Novena
dispuesta por un sacerdote deseoso de extender la devoción al Santo, y
reimpresa en Ciudad de México por don Mariano de Zúñiga y Ontiveros en 1790,
con aprobación eclesiástica.
COMENZAMOS: 7 de junio.
FINALIZAMOS: 15 de junio.
FESTIVIDAD: 16 de junio.
INTRODUCCIÓN
Si
alguna cosa pudiera turbar la serenidad que gozan los Santos en la Gloria, esta
sería el olvido de sus beneficios. Es la ingratitud monstruo tan aborrecible,
que aun los que no hacen el beneficio por el interés de la correspondencia, es
preciso sientan, o se duelan de no verse correspondidos: y si los beneficios
que los Santos hacen a los hombres siempre van enderezados a la mayor honra y
gloria de Dios, con el olvido de estos beneficios se le disminuye a Dios la
gloria que le resulta del agradecimiento. Esto es
lo que puntualmente está sucediendo con el esclarecido Jesuita San Juan
Francisco Regis, uno de los Santos que más trabajó en beneficio de los hombres,
ya fuese estando de pasajero y de viador en este Mundo, ya estando
glorioso y bienaventurado en el Empíreo: pues
mientras vivió en el Mundo no fue otro su anhelo que socorrer y beneficiar al
prójimo, sin perdonar trabajo o incomodidad que fuese conducente al bien de los
hombres. Largas peregrinaciones, ásperos
caminos, sedes, hambres, cansancios, y todo género de penalidades, eran las
delicias de su corazón, como con esto se lograse el remedio de alguna necesidad
del prójimo. Y ahora que está en el Cielo no
hay trabajo, necesidad y enfermedad o miseria que no remedie luego que llegan a
sus oídos los clamores de quien se acoge a su protección. Este es un
privilegio que ha querido Dios conceder al Santo Regis, haciendo que su
Patrocinio se extienda, no a una u otra especie de Enfermedad o necesidad, sino
a todas generalmente, y cuando a otros Santos ha concedido el Señor que sean
Patronos y Abogados de particulares enfermedades, como a San Blas del mal de
garganta, a San Paulino del dolor de costado, a San Francisco de Borja de la
enfermedad de tercianas, a Santa Clara de la de demencias, a Santa Lucía del
mal de ojos, y así de otros: a San Juan Francisco
Regis ha constituido Abogado universal de todas enfermedades, que, como consta
de su vida, Ciegos, Sordos, Mudos , Hidrópicos, Paralíticos, Atabardillados,
Héticos, Ulcerados Gálicos, Dementes, Agonizantes de varias enfermedades, todos
han hallado su remedio en el Patrocinio de San Juan Francisco Regis. Y
en lo que principalmente se ha experimentado su protección es en la enmienda de
las costumbres, alcanzando el Santo de Dios auxilios eficaces para mudar de
vida aquellos que se hallan sumergidos en el abismo de algunos hábitos
viciosos, o con horror a la confesión sacramental de sus culpas.
Pero
después de esto, tiene ya tan olvidado la piedad y devoción cristiana a este
Ínclito Celador de las Almas, que son pocos los que lo conocen; y aún más pocos
los que se acercan a sus Aras a venerarlo, y a invocarlo en sus necesidades. Por eso en desagravio de este olvido y abandono, se ha
reimpreso esta Novena, y la corregí según el estilo del día, procurando poner a
los ojos de los Católicos aquellos pasajes más notables de la portentosa Vida
de nuestro Santo Juan Francisco Regis, las virtudes más heroicas en que con
particularidad resplandeció; para que del conocimiento de uno y otro se excite
la devoción a venerarlo, y la confianza se aliente a pedirle su auxilio en las
necesidades.
Y
aunque todo tiempo es a propósito para hacer esta Novena; pero el más propio es comenzándola a siete de Junio, para
acabarla a quince, que es la víspera del Santo, pues su Canonización tan
plausible la celebró a diez y seis de Junio del año de mil setecientos treinta
y siete el Sumo Pontífice Clemente XII, quien expidió el Decreto solemne de
dicha Canonización a cinco de Abril del propio año; y nuestra Madre la Iglesia
celebra anualmente con Misa y Oficio propio la Festividad de este gran Santo el
día diez y seis de Junio.
También
se puede empezar a diez y seis de Mayo, para concluirla a veinte y cuatro, en
cuyo día el año de mil setecientos diez y seis se celebró en Roma la
Beatificación de San Juan Francisco Regis, habiendo expedido su Breve el Señor
Clemente XI a ocho del mismo mes y año.
Finalmente,
como este Glorioso Santo nació en el Reino de Francia, en la Diócesis de
Narbona a treinta y uno de Enero del año de mil quinientos noventa y siete, y
murió a treinta y uno de Diciembre del de mil seiscientos y cuarenta, a los
cuarenta y cuatro de su edad, y veinte y cuatro de Religión, empleando los diez
últimos en el Apostólico Ministerio de las Misiones por el celo y bien
espiritual de los Prójimos: se puede asimismo hacer
esta Novena en alguno de dichos dos meses, dando principio a ella el día veinte
y tres, y finalizándola el treinta y uno.
Pero
en cualquier tiempo que se haga dicha Novena, ha de ser haciendo una buena,
verdadera y dolorosa confesión de las culpas, para que éstas no corten el
camino a los favores que el Santo quisiere hacer, como se refiere en su Vida
haber acaecido a uno que le empezó su Novena para conseguir la salud,
determinando confesarse bien en ese tiempo, pero mudando de parecer en el
discurso de la Novena, resolvió no confesarse, y al punto se le agravaron los
accidentes, de modo que reconoció ser castigo del Cielo; y habiéndose confesado,
quedó perfectamente sano con asombro de todos. Y
son muchos los milagros que ha hecho el Santo Juan Francisco de Regis a las
personas que en honor suyo han dicho nueve Misas, o las han mancado decir, o a
lo menos una; pues esta devoción le agrada mucho al Santo, quien nos haga sus
verdaderos devotos y nos lleve a la Gloria.
NOVENA AL
APÓSTOL DE LA FRANCIA SAN JUAN FRANCISCO REGIS, DE LA COMPAÑÍA DE JESÚS, PADRE
DE POBRES Y ABOGADO UNIVERSAL PARA TODAS LAS NECESIDADES DE ALMA Y CUERPO
Por
la señal ✠ de la Santa Cruz, de nuestros ✠
enemigos, líbranos Señor ✠ Dios nuestro. En el nombre del
Padre, y del Hijo ✠, y del Espíritu Santo. Amén.
ACTO DE CONTRICIÓN
¡Oh Piélago inmenso de bondad y misericordia! Jesús
mío, cuán avergonzado llego, Señor, a vuestros pies, viendo mi torpe
ingratitud. Después que Vos disteis la Sangre y la Vida por mí; después que me
abristeis las puertas de la Gloria con vuestra afrentosa muerte; después que
por medio de los Santos Sacramentos me facilitasteis el camino para la eterna
felicidad, yo todo lo he despreciado, y por un deleite tan breve, que se ha
desaparecido como sombra me he atrevido a ofenderos, a volveros las espaldas, y
a renunciar vuestra amistad. Yo me arrepiento, Jesús mío, me pesa con todo mi
corazón, y aborrezco sobre todo mal el pecado, por ser ofensa de tan grande
Bondad: lo reconozco como una ingratitud la más
monstruosa, y espero que la Bondad con que me has sufrido cuando te ofendí, has
de continuar ahora que te busco, dándome el perdón de mis pasados desacatos, y
concediéndome los auxilios que necesito para no volverte a desagradar. Amén.
ORACIÓN A MARÍA
SANTÍSIMA
Soberana Reina
de los Ángeles MARÍA Santísima: Madre verdadera del Hombre Dios, y Madre
también amorosísima de los hombres pecadores: ¿Cómo
podría yo atreverme a llamar a las puertas de la Divina Misericordia, si no
tuviera en aquel Tribunal una Abogada tan piadosa y tan poderosa como Tú? ¿Cómo
podría esperar de la Divina Justicia el perdón de mis pecados, si no fueras Tú
la Intercesora que pidiera por mí, y la Madre de misericordia y de piedad?
El mismo título que gozas de Madre del Salvador, te hace también Procuradora de
mi salud: faltan méritos en mí para obligarte a socorrerme, pero esa misma
miseria mía es motivo a tu piedad para socorrerme. Ea,
Madre del Amor hermoso, Tesorera de las divinas gracias, aquí tienes al más
despreciable de todas las criaturas; abre el seno de tu piedad para abrigar a quien
clama desamparado; dale la mano a quien, caído en un abismo de miserias, no
tiene otra esperanza de salir de él sin tu piadosísima intercesión. Amén.
DÍA PRIMERO – 7 DE
JUNIO
LECCIÓN
El amor de Dios fue el alma de todas las empresas, y de todas
las obras de San Juan Francisco Regis,
y nada ejecutaba que no fuese por agradar a Dios, prorrumpiendo continuamente
en estas opresiones: «¡Oh Dios, amor y leticias de mi corazón! ¡Que no pueda yo
amaros cuanto Vos merecéis ser amado, y cuánto yo deseo amaros!». Y
era tan ardiente la llama de este amor, que le era necesario algunas veces
refrigerar la cabeza con agua, para hacer tolerable el incendio en que se abrazaba.
De
este amor de Dios le nacía el anhelo y el ansia de evitar todo cuanto era
ofensa de su Divina Majestad, aunque fuese a costa de su vida: y en cierta
ocasión que le maltrataron unos mozos, a quienes había estorbado sus
licenciosos y deshonestos arrojos, luego que volvió en sí de los golpes que le
dieron, dijo: «¡Oh
mi Dios, que no pueda yo padecer más por vuestro amor!».
ORACIÓN
Amabilísimo Dios
y Señor mío, que concediste a tu siervo San Juan Francisco Regis tan
puro amor tuyo, para que con él te agradara en todas sus acciones, palabras y
pensamientos, y para que procurara atraerlos a todos a que te sirvieran y
amaran. Suplícoos humildemente que por sus
méritos me concedas un purísimo amor tuyo, para que aborreciendo todo lo que es
ofensa tuya, solo atienda a observar tus divinos preceptos, y aumentar la
gracia, hasta llegar a adorarte y amarte por toda la eternidad en la Gloria. Amén.
—Aquí se
rezan tres Padre nuestros y tres Ave Marías, con Gloria Patri.
ORACIÓN PARA TODOS LOS
DÍAS
Gloriosísimo y
Bienaventurado San Juan Francisco Regis, que con tan singular esmero
procuraste agradar a Dios en todos tus pensamientos, palabras y obras; y con
tan ardiente celo te aplicaste a la salvación de las Almas, sin perdonar
trabajo alguno por evitar ofensas de Dios. Yo imploro, Santo mío, humildemente
a tu poderosísima Caridad, para que me alcances de la divina Misericordia un
aborrecimiento eficaz a toda culpa, un vivísimo dolor de las que he cometido, y
que en lo venidero solo atienda a servir y amar a mi Dios con todas las veras
de mi corazón, procurando asegurar mi eterna salvación, imitando tus virtudes
de manera que merezca en la hora de mi muerte que me asistas y me alcances
sentencia favorable del Juez Supremo. Así mismo te suplico
intercedas con Dios nuestro Señor, para que me conceda la gracia que necesito y
deseo conseguir por medio tuyo en esta Novena, si fuere para honra y gloria de
Dios y bien de mi Alma. Amén.
GOZOS DE SAN JUAN
FRANCISCO REGIS
Pues
el blanco de tu celo
Fueron
las necesidades,
Remédiennos
tus piedades
Ahora que
estás en el Cielo.
Apenas
al Mundo sales
A
ser del Mundo consuelo,
Cuando
ya tu vida el Cielo
Libra
de riesgos fatales:
Y
es que Dios a los mortales
Preparaba
en ti el consuelo:
Remédiennos
tus piedades
Ahora que
estás en el Cielo.
Para
Vaso de elección
Que
de Dios el Nombre lleve,
Sagrado
impulso te mueve
A
entrar en la Religión:
En
ella a la íntima unión
Con
Dios levantas el vuelo.
Remédiennos
tus piedades
Ahora que
estás en el Cielo.
Porque
el verdadero Dios
De
todos fuese adorado,
Querrías
que hubiese sonado
En
todo el Mundo tu voz:
Por
eso corres veloz
De
tu Patria el largo suelo:
Remédiennos
tus piedades
Ahora que
estás en el Cielo.
Tú
eres pies para los cojos,
De
Huérfanos eres Padre,
A
cual amorosa Madre
A
todos les sirves de ojos:
De
la suerte los enojos
Remedias
con dulce Celo:
Remédiennos
tus piedades
Ahora que
estás en el Cielo.
No
hay mal a que no se extienda
Tu
caridad compasiva,
Ni
hay Pobre que no reciba
De
tu amor alguna prenda:
Tu
piedad es una tienda
En
que hallan todos consuelo:
Remédiennos
tus piedades
Ahora que
estás en el Cielo.
Pobres,
Enfermos, Tullidos,
Todos
corren a ti ansiosos,
Y
de tus brazos piadosos
Todos
salen socorridos:
Jamás
tuviste los oídos
Cerrados
al desconsuelo.
Remédiennos
tus piedades
Ahora que estás
en el Cielo.
A
trueque de que ofendida
No
sea la alta Majestad,
Está
pronta tu piedad
A
sacrificar la vida:
Caridad
tan encendida,
Haz
que encienda nuestro hielo.
Remédiennos
tus piedades
Ahora que
estás en el Cielo.
Pues
el blanco de tu celo
Fueron
las necesidades,
Remédiennos
tus piedades
Ahora que
estás en el Cielo.
ORACIÓN
Oh Dios, que al Bienaventurado
San Juan Francisco Regis adornaste con una admirable caridad y con una invicta
paciencia para poder tolerar los muchos trabajos que se le ofrecieron en el
ejercicio de traer las Almas al camino de la salvación: concédenos
que instruidos con su ejemplo y ayudados de su intercesión, nos hagamos
merecedores del premio de una vida eterna. Por nuestro Señor Jesucristo. Amén.
En el
nombre del Padre, y del Hijo ✠, y del Espíritu Santo. Amén.
Por
la señal…
Acto
de contrición y Oración a María Santísima.
LECCIÓN
Una de las pruebas más seguras de que hay amor de Dios en el
Alma, es el aborrecimiento al pecado. Esta
fue la medida del amor que tuvo a Dios San Juan Francisco Regis, quien de tal
manera aborreció el pecado, que según el testimonio del Sacerdote que le confesó
generalmente para morir, jamás cometió pecado alguno mortal, y ni aun venial
con plena deliberación. De aquí le nacía apetecer antes las penas del Infierno,
que ponerse en riesgo de cometer ni la más ligera culpa venial: de aquí el exponerse muchas veces al riesgo de perder la
vida por evitar en sus prójimos algún pecado; y de aquí finalmente le venía
aquel gran consuelo que recibía su espíritu cuando hacía alguna conversión; o
la gran pena que le atravesaba el corazón cuando veía alguna ofensa de Dios.
ORACIÓN
Clementísimo
Dios, que te dignaste conceder a tu Siervo San Juan Francisco Regis tan
grande aborrecimiento a la culpa, que jamás la cometió, ni permitió ofensa
tuya: concédeme, Señor, por sus méritos e
intercesión, un odio tan vivo y eficaz a toda culpa, especialmente mortal, que
antes quiera la muerte, y aun el mismo Infierno, que ofenderte en lo más
mínimo: dame un perfectísimo dolor de las que he cometido, y que me arrepienta
de ellas solo por ser ofensas contra tu infinita Bondad, para que así viviendo
siempre en tu gracia, merezca gozarte eternamente en la Gloria. Amén.
—Aquí se rezan tres Padre nuestros y tres Ave Marías, con Gloria Patri. La Oración y los Gozos se rezarán todos los días.
DÍA TERCERO – 9 DE JUNIO
Por
la señal…
Acto
de contrición y Oración a María Santísima.
LECCIÓN
La confianza en Dios se puede decir que fue toda la vida de San
Regis, y la que lo animó en todas sus empresas, pues no pudiera haber salido de
ellas con la felicidad que salió a no llevar siempre por compañera la confianza
en Dios. Los
rigores del invierno, lo inaccesible de las montañas, lo caudaloso de los ríos
que tenía que transitar para hacer sus Misiones, y las estrechas sendas y
precipicios que se le ofrecían a cada paso, no eran bastantes para acobardarlo.
Y aunque su compañero le solía reconvenir de temerario y le ponía delante de
los ojos los peligros a que se exponía, respondía Regis con mucha serenidad,
diciendo: «No
hay que temer, Dios es nuestra Guía, Providencia desvelada por nosotros rige y
gobierna nuestros pasos». Algunas veces le avisaron de la muerte que
le estaban tramando, y respondía muy sosegado: «Estoy debajo de la protección de Dios; ¿pues
qué mal me puede venir de los hombres?». Varias ocasiones llegaron a
ponerle a los pechos espadas y pistolas, amenazándole con la muerte si no
desistía de perseguir los vicios; pero inalterable el Santo respondía: «haced lo que
quisiereis, que Dios me defenderá».
ORACIÓN
Misericordiosísimo
Señor, que pusisteis en el Alma de tu Siervo San Juan Francisco Regis
tan gran confianza en ti, que con ella emprendió las más heroicas obras, y
ejecutó los más estupendos milagros a honra y gloria tuya, y beneficio de sus
prójimos: suplícote por sus méritos e intercesión,
infundas en mí la misma confianza, para que esforzándome a agradarte en todas
mis acciones, palabras y pensamientos, espere y confíe en tu Bondad que me has
de dar los auxilios que necesito de la gracia para servirte como debo, y
hacerme con esto merecedor de la Gloria que tienes prometida a los que confían
en ti. Amén.
—Aquí se rezan tres Padre nuestros y tres Ave Marías, con Gloria Patri. La Oración y los Gozos se rezarán todos los días.
DÍA CUARTO – 10 DE JUNIO
Por
la señal…
Acto
de contrición y Oración a María Santísima.
LECCIÓN
La caridad y misericordia de San Juan Francisco Regis era tan
gran- grande, que no le conocían los pueblos con otro nombre que con el de
Agente de los Desvalidos, Tutor de los Huérfanos, Protector de las Viudas, y
Padre de los Pobres, porque,
aunque su caritativo celo se extendía generalmente a todos los necesitados,
pero los Pobres eran el blanco de sus más tiernas y cariñosas atenciones,
siendo, el más dulce plato a su misericordia los enfermos más asquerosos y
llagados. En consecuencia de esto, luego que entraba a misionar en algún lugar
pobre y corto, lo primero que hacía era solicitar una lista de los enfermos,
pobres y menesterosos que allí había; y tomando informe de las Personas
piadosas y de facultades que pudieran remediar las necesidades de los pobres y
enfermos, ocurría a ellas para que las socorriesen: lo
que fácilmente conseguía y porque los milagros patentes que obraba Dios por
medio del Santo abrían el corazón de los ricos para que francamente pusiesen en
su mano lo que les pedía.
ORACIÓN
Piadosísimo Dios y Padre amorosísimo de los
pobres, que a tu querido Siervo San Juan
Francisco Regis le diste un corazón tan compasivo y tierno para con los pobres
y necesitados: suplícote por sus méritos e intercesión
me concedas emplearme de manera en el servicio de mis prójimos, y ayudarles en
sus necesidades, que llegue a lograr el día del Juicio final el premio que
tienes prometido a los que practican y se ejercitan en las obras de
misericordia. Amén.
—Aquí se rezan tres Padre nuestros y tres Ave Marías, con Gloria Patri. La Oración y los Gozos se rezarán todos los días.
DÍA QUINTO – 11 DE JUNIO
Por
la señal…
Acto
de contrición y Oración a María Santísima.
LECCIÓN
La Pureza de San Juan Francisco Regis más bien se puede llamar
de Ángel que de hombre, porque estuvo siempre tan lejos de la corrupción de la
carne, que jamás sintió ni aun los estímulos de la concupiscencia. Sola su presencia bastaba para
infundir pensamientos castos en quien lo miraba, tal era su modestia, tales sus
palabras, y tal la compostura en sus ojos. Como su amor a la Pureza era tan
grande, ningún vicio le ofendía más que el de la lujuria: muchas veces expuso
su vida al riesgo de perderla por evitar los efectos de este vicio, ya en
hombres arrastrados de esta torpe pasión, ya en mujeres perseguidas de este
fiero enemigo. Por eso, para asegurar en sus buenos propósitos las mujeres que
libraba del peligro de perder su honestidad, levantó desde los cimientos una
Casa de Recogidas, y allí les administraba cuanto necesitaban para su sustento.
El amor a esta excelente virtud hace ahora a nuestro
admirable Santo ser en el Cielo especial Patrón y Abogado de la castidad.
ORACIÓN
Purísimo Señor y Dios de la pureza, que
a tu siervo el Bienaventurado San Juan Francisco Regis dotaste de una pureza
Angélica: concédeme por sus méritos e intercesión
que de tal modo me sepa conservar puro y limpio en el cuerpo y en el alma, y
que me haga digno de presentarme en tu divino acatamiento y cantar en Gloria el
cántico de alabanza que te cantan los que no se contaminaron en este mundo con
las inmundicias de la carne. Amén.
—Aquí se rezan tres Padre nuestros y tres Ave Marías, con Gloria Patri. La Oración y los Gozos se rezarán todos los días.
DÍA SEXTO – 12 DE JUNIO
Por
la señal…
Acto
de contrición y Oración a María Santísima.
LECCIÓN
Aunque Dios había llenado a su Siervo San Juan Francisco Regis
de singulares dones de su gracia, y lo había enriquecido de heroicas virtudes,
su humildad era tan profunda que nada veía en sí que no fuese digno de
reprensión y de desprecio. En
su estimación no había criatura más despreciable e inútil. Quiso muchas veces
suplicar a sus Superiores le dejasen en el humilde estado de Coadjutor, sin que
le promoviesen a los Órdenes sagrados. Cuando lo alababan y aplaudían, era
tanta su turbación que le salía al rostro, que obligaba a los que le alababa a
callar, por no afligirlo. En cierta ocasión, habiendo curado milagrosamente a
una doncella que casi estaba agonizando, se le rodeó la familia, y comenzaba a
darle las gracias y a celebrar el milagro, cuando turbado todo él, y casi en
términos de morir por la congoja, prorrumpió diciendo: «¡Ay de mí! El mayor milagro de Dios sería
valerse de un sujeto tan inútil como yo para obrar algún milagro». Lo
que más le gustaba era oír que lo maltratasen, lo burlasen y lo cargasen de
injurias: persuadido a que nunca lo despreciaban como él merecía, y que por más
que le maltratasen, jamás le daban el castigo que merecían sus pecados.
ORACIÓN
JESÚS, Señor y Dios mío, ejemplo, modelo y
juntamente premio de los humildes: Yo te suplico rendidamente que,
así como a tu Siervo San Juan Francisco Regis le diste una humildad tan
profunda y abatida, así a mí me la concedas, para que aborreciendo de corazón
el infernal vicio de la soberbia, solo tenga, por honra y por grandeza hacer lo
que fuere de tu agrado, y merecer por esto ser coronado en el Reino de tu
gloria. Amén.
—Aquí se
rezan tres Padre nuestros y tres Ave Marías, con Gloria Patri. La Oración y los
Gozos se rezarán todos los días.
DÍA SÉPTIMO – 13 DE JUNIO
Por
la señal…
Acto
de contrición y Oración a María Santísima.
LECCIÓN
Siendo San Juan Francisco Regis afable, amoroso y suave para
todos, solo para sí era cruel: vivió
siempre impreso en su corazón el concejo del Apóstol: «Traed continuamente la mortificación de
Jesús en vuestros cuerpos». Su
cuerpo estuvo siempre ceñido con una áspera cadena que le daba muchas vueltas,
con las que apretaba cruelmente el áspero cilicio de que estaba vestido. La
disciplina de sangre que tomaba todas las noches era despiadada, su cama era la
tierra desnuda, su alimento pan y agua, aunque algunas veces lo mezclaba con
legumbres: y el mayor regalo que solía tomar era un poco de leche. Por no ser
enfadoso a los pueblos donde hacía Misión, cargaba siempre un saquillo de
harina, la cual desleída en agua hacía todo su alimento. Los médicos, y los que lo comunicaban de cerca, afirmaban
que solo por milagro podía vivir en medio de tantas penitencias.
ORACIÓN
Piadosísimo Señor, que
a tu fiel Siervo San Juan Francisco Regis concediste una insigne fortaleza para
vencer por medio de la mortificación y penitencia el dominio de sus pasiones y
apetitos, haciéndose señor de sí mismo: Concédeme a mí, que
imitándole como debo en la mortificación y penitencia, sujete mis apetitos y
pasiones, y logre vencer sus insultos y rebeldías, para que victorioso de mi
enemiga la carne, me haga digno de la Corona que tienes prometida al que se
venciere. Amén.
—Aquí se rezan tres Padre nuestros y tres Ave Marías, con Gloria Patri. La Oración y los Gozos se rezarán todos los días.
DÍA OCTAVO – 14 DE JUNIO
Por
la señal…
Acto
de contrición y Oración a María Santísima.
LECCIÓN
La fragua del divino amor es la Oración: mal podrá conservarse vivo el fuego
de la divina caridad si no se atiza frecuentemente con los soplos de la
Oración. Así lo conocía San Juan Francisco Regis, y por eso jamás dejó el
ejercicio santo de la Oración, por grandes y continuas que fuesen sus
ocupaciones. La materia más ordinaria de sus súplicas y peticiones en la
Oración era la salud espiritual del prójimo: dando con esto lección a los
Sacerdotes, con particularidad a los Confesores, a cuyo cargo están las Almas,
a que en sus Oraciones y Sacrificios tengan siempre presente esta necesidad. De
aquí es que uno de los principales Patrones que deben elegir los Confesores
para el acierto en su Ministerio este gran Santo, fiando en que gustoso les
procurará alcanzar de Dios luces para gobernarse en el Confesionario, quien tan celoso se manejó en vida, y quien con tanta
caridad y paciencia se empeñaba en la conversión de los pecadores.
ORACIÓN
Piadosísimo
Señor, que a tu Siervo el Bienaventurado San Juan Francisco Regís le
concediste el Don de una continua y fervorosa Oración, para que por medio de
ella alcanzase de tu Misericordia la conversión de muchos pecadores: concédeme
por sus méritos y ruegos, que de tal suerte viva yo en este mundo, que sin
perderte de vista, y estando siempre en tu divina presencia, merezca que oigas
mis peticiones y súplicas, y me concedas lo que en ellas te pido, que es la
salud espiritual de mi Alma, y la de mis prójimos. Amén.
—Aquí se rezan tres Padre nuestros y tres Ave Marías, con Gloria Patri. La Oración y los Gozos se rezarán todos los días.
DÍA NOVENO – 15 DE JUNIO
Por
la señal…
Acto
de contrición y Oración a María Santísima.
LECCIÓN
No hubiera llegado San Juan Francisco Regis al grado altísimo de
Santidad a que llegó, si no hubiera grabado en su corazón con tan tiernos
caracteres la devoción a MARÍA Santísima. Desde
sus primeros años se señaló tanto en esta devoción, que todas sus diversiones y
recreos eran formar entre sus compañeros y condiscípulos una especie de
Congregación de esta Divina Señora, a imitación de las que veía practicar con
tanto fruto en los Colegios y Estudios de la Compañía de Jesús. Premia la
Virgen Purísima esta tierna devoción, apareciéndosele a la hora de la muerte,
acompañada de su Santísimo Hijo, y llenándolo de un gozo tan extraordinario,
qué sin poderse contener, exclamó el Santo Regis diciendo: «¡Ay, qué dicha esta mía, qué contento muero!
JESÚS Y MARÍA se dignan convidarme a la dulce estancia de los Bienaventurados».
A pocos instantes de dicho esto, entregó su espíritu en manos de su Creador, a
los cuarenta y cuatro años de su edad, de los cuales vivió en la Compañía
veinte y cuatro, empleando los diez últimos en las Misiones. Manifestó nuestro
Omnipotente Dios lo que se complacía en las apostólicas virtudes del espíritu
de nuestro Santo con hacer que en solos treinta y tres años se comenzasen y
concluyesen los prolijos procesos de su Beatificación y Canonización, con
demostración tan visible que, necesitándose dos milagros obrados por el
Bienaventurado después de Beatificado para decretarle los honores de Santo, en
el mismo día en que se celebró en una ciudad de Francia la Beatificación de San
Juan Francisco Regis, ejecutó su poderosa intercesión
uno de los que le brindó grada para su apresurada Canonización.
ORACIÓN
Amorosísimo Dios y Señor mío, que
al Bienaventurado San Juan Francisco Regis le diste un corazón tan penetrado de
la devoción a MARÍA Santísima, para que por medio de esta misma devoción se
hiciese acreedor a los beneficios y mercedes con que lo enriqueciste. Infunde,
Señor, en mí una afectuosa, tierna y sólida devoción a esta Sacratísima Reina,
y concédeme que, portándome en vida como fiel Siervo y amante
Esclavo de MARÍA Santísima, merezca de tu piedad el perdón de mis culpas, el
don de La perseverancia final en tu amistad y gracia, y el que pretendo
mediante esta Novena, si de ser para tu mayor honra y gloria, y bien de mi
Alma.
Amén.
—Aquí se
rezan tres Padre nuestros y tres Ave Marías, con Gloria Patri. La Oración y los
Gozos se rezarán todos los días.
No hay comentarios:
Publicar un comentario