Novena impresa por Bernardo Plá en el
año 1780, con aprobación del Obispado de Barcelona.
COMENZAMOS: 28 de septiembre.
FINALIZAMOS: 6 de octubre
FESTIVIDAD: 7 de octubre
Por la señal ✠ de la Santa Cruz, de nuestros ✠ enemigos,
líbranos Señor
✠ Dios nuestro. En el nombre del Padre,
y del Hijo ✠,
y del Espíritu Santo. Amén.
ACTO DE CONTRICIÓN
Oh Dios de infinita
bondad, con
todo mi corazón me arrepiento de todas las ofensas que contra Vos he cometido,
me arrepiento; Señor, porque Vos sois tan bueno, tan santo, tan amable y digno
de todo amor. Es muy cierto, oh mi Dios, que mis culpas son tantas que me hacen
indigno de que Vos me miréis con ojos de misericordia; pero, oh
misericordiosísimo Padre, dignaos en perdonar a este pecador contrito, que de
aquí en adelante propone, ayudado con vuestra divina gracia, no ofenderos más,
y así espero hacerlo por los infinitos méritos de Jesucristo vuestro amadísimo
Hijo. Amén.
—Hecha la Señal de la Cruz y el Acto de
Contrición, y rezado el Rosario delante de alguna imagen de la Virgen
Santísima, meditados sus misterios con toda la devoción posible, se dirá lo
siguiente.
ORACIÓN INICIAL
¡Oh
tiernísima Madre! ¡Oh clementísima Virgen siempre pura y sin mancha, María! A
vuestra maternal piedad acude ansiosa mi alma, deseando exhalar en vuestras
plantas santísimas el corazón en filiales ternuras y cariñosas fragancias de
vuestras místicas rosas. Vos, Madre de misericordia, viendo el mundo en
vísperas de perecer al inminente estrago de la justa indignación de un Dios
ofendido, plantasteis en la Iglesia, por medio de vuestro siervo y privilegiado
hijo Santo Domingo el místico árbol del Santo Rosario, para que, en sus rosas,
o en sus misterios y oraciones tengan los pecadores medicina contra el mal de
la culpa, los penitentes aliento para la penitencia, y los justos el mejor
fomento de la virtud y preservativo contra el pecado. ¡Oh!,
bendigan y alaben todas las criaturas la ingeniosa invención de vuestra
excelentísima caridad. Haced, Madre y Señora
nuestra, que abracemos todos con un corazón fino y humilde tan santa
devoción y percibamos su verdadero espíritu; de suerte que aquellas místicas
rosas sean en nuestros labios y corazón, para los pecadores medicina, para los
penitentes aliento, y para los justos aumento de gracia a honra vuestra y
gloria de la Trinidad Beatísima. Amén.
DÍA PRIMERO - 29 DE SEPTIEMBRE
«Dios te salve». ¡Oh, cuanto mi alma se
alegra, amantísima Virgen, con los dulces recuerdos que en mí despierta esta
salutación! «Ave» os
dijo el Ángel, porque sois en toda contraria a Eva. Esta nos cerró el Cielo, y
Vos, ¡oh María!, nos lo abrís. Eva hirió las
almas, y Vos, dulce Madre, las sanáis. Eva nos dio la muerte, y Vos la vida.
Alaben todas las criaturas vuestra humildad, pues nos mudó en alegrías las
tristes lágrimas que la soberbia de Eva ocasionó. Haced, Madre mía, que quede
impresa en mi alma, en mi corazón, en mis potencias y sentidos el Ave María,
para lograr serviros y alabaros humilde con todos ellos. Llénese de un santo júbilo al pronunciarla mi corazón, para
acompañar el gozo que llenó Vuestro espíritu al escucharla de boca del Ángel,
congratulándome así de la elección que de Vos hizo el Omnipotente para darnos
el Salvador. Amén.
— Tres Avemarías y
Glorias en reverencia de las tres órdenes de misterios del Santo Rosario.
Inmediatamente pedir con confianza el favor o gracia que se desea obtener con
esta santa Novena.
ORACIÓN PARA TODOS LOS DÍAS
¡Oh Santísima Virgen,
Madre de Dios, poderosa abogada, dulce refugio y consuelo piadoso de todos los
afligidos! Si ha de ser para gloria de Dios y bien
de mi alma, consoladme Madre mía, alcanzándome el favor que de la Divina
misericordia solicita mi corazón. Por aquellos intensísimos deseos con que,
ansiosa de la salud de todo el mundo, suspirabais la venida del Redentor, por
aquel indecible gozo que llenó vuestro corazón al concebir en vuestro seno
virginal al mismo Dios, por aquella confianza y autoridad de Madre con que
podéis presentar nuestros ruegos al que es árbitro soberano de nuestro bien
empeñad una y otra en favor nuestro. Conseguidnos el reformar con el Santo
Rosario nuestras vidas, estudiando en tan dulce libro la fiel imitación de
vuestro Hijo Jesús, hasta que podamos adorarlo y amarlo por todos los siglos de
los siglos. Amén.
GOZOS EN HONOR A NUESTRA SEÑORA DEL ROSARIO
Virgen Rosa
celestial
De fragantísimo
olor:
Vos sois la Rosa mejor,
Que destierra nuestro
mal.
Rosa del Cielo
escogida
Sois en vuestra
Anunciación,
Rosa en la
Visitación
A vuestra prima
querida:
Y Rosa, que sin
dolor
Parió a Dios en
un portal.
Vos sois la Rosa mejor,
Que destierra nuestro
mal.
Rosa humilde os
elegisteis
En la
Purificación,
Cuando sin
obligación
A la ley
obedecisteis:
¡Qué ejemplo tan
superior
Dais con obediencia tal!
Vos sois la Rosa mejor,
Que destierra nuestro
mal.
¡Oh, qué gozosa os
mostrasteis,
Cuando con tal regocijo
Tres días perdido al
Hijo
En el Templo le encontrasteis!
El hallazgo de
esta flor
Dio nueva vida al
Rosal:
Vos sois la Rosa mejor,
Que destierra nuestro
mal.
En vuestro sacro
Rosario
Se ven las rosas
más finas
Del huerto,
azotes y espinas,
La Cruz al
hombro, y Calvario,
De esta púrpura
el color
Os dio belleza
inmortal.
Vos sois la Rosa mejor,
Que destierra nuestro
mal.
Rosa en la
Resurrección
Alegre y bella os
mostráis:
Y al Empíreo
enamoráis
En la gloriosa
Asunción:
Del Espíritu de
amor
Gozáis el mayor
raudal.
Vos sois la Rosa mejor,
Que destierra nuestro
mal.
De vuestro Hijo a
la diestra
Subís, y allí
coronada
Sois nuestra
dulce Abogada,
Vida y esperanza
nuestra:
Y mostráis al
Redentor
Vuestro pecho
virginal.
Vos sois la Rosa mejor,
Que destierra nuestro
mal.
De gozos, penas y
glorias,
¡Oh Virgen!, os coronáis,
Y a vuestros
Cofrades dais
Salud, consuelo y
victorias:
Siempre se
encuentra el favor
En vuestro amor
maternal.
Vos sois la Rosa mejor,
Que destierra nuestro
mal.
Pues con eterno
candor
Sois el más puro
cristal,
Alcanzadnos del
Señor
Perseverancia
final.
Virgen, Rosa
celestial
De fragantísimo
olor:
Vos sois la Rosa mejor,
Que destierra nuestro
mal.
℣. Ruega por nosotros, Reina del Sacratísimo Rosario.
℟. Para que seamos dignos de las promesas de Cristo.
ORACIÓN
Oh Dios, cuyo Unigénito por su vida, muerte y resurrección nos
granjeó el premio de la salvación eterna, concedednos os suplicamos, que,
recordando estos misterios del Santísimo Rosario de la Bienaventurada Virgen
María, imitemos lo que contienen, y obtengamos lo que prometen. Por el mismo
Jesucristo Nuestro Señor. Amén.
En el nombre del Padre, y del Hijo ✠, y del Espíritu Santo. Amén.
DÍA SEGUNDO - 29 DE SEPTIEMBRE.
Por la Señal...
Acto de contrición y oración inicial.
«María» es, ¡oh Soberana Princesa!, vuestro santo nombre. ¡Oh María, nombre admirable, nombre dulce,
poderoso nombre María! Se alegran los Ángeles, como escribió San
Bernardo, tiembla el Infierno, se llenan de pavor los demonios, cuando
devotamente os nombramos, ¡oh Santísima María! Mar
de gracias le interpreta San Alberto Magno, para explicarnos que las amarguras
de la Divina justicia en el mar de vuestro nombre, María, se convierten en aguas dulces de
misericordia. María
sea en mi lengua, sea María en mi corazón, para que, con la impresión de tan dulce
nombre, logre en él la divisa de hijo de tu clemencia. Dignaos,
¡oh amabilísima Madre!, sellar con vuestro nombre el memorial de las súplicas nuestras,
dándonos el consuelo de que lo atienda benignamente vuestro Hijo Jesús, para
alcanzar con el favor que deseamos, grande aborrecimiento a todas las vanidades
del mundo, firme afición a la virtud, y continuas ansias de nuestra eterna
salvación.
Amén.
—Rezar tres Avemarías y
Glorias en reverencia de las tres órdenes de misterios del Santo Rosario, y
pedir el favor o la gracia que se desea recibir. La Oración y los Gozos se
rezarán todos los días.
DÍA TERCERO – 30 DE SEPTIEMBRE.
Por la Señal...
Acto de contrición y oración inicial.
«Llena de gracia» es
el título, ¡oh dulce Madre!, que nos enseñó
el Ángel para hablar con Vos. Dios te salve, María, llena de gracia, sagrario
riquísimo en que descansó corporalmente la plenitud de la Divinidad y gracia
increada. Desfallece mi corazón al considerar cuán graciosa sois a los ojos de
Dios, pues os eligió por Madre suya aquel Señor, que es Autor de toda gracia y
santidad. ¡Oh Mar de gracias!, de quien
comunican los Santos y participan los pecadores, por quien nos vienen, como
escribió San Bernardo, todas las gracias que Dios piadoso nos quiere conceder.
A vuestros pies está desnuda mi pobre alma, pidiendo el atavío de la gracia y
amor de Dios. ¡Oh!, encienda éste con el fomento de vuestro Santo Rosario mi corazón,
para llorar con viva contrición mis pecados, y alabar con puro espíritu aquella
infinita liberalidad con que fuisteis enriquecida, haciéndote llena de virtud,
llena de santidad, y llena de gracia. Amén.
—Rezar tres Avemarías y
Glorias en reverencia de las tres órdenes de misterios del Santo Rosario, y
pedir el favor o la gracia que se desea recibir. La Oración y los Gozos se
rezarán todos los días.
DÍA CUARTO – 1º DE OCTUBRE.
Por la Señal...
Acto de contrición y oración inicial.
«El
Señor es contigo», ¡oh Santísima Virgen! Aquel inmenso Señor, que por su esencia
se halla con todas las cosas: aquel Señor, que especialmente mora en los justos
por amor y concordia de la voluntad, está en Vos y con Vos por modo muy
superior. No sólo está en Vos por una suma concordia de vuestra voluntad con la
de Dios, sino también por la íntima unión de vuestra carne con la persona del
Hijo de Dios. En Vos está el Hijo, vistiendo vuestra carne bendita; en Vos el
Espíritu Santo, de quien concebís; en Vos el Padre, quien engendra al que
concebís.
Nos alegramos y
gozamos con los Ángeles del Cielo, ¡oh dulce Madre!, de que esté el Señor con Vos.
Venga, Madre mía, venga por Vos a nosotros. Mas, ¡ay!,
¿cómo ha de venir a un corazón de carne,
lleno de tanta suciedad, aquel Señor, que para haceros habitación suya quiso,
con tal prodigio, que no perdieseis, siendo Madre, vuestra virginidad? ¡Oh!, muera en
nosotros toda impureza y amor terreno, para que habite en nuestra alma el
Divino Espíritu, cuyos impulsos sigamos siempre. Amén
—Rezar tres Avemarías y
Glorias en reverencia de las tres órdenes de misterios del Santo Rosario, y
pedir el favor o la gracia que se desea recibir. La Oración y los Gozos se
rezarán todos los días.
DÍA QUINTO - 2 DE OCTUBRE.
Por la Señal...
Acto de contrición y oración inicial.
«Bendita
Tú eres entre todas las mujeres» En Vos sola no halló lugar el feo
borrón de la culpa, ni la maldición general de todas las demás: sola Vos lograsteis
la bendición de no quedar estéril, sin padecer corrupción, ni parir con dolor.
Vos sola, ¡oh Virgen Santa!, sois la tierra
bendita, que, fecundada con el rocío celestial, disteis por fruto aquella
divina rosa, que fue el precio de nuestra redención. ¡Oh
divina y generosa Judit!, ¿quién sino Vos rindió al
infernal Holofernes? ¿Quién sino vuestras plantas quebrantaron la cabeza de
aquella antigua serpiente? Bendita
seáis a los ojos del excelso Dios sobre las mujeres, bendito sea el Señor que
así guió vuestros pasos, magnificando vuestro nombre en las lenguas de todos
los hombres. Vos sois la gloria de la santa Jerusalén: Vos la alegría de
Israel: Vos el honor del pueblo santo de Dios.
¡Oh!,
alcance por vuestra intercesión
nuestro espíritu una viva fe, para considerar y adorar humildes en vuestro
santo Rosario las misericordias que en Vos y por Vos obró el Hijo de Dios,
quien sea bendito siempre, y alabado por todas las criaturas.
—Rezar tres Avemarías y
Glorias en reverencia de las tres órdenes de misterios del Santo Rosario, y
pedir el favor o la gracia que se desea recibir. La Oración y los Gozos se
rezarán todos los días.
DÍA SEXTO - 3 DE OCTUBRE.
Por la Señal...
Acto de contrición y oración inicial.
«Bendito es el fruto de
tu vientre, Jesús». Fruto es, ¡oh
dulce Madre!, de vuestro purísimo vientre, de Vos nació, de vuestros
pechos se alimentó Jesús nuestro Salvador: en quien, siendo nosotros hijos de
ira y maldición, nos bendijo con todas las bendiciones espirituales el Padre
celestial, destinándonos a poseer por sus méritos el Reino del Cielo. ¿Es posible, ¡oh Madre mía!, que haya yo hecho tantos pecados, sabiendo que ellos llenaron de
oprobios, azotes y espinas, hasta clavarle en una cruz a vuestro Hijo, aquel
dulcísimo fruto de tu purísimo vientre, a quien bendicen las criaturas todas en
el Cielo y en la tierra, doblando a su nombre la rodilla el mismo Infierno?
¡Oh!, renuévense todos los días estos sentimientos en mi corazón
meditando en vuestro Santo Rosario. Sea éste el fruto de mi oración: que no cese nunca de aborrecer y llorar mis pecados, hasta poder
bendecir eternamente aquel purísimo fruto de vuestro vientre. Amén.
—Rezar tres Avemarías y
Glorias en reverencia de las tres órdenes de misterios del Santo Rosario, y
pedir el favor o la gracia que se desea recibir. La Oración y los Gozos se
rezarán todos los días.
DÍA SÉPTIMO - 4 DE OCTUBRE.
Por la Señal...
Acto de contrición y oración inicial.
«Santa María, Madre de
Dios». Sé
bien, ¡oh Virgen Santísima!, que esa
altísima dignidad de Madre de Dios es en algún modo infinita, y constituye
entre Vos y nosotros una incomparable distancia, mas sé también que ella os
empeña más a compadeceros de nuestras miserias. Siendo Madre de Jesucristo,
sois por lo mismo Madre de los Cristianos. ¡Oh
Madre de Dios! No permita vuestra piedad que se pierda mi alma comprada
con el inestimable precio de la Sangre de vuestro dilectísimo Hijo Jesús. Dadme
un corazón digno de Vos, dadme que viva según aquel espíritu de adopción que nos
compró el Redentor, huyendo los ejemplos y máximas de aquel mundo, de quien Él
nos dijo, que no puede recibir el espíritu de verdad.
Haced, Madre mía, que sepa apartarme de la gente que no es santa; y
que amante del recogimiento, sean mis delicias obsequiaros con el santo
Rosario, adorando con él a vuestro Hijo, por lo mucho que obró para nuestra
redención, y por lo que os ensalzó, haciéndoos verdadera Madre de Dios. Amén.
—Rezar tres Avemarías y
Glorias en reverencia de las tres órdenes de misterios del Santo Rosario, y
pedir el favor o la gracia que se desea recibir. La Oración y los Gozos se
rezarán todos los días.
DÍA OCTAVO - 5 DE OCTUBRE.
Por la Señal...
Acto de contrición y oración inicial.
«Ruega por nosotros
pecadores». Quisiera, ¡oh
soberana Madre de piedad!, acercarme a vuestros pies con la confusión y
dolor del Publicano. Sé que he pecado, y que son sin número las ingratitudes
con que irrité a la Divina Majestad, y no sé, ¡ay
de mí!, si he obtenido el perdón. ¡Oh,
cuánto turba esto a mi espíritu en la oración! ¡Madre de piedad! No
desconfío, no, Madre mía, de la mediación de vuestro amabilísimo Jesús, por
cuyos méritos ruego en vuestro Rosario; pero sí desconfío de mí mismo, temo no
se opongan como muro mis culpas a la infinita beneficencia de mi Dios. A Vos sola,
¡oh dulce refugio!, a Vos sola dijo con toda
propiedad aquel soberano Rey de la gloria: «Vos
sois mi Madre». Aplacad como tal su justa indignación, para que oiga
benigno las ansias de mi corazón.
Alcanzadme
humildad y plena confianza, disponiéndome así, con el auxilio de Dios, para
recibir los favores de la Divina misericordia, por los méritos de vuestro Hijo
y Redentor nuestro. Amén.
—Rezar tres Avemarías y
Glorias en reverencia de las tres órdenes de misterios del Santo Rosario, y
pedir el favor o la gracia que se desea recibir. La Oración y los Gozos se
rezarán todos los días.
DÍA NOVENO - 6 DE OCTUBRE.
Por la Señal...
Acto de contrición y oración inicial.
«Ahora, y en la hora de
nuestra muerte»,
estamos siempre expuestos a perder la gracia de Dios; pues velan siempre para
perdernos los enemigos de nuestra alma. ¡Cómo puede dormir mi corazón! Haced, Madre mía,
que la memoria de mi flaqueza, y de la necesidad en que estoy siempre de los
auxilios de Dios para permanecer en el camino de salvación, me inspire un santo
fervor y perseverancia en la devoción de vuestro Rosario. Rogad por mí ahora y
siempre, para que nunca se aparte de mi corazón el santo temor de disgustar y
perder a mi amantísimo Dios. Haced que no se aparte de mi memoria aquel último
momento de la vida, que habrá de ser decisivo de mi eterna suerte. ¡Oh terrible e ignorado momento! Para entonces, ¡oh Madre de piedad!, para entonces os llamo, para
entonces os invoco, a vuestra misericordia apelo.
Vos, que moristeis
transportada de un santo divino amor, rogad por mí en la hora de mi muerte: concededme el mayor, el único consuelo de morir bajo vuestra
protección en el amor de mi dulce Jesús.
Por Vos recibí del Padre celestial aquel grande don, que es mi Redentor:
Recíbame por Vos en aquel punto su misericordia; para que logre el gozo de
poder ser siempre suyo, y adorar eternamente aquel infinito amor con que me
salvó. Amén.
—Rezar tres Avemarías y
Glorias en reverencia de las tres órdenes de misterios del Santo Rosario, y
pedir el favor o la gracia que se desea recibir. La Oración y los Gozos se
rezarán todos los días.
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