Novena
publicada en San Felipe y Santiago de Montevideo por la Imprenta de la Caridad
en 1842.´
COMENZAMOS: 4 de agosto.
FINALIZAMOS: 12 de agosto.
FESTIVIDAD: 13 de agosto.
NOVENA
SAGRADA DEL GLORIOSO TRÁNSITO Y ASUNCIÓN A LOS CIELOS DE LA SERENÍSIMA REINA DE
LOS ÁNGELES MARÍA SANTÍSIMA NUESTRA SEÑORA
Por
la señal ✠ de la Santa Cruz, de nuestros ✠
enemigos, líbranos
Señor
✠ Dios
nuestro. En el nombre del Padre, y del Hijo ✠, y del Espíritu Santo. Amén.
Un Ave
María a los mil Ángeles de Guarda, que tuvo Nuestra Señora para hacer esta
novena con toda atención y reverencia.
ORACIÓN PREPARATORIA
PARA TODOS LOS DÍAS.
Todopoderoso Señor y Dios Eterno, que invisiblemente estás
todo, en todo este mundo visible; confieso que Vos, Señor y Dios Altísimo, por
vuestra graciosa piedad me hicisteis criatura racional, adornando mi alma con
vuestra nobilísima imagen. Confieso también que Vos, Señor Altísimo, por solo
vuestro querer me disteis en tiempo a entender los preceptos de vuestra divina
ley, para que guardándolos cumplidamente en el valle de mi destierro cumpliera
con el fin de serviros y amaros en esta vida, para después gozaros eternamente
en la otra. Estos preceptos, que la largueza de vuestra eterna sabiduría me dio
para salvarme, los he quebrantado como criatura ingrata; de lo cual me pesa, me
pesa y arrepentido de haber pecado, os pido por vuestra Divina Clemencia, y por
el glorioso Tránsito de la Santísima Virgen María, uséis conmigo de
misericordia. Perdonadme, Dios mío, perdonadme, y dadme
una pequeña centella de vuestra gracia para con ella serviros y daros
continuamente rendidas gracias por los beneficios que me habéis hecho, y muy en
particular para alabaros como debo, por el que vuestra Majestad me hizo dándome
por Abogada y Medianera a la Soberana Reina de los Cielos; a quien Vos, Señor y
Dios Altísimo la coronasteis en el Cielo después de su glorioso Tránsito, con
tres coronas de inaccesible gloria, correspondientes a sus altísimos méritos,
adquiridos con suma perfección en cada estado, a los tres que tuvo siendo
viadora, como fueron de hija, madre y esposa vuestra. Esto, Señor, os suplico:
como también me deis especialísima gracia, para hacer esta sagrada novena de
suerte que sea para mayor honra y gloria vuestra, de la santísima humanidad del
Verbo Eterno y de su Santísima Madre. Amén.
DÍA PRIMERO – 4 DE AGOSTO
Considera
este día cómo habiendo llegado nuestra Reina y Señora a los últimos años de su
vida, vivía ya con la dulce violencia del amor, en un linaje de martirio, que
para no que no se dividiese el pecho, retirada a sus solas solía romper las
cadenas del silencio y hablando con el Señor le decía: “Amor mío, dulcísimo bien, y tesoro de mi
alma, llevadme ya tras el olor de vuestros ungüentos, que habéis dado a gustar
a esta vuestra sierva y madre, peregrina en el mundo. ¡Oh única esperanza y
gloria mía! No se detenga mi carrera, no se alargue el plazo de mi deseada
libertad. Soltad ya las prisiones de la mortalidad, que me retienen. Cúmplase
ya el término, llegue ya el fin donde camino desde el primer instante que
recibí de vos el ser que tengo. Oh Espíritus Soberanos, por la dicha que gozáis
de la vista y hermosura de mi amado, os pido os lastiméis de mí, amigos míos.
Doleos de esta peregrina entre los hijos de Adán. Decid a vuestro dueño y mío,
la causa de mi dolencia, que no ignora. Decidle, que por su agrado abrazo el
padecer en mi destierro”.
—Con esta consideración
alabaremos a la Santísima Trinidad; en la oración a Nuestra Señora pediremos
nos de gracia para no perder de vista el fin para que fueron nuestras almas
creadas.
ORACIÓN A NUESTRA SEÑORA
Oh Purísima
Virgen María, maravilla prodigiosa del poder de Dios, que siendo
peregrina en el mundo, Fénix única en la tierra, enfermasteis con la dulce
dolencia del amor, que es fuerte como la muerte y con la fuerza de esta amorosa
dolencia deseasteis se rompiesen las cortinas de la mortalidad, para lograr los
eternos abrazos del Sumo Bien, en quien desde el primer instante de vuestro
inmaculado ser, vivisteis transformada por amor. Por estas ardientes llamas de
amor, que en los últimos años de vuestra peregrinación crecieron en el sagrado
taller de vuestro amante corazón y por los singulares favores que os hizo la
Santísima Trinidad en vuestro glorioso Tránsito, os
suplico piadosísima madre de misericordia, seáis en este valle de lágrimas, de
mi alma la estrella que la guía, para que con tal guía no pierda de vista el
término adonde camina, y desea llegar por los méritos de Jesús tu hijo, y los
tuyos. Esto, Señora, os pido que me concedáis con lo particular que os
representa mi corazón, si es para mayor honra y gloria de Dios y bien de mi
alma. Amén.
—Aquí se alienta
la confianza y se rezan o cantan cinco Ave Marías a nuestra Señora y se dice lo
siguiente:
Del Eterno Padre Soberana Hija, Ruega, Virgen María, por
nosotros.
Esposa del Espíritu Santo y del Hijo Madre, Ruega,
Virgen María, por nosotros.
Espejo de
la Divinidad el más perfecto, Ruega, Virgen María, por nosotros.
Esfera de la Divina Omnipotencia,
Ruega, Virgen María, por nosotros.
Centro de la bondad incomprensible, Ruega, Virgen María, por nosotros.
Autora de
la eternidad interminable, Ruega, Virgen María, por nosotros.
Refulgente lucero del Sol Eterno, Ruega,
Virgen María, por nosotros.
Gloria de
la Jerusalén Triunfante, Ruega, Virgen María, por nosotros.
Fortaleza de la Iglesia militante, Ruega,
Virgen María, por nosotros.
Alegría
del pueblo santo y escogido, Ruega, Virgen María, por nosotros.
Ejemplar de los abrasados Serafines, Ruega,
Virgen María, por nosotros.
Resplandor de los iluminados Querubines, Ruega,
Virgen María, por nosotros.
Emulación Santa de la Angélica Naturaleza, Ruega,
Virgen María, por nosotros.
Victoria de los ejércitos de nuestro Dios, Ruega,
Virgen María, por nosotros.
Honra de la naturaleza de los hombres, Ruega,
Virgen María, por nosotros.
Decoro y hermosura de lo creado,
Ruega, Virgen María, por nosotros.
Triunfadora de los enemigos del Altísimo, Ruega,
Virgen María, por nosotros.
Vencedora de la muerte y del pecado, Ruega,
Virgen María, por nosotros.
Manantial de gracia y vida eterna, Ruega,
Virgen María, por nosotros.
Antídoto contra el veneno del pecado, Ruega,
Virgen María, por nosotros.
Nave cargada del pan que nos sustenta, Ruega,
Virgen María, por nosotros.
Arco del cielo que piedad anuncia, Ruega,
Virgen María, por nosotros.
Receta para enfermos incurables, Ruega, Virgen María, por
nosotros.
Laureola y corona de Santos, Ruega, Virgen María, por
nosotros.
Fin del poder y saber de nuestro Dios, Ruega,
Virgen María, por nosotros.
Prudente Reina que a tu pueblo defendiste, Ruega,
Virgen María, por nosotros.
Imán que lleva a sí a los corazones, Ruega,
Virgen María, por nosotros.
Sagrado refugio de miserables pecadores, Ruega,
Virgen María, por nosotros.
Antorcha que da luz en las tinieblas, Ruega,
Virgen María, por nosotros.
Abogada que alega en nuestra causa, Ruega,
Virgen María, por nosotros.
Purísima Madre del amor hermoso, Ruega, Virgen María, por
nosotros.
Dulce vida por quien vivo y por quien muero, Ruega,
Virgen María, por nosotros.
℣.
Hacedme digno de que os alabe, Virgen Santísima.
℟.
Dadme virtud y fortaleza contra vuestros enemigos.
ORACIÓN
Virgen
Santísima, Madre de misericordia, a vuestro sagrado patrocinio me acojo:
no me desampares, Reina del Cielo, Madre mía, Señora mía, abogada
mía; ten misericordia de mí en el trance de mi muerte. Por tus singulares
prerrogativas y dotes de naturaleza y gracia con que os enriqueció el Señor por
vuestra Concepción Inmaculada, por los nueve meses que tuvisteis en vuestras
entrañas a todo un Dios humano, por todos los demás misterios de vuestro
dichoso Tránsito, te ruego me alcances de vuestro Hijo el
perdón de mis pecados, y la gracia final con que merezca la eternidad. Amén.
Antífona de los siete
Príncipes de los Ángeles, en que sus devotos los convidan a que alaben a Cristo
su Rey, y su Reina María:
Príncipes de
la Corte celestial, vosotros todos siete, que asistís en la presencia del trono
de Dios, a quienes ha encargado Dios para los fieles grandes ministros,
favorecednos como grandes amigos cuando los demonios nuestros amigos nos
intentaren hacer mal: interceded por vuestros
devotos con vuestro Rey Cristo y vuestra Reina María, y ayudadnos a alabarlos y
bendecirlos, y a darles infinitas gracias por los inmensos beneficios que por
vuestro medio continuamente recibimos de sus manos santísimas.
℣.
Adorad al Señor, aleluya.
℟.
Ante cuyo trono asisten siempre los tronos de los
Ángeles.
ORACIÓN
Omnipotente Dios,
que entre los demás ornamentos de los Cielos y ministros con que se gobierna el
mundo, repartiste con disposición admirable, así las órdenes como los oficios
de los Ángeles: concededme propicio que de tus siete
Príncipes que te asisten siempre más cercanos a Ti, que estás sentado en tu
soberano trono, sea amparada nuestra vida, y Tú y tu santísimo Hijo y su
santísima Madre, seáis de ellos por nosotros alabado y bendito por todos los
siglos. Amén.
—Con siete
Padre nuestros, y siete Ave Marías.
GOZOS
Astro
luciente del día,
Eterna
rosa del suelo,
Danos
morada en tu cielo,
Virgen del
Tránsito pía.
El
cierzo brama furioso
Cuando
abandonas la tierra;
Brotan
el vicio y la guerra,
Y
en el campo deleitoso
El
ruiseñor amoroso
No
trina ya cual solía;
Danos
morada en tu cielo,
Virgen del
Tránsito pía.
Fragante
rosa temprana,
Delicia
del firmamento,
Tu
aroma embalsama el viento
Cuando
te meces galana;
Lucero
de la mañana,
Gala
y orgullo del día,
Danos
morada en tu cielo,
Virgen del
Tránsito pía.
Tortolilla
cariñosa
En
alto cedro sentada,
Perla
de Oriente preciada,
Lira
de oro sonorosa,
Fuente
pura y deliciosa
De
celestial ambrosía,
Danos
morada en tu cielo,
Virgen del
Tránsito pía.
Si
tú de mujer naciste,
También
nosotros nacimos;
Por
eso todos morimos
Y
por eso tú moriste;
Pero
tú la gloria viste
En
tu risueña agonía;
Danos
morada en tu cielo,
Virgen del
Tránsito pía.
Raudal
de puros placeres,
La
Madre de Dios te llamas;
Con
tu luz el orbe inflamas
Y
animas todos los soles.
Bendita
entre las mujeres
Eres
tú, Virgen María:
Danos
morada en tu cielo,
Virgen del
Tránsito pía.
Cuanto
el sol radiante dora
En
su rápida carrera
Por
ti vive y en ti espera,
A
ti clama y en ti honra;
En
tus bondades, Señora,
Nuestra
salvación se fía,
Danos
morada en tu cielo,
Virgen del
Tránsito pía.
En el nombre del Padre, y del Hijo ✠, y del Espíritu Santo. Amén.
DÍA SEGUNDO – 5 DE AGOSTO
Por
la señal…
Ave
María, y Oración preparatoria.
Considera
este día cómo estando Nuestra Soberana Reina enferma de amor, y postrada en su
oratorio en forma de Cruz, bajó el Arcángel San Gabriel acompañado de
innumerables Ángeles, y saludándola con la salutación del Ave María, la dijo
esta embajada: “Emperatriz
y Señora nuestra, el Omnipotente y Santo de los santos nos envía desde su
corte, para que de parte suya os evangelicemos el término felicísimo de vuestra
peregrinación. Ya, Señora, llegará presto el día y la hora tan deseada, en que,
por medio de la muerte natural, recibirás la posesión eterna de la inmortal
vida. Tres años puntuales restan desde hoy, para que seáis levantada y recibida
en el gozo interminable del Señor, donde todos sus moradores os esperan
codiciando vuestra presencia”. Oyó nuestra Reina está embajada,
alabó por ella al Todo Poderoso, y después que los Santos Ángeles se
despidieron, se postró en tierra y derramando lágrimas la dijo así: “Tierra, yo te
doy las gracias que te debo, porque sin merecerlo me has sustentado sesenta y
siete años. Yo te ruego me ayudes en lo que resta de ser tu moradora”.
Lo mismo dijo a los cielos, planetas, astros y elementos.
Con esta consideración alabaremos a la
Santísima Trinidad, y este día en la oración pediremos a Nuestra Señora la
virtud de la humildad.
ORACIÓN A NUESTRA SEÑORA
Oh Purísima Virgen María, hermosa
flor del campo, y azucena la más fragante de los valles, sobre cuya vistosa
hermosura descansó el Espíritu Santo como en su templo: ardiendo en vuestro
Corazón el fuego del amor Divino: oísteis Vos, Señora, a los sesenta y siete
años de vuestra edad la embajada, que os trajo de la Beatísima Trinidad, el
Arcángel San Gabriel, de cómo estaba ya para cumplirse el término de vuestro
destierro: y al oírla con inefable gozo, humildemente postrada, respondisteis
de la misma suerte que en la Encarnación del Verbo diciendo: “Aquí está la esclava del Señor, hágase en mí según
vuestra palabra”. Por esta profunda humildad y resignación, y por los
favores que la Santísima Trinidad os hizo en vuestro glorioso Tránsito, os
suplico: dulcísima Madre de piedad, arranquéis de mi corazón todo apetito de
soberbia, y me hagáis como vuestro santísimo Hijo quiere que sea: manso y
humilde de corazón. Esto, Señora, os pido hoy junto con lo particular que Vos
sabéis, si es a mayor honra y gloria de Dios, y provecho espiritual de mi alma.
Amén.
—Rezar
cinco Ave Marías. La invocación, las Oraciones y Gozos se dirán todos los días.
DÍA TERCERO – 6 DE AGOSTO
Por
la señal…
Ave
María, y Oración preparatoria.
Considera este día cómo desde aquella hora que nuestra
Reina y Señora recibió la embajada de lo que le restaba de vida, se inflamó de
nuevo en la llama del amor divino, y
multiplicó con más prolijidad todos los ejercicios, como si tuviera que
restaurar algo que por negligencia, o menos fervor, hubiera omitido hasta aquel
día: y asi fueron las obras de nuestra Señora en aquellos tres últimos años
como de quien ya comenzaba a despedirse y deseaba dejar a todos los fieles
ricos y llenos de beneficios celestiales. Pasados algunos días, habló al
Evangelista San Juan de esta manera: “Hijo mío, sabréis cómo la dignación y misericordia
infinita de mi Dios y Señor me ha manifestado que se llegará presto el término
de mi vida mortal, para pasar a la eterna; y del día que recibí este aviso, me
restan solo tres años en que se acabará mi destierro. Yo os suplico, Señor mío,
me ayudes en este breve tiempo, para que yo trabaje en dar gracias al Altísimo,
y algún retorno de los inmensos beneficios que de su liberalísimo amor tengo
recibidos”. Esta noticia traspasó
el corazón del sagrado apóstol, y desde este día quedó triste y macilento,
derramando continuamente lágrimas de dolor.
Con esta consideración, alabaremos a la
Santísima Trinidad, y en la oración pediremos a Nuestra Señora, gracia para
corresponder a los auxilios.
ORACIÓN A NUESTRA SEÑORA
Oh Santísima
Virgen María, dignísima Madre de misericordia, Señora de la Iglesia
militante, y especial gloria de la triunfante; que inflamada del amor Divino, empezasteis
con muchos fervores desde aquella hora que al Arcángel San Gabriel oísteis, a
apresurar el paso en el ejercicio de vuestras heroicas obras; no por temor de
la muerte, que este en Vos no hubo ni puede haber, sino para entrar más rica y
próspera en el interminable gozo de tu Divino Esposo. Por esta prisa, que en el
fin de vuestra carrera disteis, acumulando virtudes sobre virtudes, y méritos
sobre sumos méritos, y por los sagrados dones con que la Santísima Trinidad os
favoreció en tan glorioso Tránsito: os suplico, amantísima Madre de
mi alma, me ayudéis con vuestra gracia para corresponder a los divinos
auxilios, y avisos que para morir me da la Santa Iglesia, cuando me acuerda que
soy polvo, y en polvo me he de convertir. Esto, Señora, os pido me concedáis;
con lo particular que Vos sabéis, si es a mayor honra y gloria de Dios, y bien
de mi alma. Amén.
—Rezar
cinco Ave Marías. La invocación, las Oraciones y Gozos se dirán todos los días.
DÍA CUARTO – 7 DE AGOSTO
Por
la señal…
Ave
María, y Oración preparatoria.
Considera este día cómo corriendo el curso de estos
últimos años de la vida de nuestra Reina Soberana, ordenó el poder divino, con
una oculta y suave fuerza, que todo el resto de la naturaleza comenzara a
sentir y prevenir el luto para la muerte de la que con su vida daba hermosura y
perfección a todo lo criado. Los
Santos Apóstoles, que entonces estaban derramados por el mundo predicando el
Santo Evangelio, comenzaron a sentir un nuevo cuidado que los llevaba la
atención, con recelo de cuándo les faltaría su maestra y amparo, porque ya les
dictaba la divina y oculta luz que no se podía dilatar mucho este plazo
interminable. Los demás fieles moradores de Jerusalén y vecinos de Palestina
reconocían en sí mismos, como un secreto a vista, de que su tesoro y alegría no
sería para largo tiempo. Y los cielos, astros, planetas, por seis meses antes,
comenzaron a perder mucha parte de su hermosura. Las avecitas de la tierra
hicieren singular demostración de tristeza, y pocos días antes del Tránsito de
nuestra Reina, concurrieron a su oratorio y postrando sus cabecitas y picos por
el suelo, rompían sus pechos con gemidos tristes, como que se despedían para
siempre y la pedían su última bendición.
Con esta consideración alabaremos a la
Santísima Trinidad, y en la oración pediremos a Nuestra Señora gracia para
llorar la ausencia que Dios hace de nuestras almas cuando Le ofendemos.
ORACIÓN A NUESTRA SEÑORA
Oh Santísima
Virgen María, decoro y hermosura de todo linaje humano, y admiración de
los moradores del Cielo; que a la tristeza y llanto que las criaturas de este
mundo mostraron luego que entendieron vuestra ausencia, se conmovieron Vuestras
maternales entrañas, y con esta piadosa conmoción de Madre, alcanzasteis
piadosa de vuestro Hijo, en los últimos días de vuestra Santísima vida, muchos
beneficios y misericordias para los fieles, y todo el resto de la Iglesia
militante. Por ese maternal amor, y por amor de la Beatísima Trinidad, que
tantos favores os hizo en vuestro glorioso Tránsito, os
suplico, piadosísima Madre de misericordia, me deis gracia para llorar con
verdadero dolor, en lo restante de mi vida, la ausencia que de mi alma hizo
vuestro Unigénito Hijo cuando con tantas culpas ingrato Lo ofendí: esto, Señora
mía, os pido me concedáis, con lo particular que Vos sabéis, si es para honra y
gloria de Dios, y provecho espiritual de mi alma. Amén.
—Rezar
cinco Ave Marías. La invocación, las Oraciones y Gozos se dirán todos los días.
DÍA QUINTO – 8 DE AGOSTO
Por
la señal…
Ave
María, y Oración preparatoria.
Considera este
día cómo antes de su partida para el Cielo, salió de su oratorio nuestra Reina
y Señora a visitar y despedirse de todos los sagrados lugares de nuestra
Redención, orando y pidiendo en cada uno de ellos a su Santísimo Hijo por todas
las almas redimidas. Acabada esta visita, y despidiéndose de los santos
lugares, empezó derramando tiernas lágrimas a despedirse de la Santa Iglesia,
en esta forma. “Dichosa
Santa Iglesia, madre mía, rica estás y abundante de tesoros, yo quisiera a
costa de mil vidas, hacer tuyas a todas las naciones y generaciones de los
mortales, para que gozasen sus tesoros. Tú eres la señora de las gentes, a
quien todos deben reverenciar. Tú me has adornado y enriquecido con tus
preseas, para entrar en las bodas del Esposo. En ti tuve siempre todo mi
Corazón y mi cuidado: pero ya es tiempo de partir y despedirme de tu dulce
compañía, honra y gloria mía, ya te dejo en la vida mortal: más en la eterna te
hallaré gozosa en aquel Ser, donde se encierra todo. De allá te miraré con cariño,
y pediré siempre tus aumentos, todos tus aciertos y progresos”.
Con esta consideración alabaremos a la
Santísima Trinidad, y en la oración pediremos a Nuestra Señora nos dé una
ardiente y viva fe.
ORACIÓN A NUESTRA SEÑORA
Oh Santísima Virgen María, sagrado
relicario de Dios, columna del mundo, puerta feliz del Cielo, que después de la
admirable Ascensión de vuestro Hijo a los Cielos, quedasteis en este mundo,
como Madre y Señora de la Iglesia militante, para gobernarla y extenderla con
vuestros altos merecimientos y dulcísima presencia, y cumplido el término de
vuestra santísima vida, os despedisteis de ella, con dulces lágrimas y caricias
tiernas, a la manera que de Vos se despidió vuestro amado Hijo, cuando os pidió
le echaseis vuestra bendición, y dieseis licencia para ir a padecer y morir por
mi remedio. Por ese amor, dolor y tristeza, y por amor a la beatísima Trinidad,
que tantos y tan singulares favores os hizo en vuestro glorioso Tránsito, os
suplico, dulcísima Madre de amor, me deis una fe viva, con la cual ame y venere
toda mi vida a la Santa Iglesia por los mismos motivos que Vos, Señora,
tuvisteis para amarla y venerarla. Esto, Señora, os pido, con lo particular que
sabéis, si es para mayor honra y gloria de Dios, y bien de mi alma. Amén.
—Rezar
cinco Ave Marías. La invocación, las Oraciones y Gozos se dirán todos los días.
DÍA SEXTO – 9 DE
AGOSTO
Por
la señal…
Ave
María, y Oración preparatoria.
Considera este día el testamento y última
voluntad de nuestra Soberana Reina, que en su contexto es así: ‘‘Altísimo Señor
y Dios eterno. De los bienes de la vida mortal y del mundo en que vivo, nada
tengo que dejar; porque jamás poseí, ni amé otra cosa fuera de Vos, que sois mi
bien y todas mis cosas. Dos únicas y un manto de que he usado, dejaré a Juan,
para que disponga de ellas, pues le tengo en lugar de hijo. Mis merecimientos y
los tesoros, que con la gracia divina los he adquirido, de todo dejo por
universal heredera a la Santa Iglesia mi madre y mi señora, y deseó que en
primer lugar sean para exaltación de vuestro Santo Nombre. En segundo lugar,
los ofrezco por mis señores Apóstoles y Sacerdotes presentes y futuros. En tercer
lugar, los aplico para el bien espiritual de mis devotos que me sirvieren,
invocaren y llamaren. En cuarto lugar, deseo que Os obliguéis de mis trabajos y
servicios por todos los pecadores hijos de Adán, para que salgan del estado
infeliz de la culpa”. Y cumplido este testamento, pidió nuestra
Reina al Todo Poderoso que para su Tránsito se hallasen presentes todos los
Apóstoles. A que le respondió su Hijo santísimo de esta manera: “Madre mía
amantísima, ya vienen mis Apóstoles a vuestra presencia, y los que están cerca
llegarán con brevedad, y por los demás que están muy lejos enviaré a mis
Ángeles que los traigan, porque mi voluntad que asistan todos a vuestro
Tránsito para consuelo vuestro y el suyo, en veros partir a mis eternas
moradas”.
Con esta consideración
alabaremos a la Santísima Trinidad, y en la oración pediremos hoy a Nuestra
Señora, nos asista en la hora de nuestra muerte
ORACIÓN A NUESTRA SEÑORA
Oh Santísima Virgen María, que
habiendo ordenado con alta sabiduría vuestro testamento y postrimera voluntad,
confirmándole y aprobándole la Santísima Trinidad, hicisteis a vuestro Hijo
santísimo otra petición en la forma siguiente: “Clementísimo
Señor mío, y Padre de las misericordias; si fuere de vuestra gloria y
beneplácito, desea mi alma que para su Tránsito se hallen presentes los
Apóstoles mis señores y ungidos vuestros, con los otros discípulos, para que
oren por mí, y con su bendición parta yo de esta vida para la eterna”. Por la
humildad y amor con que hicisteis esta súplica a vuestro Hijo Santísimo, y por
los favores que os hizo la beatísima Trinidad en vuestro glorioso Tránsito, os
hago, Señora y Reina mía, la misma petición, y que en la hora de mi muerte
logre mi alma la dichosa suerte de ver tu amorosa presencia, para que,
recibiendo vuestra santísima bendición, vestido con las preciosas joyas de
vuestros altísimos merecimientos, salga en paz de los peligrosos escollos de
esta vida mortal. Esto, Señora, os suplico me concedáis, con lo particular que
Vos sabéis, si es para mayor honra y gloria de Dios, y bien de mi alma. Amén.
—Rezar
cinco Ave Marías. La invocación, las Oraciones y Gozos se dirán todos los días.
DÍA SÉPTIMO – 10 DE AGOSTO
Por
la señal…
Ave
María, y Oración preparatoria.
Considera cómo el día
trece de Agosto, Viernes, antes de las tres de la tarde entraron todos los
Apóstoles, discípulos y otros fíeles al oratorio de nuestra Santísima Señora, y
estando todos ordenadamente puestos en su presencia, se levantó de una tarima
donde estaba hincada de rodillas, y pidiendo licencia al Apóstol San Pedro,
postrada al pie de cada uno de ellos, empezó a pedir perdón, despedirse y pedir
que la echasen su bendición, para partir de este mundo. Con esta acción que hizo y palabras
que habló, se derritieron los corazones de los Apóstoles y demás fieles, y
deshechos en lágrimas, quedaron todos en silencio y oración y en este tiempo,
bajó de las alturas su Hijo Santísimo con innumerables cortesanos; así de la
angélica como de la humana naturaleza, le dio opción a su Santísima Madre para
si quería pasarse a la Gloria sin pasar por la muerte, y luego que nuestra
Reina eligió entrar en la vida eterna pasando por la puerta común de la muerte
natural; comenzaron todos los Ángeles a cantar, y al entonar esta música se
reclinó Nuestra Señora en su tarima, con las manos juntas y los ojos fijados en
su Hijo Santísimo, y cuando los Ángeles llegaron a cantar estos versos: “Levántate, y date
prisa, amiga mía; paloma mía, y ven que ya pasó el invierno”, dijo
Nuestra Señora: “En
tus manos, Señor, encomiendo mi espíritu”; y diciendo esto, expiró,
Viernes trece de Agosto a las tres de la tarde.
Con esta consideración, alabaremos a la
Santísima Trinidad, y en la oración pediremos hoy a Nuestra Señora, nos
defienda del demonio en la hora de nuestra muerte.
ORACIÓN A NUESTRA SEÑORA
Oh Santísima Virgen María, única
Hija del Eterno Padre, amantísima Madre del Verbo eterno, y singular Esposa del
Espíritu Santo, que siendo pura y limpia desde el instante primero de tu
inmaculado ser elegiste entrar en la puerta de la muerte, en el gozo de tu
Señor, solo por imitar a vuestro Hijo Jesús. Por lo que a Dios le agradó esa
vuestra humilde elección, y por el singular beneficio que entonces os hizo de
que todos los fíeles que veneraren el misterio de vuestra muerte, logren la
dicha de estar debajo de vuestro especial amparo en la hora de su muerte; os
suplico, amantísima Madre de mi alma, me amparéis en la hora de mi muerte y
defendiéndome del demonio, me presente en el tribunal de la divina
misericordia, donde, os suplico, seáis mi especial abogada, como lo es de todo
el linaje humano, ante la presencia de su Eterno Padre y la humanidad santísima
de vuestro Hijo. Esto, Señora, os pido me concedáis, con lo particular que Vos
sabéis, si es para mayor honra y gloria de Dios, y provecho de mi alma.
Amén.
—Rezar
cinco Ave Marías. La invocación, las Oraciones y Gozos se dirán todos los días.
DÍA OCTAVO – 11 DE AGOSTO
Por
la señal…
Ave
María, y Oración preparatoria.
Considera este día con
tierno llanto, cómo después que espiro nuestra Reina soberana, trataron los
Apósteles de darle sepultura a su sacrosanto Cuerpo en un sepulcro nuevo, que estaba en el valle de Josafat, y
para esto, pusieron el sagrado y virginal cuerpo en el féretro, y levantándolo
sobre los hombros, caminaron con él en ordenada procesión, acompañando un gran
número de los moradores de Jerusalén, que con luces en las manos, y lágrimas en
los ojos, iban cantando salmos y lamentaciones, y en forma invisible iban los
mil Ángeles de su guardia, cantando unos: “Dios te salve María, llena de gracia, el Señor es
contigo”; y otros: “Virgen antes del parto, en el parto, y después del
parto”. También iban otros muchos
millares, o legiones de Ángeles, con los antiguos padres Patriarcas, San
Joaquín, Santa Ana, San José, Santa Isabel, y el Bautista, con otros muchos
Santos, que desde ei Cielo envió nuestro Salvador Jesús, para que asistiesen a
las exequias y entierro de su Beatísima Madre.
Con esta consideración alabaremos a la
Santísima Trinidad, y con la oración pediremos a Nuestra Señora, nos dé gracia
para morir al mundo, y no volver a reincidir en la culpa.
ORACIÓN A NUESTRA SEÑORA
Oh excelsa Reina de los Cielos, simulacro soberano, y
sagrado propiciatorio de los divinos oráculos, y favores, que sirviéndoos de
peana en el estrellado solio del Monarca de la Gloria, cabezas de Querubines, y
de escolta Dominaciones, Principados y Potestades, elegisteis, que en la tierra
se viese vuestro virginal y sacrosanto Cuerpo exánime y yerto, entre las
tristezas de una funesta tumba, y entre las negras sombras de un oscuro
sepulcro, causando doloroso sentimiento, así en las criaturas racionales, como
en las irracionales. Por aquellas tiernas lágrimas que derramaron los sagrados
Apóstoles cuando se vieron sin el consuelo de vuestra dulce y amorosa compañía,
y por los favores que os hizo en vuestro glorioso Tránsito la Beatísima
Trinidad, os suplico, dulcísima y amabilísima Reina
de mi alma, hagáis que yo acabe ya de morir a lo visible de este mundo, que mi
cuerpo se sepulte en el sepulcro del propio conocimiento; y si para algo
viviere, solo sea, Señora, para conservar en mi memoria la memoria de vuestra
muerte, y con tal memoria no pueda volver a reincidir en la culpa ya dejada.
Esto, Señora, os pido, con lo particular que mi corazón os representa, si es
para mayor honra y gloria de Jesús tu Hijo, y bien de mi alma. Amén.
—Rezar
cinco Ave Marías. La invocación, las Oraciones y Gozos se dirán todos los días.
DÍA NOVENO – 12 DE AGOSTO
Por
la señal…
Ave
María, y Oración preparatoria.
Considera este
día la resurrección de nuestra Reina y Señora, y cómo llena de gracia,
acompañada de su Hijo santísimo, y de todos los cortesanos celestiales, subió
desde el sepulcro al Cielo empíreo, donde admirados los Ángeles, se
decían los unos a los otros: “Salid, hijas de Sion, a ver a vuestra Reina, a quien
alaban las estrellas matutinas” Llenos de asombro, los otros se
preguntaban diciendo: “¿Quién es esta que sube del desierto, como varilla de
todos los perfumes aromáticos? ¿Quién es esta que se levanta como la aurora,
más hermosa que la luna, escogida como el sol, y terrible como muchos
escuadrones ordenados?”. “¿Quién es esta, decían todos, que sube del
desierto reclinada en su dilecto, derramando afluentes delicias?”. Con
esta admirable grandeza, llegó al trono de la Beatísima Trinidad, donde el
Eterno Padre le dijo: “Asciende más alto que todas las criaturas, electa mía,
hija mía, paloma mía”. El Verbo
humanado dijo: “Madre
mía, de quien recibí el ser humano, recibe ahora el premio de mi mano, que
tienes merecido”. El Espíritu
Santo dijo: “Esposa
mía amantísima, entra en el gozo eterno, que corresponde a tu fidelísimo amor,
ama, y goza sin cuidado, que ya se pasó el invierno del padecer, y llegaste a
la posición de vuestros abrazos”, y
diciendo esto las tres Divinas Personas, la coronaron con una corona de
inaccesible gloria, por Reina y Señora de todo lo creado.
Con esta consideración, alabaremos a la
Santísima Trinidad, y en la oración pediremos hoy a Nuestra Señora nos mire
siempre con ojos misericordiosos.
ORACIÓN A NUESTRA SEÑORA
Oh Soberana emperatriz de las alturas,
Reina, Señora y superiora de los serafines y de toda la universidad de
criaturas; que elevada sobre los coros
angélicos, a los celestiales alcázares de la gloria, y colocada a la diestra de
vuestro Unigénito Hijo, causasteis con vuestra presencia nuevo gozo a los
cortesanos del Cielo, y gloriosa complacencia a la Beatísima Trinidad. Por
aquellos privilegios divinos que como a Reina os concedieron las tres Divinas
Personas en el día de vuestra gloriosa Asunción, dándoos dominio sobre el Cielo
y sus moradores, sobre el Infierno, y sus demonios, sobre los elementos y sus
criaturas, sobre la Iglesia militante, sobre los reinos católicos, sobre los
justos de la tierra, y sobre sus divinos bienes y riquezas, haciéndoos su
depositaría y tesorera: os suplico, misericordiosísima Señora, que
desde el Excelso solio de vuestra gloria, donde os halláis llena de la
naturaleza divina, volváis esos vuestros poderosos ojos a la tierra, para no
olvidar las pensiones de mi frágil naturaleza. Que volváis a mirar a vuestro
Hijo, y miraros a Vos misma; os suplico, Señora, para que así me miréis a mí
con ojos misericordiosos, Esto, Señora, os pido, junto con lo particular que en
esta novena he deseado conseguir de Vuestra Majestad Soberana, si es para mayor
honra y gloria de la Santísima Trinidad, y provecho espiritual de mi alma. Amén.
—Rezar
cinco Ave Marías. La invocación, las Oraciones y Gozos se dirán todos los días.
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