas, cuando las
olas se levanten como montañas de hirviente espuma, amenazándolos con una
muerte cierta, miren esta Estrella, llamen a María…».
Desde entonces, todos los marineros que
surcan los mares Te invocan en medio de los horrores de la tempestad. En medio
de una loca tempestad apareciste Tú, Madre del
Perpetuo Socorro. Te colgaron de un
mástil roto, Te invocaron y se calmaron
las olas y renació la calma.
Aquí
tienes a Tus Plantas, ¡oh Madre del Perpetuo
Socorro!, a un alma que va bogando por el mar de la vida hacia el puerto
del Cielo.… y la tormenta me ha sorprendido.
¡Soy un náufrago! Estoy bebiendo las aguas salobres de todas
las amarguras humanas… Me ahogan ya las olas de las tentaciones del infierno.
Los vientos locos del dolor y del hambre me
lanzan contra los escollos de la desesperación.
Sólo me queda una tabla, a la cual me agarro
con desesperadas angustias, Tu Nombre Bendito… Sólo en el Cielo obscuro, que
por todas partes me rodea, veo una estrella: es la que brilla en Tu Frente… La
vi de niño como una sonrisa de Tu Amor… La veo ahora como una mirada de Tu
Misericordia. Parece que en esta tempestad horrenda que me ahoga me dices: «Ten esperanza; los míos no se hunden jamás en los
abismos. Naufragan, pero los recogen Mis Brazos amorosos» …
Lo sé,
Madre mía; lo creo… Lo he experimentado mil veces en mi vida. Sálvame una vez
más. Estrella bendita, que luces en la frente de mi Madre del Perpetuo Socorro,
guíame… Voy a Ti…, voy a Dios…, voy al Cielo… Madre mía ¡gracias!
—Rezar
tres Avemarías.
—Las
Invocaciones y la Oración se rezarán todos los días.
DÍA NOVENO - 26 DE JUNIO
Por
la señal...
Oración
preparatoria.
¿Qué me dice Tu Santa Imagen, oh Madre del
Perpetuo Socorro? Que eres de
verdad lo que Tu Nombre consolador encierra: Perpetuo Socorro de todos los hombres, y, por tanto, Perpetuo
Socorro mío…
Eres Perpetuo Socorro de todos los hombres.
Eva, dice San Bernardo, fue la maldición para todos sus hijos. Desde aquel día
aciago, todos los hombres arrastraban desde la cuna, la cadena de la maldición
Divina. Pero, Tú Madre mía, has sido nuestra bendición… Todos al nacer levantan
los ojos a Ti y ven en Ti la Madre querida, que ha de aplastar la cabeza de la
infernal serpiente, que quiere inocularnos el veneno de la culpa y de la
muerte.
Eres Perpetuo Socorro en todos los tiempos…
Todos los días, desde el primer día del mundo, sale el sol y sus rayos
espléndidos comunican al mundo la fecundidad, la belleza y la vida… No hay
nadie que se esconda de Tu Luz bienhechora… Desde que Tú, ¡oh Madre mía!, fuiste predestinada para ser Madre
de Dios y Madre nuestra, Tus Manos benditas han dejado caer sobre el mundo las
lluvias de las gracias Divinas… Y se apagará el sol en el alto Cielo, y aún
seguirás Tú derramando sobre todos los predestinados las alegrías de la gloria
de Dios.
Eres Perpetuo Socorro en todas las edades de
la vida… El niño te envía besos de amor; el joven te cuenta sus luchas; el
hombre de edad madura te consulta sus empresas; las familias crecen, viven y
rezan a Tus Plantas; y los ancianos entran confiados a la eternidad, cuando al
morir han podido dirigirte una última mirada.
Eres
Perpetuo Socorro en todas las penas. Cuando el cuerpo siente las mordeduras del
dolor…, cuando la conciencia se agita entre las sombras de los remordimientos…,
cuando la tristeza se mete en el alma y clava sus garras despiadadas…, cuando
falta el pan y cuando huye la paz…, cuando la familia nos abandona y el mundo
nos persigue…, cuando todas las criaturas parece que se conjuran contra
nosotros, y cuando el infierno mismo nos rodea con sus olas de fuego…, aún
entonces hay un lugar en el mundo donde estamos seguros, donde podemos cantar y
bendecir a Dios: Tu Corazón, ¡oh Madre del Perpetuo
Socorro!
Por eso a Ti acudo, y te llamo y te invoco;
te llamaré y te invocaré hasta que al fin oigas mi angustiosa voz. Nueve días
hace que vengo a Tus Plantas a pedirte un milagro porque sólo Tú me puedes
salvar de este apurado trance… Que no se diga que Tu Perpetuo Socorro no se ha
compadecido de mi miseria.
Adoro la Voluntad Divina, pero confío en Ti…
Si es necesario que venga mil veces a Tus Pies, aquí me verías. Resiste, si
puedes a mis lágrimas…, vuelve de lado Tu Rostro si Tu Corazón no me mira.
¡Oh Madre del
Perpetuo Socorro! Para gloria de Tu
Nombre, que llena el mundo, y que tantos tristes ha consolado, y a tantos
enfermos ha curado, y a tantos huérfanos ha recogido, y a tantas víctimas ha glorificado,
mírame y sálvame.
—Rezar
tres Avemarías.
—Las
Invocaciones y la Oración se rezarán todos los días.
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