Novena
dispuesta y ordenada por Fray Juan Pinar, Predicador y Visitador de la Tercera
Orden Franciscana en Murcia, e impresa en 1724 por José Cayuelas. Aprobada por
Fray Domingo López OP el 20 de Abril de 1724, y con Imprimátur del Dr.
Francisco Linero de Lezcano, Provisor y Vicario General del Obispado de
Cartagena. El Acto de contrición proviene del Romancero Espiritual para
reglarse el alma con Dios, dispuesto por Frey Lope Félix de Vega y Carpio para
la Tercera Orden Franciscana, y reimpreso en Madrid por Pedro José Alonso y
Padilla, librero de Cámara del Rey, en 1720.
COMENZAMOS: 5 de julio.
FINALIZAMOS: 13 de julio.
FESTIVIDAD
VETUS ORDO: 14 de julio.
PRÓLOGO
Quisiera,
devoto y discreto Lector, que estas razones que aquí con desaliño te propongo,
si bien de mi corazón a este papel con todo afecto las traslado, de la eficaz
Sabiduría del Seráfico Doctor San Buenaventura, elocuentes
participarán, para que, a su devoción, alicientes te movieran. Hallarás pues,
en este Santo, si la deseas encontrar, la buena suerte, o buena ventura, en
buena forma. Si buscas luz que te dirija, ejemplo que te aliente, o asilo que
te ampare; en él se halla en abundancia la luciente antorcha de Sagrada
ciencia, la Evangélica Sal en sus heroicísimas acciones, para copiar
extremadísimas virtudes y la defensa y protección contra las calamitosas
adversidades con que mísero te afliges, si a esta Ciudad de Refugio que no se
esconde a alguno te acoges. Es este Santo el tesoro del campo de la Iglesia, no
ya escondido, sí de muchísimos hallado: todos, para decirlo de una vez, cuantos le buscan, si le
buscan bien, lo encuentran, y con él logran, todos aquellos que le hallan, todo
cuanto necesitan. Dígalo Italia, que le dio cuna en su Oriente, y
dígalo Francia, que le ofreció túmulo en su Ocaso. Una y otra reciben
amontonadamente sus favores, porque una y otra imploran continuamente sus
piedades; y no falta en nuestra España quien con fervor santo le invoque en sus
trabajos, y quien de su devoción la paga encuentre, con los consuelos: mas no está por
acá esta devoción tan extendida, acaso porque no está tan publicada. Y mirando a este fin Santo, para el beneficio
común que intento esta Novena, discreto Lector, te formo; en la que suplirá tu afectuosa piedad, lo
que le falta de eficaz excitativa erudición; y la que ruego al Señor, que ceda
en honra y gloria suya y de su Santísima Madre, en aumento del culto y
veneración de nuestro Santo Doctor y sus raras maravillas, y en espirituales
mejoras de las almas. Amén.
ADVERTENCIAS
Para dar principio a esta Novena, procure quien la haga, lo primero, Confesar y
Comulgar el primer día que la empiece. Lo
segundo, hacer propósito de ejecutar algunas
buenas obras, en correspondencia de las que se previenen en cada uno de los
días, las que antes ya estarán sabidas, porque se conozca si acaso pueden ser
excitadas. Lo tercero, alentar, cuanto esté de su parte, la Fe y devoción al
Santo, creyendo que por su intercesión concederá el Señor lo que se pide, si
por ventura conviene, y tener gran seguridad de que, si no se consigue lo que
especialmente se pretende, conmutará su Divina Majestad este favor en otro
oculto beneficio que sea más de su agrado, según su eterno decreto. Finalmente, empezando
esta Novena en Domingo, según el uso de otras de este Santo, lo tiene
establecido, y para seguir el orden en otro predicado; puesto de rodillas delante de su Imagen, hecha la señal de
la Cruz con atención, y hecho un Acto de Contrición con humildad, se ejecutará
lo que se advierte en la forma que se sigue.
NOVENA A
HONOR Y GLORIA DEL GLORIOSO PADRE SAN BUENAVENTURA, GENERAL DE LA RELIGIÓN DE
SAN FRANCISCO, INQUISIDOR GENERAL DE ROMA, CARDENAL DE LA SANTA ROMANA IGLESIA,
OBISPO DE ALBANO Y DOCTOR SERÁFICO
Por
la señal ✠ de la Santa Cruz, de nuestros ✠ enemigos,
líbranos
Señor
✠ Dios
nuestro. En el nombre del Padre, y del Hijo ✠, y del Espíritu Santo. Amén.
ACTO DE CONTRICIÓN
Señor mío Jesucristo, Dios y Hombre verdadero, Creador y Redentor mío, por ser Vos quien sois, y
porque os amo sobre todas las cosas, me pesa de todo corazón de haberos
ofendido, y propongo firmemente de nunca más pecar, y de apartarme de todas las
ocasiones de ofenderos, de confesarme y cumplir la penitencia que me fuere impuesta,
y ofrezco mi vida, obras y trabajos en satisfacción de todos mis pecados. Y
como os lo suplico, así confío en vuestra bondad y misericordia infinita me los
perdonaréis por los merecimientos de vuestra preciosísima Sangre, y me daréis
gracia para enmendarme y perseverar hasta la muerte, y cumplir lo que a Vos
tengo ofrecido. Amén.
DÍA PRIMERO – 5 DE JULIO
Dedicarás este día a honor del Padre Eterno, a quien se atribuye el
Poder, considerando el grande que depositó en San Buenaventura, para que,
excediendo los fueros de naturaleza, hiciese ostentación de los esfuerzos de la
Gracia. Así lo testifican milagros grandes repetidos por su intercesión
ejecutados, de los que aquí te refiero uno y otro, para que tu piedad no dude
de alguno. En León de Francia una Matrona llamada Simona, tuvo un rectísimo
parto, de que, con imponderable trabajo, arrojó de su vientre un niño difunto;
mas recurriendo a nuestro Santo, el niño cobró vida, y la madre quedó sana. Un
caballero de Viterbo aborrecía mucho a su esposa porque en varios partos
siempre se explicaba en hembra. La afligida señora acudió al asilo de San
Buenaventura, y concibió y parió un hermoso niño, a quien puso su nombre
venturoso, y de quien cuidó toda su vida el Santo, librándole de varios
peligros, principalmente del demonio, que en cierta ocasión se le entró en el
cuerpo. Otra señora, que siempre abortaba lo que concebía, halló en este
Serafín amante la medicina de este gravoso accidente. Perdió casi los ojos
cierta doncella de una fatal caída. Invocó a muchos Santos, y no encontró
remedio, concurrió al Seráfico Doctor, y halló el total alivio; pero dudando si
sería algún otro Santo el que le habría dado la salud, al punto se halló con la
misma enfermedad. Conoció su yerro, clamó de nuevo al Santo, fervorosa, y quedó
de su remedio asegurada. A Fray Benito Julino,
Procurador de su Convento de la Orden de San Antonio, en León de Francia, a
Ricardo Ridano, mercader de la misma ciudad, a Fray Pedro Fabro, y
otros muchos que se han visto atribulados por pérdidas de papeles en que se
atravesaban gruesas cantidades, recurriendo a nuestro Santo, se les descubrió
milagrosamente el camino para llegar con brevedad al hallazgo. Y finalmente has
de saber que este Santo es especial para papelistas y pretendientes para
encontrar cosas perdidas, para sanar dolencias de los ojos, y para otras muchas
necesidades que refieren los que su vida nos escribe.
—Leído
esto te recogerás a tu interior, y darás gracias al Padre Eterno porque
comunicó tanto poder a San Buenaventura, por su benignidad, para beneficio
común; y luego dirás la Oración a su divina Majestad.
ORACIÓN
Eterno
Padre de las lumbres y Dios de las misericordias, de donde todo bien procede
y de donde todo don perfecto nace; yo, Señor, te alabo, te magnifico y adoro
por el poder que al Seráfico Doctor San Buenaventura quisiste comunicar, para
que a sus devotos pudiese socorrer: y pues, Señor, explicas especialmente tu
Omnipotencia perdonando las culpas perdonando, y repartiendo tus miseraciones,
yo te suplico por los méritos de este Santo milagroso que perdones tanta ofensa
como ingrato cometí contra tu infinita bondad, y que vea inclinada a mí tu
dignación, para que alcance lo que en esta Novena pido, aunque no lo merezco,
como tan pecador que me conozco; y ceda todo en vuestra mayor honra, y en mayor
bien de mi Alma. Amén.
—Ahora
rezarás un Padre nuestro, y Ave María con Gloria Patri, en reverencia a la
dádiva mayor del Padre Eterno al mundo, cual fue darnos por su amor a su
Unigénito; como también es honor de María, para cuya formación tanteó a Señor
la potencia de su virtud, echando el resto de su esfuerzo. Y luego harás a San
Buenaventura la Oración siguiente:
Seráfico
Doctor y Santo mío, a
quien como a nuevo Moisés entregó Dios el cetro de su Omnipotencia, para librar
a su Pueblo de la opresión que padecía afligido con la tiranía del Faraón del
abismo y con las desgracias de sus propias pasiones y miserias: Yo, al paso que el más afligido, el más confiado, recurro al
trono de vuestro Patrocinio, para que con la vara de vuestro Poder, participado
del Eterno Padre, dividáis en el mar Bermejo de este mundo tantas aguas de
tribulaciones como me rodean, para que enjuto y sacudido de sus peligrosas
corrientes, pase a la opuesta orilla de la tierra de promisión, que es la
Gloria; alcanzando por vuestra intercesión lo que pido en esta Novena, y
encaminándolo a la mayor Gloria de Dios, y bien de mi Alma. Amén.
—Luego
harás al Santo tu principal petición; y porque todo bien que Dios a los hombres
comunica, por las manos de la Reina de los Ángeles María se franquea; para el
buen despacho, de parte de Dios en concederlo, y de parte de nuestro Santo,
para pedirlo; se ha de implorar el auxilio de nuestra Purísima Reina,
concluyendo todos los días la Novena, en esta forma:
ORACIÓN
Madre
Purísima del Amor hermoso, que de los cándidos e
inocentes labios de San Buenaventura recibisteis tantas alabanzas, formando
especial coro su Seráfico espíritu para cantar vuestras grandezas: Por el amor
ardentísimo que este devoto vuestro os tuvo, y por la Gracia con que en el
primer instante de vuestra Inmaculada Concepción os adornó el Eterno Padre, os
pido que intercedáis con su Divina Majestad, me concedáis perfecta devoción
vuestra, imitación de las virtudes del Doctor Seráfico, lo que pido en esta
Novena, y mucha gracia en esta vida, para que logre besar el trono de tus
plantas en la otra. Amén.
—Rezarás
una Salve a esta Soberana Reina. Este día procurarás dar una limosna al pobre
más necesitado que vieres, para que a ti se te conceda lo que pides.
En el nombre del Padre, y del Hijo ✠, y del
Espíritu Santo. Amén.
DÍA SEGUNDO – 6 DE JULIO
Por
la señal…
Acto
de contrición.
Este día
se dedica al Verbo Eterno, Hijo del Eterno Padre y segunda Persona de la
Santísima Trinidad,
a quien se atribuye la Sabiduría; y aquí considerarás la que a San Buenaventura
comunicó este Divino Señor. Fue esta tan soberana como participada de la
divina, que apenas hay capacidad para ponderarla en la humana. Tomó el hábito
de veinte y dos años, y de treinta y cuatro no cumplidos era General de todo el
Orden del Serafín San Francisco, habiendo ya regentado con admiración las
cátedras de París. Escribió trescientos tratados, y al fin de su vida presidió
el Concilio Lugdunense, siendo Cardenal de la Santa Iglesia Romana y Obispo de
Albano. Y no se admire tanto estudioso trabajo con tanto aprovechamiento en
tiempo tan breve, porque fue su estudio en el descuadernado Libro de Jesús
nuestro Redentor Crucificado; de que es testigo el Angélico Doctor de las
Escuelas Santo Tomás, quien, admirado de la sabiduría de San Buenaventura, le
preguntó como a su especial amigo que lo era, en qué libros estudiaba; y el
Seráfico Doctor, mostrándole un Crucifijo, le respondió que en solo aquel leía,
y solo aquel le bastaba.
—Darás
gracia al Divino Verbo por tanto saber cómo comunicó a nuestro Santo, y luego
dirás esta Oración a su Divina Majestad:
ORACIÓN
Soberano
Hijo del Eterno Padre, de su fecundo
entendimiento parto infinito; fuente de donde nace toda sabiduría humana y toda
noticia buena, yo te doy gracias repetidas por la que comunicaste a San
Buenaventura, para que alumbrara tantas almas como alumbró en el conocimiento
de vuestra Divina grandeza. Y por sus méritos, os pido que ilustres mi mente con un rayo de vuestra Luz, y que
infundas en mí un temor santo de vuestra Divina Justicia, para que en él
fundado mi saber, con él acierte a pediros lo que deseo me concedáis en esta
Novena, y que, al fin, ceda todo en vuestra Gloria. Amén.
—Rezarás
un Padre nuestro y un Ave María con Gloria Patri, en veneración de la sabiduría
que el Señor comunica a sus escogidos, y comunicó a los Doctores Santos de la
Iglesia, y especialmente a María Santísima su Madre, Casa que labró la Divina
Sabiduría para su habitación, dándole de todas las ciencias en siete columnas
que para ella cortó, la Plenitud: y luego a San Buenaventura la siguiente
deprecación:
Antorcha
luminosa, y ardiente de la Católica Iglesia; Águila generosa que
subiste los rayos del Divino Sol, llenando con sus luces tu entendimiento de
verdaderas noticias y con sus ardores, tu voluntad de tantas experiencias,
formando Cátedra en los agujeros de la piedra para aprender la medicina de las
almas: hoy, que la mía tribulada recurre a tu Piedad, experimente la eficacia
de vuestra gran miseración. Y pues apreciaste esta Celestial sabiduría sobre
los poderíos y Reinos de la tierra, conociendo que su riqueza, aunque grande,
es en su comparación arena muy pequeña; aprendiéndola, como la aprendiste sin
ficción y comunicándola, como la comunicaste sin envidia: concédeme, Santo mío, un rayo de tu saber, y una centella de tu
amor; como también lo que te pido en esta Novena, y que sea para aumento de tu estimación
y honra. Amén.
—Luego
harás tu petición, y concluirás con la Oración de la Sacratísima Virgen. Y este
día harás en reverencia del Santo Doctor algún acto de humildad, por la que
supo unir con tanta sabiduría.
DÍA TERCERO – 7 DE JULIO
Por
la señal…
Acto
de contrición.
Se dedica
este día al Espíritu Santo, centro del Divino Amor, como espirado por el Padre
y por el Hijo mediante su infinita voluntad, y
en él has de considerar el intensísimo amor que participó San Buenaventura de
esta soberana e infinita Fragua, porque si en todas sus virtudes fue extremado
nuestro Santo, fue más ventajoso en el amor de Dios. Por eso lo decoró la
Iglesia con el título de Doctor Seráfico o amante,
por haber sido en esta línea tan excelente, que, así como a los Espíritus
Celestiales, siendo todos de amor Divino volcanes, exceden los Serafines por
ser incendio de amor; así San Buenaventura dice, por su ardiente amor a Dios,
excesivas superioridades a todas sus virtudes. De aquí nacía vivir más en el
Cielo que en la tierra, porque este sagrado fuego que en su pecho ardía, hacia
el Celestial Empíreo lo elevaba, y por tanto fuego como abrigaba en su pecho,
traía siempre bañados en lágrimas sus ojos, que era abrir por ellos, como
bocas, el horno de su corazón, por donde respirar, para no consumirse en tanto
ardor.
—Darás
gracia en tu interior al Espíritu Divino por el amor que comunicó a este
Serafín humano, y dirás a su Divina Majestad la siguiente Oración:
ORACIÓN
Espíritu
Divino y Soberano, que siendo incendio amoroso
de la infinita voluntad, influyes tus ardientes rayos en el humano corazón,
como lo hiciste con San Buenaventura en gran manera, en quien también renovaste
el milagro que el día de Pentecostés en Jerusalén hiciste, pues habló en el
Concilio de Lugduno con voces de fuego, en varias lenguas, con eficacia
soberana con Ia que unió Ia iglesia Griega a la Latina; yo, Señor, te alabo y
te engrandezco por tanto amor como a este Santo comunicaste, y por el milagro
que en él hiciste, y os suplico por sus
méritos que ahuyentes las frialdades de mi corazón helado, para que en tu amor
enardecido, ejecute lo que debo, conforme a tu voluntad y agrado, y que consiga
lo que pido en esta Novena, para tu mayor honra. Amén.
—Rezarás
un Padre nuestro y un Ave María con Gloria Patri, en reverencia del intenso
amor de Dios que el Espíritu Divino comunica y comunicó a los Justos hijos de
la Iglesia, y especialmente a María Santísima Madre del Amor hermoso. Luego
dirás a San Buenaventura de esta manera:
Abrasado
Serafín, viviente fuego, que del
pedernal de la humana naturaleza, a golpes del eslabón de vuestra consideración
ferviente, encendisteis llamas Sagradas en vuestro corazón amante, y sacasteis
agua de devotos afectos a vuestros piadosos ojos: Suplícoos, Protector mío, consuelo de mis penas y alivio de mis
congojas, que inflaméis mi corazón frío, para que consumiendo las
superfluidades terrenas, que me hacen infeliz, sea del Espíritu Divino asiento
digno y dichoso; y concededme por este Amor, lo que te pido en esta Novena,
para mayor bien de mi alma. Amén.
—Luego harás tu petición, y concluirás con la Oración de la Sacratísima Virgen. Y este día ejecutarás alguna obra de caridad, en memoria y reverencia de la mucha que el Santo tuvo.
DÍA CUARTO – 8 DE JULIO
Por
la señal…
Acto
de contrición.
Este día se dedica a toda la Santísima Trinidad,
considerando el celo de la Fe Divina acerca de este Misterio, y de todos los demás de
nuestra Católica Religión, que comunicó este Señor Trino y Uno al Seráfico
Doctor, para que trabajase enfatizado en mantener sus purezas, destruyendo sus
opuestas sombras. Testigos son sus predicaciones fervorosas, sus argumentos
eficaces, y sus escritos contra los herejes, por cuya causa mereció tanto
aprecio su santo ardiente celo, en el Sagrado Conclave de los Cardenales,
congregados para elegir Pontífice por muerte de Clemente
IV, que pusieron la acción en manos de San Buenaventura para que
asimismo, si quería, se nombrase a quien gustara, eligiese, y el humilde Doctor
eligió a Gregorio X, no sin divino numen,
mirando al bien común y con desprecio de su honor particular. Por esta causa
también se Ie encomendó la presidencia del Concilio Lugdunense, en que trabajó
mucho para la reducción de los griegos y su unión con los Latinos, con efecto
tan feliz que confesaron aquellos proceder el Espíritu Divino del Padre y del
Hijo como de un principio, y aquí se hizo la solemnísima Confesión de la
Trinidad Beata, que llenó de gozo y alegría a toda la Iglesia Católica.
—Darás
gracias recogido en tu interior a toda la Santísima Trinidad por este celo
eficaz y fervoroso de la Fe que comunicó a San Buenaventura, y luego dirás la
Oración siguiente:
ORACIÓN
Omnipotente
sempiterno Dios, que concediste a tus
siervos, en la confesión de la verdadera Fe, conocer la Gloria de la Personal
Eterna Trinidad, y en potencia de Majestad, adorar la unidad de la Divina
esencia: te ruego, Señor Uno y
Trino, me concedáis a imitación del que comunicasteis a San Buenaventura, el
piadoso y cabal conocimiento de este misterio inefable, y de todos los demás de
nuestra Fe infalible, con esfuerzos de gracia para fervorosamente confesarlos y
animosamente defenderlos; y por los méritos de este Seráfico Doctor, os
suplico, Poderoso Señor y Dios de la verdad, que viva en mí el celo de tu Fe y
de tu honra, y que a este fin me concedáis lo que pido en esta Novena.
Amén.
—Luego
rezarás un Padre nuestro y Ave María con Gloria Patri, en reverencia de la
ardiente Fe y devoto celo que la Santísima Trinidad comunicó a los Apóstoles y
Predicadores Santos de la Iglesia, y especialmente su templo y Sagrario, la
Reina de los Ángeles María, de cuyo auxilio son tales y tantas las eficacias,
que destruyó y destruye hasta su aniquilación las herejías. Y dirás a San
Buenaventura lo que se sigue:
Seráfico y
Santo Doctor, que siendo Sal de la
tierra de la Iglesia, la fecundasteis tanto con vuestro celo y doctrina, que la
hicisteis dar abundantes y óptimos frutos de verdades Católicas; que siendo Luz
del mundo, iluminasteis ambos Horizontes, juntando en un Cabo el Oriente y
Occidente en las dos Iglesias, Latina y Griega; que siendo Ciudad de Refugio,
puesta sobre el Monte Santo de Sion, fuisteis asilo de las aflicciones de la
Cristiandad: yo os suplico con las
veras de un corazón afecto y necesitado, que como Sal detengáis de mis
costumbres lo corrupto, como Luz libréis mi alma de la noche de la culpa y del
horror de la pena, y como Ciudad me amparéis en lo que pido en esta Novena,
cediendo todo en vuestra honra y mayor bien de mi alma.
Amén.
—Luego
harás tu petición, y concluirás con la Oración de la Sacratísima Virgen. Y este
día harás a Dios alguna especial Oración por la destrucción de las herejías y
aumento de la Fe, haciendo de ella expresa protestación e instruyendo, si hay
lugar, a alguno en ella.
DÍA QUINTO – 9 DE JULIO
Por
la señal…
Acto
de contrición.
Este día, como propio, se dedica a la
Majestad de Cristo Sacramentado, por ser día en que fue este Divino Sacramento
instituido; y
en este considerarás los favores que Dios, en este Misterio de los misterios,
hizo a San Buenaventura. Dispuesto estaba el Santo un día para recibir la
Sagrada Comunión, cuando le introdujo la humildad un reverente temor en su
pecho, el que le persuadió que era indigno de tan alto beneficio; mas Dios, que
se obliga de las reverentes humildades, no quiso privarse de un Tabernáculo
exornado de virtudes, y mandó a un Ángel que tomase del Altar una partícula de
la Consagrada Hostia, y sirviendo de Sacerdote, comulgase a nuestro Santo, como
lo ejecutó al momento. Estando con la enfermedad última, le dieron unos vómitos
tales que le impedían poder recibir el Viático: pidió el Santo le trajesen a su
presencia el Sacramento, y estando en dulces coloquios con su Majestad, se le
abrió en forma de una encarnada rosa el pecho, haciendo puerta para el corazón,
y por ella entró la Sagrada Hostia a hospedarse en habitación tan de su gusto,
como indica tan portentoso milagro.
—Darás
gracias a su Majestad por tan maravillosos favores como hizo a San
Buenaventura, y luego dirás al Señor en esta forma:
ORACIÓN
Dios y
Señor de las maravillas, que
estrechado en los cándidos accidentes de una Hostia, formasteis un compendio de
todos vuestros portentos, y os disteis en Manjar sabroso, para que brindando el
gusto del apetito humano, os admitiese todo hombre, sin distinción, en su
pecho: yo os doy copiosas gracias por el favor tan excesivo que repetidas veces
a San Buenaventura hicisteis, escogiéndolo por Sol, en quien vuestro Tabernáculo
colocasteis, y pues fue correspondencia que ejecutó tu benignidad a su amorosa
y humilde veneración; yo te pido Señor, que
por sus méritos, me concedáis la imitación de tanta virtud, y lo que pido en
esta Novena, y que ceda todo en tu mayor honra y gloria. Amén.
—Rezarás
un Padre nuestro y un Ave María con Gloria Patri, en reverencia de los favores
que este Señor comunica a los que dgnamente le reciben, y especialmente de los
que comunicó a la Reina de los Ángeles María Santísima, en cuyo Virgíneo pecho,
como en el más hermoso Sagrario, se conservaban, desde una Comunión a otra, las
especies Sacramentadas, y luego dirás a San Buenaventura, en Ia siguiente
forma:
Templo
augusto de un Dios amante, Maravilloso y Clemente
Tabernáculo puro de los misterios Soberanos, Sagrario Digno de Sacramentos
supremos, Paraíso deleitoso del Árbol de la vida, Arca mística del Testamento,
Sagrado, urna preciosa del Maná más sabroso, y Custodia admirable del
Sacramento Eucarístico, pues merecisteis que este Señor derramase en ti tan
copiosas gracias y abundantes dones: yo os
suplico, Santo mío, que me alcancéis del Señor que, roto mi pecho de dolor de
mis pecados, y adornado mi corazón con una profunda humildad, reciba a
imitación vuestra Sacramento tan Divino, para lograr en fruto el temor santo; y
que intercedáis con su Majestad Soberana, me conceda lo que pido en esta
Novena, para mayor bien de mi alma.
Amén.
—Luego
harás tu petición, y concluirás con la Oración de la Sacratísima Virgen. Y este
día procurarás Comulgar con afecto fervoroso a este Divino Sacramento, y en
reverencia de la humildad de nuestro Santo.
DÍA SEXTO – 10 DE JULIO
Por
la señal…
Acto
de contrición.
Este día
está consagrado a la Pasión de nuestro Redentor y Maestro Jesucristo, y en él considerarás la ternura, fervor y
compunción con que San Buenaventura tenía siempre presente esta Pasión
dolorosa. Esta era la materia suave de su meditación, este el objeto
dulce de sus afectos, viviendo su alma en el esfuerzo de tan dolorosas
compasiones, y alentando su espíritu sin cesar en el ejercicio de estas
lastimosas piedades, a que correspondieron premios portentosos en favores
excesivos. Baste saberse uno que el mismo Santo declaró en el libro del
Estímulo del amor Divino, que compuso. Dice, pues, así: «Como yo en una ocasión, me entrase por la Llaga del Costado de
mi Señor Jesucristo, con los ojos abiertos, se me llenaron de su preciosa
Sangre; y sin ver alguna otra cosa, empecé a entrar palpando con las manos,
hasta penetrarme en las entrañas de su íntima caridad, donde abrazado y ligado
con tan dulces lazos, no pude encontrar con la salida. Por eso tengo allí
puesta mi morada, y allí como de los manjares que se alimenta, y es tanta la
influencia de dulzuras, que no tengo palabras para explicarme».
—Considerarás
esto, y en tu interior recogido, darás gracias al Señor por este favor
ejecutado, y dirás a su Divina Majestad la siguiente Oración:
ORACIÓN
Piadoso
Dios y Divino Redentor, que no contento con las
afrentas de una Cruz y con los martirios de una Pasión, cada día saca nuevas
inventivas vuestro amor para manifestar lo mucho que os debe el mundo: yo os
doy gracias por el extraño favor que hizo vuestra piedad a San Buenaventura,
pues con él nos aseguráis que las puertas que abrieron en vuestro Cuerpo
nuestras culpas perseveran todas abiertas, para que entrando por ellas las almas,
hallen el tesoro de las misericordias, el alivio de los trabajos, el consuelo
de las aflicciones, el Oriente de la gracia, y todo el lleno de la dicha: y os suplico logre yo el aprecio digno de vuestra Pasión
Sacrosanta, y me concedáis lo que pido en esta Novena, a mayor Gloria de
vuestra Redención copiosa. Amén.
—Acabado
esto, rezarás un Padre nuestro y un Ave María con Gloria Patri, en reverencia
del piadoso sentimiento que el Señor comunicó de su Pasión a los Santos de su
Iglesia, y singularmente a María Santísima, nuestra Señora, en cuyo Virginio
cuerpo hicieron eco sensible todas las penas de Jesús su Hijo, lo que conoció
el Seráfico Doctor, cuando mirando en su meditación a Jesús Crucificado, se
volvió a ver a su Madre Santísima al pie de la Cruz, y confiesa él mismo, que
no vio en su Majestad sino es bofetadas, salivas, azotes, heridas, espinas y
clavos, etc., y luego dirás a San Buenaventura lo que se sigue:
Fénix
amoroso, que de los aromas de la
Pasión y leños de la Cruz, fabricasteis encumbrada Pira, en que abrasándoos con
el ardor de tan Divino incendio volviese a renacer más Soberano, y logrando que
aquel que antes por la salud de las Almas gustó de encerrarse en el Virginal
Claustro de María, os recibiese místicamente en sus entrañas, os alimentaste de
sus pechos, os levantaste en sus manos, os trajese en sus brazos, os comunicase
la suavidad de sus labios en amorosos ósculos, cuando os albergó benigno en su
amoroso y Divino Seno: yo os suplico, Santo
mío, que en memoria de esta singular fineza, abríais los ojos de mi corazón,
para que subiendo sin tropezar en mí mismo a la cumbre del Calvario, tenga
impresa en mi corazón esta tragedia, para que nunca de mí se aleje su memoria,
y que me alcancéis de la Majestad Divina, lo que pretendo en esta Novena, para
mayor bien de mi alma. Amén.
—Luego
harás tu petición, y concluirás con la Oración de la Sacratísima Virgen. Y este
día ayunarás, o tomarás, si pudieres, una disciplina, o harás alguna otra
mortificación, en reverencia de la Pasión de nuestro Redentor Jesucristo.
DÍA SÉPTIMO – 11 DE JULIO
Por
la señal…
Acto
de contrición.
Este día
es consagrado a María Santísima nuestra Señora, y en él considerarás el ardentísimo y finísimo amor que tuvo San
Buenaventura a esta Divina Reina.
Era el blanco de su devoción esta Señora, pues de tal manera escribió de esta
Reina Soberana con tanta abundancia y tal ternura, como si fuese el único
objeto de sus obras, sin ser menester para ser devotos de María más que leer a
San Buenaventura. Fue este Santo Doctor quien
instituyó en la Religión el toque de campana a las Ave Marías, procurando la
extensión de sus alabanzas. De aquí se dilató este estilo a toda la
Iglesia Católica, siendo cada golpe de la campana voz que publica la devoción
de este Santo a la Madre de Dios. También en un Capítulo General que celebró en
Pisa, entre otras rúbricas que se hicieron para el Breviario, ordenó que se
continuara al fin de los himnos, el «Gloria al Señor, que naciste de la Virgen» hasta la Epifanía, de la
misma forma que en la infraoctava de la Natividad del Señor se canta.
—Darás
gracias al Señor por el amor de su Madre que comunicó a San Buenaventura, y
luego dirás a su Divina Majestad esta Oración:
ORACIÓN
Clementísimo Dios, que tenéis por Gloria
propia la de vuestra Madre purísima, yo os doy afectuosas gracias por las que
hicisteis a San Buenaventura, concediéndole el favor inestimable de ser su
verdadero devoto: y os suplico, por el
Néctar que bebisteis de sus Virginales pechos, y por el ser humano que os comunicó,
me concedáis a mí, verdadero conocimiento de su Grandeza para amarla fervoroso;
y también por los méritos de San Buenaventura os pido me concedáis lo que
pretendo en esta Novena, para mayor Gloria vuestra y de vuestra Santísima
Madre. Amén.
—Después
rezarás un Padre nuestro y un Ave María con Gloria Patri en reverencia del
afecto cordialísimo de su Santísima Madre que Dios ha comunicado a todos los
Santos de la Iglesia, y especialmente en reverencia de la pía afección que ha
concedido a todos los Católicos acerca del misterio de la Inmaculada Concepción
de esta Gran Señora. Y luego dirás a San Buenaventura como se sigue:
Sagrado
Doctor, que
lograste tanta pureza de alma y cuerpo que afirma vuestro Maestro Alejandro de
Hales que parecía que Adán no tenía pecado en vos, y aun por eso, como cándido
corderillo, procurabas apacentarte de las blancas azucenas de la Reina de las
Vírgenes, embriagado con el licor de sus hermosos pechos, que es el mejor y más
generoso vino de la botillería de los Divinos recreos: yo os suplico con todo mi corazón, intercedáis con esta Divina
Aurora, para que me ilumine con su luz, y me inflame con su amor, y que pues es
el refugio y la Abogada de los pecadores, lo sea de mí, el más ingrato, y me
alcance de su Divino Hijo lo que pido en esta Novena, para mayor bien de mi
alma. Amén.
—Luego
harás tu petición, y concluirás con la Oración de la Sacratísima Virgen. Y este
día rezarás la Corona a esta Soberana Reina y Señora, en memoria de la devoción
que la tuvo San Buenaventura.
DÍA OCTAVO – 12 DE JULIO
Por
la señal…
Acto
de contrición.
Este día,
en que se crearon los Santos Ángeles, se ha de dedicar a estos Soberanos
Espíritus, considerando la
asistencia especialísima que tuvo nuestro Seráfico Doctor, y el singular comercio
con estos Cortesanos Celestiales y Ministros del Señor, los que por ventura lo
trataban como si fuera uno de sí mismo, porque
parecía Serafín en el amor, Querubín en el entender, Trono en el serlo de Dios,
Dominación en disponer lo que los inferiores han de obrar, Virtud en ejecutar
muchos milagros, Potestad en ejercerla con los súbditos, Principado en regir
con sus consejos y escritos a los Soberanos; Arcángel en gobernar al dilatado
Minorítico Reino y en ser Legado en cosas grandes, y finalmente Ángel en cuidar
del espiritual bien de los hombres. Fue tan singular en este último ministerio,
que confiesa él mismo en su segundo libro del Estímulo del amor de Dios, que
por cualquier alma que estuviese en pecado mortal moriría gustoso, aunque
supiera que no había de ver y gozar a Dios, con tal que el alma saliese de la
culpa, y no fuese Dios ofendido, ni permaneciese el hombre en tan infeliz
estado. Por lo cual, fue a este fin infatigable su celo y asistencia en
Cátedra, Púlpito y Confesionario, ayudando a los pecadores; y consta de su vida
que a todos consolaba, a todos asistía, siendo todo para todos, y todo para
cada uno.
—Darás
gracias a Dios por este favor de los Santos Ángeles a nuestro Seráfico Doctor,
y por la caridad que le comunicó como si fuera Ángel Custodio, para que
solicitase el bien espiritual de las almas con tantas ansias y veras, y luego
dirás la oración siguiente:
ORACIÓN
Grande y
Poderoso Señor, que
dispones los ministerios de los Ángeles y de los hombres con maravilloso orden
según tu voluntad, dignándote de enviar a los Celestes Espíritus al mundo para
nuestra protección y amparo: suplícote, Señor, que yo, indigno pecador, sea de
su poder defendido en esta vida, y que goce en su compañía de tu presencia en
la Patria: y por medio de estos Celestiales Espíritus, comunicaste tantos
favores a tu Siervo San Buenaventura, yo te ruego
por los méritos de este Santo Doctor, que te dignes de concederme lo que pido
en esta Novena, para cuya ejecución me sean también intercesores los Santos Ángeles,
y ceda todo, Señor, en tu mayor honra y gloria.
Amén.
—Rezarás
un Padre nuestro y un Ave María con Gloria Patri, en reverencia las
protecciones, asistencias y cuidados de los Santos Ángeles con los hombres, y
mayores con los Justos, y especialmente con la Reina de los Ángeles María
Santísima, a quien servían muchos millares en forma humana, visible a la Gran
Reina. Después dirás a San Buenaventura como se sigue:
Humano
Querubín,
que sin volver atrás un paso en el camino
del Cielo, estuviste en continuo movimiento, obrando lo que tu espíritu
abrasado te dictaba, y tu amor a Dios y a los hombres celoso apetecía: Serafín
ardiente, que asistiendo al Trono de Dios con tus continuas alabanzas, ansioso
solicitaste purificar humanas cuIpas. Hombre Angelical, que con los Celestes
Espíritus te equivocas en las operaciones que ejecutas: yo te ruego, Sabio, Caritativo, Humilde, Paciente, Dominante,
Milagroso, Nuncio, Custodio, y en todo Santo y perfecto Ministro del Señor, que
cuides de mí, tu indigno devoto, y me solicites la asistencia especial (que no
merezco) de los Santos Ángeles, tus familiares y amigos, para que en todo obre
lo que sea de mayor agrado de nuestro Dios y Señor, y que alcance por las
súplicas de los mismos Santos Ángeles y tuyas, lo que pido en esta Novena, para
mayor bien de mi alma. Amén.
—Luego
harás tu petición, y concluirás con la Oración de la Sacratísima Virgen. Y este
día a harás algún obsequio a tu Santo Ángel Custodio, rezándole devotamente, y
solicitarás el espiritual consuelo de alguna persona que a tu parecer lo
necesite.
DÍA NOVENO – 13 DE
JULIO
Por
la señal…
Acto
de contrición.
Este día
último se dedica a nuestro Padre San Francisco, a quien amó tiernamente el Seráfico Doctor,
pagándole el amor intenso que a este su hijo tuvo el Seráfico Padre, quien en
su espíritu lo engendró tan propiamente, que, si fue Serafín el Padre, Serafín
también salió el hijo. Siendo
niño de pecho nuestro Santo, padeció un grave accidente, y recurriendo su
devota Madre a Nuestro Padre San Francisco por remedio, le tomó este en sus
brazos, y viendo la hermosura de su rostro y en espíritu la de su alma, anunciando
que sería en su Religión un grande Santo, exclamó diciendo: «¡Oh Buenaventura de
niño!», cuyo
nombre le quedó desde entonces, y fue prenuncio para los que le invocasen
después. Escribió el Seráfico Doctor la vida de su Santo Padre, en
correspondencia de tan obligado y querido hijo; y estando en esta gustosa
tarea, encerrado en su celda, sucedió que yéndole a visitar su grande amigo Santo Tomás, miró este por los resquicios de la
puerta a nuestro Santo elevado en éxtasis maravilloso, y volviendo a sus
compañeros, dijo iluminado: «Dejemos al Santo, que
trabaja por el Santo».
—Considerarás
esta unión de afectos, y darás al Señor gracias, y luego la siguiente oración a
su Majestad:
ORACIÓN
Altísimo
Dios, que siendo Piedra Angular
del fundamento de la Ciudad Santa de Jerusalén, hacéis uno el corazón de sus
Cortesanos, en cuya unida Congregación, descansa gustoso vuestro espíritu: yo
os doy debidas gracias por las semejanzas de afectos amorosos que introdujisteis
en los dos Serafines humanos San Francisco y San
Buenaventura, haciéndolos uno para que asistan a vuestra grandeza; y os suplico unáis mi voluntad con la vuestra, para que gobernadas
mis acciones por la infalible regla de vuestra Ley Divina, merezca el
beneplácito de vuestra voluntad Soberana; y lo que pido en esta novena, y que
sea todo para vuestra Gloria. Amén.
—Rezarás
un Padre nuestro y un Ave María con Gloria Patri, en reverencia de la virtud
que Dios comunicó a los Santos, para engendrar hijos de su espíritu en Nuestro
Señor Jesucristo, como San Pablo por el Evangelio, y singularmente a María
Santísima, en quien, y de quien el hombre nace, cuando Madre de la Gracia, como
tal se dice. Luego hablando con San Buenaventura, dirás así:
Gloriosísimo
Doctor, Humilde, Pobre, Casto, y en todo heroicamente Religioso, a
imitación de tu Padre y nuestro el llagado Serafín humano San Francisco, su
siervo y propio retrato, pues copiaste su más perfecta imagen en tu pecho: yo te ruego, mi Protector y mi Abogado, por los méritos de este
tu amado Padre y mío, me alcances del Señor que sepa yo imitar a uno y otro
Espíritu Seráfico, copiando tantas virtudes como tan grandes ejemplares me
ofrecen, las que apenas cabalmente se conocen. Y pues sin dificultad llegará a
ti, como buen hijo, cualquiera que llevase a ti tu Santo Padre, yo recurro a
las cinco llagas de Nuestro Padre Seráfico, las que me sean cinco elocuentes
bocas que te representen, Santo mío, mis deseos, los que por este medio espero
no queden defraudados, en lo que te pido en esta Novena, como también que me
perdones la tibieza y fría devoción con que la he ejecutado por mi miseria y
flojedad, que sea todo para mayor Gloria de Dios, para honor de María Santísima
Señora nuestra, para culto y veneración de tus virtudes en la tierra; para que
con tu ayuda logre mi alma el destierro de esta vida la gracia, y para que sea
bienaventurada últimamente en la Gloria. Amén.
—Luego
harás tu petición, y concluirás con la Oración de la Sacratísima Virgen.
Concluirás este día confesando y comulgando, y haciendo alguna obra de humildad
y desprecio de este mundo en veneración de Nuestro Padre San Francisco,
visitando algún pobre enfermo, ayudándole con alguna limosna, moderándote en el
vestido, y haciendo firme propósito de corregir superfluidades, y usar solo de
lo necesario en todas ocasiones.
No hay comentarios:
Publicar un comentario