Tomada
del Compendio de la vida y milagros del glorioso San Álvaro de Córdoba,
publicado en Córdoba por la imprenta de don Rafael Arroyo en 1849.
COMENZAMOS: 10 de febrero.
FINALIZAMOS: 18 de febrero.
FESTIVIDAD: 19 de febrero.
NOVENA AL GLORIOSO SAN
ÁLVARO DE CÓRDOBA
Postradas ante una imagen del Santo las
personas que hubiesen de hacer su novena, principiarán persignándose, diciendo
el acto de contrición devotamente, y luego proseguirán:
Por la señal ✠
de la santa Cruz; de nuestros ✠ enemigos
líbranos,
Señor
✠
Dios nuestro. En el nombre del Padre, y del Hijo ✠,
y del Espíritu
Santo. Amén.
ACTO DE CONTRICIÓN
Señor mío
Jesucristo, Dios y Hombre verdadero,
por
ser Vos quien sois, Bondad infinita, y digno de ser amado sobre todas las
cosas, me pesa en el alma de haberos ofendido, y propongo firmemente la
enmienda, ofreciendo confesarme y apartarme de las ocasiones de ofenderos, y
espero me perdonareis por los infinitos méritos de vuestra preciosa Sangre,
dándome auxilios para perseverar en gracia hasta la muerte. Amén.
ACTO DE FE, ESPERANZA Y
CARIDAD
Creo en Dios, espero en Dios, amo a Dios
sobre todas las cosas, pésame de haberle ofendido por ser quien es; propongo
nunca ofenderle. María, madre admirable, abogada de pecadores, por Jesucristo
crucificado que nos alcances perdón y gracia eficaz para no caer en pecado.
DÍA PRIMERO – 10 DE FEBRERO
CONSIDERACIÓN: Representémonos a San Álvaro en este día
como ejemplar de despego del mundo.
Considera que el despego de las cosas del
mundo es la próxima disposición para la pureza del alma; porque, así como los
vapores de la tierra son los que quitan su pureza y diafanidad al aire, el cual
es tanto más puro cuanto más se acerca al cielo, así las aficiones a las cosas
del mundo y el apego a ellas son los que ofuscan la pureza del entendimiento, y
empañan el candor del alma, la cual será tanto más hermosa cuanto más se
alejare del siglo, y se uniere a Dios. Reflexiona pues cuanto se alejó nuestro
San Álvaro del mundo; pues no contento con haber renunciado cuanto este tiene
de sensible y transitorio, profesando el instituto dominicano, quiso abstraerse
aún más de él, retirándose a su desierto de Scala-Cœli. Si tú, por el
contrario, te dejas llevar por el deseo de la vanidad, y te tiran las cosas del
mundo; es porque tienes tu corazón muy pegado a las cosas de la tierra, y por
eso tan pesado e inclinado a ellas. Pregúntate a ti mismo con el Profeta: ¿Hasta cuándo ha
de durar la pesadez de mi corazón? ¿Por ventura hasta la muerte? ¿Qué acaso
merecen estos caducos bienes, que solo son vanidad y mentira, mi amor? Vanidad,
porque nada son en sí mismos; y mentira, porque siendo en sí tales, hacen creer
que son una gran cosa. Míralo bien, y resuélvete abrazar la realidad
desasiéndote de vanas y mentirosas ilusiones.
ORACIÓN
Amabilísimo
abogado mío San Álvaro, si
os dignáis poner los ojos en vuestro siervo, os admirareis, y doleréis de verme
tan desemejante a vos. Vos tan desasido del mundo, y yo tan metido en él: vos
tan dado a Dios, y mi corazón tan lejos de su infinita amabilidad. ¡Ah!, y cuánto esto me confunde, y me avergüenza
en vuestra presencia. Veo que todo mi mal proviene de no acordarme de Dios: y por eso os suplico, me alcancéis una estrecha unión con Él, que
es el sumo bien, y con quien vos la tuvisteis tan familiar. Haced, Santo mío,
que yo fije mis pensamientos todos solo en las cosas eternas; de manera, que
logre no ser uno de aquellos que se dejan llevar ciegamente de las cosas del
siglo, sino que siga la luz de la verdad. Amén.
—
—Padre
nuestro, Ave María y Gloria Patri.
ORACIÓN PARA TODOS LOS DÍAS
Amable protector mío, y poderosísimo abogado
San Álvaro, yo indigno siervo y
devoto vuestro, reconociendo la mucha privanza en que estáis delante de Dios,
postrado humildemente ante el trono de vuestra gloria, os adoro con la más
profunda veneración, y me gozo de que hayáis sido colocado en el sublime grado,
que corresponde a vuestros grandes merecimientos; y también de que vuestro
nombre se haga cada día más glorioso en la tierra con tantos y tan estupendos
milagros como obráis. Ruegoos rendidamente por tantos dones sobrenaturales, con
que os enriqueció el sumo Bien; por aquella caridad y penitencia, que en vos
fueron tan admirables, por aquel amor intensísimo que tuvisteis a Dios, me
concedáis una verdadera contrición de mis pecados, con que quede mi corazón
limpio, y para siempre unido con mi Dios. Suplícoos seáis mi protector en todas
las acciones de mi vida, y que no me desamparéis en la hora de mi muerte.
Finalmente, os pido la gracia
particular que por vuestra mediación espero me impetréis de la misericordia
divina en esta novena, y es.... (aquí pida
cada uno la gracia que desee alcanzar del Señor). Y vos Reina del cielo, María, a quien tanto amó mi protector San
Álvaro, interponed por mí el gran poder que para con Dios tenéis, para que sean
eficaces estas mis suplicas. Oídlas vos Señora, amorosísima Madre mía, no por
mis méritos, sino por los de vuestro Hijo divino, y por los de vuestro
afectuoso siervo San Álvaro. Conozcan todos que le amáis glorificado, y que
amparáis a los que recurren a él para que crezca el número de vuestros devotos
y suyos, a Él y a Vos os alaben ahora en la tierra, y por toda una eternidad en
la gloria. Amén.
DÉCIMAS EN HONOR DE SAN
ÁLVARO DE CÓRDOBA
¡Oh
San Álvaro dichoso,
Monástico
fundador
De
Scala Cœli glorioso!
Lo
que pido fervoroso
Impétrame
del Señor.
En
Córdoba noble emporio
Nació
San Álvaro ilustre,
De
los Córdobas el lustre
Heredó:
¡estirpe
notoria!
Sacramental
lavatorio
Que
eleva a un ser celestial
Recibió
en la parroquial
De
Nicolás de la Villa,
Y
conservó sin mancilla
Esta
gracia bautismal.
¡Oh
San Álvaro dichoso,
Monástico
fundador
De
Scala Cœli glorioso!
Lo
que pido fervoroso
Impétrame
del Señor.
Adulto
ya con prudencia
Huyó
del mundo al convento
De
San Pablo el Real,
Atento
que abunda
En
virtud y ciencia.
Viste
allí con complacencia
El
hábito, de que infiero:
Que
buscarle con esmero
En
casa de los Guzmanes
Fue
para heroicos afanes
Armarse
de caballero.
¡Oh
San Álvaro dichoso,
Monástico
fundador
De
Scala Cœli glorioso!
Lo
que pido fervoroso
Impétrame
del Señor.
Celoso
predicador
Vuela
Álvaro por el mundo,
Y
el Rey Don Juan el segundo
Le
busca su confesor.
Renunciando
el regio honor,
Del
palacio se retira,
Y
mejor paloma aspira
A
las piedras del desierto,
Donde
Jacob más despierto
La
Escala del Cielo mira.
¡Oh
San Álvaro dichoso,
Monástico
fundador
De
Scala Cœli glorioso!
Lo
que pido fervoroso
Impétrame
del Señor.
Aquí
la fábrica erige
De
este santo monasterio,
Y
Ángeles al ministerio
La
Providencia dirige.
Viendo
que al Santo le aflige
La
falta de materiales,
Manda
el Cielo obreros tales
Esta
Escala a levantar;
Con
que puedan escalar
Hasta
el Cielo los mortales.
¡Oh
San Álvaro dichoso,
Monástico
fundador
De
Scala Cœli glorioso!
Lo
que pido fervoroso
Impétrame
del Señor.
En
Águila convertido
Su
espíritu penitente,
En
la arduidad eminente
De
ese Monte pone el nido.
Del
registro allí escondido
En
lo interior de una Cueva,
Con
el azote renueva
Memorias
de la Pasión:
Vierte
sangre en compasión,
Que
es de llorar moda nueva.
¡Oh
San Álvaro dichoso,
Monástico
fundador
De
Scala Cœli glorioso!
Lo
que pido fervoroso
Impétrame
del Señor.
Los
Ángeles el camino
Limpian;
porque no le ofenda
La
piedra, que está en la senda,
Como
David lo previno.
Del
angélico destino
Custodiar
las almas fue:
Pero
a un hombre de tal fe,
Que
encaminó tantas almas,
Le
deben llevar en palmas
Porque
no se ofenda el pie.
¡Oh
San Álvaro dichoso,
Monástico
fundador
De
Scala Cœli glorioso!
Lo
que pido fervoroso
Impétrame
del Señor.
Cedrón,
arroyo vecino,
Niega
el paso en su creciente,
A
que el Varón penitente
Prosiguiese
su camino.
Su
confianza previno
Hacer
de la capa vela:
Y
si como nave vuela,
Siendo
piloto; la fe
Claro
como el agua fue,
Que
pasmada se congela.
¡Oh
San Álvaro dichoso,
Monástico
fundador
De
Scala Cœli glorioso!
Lo
que pido fervoroso
Impétrame
del Señor.
Advirtiendo
su Prelado
Lleva
el pan al pobre oculto,
Pregunta:
¿Cuál es el
bulto
Que
lleva disimulado?
Responde
el Santo turbado:
Que
son flores olorosas,
¡Providencias
prodigiosas!
Concurre
el Cielo al portento:
Y
hace, que aquel alimento,
Siendo
pan, se vuelva rosas.
¡Oh
San Álvaro dichoso,
Monástico
fundador
De
Scala Cœli glorioso!
Lo
que pido fervoroso
Impétrame
del Señor.
Samaritano
divino
Cristo
en pobre se disfraza,
Y
a Álvaro con esta traza
Se
hace obvio en el camino.
En
sus hombros le previno
Portátil
silla al llagado,
Cierto
de que retratado
Cristo
en el pobre se encubre,
Llega
al convento y descubre
Un
Cristo crucificado.
¡Oh
San Álvaro dichoso,
Monástico
fundador
De
Scala Cœli glorioso!
Lo
que pido fervoroso
Impétrame
del Señor.
De
tomar el alimento
Siendo
ya la hora precisa,
Que
no hay qué, al Santo le avisa
El
Vicario del convento.
Tocar
manda: y Dios atento
A
su fe, próvido anda;
Pues
si en el desierto manda
A
Elías y Pablo cuervos,
Ángeles
aquí a sus siervos
Les
ministran la vianda.
¡Oh
San Álvaro dichoso,
Monástico
fundador
De
Scala Cœli glorioso!
Lo
que pido fervoroso
Impétrame
del Señor.
Llegó
el tránsito dichoso
De
Álvaro, y voló su alma
Al
cielo, a gozar la palma
De
su mérito glorioso.
Aquel
se muestra gozoso
De
sus victorias ufanas:
Angélicas
soberanas
Inteligencias
su gloria
Hacen
al mundo notoria
Con
repique de campanas.
¡Oh
San Álvaro dichoso,
Monástico
fundador
De
Scala Cœli glorioso!
Lo que pido fervoroso
Impétrame del Señor.
Desamparado
el convento
Dejó
la comunidad,
Sitio
enfermo y soledad
Conspiraron
al intento.
Ganadero
desatento
Entró
al templo su piara;
Mas
ve al Santo entre luz clara
Seguir
de Cristo el ejemplo;
Pues
para echarle del templo,
Duro
azote le prepara.
¡Oh
San Álvaro dichoso,
Monástico
fundador
De
Scala Cœli glorioso!
Lo
que pido fervoroso
Impétrame
del Señor.
Numerosa
concurrencia viene
El
cuerpo a trasladar,
Juzgando
al Santo agradar
Con
tan ilustre asistencia.
Mas
como con permanencia
Quiso
estar en su convento:
El
Cielo impide el intento,
De
repente hecha el capuz,
Cambia
en tormenta su luz
Con
lluvia, rayos, y viento.
¡Oh
San Álvaro dichoso,
Monástico
fundador
De
Scala Cœli glorioso!
Lo
que pido fervoroso
Impétrame
del Señor.
Repara
el Cielo el desdoro;
Ángeles
manda veloces,
Que
con angélicas voces
Canten
su gloria en el coro;
Se
oye en acento sonoro
Darle
allí a Dios alabanza;
¡Oh
prodigiosa mudanza!
Los
Ángeles obsequiosos
Cumplen
por los religiosos
Las
faltas de su inconstancia.
¡Oh
San Álvaro dichoso,
Monástico
fundador
De
Scala Cœli glorioso!
Lo
que pido fervoroso
Impétrame
del Señor.
Campanita
que en su muerte
Ella
se toca sin mano,
Quiso
dejar a su hermano
Que
le avise de su suerte.
Tocándose
por si advierte,
Que
morir uno es forzoso:
Pende
en su sacelo hermoso,
Y
asombra cuando se toca;
Pues
sin saber a quién toca,
Muere
luego un religioso.
¡Oh
San Álvaro dichoso,
Monástico
fundador
De
Scala Cœli glorioso!
Lo
que pido fervoroso
Impétrame
del Señor.
Con
prodigios mostró el Cielo
No
fue religiosa traza,
Desamparar
una casa,
Que
a Álvaro costó desvelo.
Prelado
grande con celo manda:
Vuelva
a ser poblada,
Con
elección acertada
Místico
doctor destina;
Pues
reparó la ruina
Un
Fray Luis de Granada.
¡Oh
San Álvaro dichoso,
Monástico
fundador
De
Scala Cœli glorioso!
Lo
que pido fervoroso
Impétrame
del Señor.
El
Venerable Posadas
Tomó
en este real convento
El
hábito, con intento
De
seguirle las pisadas.
Ya
en las eternas moradas
Sus
virtudes Dios premió,
Si
por sus grados subió
A
la cumbre de la Escala,
El
Señor la nupcial gala
De
santidad le vistió.
¡Oh
San Álvaro dichoso,
Monástico
fundador
De
Scala Cœli glorioso!
Lo
que pido fervoroso
Impétrame
del Señor.
Antífona: Es semejante al varón sabio, que edificó su casa sobre roca.
℣.
Ruega por nosotros, San Álvaro.
℟.
Para que seamos dignos de las promesas de Cristo.
ORACIÓN
Oh Dios, que distinguiste a tu
confesor el bienaventurado San Álvaro con los dones insignes de la caridad y
penitencias, concédenos por sus méritos e intercesión, que llevemos siempre en
el cuerpo la mortificación de Cristo, y tu amor en el corazón. Por Jesucristo nuestro
Señor. Amén.
En el
nombre del Padre, y del Hijo ✠, y del Espíritu Santo. Amén.
DÍA SEGUNDO – 11 DE FEBRERO
Por
la señal...
Acto
de contrición y Acto de Fe, Esperanza y Caridad.
CONSIDERACIÓN: Representémonos a San Álvaro en este día
como ejemplar de compunción y humildad.
Considera que el principio de una vida
cristiana y devota es un corazón compungido y humillado, así como un espíritu
altivo y derramado suele serlo de una vida libre y disoluta. Esta compunción en
San Álvaro fue admirable si se atiende a lo inocente de su vida; y a pesar de
ella, llamábase el mayor pecador del mundo. Si sobrevenía algún castigo del
cielo a los lugares de su residencia, se compungía y humillaba atribuyéndolo a
sus culpas. ¡Que
confusión es la para los que con tantos y tan graves pecados no sabemos
compungirnos! Toda culpa nos
parece pequeña y nos amarga poco, porque no ponderamos la dignidad de un Dios
ofendido, ni lo apreciable de un paraíso que se pierde, ni lo terrible de un
fuego que se merece por el pecado. Hacemos con nuestros pecados lo que solemos
hacer con las cosas amargas, que dejan de mascarse para que no amarguen el
paladar. Medita,
pues, un poco con atenta consideración la gravedad de tus culpas, y así no te
será difícil sacar de ellas la compunción que les corresponde.
ORACIÓN
¡Oh grande y amable abogado mío San Álvaro! Vos que teniendo tan poco
que llorar con todo eso llorasteis tan continua y amargamente; aquí
tenéis
a vuestros pies un alma, que, teniendo tanto que llorar, no sabe arrepentirse:
dadle, os ruego, a este mi sensible corazón un poco de aquella
vuestra contrición que lo hiera, y de una vez lo derribe a los pies de
Jesucristo crucificado. Si no lo merezco yo, lo merece un Dios por mí ofendido,
el cual pide la satisfacción por lo menos de mi llanto. Haced, Santo bendito, que yo tenga siempre delante de los ojos mis
muchas culpas, y en mi corazón un vivo y verdadero dolor de haberlas cometido,
de tal manera, que sea digno de vivir con la esperanza de haber sido
enteramente perdonado, como se promete a un corazón penitente y compungido verdaderamente. Amén.
—Padre nuestro,
Ave María y Gloria Patri.
—La
Oración y las Décimas se rezarán todos los días.
DÍA TERCERO – 12 DE
FEBRERO
Por
la señal...
Acto
de contrición y Acto de Fe, Esperanza y Caridad.
CONSIDERACIÓN: Representémonos en este día a San Álvaro
como ejemplar de penitencia.
Considera que, así como es propio de todo
cristiano seguir las huellas de Cristo, así también lo es participar de la
amargura de su cáliz y austeridad de su Cruz. San Álvaro se mostró abrazado a
ella en la corte, en el claustro, y en el desierto. Por experimentar sus rigores
le condujo el amor de padecer a disciplinaria hasta derramar sangre: a dormir
sobre el frio pavimento del templo; a llevar siempre ceñido su cuerpo de
cilicio; y a ejercer tan inauditas maceraciones, que llegó a ser un verdadero
varón de dolores, y uno de los más penitentes Santos; ¡Oh Santo mío! ¿Qué diré yo a eso?
¡Cómo
no me confundo a la vista de tan rígido penitente! ¿Me servirá de excusa la edad, la inocencia, la
complexión, o la falta de tiempo? ¡Más ay, que no! Pues no pocas veces, por cumplir un deseo, sufro
incomodidades que me parecerían insufribles si las hubiese de padecer por Dios
y por mi alma. Saber
debo, pues, que el espíritu de santa austeridad es una de las mas ciertas
señales de predestinación.
ORACIÓN
¡Oh
penitentísimo abogado mío San Álvaro! ¡Cuán
confuso quedo al contemplaros tan austero contra vos mismo, y a mí tan lejos de
imitar vuestros ejemplos! ¡Cuánta más razón que yo hubiese usado en mi cuerpo
esos rigores; pues han sido tanto mayor mis pecados! ¡Oh Santo mío! vos
lo entendisteis en macerar con tanto rigor vuestras inocentes carnes Y yo soy
el necio, que no atendiendo a otro que, a mi gusto, soy tan condescendiente con
mis brutales apetitos Concededme, os ruego,
ejemplar insigne de penitencia, un odio santo contra mí mismo, domando de
continuo mis apetitos, y mortificando mis pasiones con vuestra ayuda y ejemplo,
con que merezca caminar por la senda estrecha, que conduce al cielo. Amén.
—Padre
nuestro, Ave María y Gloria Patri.
—La
Oración y las Décimas se rezarán todos los días.
DÍA CUARTO – 13 DE FEBRERO
Por
la señal...
Acto
de contrición y Acto de Fe, Esperanza y Caridad.
CONSIDERACIÓN: Representémonos a San Álvaro en este día
como ejemplar de oración.
Considera que San Álvaro concibió una idea
elevadísima de la divinidad por la oración: por ella conoció la hermosura de la
gracia y fealdad del pecado ¿con qué otras armas peleó San Álvaro, y triunfó de sus
espirituales enemigos sino con las armas de la oración? ¿De qué medio se valió
para practicar tan heroicas virtudes, y obrar tan estupendas maravillas? De la oración. Medita el alto grado a que en esta
llegó, que le proporcionó la unión íntima con Dios. Se derretía su alma con
esta íntima unión como la cera se derrite con la proximidad del fuego. Con tan
buen ejemplar aprende el aprecio que debes hacer de la meditación de las
eternas verdades, cuyas máximas deben ser la regla de nuestra vida, sin olvidar
lo que dice el Espíritu Santo: acuérdate de tus postrimerías y nunca pecarás. Aquellas se
aprenden meditándolas diariamente.
ORACIÓN
¡Oh Álvaro
bendito! Inclinad hacia el reino de
los cielos todos mis pensamientos y afectos: despertad en mí la memoria de la
eternidad; y haced que acabe de una vez de conocer la diferencia grande que hay
entre un bien infinito y lo que solo tiene su apariencia, para que después
llegue a poseer a Dios que solamente es el sumo bien, y a acompañaros a vos en
la eterna bienaventuranza. Amén.
—Padre
nuestro, Ave María y Gloria Patri.
—La
Oración y las Décimas se rezarán todos los días.
DÍA QUINTO – 14 DE FEBRERO
Por
la señal...
Acto
de contrición y Acto de Fe, Esperanza y Caridad.
CONSIDERACIÓN: Representémonos a San Álvaro en este día
como ejemplar de castidad.
Considera cuanto el angélico San Álvaro amó
la angelical virtud, cuando siendo aún tierno niño hizo voto de virginidad.
Procuró conservarla macerando sus carnes, y mortificando sus sentidos. Toma tú
para ello a María Santísima por protectora de tu pureza, y ruégala diariamente
que te la conceda; pues esta Señora ama con especialidad a las almas castas.
Concibe altamente de esta virtud, y ámala con ternura y afecto fervoroso. Es
tan grande su aprecio, que no puede perfectamente conocerse en esta vida; pues
acá en la tierra no se encuentra valor que le iguale. Es tan bella, que como
dice San Jerónimo, nos hace semejantes, y casi nos iguala con los Ángeles. ¡Dichoso el que sabe guardarla; y miserable el que la
pierda!
ORACIÓN
Purísimo
abogado mío San Álvaro, ¡cuánto me confundo al verme delante de una azucena tan hermosa!
¡Y cuánto temo que por mis culpas pareceré abominable en vuestra presencia! Vos,
Santo prodigioso, podéis alcanzarme gracia
para curar de todas ellas; pues me arrepiento de haberlas cometido. Alcanzadme
de Dios y de su purísima Madre, una perfecta pureza, así en el cuerpo como en
el alma; y así en la voluntad como en el entendimiento. Haced que conciba yo un
odio capital contra el vicio contrario, de modo que no solo lo abomine, sino
que le tenga cerrados todos los caminos por donde pudiese tener entrada en mi
alma; pues de mi parte estoy resuelto a practicarlo con la gracia de vuestra
protección. Amén.
—Padre nuestro,
Ave María y Gloria Patri.
—La Oración y las Décimas se rezarán todos los días.
DÍA SEXTO – 15 DE FEBRERO
Por la señal...
Acto
de contrición y Acto de Fe, Esperanza y Caridad.
CONSIDERACIÓN: Representémonos a San Álvaro en este día como
ejemplar de una fe viva.
Considera cuán viva fue la fe que comenzó a
rayar desde la razón, y cuán fructuosa; que siendo aún
niño era ya un varón perfecto. Álvaro vivía de la fe, y esta virtud
conducía todos los pasos de Álvaro en presencia de su Dios y Señor. Medita en
la intensión de ella, y hallarás que fue tan viva, tan vehemente y tan eficaz,
que derretía su corazón y enardecía su entendimiento la presencia del Santísimo
Sacramento, la vista de la Santa Cruz, o cualquiera criatura que le recordase
su Criador. Ésta le obligaba a no poder apartar el pensamiento ni el afecto de
un Ser supremo, en quien creía y a quien conocía por su viva fe. Detén tú un poco
el pensamiento en contemplar tan grande fe, y resuélvete a excitarla por actos
repetidos de ella, y la constante meditación de las verdades eternas; para que
fijando esta virtud su morada en tu corazón, todas tus obras sean hijas de la
fe.
ORACIÓN
¡Oh Santo mío! Animado de tan viva fe
caminasteis siempre en la presencia de Dios. Imprimid en mi corazón altamente una profunda fe y un reverente y santo
temor de Dios; para que, no apartándome jamás de su presencia, camine por el
camino de sus mandamientos; y que, penetrado por una meditación continua de las
verdades divinas, y unido siempre con Dios por una no interrumpida oración
merezca, siendo imitador de las obras de tu fe en esta vida, gozar de Dios en
vuestra compañía en la gloria. Amén.
—Padre
nuestro, Ave María y Gloria Patri.
—La
Oración y las Décimas se rezarán todos los días.
DÍA SÉPTIMO – 16 DE FEBRERO
Por
la señal...
Acto
de contrición y Acto de Fe, Esperanza y Caridad.
CONSIDERACIÓN: Representémonos en este día a San Álvaro
como ejemplar de una esperanza admirable.
Considera cuantas colosales y arriesgadas
empresas le impulsó a acometer su esperanza: estribado en ella únicamente,
emprendió la fundación de su monasterio; puesta solo en Dios su confianza
descansaba su alma de los medios de conservar su obra. ¡Cuán maravillosos efectos no causó esta
virtud! Entregado en manos de la Providencia menospreció todo el
apoyo y confianza que pudiera prestarle el mundo. Esta esperanza le hizo
ejercer tan rígidas penitencias. ¡De cuánto consuelo le servirían estas en la hora de la
muerte! En Dios esperó siempre, y por eso le recomendó su última
voluntad; y Dios que siempre cuida a quien en Él confía, hace que esta se
verifique.
ORACIÓN
¡Oh esperanza madre de las virtudes! Cuán
dulces sois a la hora de la muerte. ¡De qué consuelo no se sentirá lleno el
corazón del que supo practicarlas en la vida! ¡Qué seguridades no le prometerán
de ver a Dios, y gozarle eternamente! Pasó el dolor,
dirá el alma, y te queda, oh cuerpo, una recompensa eterna y un gozo
interminable. Pues si esto es así, oh Santo mío
bendito, impétrame del Señor una muy grande esperanza, que me haga que
sujetando la carne a la razón y está a Dios, desprecie las falaces máximas del
mundo y de la carne, y violentándome por arrebatar el reino de los cielos,
entone un cántico de gloria en tu compañía. Amén.
—Padre
nuestro, Ave María y Gloria Patri.
—La
Oración y las Décimas se rezarán todos los días.
DÍA OCTAVO – 17 DE
FEBRERO
Por
la señal...
Acto
de contrición y Acto de Fe, Esperanza y Caridad.
CONSIDERACIÓN: Representémonos a San Álvaro en este día
como ejemplar de una ardiente caridad para con los prójimos.
Considera que la caridad es industriosa en
bien de su prójimo: así como el amor propio suele serlo para sí mismo. No dejó
San Álvaro modo alguno de ayudar a sus prójimos en cuanto le fue posible, y
tuvo entrañas muy tiernas para socorrer a los pobres, y ayudarlos. Su celo por
el bien de las almas le condujo a pasar los mejores días de su vida dedicado a
los trabajos de una tarea evangélica. Su caridad para con los necesitados basta
ver como se la premió el Señor, convirtiendo en cierta ocasión el pan que
llevaba para socorrerlos en rosas. Reflexiona tú ahora cuánto bien puedes hacer
a tus prójimos según tu estado, por lo menos con el buen ejemplo y pías
conversaciones. Puedes así enriquecerte con las riquezas de otros, por los
cuales te premiará Dios, como benemérito de la sangre de Jesucristo: pues
logras se aproveche en tantos como son los que por tu medio siguieron la
virtud. ¿Qué
cuenta no darás a Dios si por incuria o vanos respetos hubieres dejado tanto
bien?
ORACIÓN
¡Oh amantísimo Santo mío San Álvaro! Recurro a vos lleno de
confianza, rogándoos me concedáis la verdadera caridad para con el prójimo;
pues siendo como soy cristiano no sé amarlo como Dios quiere y únicamente por
Dios; sino que mis pasiones son las que han reglado mis afectos. Enderezad, pues,
en mí el amor, para que sea amor santo y conforme al que ardía en tu corazón. Y
si por él alcanzasteis tanta gracia ante la divina aceptación; ordenad, os
ruego, mis acciones de tal suerte, que sea para mí dichoso aquel trance último
de donde empieza y depende la eternidad, para alabaros y daros las gracias en
el cielo. Amén.
—Padre
nuestro, Ave María y Gloria Patri.
—La
Oración y las Décimas se rezarán todos los días.
DÍA NOVENO – 18 DE FEBRERO
Por
la señal...
Acto
de contrición y Acto de Fe, Esperanza y Caridad.
CONSIDERACIÓN: Representémonos a San Álvaro en este día
como ejemplar de
una heroica caridad para con Dios.
Considera que, si en las demás virtudes fue
San Álvaro gran Santo, en su amor para con Dios fue serafín; tan abrasado
estuvo en el fuego del Espíritu Santo, pue con solo pensar u oír hablar de la
bondad Divina quedaba abstraído en extático rapto. Pero como en Jesús crucificado
reluce más que en otra cosa alguna la bondad divina; así en el crucifijo tenía
San Álvaro el incentivo de sus amores. No sabía apartar de él su corazón: su
meditación diaria eran los dolores, llagas, amarguras y afrentas que Cristo
padeció en la Cruz, y de aquí sacaba tan vivos deseos de padecer con Cristo,
que este amoroso anhelo le impulsaba a emprender atroces e inauditas
penitencias. Bien le recompensó el Señor este amor a Cristo en la cruz
transformando el pobre ulceroso que conducía en sus hombros en el devoto
Crucifijo de San Álvaro, venerado en Scala Cœli. Resuélvete pues, a pensar a menudo en la
cruz de Cristo, y en aquel amor que le obligó a padecer tanto por ti, y estos
recuerdos te obligarán al agradecimiento, y a sufrir con paciencia los
trabajos; viendo que Cristo va delante con tan pesada cruz: que es
monstruosidad insufrible que quien piensa en Jesús crucificado no enderece
hacia Él sus afectos a imitación de su fiel siervo San Álvaro.
ORACIÓN
¡Oh
prodigio de amor, grande amigo de Dios San Álvaro! Veo
cuán lejos estoy de la perfección, más por eso mismo tengo por más necesario
poner delante de vos; que sois un serafín de caridad, este mi corazón frío
hasta ahora y el que deseo encendáis en el fuego del divino amor. Téngole para
criaturas vilísimas, y no le tengo para mí Criador, para mi Redentor, para mi
Padre y para mi Dios. Lleno de confusión pues os
ruego, Santo mío, por aquel amor que vos le tuvisteis y deseasteis en todo, que
lo encendáis en mí, y me alcancéis gracia, para que todos mis alientos sean
amor de Dios, y que yo viva, y muera amando al sumo Bien, que es el mayor don
que puedo pedir, y alcanzar de vos. Amén.
—Padre
nuestro, Ave María y Gloria Patri.
—La
Oración y las Décimas se rezarán todos los días.
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