Novena
compuesta por el Padre Fray José Rius OFM en 1818 para las monjas clarisas de
Tarragona, e impresa en Barcelona por Francisco Ifern y Oriol ese mismo año,
con aprobación eclesiástica.
COMENZAMOS: 15 de octubre.
FINALIZAMOS: 23 de octubre.
FESTIVIDAD: 24 de octubre.
ITRODUCCIÓN DEL AUTOR
La
devoción al Glorioso San Rafael es un medio poderosísimo para alcanzar de Dios
Nuestro Señor bienes espirituales y temporales. Aconsejo a todos los fieles
cristianos que tengan por abogado este Santo Arcángel, para obtener la salud
del alma y el cuerpo, junto con innumerables bienes y frutos, y la bendición de
la Majestad de Dios, por la intercesión de este poderoso Arcángel, quien tanta
señales ha dado a los mortales de ser el que los favorece ante el Señor; y por
tenerle olvidado, experimentamos notables faltas en muchas cosas, en particular
en la salud, y también viéndose, muchas casas ricas, sin sucesión de hijos.
Tengan devoción a este soberano Arcángel y lo obtendrán todo, al ser “Medicina de Dios”.
Los
gloriosos Padres de la Iglesia San Agustín y San Jerónimo, afirman que, cuando
se ve una milagrosa curación, fue enviado San Rafael por el Señor, para remedio
de aquella dolencia. No hablo de las curaciones que hizo con la remoción de las
aguas, en la piscina de Betesda (Juan 5, 1-18), ni las que realizo con Tobías
padre e hijo, ni con Sara, esposa de Tobías hijo, quienes vivieron hasta su
quinta generación (Tobías 3, 16 y siguientes), porque de esto nos ocuparemos en
la Novena. Tampoco diré lo que hizo con el glorioso Patriarca San Juan de Dios,
como nos lo refiere en su vida, ni lo que hizo con San Pedro mártir, ni los
muchos prodigios que ha hecho, ni los que hará. Solo diré uno, para gloria de
España, por desgracia desagradecida por el olvido en el que tiene a este
soberano medico de cámara del palacio del Señor:
A
la ciudad de Cordoba vino una peste que la llenó de muertes, castigo de la mano
de Dios, de suerte que la mayoría moría sin confesión, porque murieron muchos
confesores y los pocos que quedaron no podían asistir a todos los enfermos.
Andaba
entre ellos Fray Simón de Sousa, comendador del Convento de Nuestra Señora de
la Merced, quien era devoto de este Soberano Arcángel, demostrándolo no solo
confesando, sino también dando limosna a los pobres en honor del glorioso
Arcángel.
Mas,
traspasado de dolor al ver aquella desdicha, vino de noche al convento y entro en
el coro, e implorando a la Reina de los Ángeles, le pedia enviase a la ciudad
al “Médico perfecto Rafael”, y a él, que lo
favoreciera como su devoto en aquel castigo del Señor. A estos clamores de Fray
Simón no se hizo sordo este poderoso Arcángel, apareciéndosele y diciéndole
estas palabras:
“Yo soy Rafael, que vengo a premiar tu ruego y
tu limosna, que a los ojos del Señor vale tanto como la humildad y la caridad,
que por ti ha levantado el azote de su justicia sobre este pueblo. Dile al
obispo que ponga mi imagen en el pináculo de la Torre de la Catedral y exhorte
a los fieles a mi devoción, y serán aliviados siempre que a la Reina de los
Ángeles pidan la medicina del Señor, y a los que portaren mi imagen los librare
de todo mal, en particular del demonio Asmodeo (Tobías 8,1), príncipe de la lujuria,
pecado por el cual muchas almas pierden la gracia de Dios.”
Todo
cuanto le dijo San Rafael a Fray Simón, este se lo declaro al Obispo, quien
hizo, cuanto San Rafael pidió, quedando la ciudad libre del azote de Dios. En
señal de profunda gratitud, el obispo instituyo su fiesta el 7 de mayo.
(Actualmente se celebra en la Iglesia Universal el 24 de octubre). Esto hace
con sus devotos este poderoso Arcángel. Lo mismo hará con nosotros si hacemos
lo que debemos y damos limosna en honra suya, por la cual obtenemos salud,
bienes e hijos, y nos alcanza el cielo. Por el contrario, el amontonar tesoros
no dando a los pobres, solo nos acarrea tropiezos, caídas y, lo que es más
lamentable, la perdida de Dios, dejándonos acá los bienes, que fueron males
para nuestra ruina. Tengamos un amigo para todo; no esperemos hasta el día de
la tribulación. Pero, ¿Qué día no es de tribulación, en este misero mar lleno
de tantas olas? Seamos de los barcos que llegan al puerto de
salvación y no de los desdichados que naufragan en el mar profundo del abismo.
Con esta devoción nosotros tenemos un amigo tan fiel y bueno (ya que a él solo
le interesa nuestro bien), para gozar de la bienaventuranza eterna obtenida por
la Preciosísima Sangre del Cordero Inmaculado.
Yo
suplico, Soberano Arcángel, mires el bien mío y el de mi prójimo con aquella
caridad con la que miraste a Tobías y a los demás Santos de que queda hecha
mención.
PROBABLE VISITA DEL ARCÁNGEL RAFAEL
“En esta
ciudad de Buenos Aires y en el año de 1804, había en el Convento de los R. P.
Dominicos, uno llamado el Padre Mansilla, sencillo y fervoroso, el cual era
devoto del glorioso Arcángel San Rafael. Asistía este religioso a una pobre Señora
que estaba enferma de un malísimo parto, la que con este motivo había hecho una
promesa a San Rafael. Ella vivía por los arrabales y se dice era sobrina de
Fray Silverio Rodríguez, dominico ejemplar. Llegó el 24 de octubre, día de su
fiesta, y aunque los demás Religiosos salieron a tomar campo, el P. Mansilla
fué a visitar a su enferma. Esperaba paseándose afuera, mientras los médicos la
veían, cuando se le acercó un joven, a quien no pudo menos de mirarlo con
alguna extrañeza, con una especie de morrión, botines, guantes, y que le pregunta
si podría ver a la enferma. Entra luego que salen los facultativos, fijándose
todos en él, que abre las dos puertas de la vivienda tocándolas con las manos
levantadas, un poco en alto y extendidas; pulsa a la enferma, ve las recetas,
señala cuáles de ellas han de traer y dárselas, y asegura que se pondrá buena.
Entretanto, el P. Mansilla y los demás que admirados presencian lo que dice y ordena
el desconocido joven, sienten una dulzura interior cada cual, de ellos, que no
aciertan a entender, y callan todos.
Al salir se
quitó uno de los guantes, con lo que se llenó con un olor suavísimo todo aquel
lugar. Entonces salen de su estupor, corren a su alcance y ya no lo hallan, no
siendo posible que se ocultase por estar aquello en descampado; y entonces también
acaban de conocer que el Santo Arcángel habría visitado a sus devotos usando de
su acostumbrada piedad, pues la señora sanó, y los demás fueron alegrados y
con-, solados. Esto lo referimos como lo hemos oído, sin anticipar juicios sobre
la autoridad de la Iglesia”
ADVERTENCIA
Sale
a la luz este Novenario a impulsos de la devoción ardiente que profesan a este
Santo Arcángel Rafael las religiosas del ejemplarísimo Monasterio de Clarisas
de la muy ilustre ciudad de Tarragona.
No
es en vano esta dulce pasión con que miran a tan sublime Espíritu. Nadie debe
extrañar la extraordinaria afición que aquellas Religiosas han cobrado a tan
singular bienhechor, por las extraordinarias gracias favores de él recibidos, y
que, no contentas con el formulario que usaban antes para sus novenas, me hayan
solicitado para la ordenación del presente. No poco obligado yo también a este
Arcángel de la salud y de la providencia, he aceptado con gusto ente encargo,
con la idea de que todo el mundo conozca la sublimidad, beneficencia y mérito
de aquel excelso Príncipe, y se proporcione con esto toda suerte de gracias y
mercedes.
Así
será, sin duda, si se hace este novenario con espíritu humilde, devoto y
confiado, especialmente si en uno de sus días se procura recibir los santos
Sacramentos y ejercitarse en actos de virtud, mayormente de caridad y oración,
de las que Rafael es especialísimo amigo y protector.
NOVENA DEL GLORIOSO
PRÍNCIPE Y ARCÁNGEL SAN RAFAEL, MÉDICO Y MEDICINA DE LOS DOLIENTES, GUÍA Y
DEFENSOR DE LOS CAMINANTES, ABOGADO Y PROTECTOR DE LOS PRETENDIENTES, CONSUELO
Y ALIVIO DE LOS AFLIGIDOS.
Por
la señal ✠ de la santa Cruz; de nuestros ✠
enemigos líbranos, Señor ✠ Dios nuestro. En el nombre del
Padre, y del Hijo ✠, y del Espíritu Santo. Amén.
ACTO DE CONTRICIÓN
- PARA TODOS LOS DÍAS
Señor mío Jesucristo, Dios y hombre verdadero,
mi poderoso Criador, mi dulce Padre y mi piadosísimo Redentor: aquí tenéis postrado a vuestros pies
a este hijo pródigo, que tantas veces ha malogrado el patrimonio de vuestra
gracia con enormes pecados. La confusión cubre mi rostro, Dios mío, y apenas me
atrevo a levantar mis ojos para miraros, aterrado con el asombroso número de
mis pecados. Mas, ¿a quién iré, bien mío, sino al que me dio el ser y derramó por mí
toda su Sangre? «Sí: me
levantaré y me iré al Padre», os
digo como aquel pródigo. A Vos, pues, vengo, cierto que me esperáis con los
brazos abiertos para abrazarme y regar con dulces lágrimas mi cuello. Si para
esto queréis también mi llanto, de sangre viva quisiera yo formarlo, y daros
con esto un testimonio de mi verdadero arrepentimiento. Dad Vos, Señor, firmeza
a mis buenos propósitos, para que, dejando ya de ser demonio por los vicios,
sea por las virtudes un Ángel puro, semejante a vuestro querido Arcángel San
Rafael.
A Vos, pues, me dirijo, Príncipe gloriosísimo y Ángel de la
salud Rafael, para que a la vista de vuestras virtudes y excelencias salga con
vuestra protección del abismo de mis vicios y miserias, y merezca con esto el
favor que solicito en esta novena, y que espero de aquella vuestra gran
clemencia y fondo de caridad, que forma vuestro carácter. Amén.
DÍA PRIMERO - 15 DE OCTUBRE
CONSIDERACIÓN:
SAN RAFAEL,
GRAN PRIVADO DEL REY SUPREMO
Para
formar el debido concepto de la privanza y especial predilección, con que honra
a San Rafael el Rey Supremo, basta considerar la alta cumbre de honor a que le
ha elevado. Mas ¡oh,
qué altura de honor tan asombrosa!
El
menor de los Ángeles ocupa ya un trono incomparablemente más excelso y
brillante, que el mayor de los monarcas de la tierra: ¿cuál, pues, será la elevación de un
Espíritu que se eleva sobre millares de millones de Ángeles, por ser uno de los
siete supremos Magistrados, que honran y decoran el celestial imperio?
Él
mismo reveló por su propia boca a los dos Tobías esta tan sublime preeminencia,
cuando les dijo: «Yo
soy el Ángel Rafael, uno de los siete que estamos delante del Señor, esto es,
uno de los siete más allegados a su Augusto Solio, prontos a desempeñar las
comisiones con que nos honra como a sus más íntimos privados».
Y
de aquí es que, del incalculable número de Ángeles que (como dice Santo Tomas
con el Areopagita) es mucho más crecido que el número de todos los otros seres
justos, sólo de San Rafael y de otros dos espíritus angélicos ha querido Dios
dar cierta e individual noticia a los mortales; que, por esto, sólo de estos
tres celebra en particular su fiesta la Iglesia. ¡Oh excelencia de San Rafael,
verdaderamente admirable!
—Medítese un poco y
pídase el favor que se desee alcanzar.
COLOQUIO
¡Qué grande
os hizo, sublime San Rafael la poderosa diestra del Altísimo! ¡Ay! Yo quiero levantar la vista al
refulgente solio de vuestra gloria; y los vivos rayos de brillante luz que os
rodean, deslumbran y obligan a cerrar mis endebles ojos.
Vos
sois uno de aquellos siete supremos senadores que forman al Rey inmortal e
invisible su más secreto gabinete, y que, a la manera de inextinguibles
antorchas, arden y brillan sobre los siete candeleros de oro, que vio San Juan
en el Apocalipsis delante del Cordero de Dios.
A
vos dirige con dulce Majestad sus cariñosos ojos el Rey de la gloria,
haciéndoos con los reverberos de su luz eterna e increada un fidelísimo espejo
de su hermosura.
A
vos confía aquellos profundos arcanos que no es lícito hablar al hombre, y como
a su apreciado valido os concede todas las gracias con que, como Ángel de la
caridad, queréis socorrer a los afligidos mortales.
Ya
que tan grande sois, y tanto priváis con el Rey de Reyes, sacadme de mi
pequeñez y miseria y alcanzadme de su Divina Majestad, que se eleve mi espíritu
a las cosas celestiales y eternas, en cuya comparación todas las grandezas y
pompas de este mundo no son más que vanidad y aflicción del espíritu.
—Y para más obligaros,
unido mi espíritu con las tres Jerarquías de los Ángeles, saludo a la
Sacrosanta e individua Trinidad con tres Padre Nuestro, tres Ave María y un
Gloria Patri.
ORACIÓN PARA TODOS LOS DÍAS
Excelentísimo
Príncipe del Empíreo San Rafael,
Ministro del gran Rey, celador de su honra, protector de la castidad, patrono
de la limosna y oración, conductor de los caminantes, libertador en los peligros,
auxilio cierto en las necesidades, iluminador de los ciegos, y médico universal
de todas las enfermedades, a vos clamo, y a la sombra de vuestro patrocinio
acudo, para que os dignéis sostenerme en todos mis peligros, consolarme en
todas mis tristezas, dirigirme en todos mis apuros y remediarme en todas mis
necesidades.
Vos
reunís todas las prerrogativas de los nueve coros angélicos; tenéis la pureza y
el candor de los demás Ángeles; sois Embajador de las cosas grandes, como los
Arcángeles; sobre Vos descansa Dios como en los Tronos; con las Dominaciones
señoreáis los ánimos; con los Principados veláis sobre Reyes y reinos;
enfrenáis los demonios con las Potestades; obráis estupendos milagros como las
Virtudes; en Vos, finalmente, se ven brillar las luces de los Querubines y
arder las amorosas llamas de los espíritus Seráficos.
Ya,
pues, que residen en Vos tanta grandeza, poder y gloria, usad de vuestra
generosa beneficencia con esta inútil criatura, que, aunque frágil, al fin os
ama con dulce pasión, para que sea feliz en tiempo y eternidad. Amén.
—Pedir la gracia que se desea recibir.
ORACIÓN A LA SANTÍSIMA VIRGEN
Oh soberana
Reina de los cielos y Señora de todos los nueve coros, María Santísima, digna Madre de mi Señor Jesucristo,
templo vivo de la Divinidad, depósito de los tesoros de su gracia, principio de
nuestro remedio, restauradora de la universal ruina del linaje humano, nuevo
gozo de los santos, gloria de las obras del Altísimo y único instrumento de su
omnipotencia: confiésote por Madre dulcísima de misericordia, refugio de los
miserables, amparo de los pobres, consuelo de los afligidos, y todo lo que en
ti, por ti y de ti confiesan los espíritus angélicos y los santos, todo lo
confieso, y lo que en ti y por ti alaban a la Divinidad y la glorifican todo lo
alabo y glorifico, y por todo te bendigo, magnifico, confieso y creo. Y pues el
poder divino convida a todos los pobres desvalidos, ignorantes, pecadores,
grandes, pequeños, enfermos, flacos y a todos los hijos de Adán, de cualesquier
estados, condiciones y sexos, prelados y príncipes e inferiores, para que
vengan por su remedio a su infinita y liberal providencia, por la intercesión
de la que dio carne humana al Verbo, porque sola Ella es poderosa para
solicitar nuestro remedio y alcanzarle: por tanto, sagrada Reina de todas las
jerarquías, os pido y suplico en nombre de todas ellas nos alcancéis de vuestro
querido Hijo la exaltación de su santo Nombre en todas las partes del mundo, la
salud espiritual de todas las almas, la extirpación de las herejías, la ruina
del soberbio príncipe de las tinieblas; la universal extensión de la santa
Iglesia y la paz y concordia entre los príncipes cristianos, para que todos
eternamente alabemos al santo Nombre de Jesucristo, a quien sea gloria por
infinitos siglos de los siglos. Amén.
GOZOS EN HONOR A SAN
RAFAEL ARCÁNGEL
De
Dios íntimo Privado
Y
su Ministro escogido:
¡Rafael, de
Dios querido,
Dad la
salud, invocado!
Tú
eres en Naturaleza
Un
puro espíritu, y tal,
Que
en la Corte Celestial
Descuella
tu grande Alteza;
Al
sol vences en belleza,
Del
eterno Sol bañado:
¡Rafael, de
Dios querido,
Dad la
salud, invocado!
En
aquella antigua lid,
En
que el valiente Miguel
Ajó
al soberbio Luzbel,
Fuisteis
invencible adalid.
Tropas
del abismo, huid,
Pues
ambos os han hollado:
¡Rafael, de
Dios querido,
Dad la
salud, invocado!
De
los siete más vecinos
Al
trono augusto de Dios
Por
uno os cuentan a vos
Los
oráculos divinos.
Nuestros
discursos mezquinos
Vencen
tan noble dictado:
¡Rafael, de
Dios querido,
Dad la
salud, invocado!
Principado
en dignidad,
En
las luces Querubín,
En
las llamas Serafín,
Y
trono en la majestad;
Reúnes
la autoridad
Del
Angélico Senado:
¡Rafael, de
Dios querido,
Dad la salud,
invocado!
Aunque
tan grande en el Cielo
Del
hombre no os desdeñáis,
De
allá a la tierra bajáis
Para
su guía y consuelo.
De
Dios tomando el modelo
A
nadie os negáis, llamado:
¡Rafael, de
Dios querido,
Dad la
salud, invocado!
Por
vos Tobías el mozo
Libre
de un susto mortal
Halló
bienes sin igual,
Halló
mujer, halló gozo.
Por
vos llena de alborozo
A
Raguel su suegro amado:
¡Rafael, de
Dios querido,
Dad la
salud, invocado!
Sara,
antes entristecida
Con
siete maridos muertos
(Por
ti echado a los desiertos
Asmodeo),
vuelve a vida,
Y
a un santo marido unida
Prole
feliz le has logrado:
¡Rafael, de
Dios querido,
Dad la
salud, invocado!
Tú
de Gabelo el dinero
Para
Tobías cobraste;
Tú
siempre caudal hallaste
Al
que te ama con esmero.
Siempre
en ti un fiel tesorero
Halla
el bien intencionado:
¡Rafael, de
Dios querido,
Dad la
salud, invocado!
Tú
a Tobías el mayor,
Ya
de muchos años ciego,
Con
hiél de un pez diste luego
De
la vista el resplandor.
Loa
el anciano al Señor
Y
ve al hijo suspirado:
¡Rafael, de
Dios querido,
Dad la
salud, invocado!
Tú
ofreces en copa de oro
Al
gran Rey de la alta Sión
La
limosna, la oración
Y
del pecho humilde el lloro.
La
piedad es tu decoro
Y
hacer bien al angustiado:
¡Rafael, de
Dios querido,
Dad la
salud, invocado!
Ángel
de salud te llama
La
Iglesia, la cual opina
Que
el Ángel de la Piscina
Eres
tú: y quien a ti clama
De
tu caridad la llama
Presto
siente remediado:
¡Rafael, de
Dios querido,
Dad la
salud, invocado!
Ya
tu nombre mismo expresa
Que
eres de Dios medicina;
De
socorro rica mina
Todo
el mundo te confiesa.
¡Feliz el
que te profesa
Un amor
fiel y alentado!
¡Rafael, de
Dios querido,
Dad la
salud, invocado!
No
es Córdoba solamente
La
que, por ti apadrinada,
Se
vio pronto libertada
De
un contagio pestilente:
A
cualquiera edad y gente
La
salud has alcanzado:
¡Rafael, de
Dios querido,
Dad la
salud, invocado!
Pues
siempre das grato oído
Al
que te llama confiado:
¡Rafael, de
Dios querido,
Dad la
salud, invocado!
Antífona: Príncipe gloriosísimo San Rafael Arcángel, acuérdate de
nosotros, y aquí y en todo lugar ruega siempre por nosotros ante el Hijo de
Dios.
℣.
Estaba junto al altar del templo el Ángel.
℟.
Teniendo en su mano un incensario de oro.
ORACIÓN
Oh Dios que has dado a Tobías tu siervo al
bienaventurado Arcángel San Rafael como compañero para el viaje, concédenos la
gracia, a quienes también somos tus siervos, que también podamos ser protegidos
por su vigilancia y fortificados por su ayuda. Por Jesucristo Nuestro Señor. Amén.
En el nombre del Padre, y del Hijo ✠, y del Espíritu Santo. Amén.
DÍA SEGUNDO - 16 DE OCTUBRE
Por la Señal...
Acto de contrición.
CONSIDERACIÓN:
SAN RAFAEL, CELADOR DE LA HONRA DE DIOS.
El
alto grado de gloria al que elevó el Todopoderoso a Rafael, es una prueba
cierta del ardiente celo con que en el día primero del mundo defendió la honra
del Altísimo, inicuamente ajada por el príncipe de la soberbia Lucifer, cuando
con impotente orgullo quiso este fijar su trono sobre el Monte del Testamento,
elevarse sobre los astros del cielo y arrogarse la gloria del Altísimo.
Él
fue entonces uno de los más valientes campeones, que al lado del grande Miguel
sostuvo los derechos del Sumo de los Reyes, y con el rayo de la verdad, vibrado
por su fulminante boca, lanzó a los abismos aquel dragón horrible y todos sus
secuaces.
Este
celo de la divina gloria es el resorte que da impulso a todas sus acciones; y
aun, en los continuos actos de bondad y misericordia con que socorre a los
hombres, lejos de buscar su propia gloria, no se propone otro objeto, sino que
los favorecidos bendigan, alaben y glorifiquen al Señor.
Esta
es la única recompensa que exigió por los imponderables beneficios que había
dispensado a los dos Tobías. «Bendecid, les dijo, al Dios del Cielo y publicad su
gloria delante de todos los vivientes, por haber usado para con vosotros de su
misericordia».
—Medítese un poco y
pídase el favor que se desee alcanzar.
COLOQUIO
¡Cuán feliz
sería yo, celosísimo Rafael, si llegase a imitaros en el celo de la honra de
Dios! Vuestra
angelical esencia es un volcán de amor divino, y este fuego de amor es el que
levanta allí la llama de vuestro celo. Quien ama, olvida sus propios intereses,
ni conoce más anhelo que los que se dirigen a provecho y gloria del amado. Vos
que tanto ardéis en incendios de amor seráfico, sólo respiráis llamas de
inflamado celo por la gloria de vuestro amado Dios.
Mas
yo, ¿qué celo
puedo tener de esta honra, cuando mi corazón para con Dios vence en frialdad y
dureza al insensible mármol? Todo
concentrado dentro de mí solo, vengo a ser el ídolo de mí mismo, en cuyas solas
aras quemo todos mis inciensos. Mis pensamientos, mis afectos, mis obras sólo
se dirigen a contemporizar mi amor propio, procurando de mil maneras la
satisfacción de todas mis inclinaciones y antojos, aunque para esto sea preciso
ofender e insultar a mi Criador, violando su ley en su presencia. No sé mirar
la más leve injuria que se me haga, sin amotinarse luego mis pasiones; y miro
con indiferencia y sin dolor las innumerables ofensas que se hacen sin cesar al
Dios de la Majestad y de la gloria.
¡Qué
contraste, ardiente Rafael, entre mi frialdad y vuestro celo! Curadme, oh médico celestial, de
enfermedad tan oprobiosa.
—Y para más obligaros,
unido mi espíritu con las tres Jerarquías de los Ángeles, saludo a la Sacrosanta
e individua Trinidad con tres Padre Nuestro, tres Ave María y un Gloria Patri.
—Pedir la gracia que se
desea recibir. Las Oraciones y los Gozos se dirán todos los días.
DÍA TERCERO - 17 DE OCTUBRE
Por la Señal...
Acto de contrición.
CONSIDERACIÓN:
SAN RAFAEL, PROTECTOR DE LA PUREZA.
Aunque
la pureza sea blasón común de todos los Ángeles, por ser puros espíritus y
carecer, por lo mismo, de esta grosera y corruptible masa de carne que agrava a
nuestra triste alma; sin embargo, ella pertenece y distingue de un modo
especial al purísimo Rafael, por cuyo motivo es considerado por especial
protector de la castidad. Él es quien ata, sujeta y confina al infernal
Asmodeo, que es el porta-estandarte de la lujuria.
Efectivamente,
leemos en la Sagrada Escritura que el libró a Sara, hija de Raquel y Ana, de la
obsesión de aquel inmundo demonio, que le había ya muerto siete maridos, en
quienes había atizado antes el hediondo fuego de la lujuria. Pero la protección
del grande Rafael escudó al joven Tobías, y lejos de permitir a aquel impuro
espíritu que le asestase sus tiros como a los demás maridos de Sara: «le atrapó, dice
la Escritura, y le amarró en el desierto del alto Egipto».
Así
es que este angélico protector de la pureza quita las fuerzas al demonio
tentador y corona de triunfos a los que reclaman su auxilio en las arduas y
siempre temibles batallas, con que pretenden los demonios conquistar el
preciosísimo tesoro de una virtud tan bella, como fácil de perderse.
—Medítese un poco y pídase
el favor que se desee alcanzar.
COLOQUIO
Purísimo
Rafael, ¡oh,
cuán enamorado os contemplo de la fragantísima azucena de la pureza! ¡Con qué
ahínco, y con cuán sabias y oportunas instrucciones procurasteis a inspirarla a
vuestro querido Tobías, pintándole la brutal condición de aquellos infelices
que a la manera del caballo y el mulo corren precipitados a disfrutar unos
placeres, que gustados acarrean la muerte!
Ángel
de la pureza, interesaos también en mi ayuda, sostenedme en mis choques y esgrimid
la espada de vuestra irresistible virtud contra los infernales enemigos, que
con incesantes y porfiados ataques pretenden abrir brecha en mi corazón, para
hurtarme aquella preciosa joya que forman las delicias del Hijo de la Virgen.
Mirad
que son muchos y muy temibles los enemigos que se han aliado con cruel mancomún
contra de mí: el mundo, con mil aparatos lisonjeros, mi propia carne, con
sensaciones tan halagüeñas como traidoras, todo el Infierno, con innumerables
artimañas; todo, Santo mío, conspira a triunfar de mi constancia en ser puro.
¿Qué haré,
triste de mí, que no soy sino imbecilidad y flaqueza, sino sucumbir y perderme? Preciso me será una mano tan robusta
como la vuestra, para sacarme airoso y triunfante. Esta mano, pues, pido, este
deseo y su favor espero.
—Y para más obligaros,
unido mi espíritu con las tres Jerarquías de los Ángeles, saludo a la
Sacrosanta e individua Trinidad con tres Padre Nuestro, tres Ave María y un
Gloria Patri.
—Pedir la gracia que se
desea recibir. Las Oraciones y los Gozos se dirán todos los días.
DÍA CUARTO - 18 DE OCTUBRE
Por la Señal...
Acto de contrición.
CONSIDERACIÓN:
SAN RAFAEL, AMIGO DE LAS OBRAS DE MISERICORDIA.
Otro
de los timbres que más ilustran y engrandecen a Rafael, es aquel vivo empeño
que atender y recompensar las obras de misericordia, con que los hombres se
socorren unos a otros. y especialmente la limosna. Su genio tierno, benéfico y
bondadoso le hace mirar con fino cariño a cuantos congenian con Él en la piedad
y misericordia.
Aquel
héroe de la caridad para con los vivos y difuntos, el anciano Tobías, ¿qué beneficios
no recibió de la mano de este generosísimo Príncipe? Cuando él
distribuía con franca mano su pan a los pobres; cuando interrumpía su comida y
se desprendía del descanso del sueño nocturno para dar sepultura a los muertos;
cuando, en fin, desplegaba de mil modos su caritativo pecho en beneficio de sus
concautivos hermanos, Rafael vigilaba solícito atendiendo con dulce
complacencia estos actos de misericordia, presentándolos en copa de oro ante el
acatamiento del Dios de las misericordias.
¿De qué
bienes enseguida no colmó su persona, su casa y su familia? Vista, riquezas, consuelo, larga
vida, toda clase de prosperidades fueron la recompensa, que con su benigna
aparición le negoció. Tanto como éste, ama San Rafael la misericordia.
—Medítese un poco y
pídase el favor que se desee alcanzar.
COLOQUIO
Misericordioso
San Rafael, yo no sé ver en Vos sino la más cabal y exacta imagen del Padre de
las misericordias y Dios de toda consolación. A imitación suya no contento con
favorecer Vos a vuestros queridos hombres, formáis, un empeño de que ellos se
favorezcan recíprocamente.
Mientras
que Vos estabais acumulando mil importantes beneficios sobre las dos casas de Raquel
y Tobías, inculcabas con estilo enérgico el ejercicio de la limosna y demás
actos de beneficencia. «Mejor es, decíais, la limosna que almacenar tesoros de
oro. Ella es la que preserva de la muerte; ella la que limpia los pecados, y el
más seguro garante de la misericordia de Dios y de la vida eterna».
¡Ay de mí!, que tengo un corazón tan de piedra para
con mis hermanos. Todo miel y regalo para conmigo, reservo la hiel y los
ajenjos para los otros; y antes de arrostrar la menor incomodidad, sufriré que
perezca de hambre un infeliz.
¿Cómo
podréis Vos mirarme con buen ojo? No,
no es vuestra protección para los insensibles y crueles. Rogad pues a Dios, mi
amado Arcángel, que sensibilice mi corazón, para que a ejemplo vuestro me haga
todo para todos, ejercitándome en adelante en todas las obras de misericordia.
Esta es la merced que hoy os pido.
—Y para más obligaros,
unido mi espíritu con las tres Jerarquías de los Ángeles, saludo a la
Sacrosanta e individua Trinidad con tres Padre Nuestro, tres Ave María y un
Gloria Patri.
—Pedir la gracia que se
desea recibir. Las Oraciones y los Gozos se dirán todos los días.
DÍA QUINTO - 19 DE OCTUBRE
Por la Señal...
Acto de contrición.
CONSIDERACIÓN:
SAN RAFAEL, ABOGADO DE LA ORACIÓN.
Es
increíble la complacencia, que perciben los Santos Ángeles en las oraciones que
dirigen los hombres al Omnipotente. Por eso se nos describen en el Apocalipsis
con copas de oro en sus manos llenas de aromáticos olores, que, como allí mismo
se dice, son las oraciones de los Santos, que ellos presentan como fragante
timiama ante el inaccesible Altar de la tremenda y centelleante Divinidad.
Pero
además de este amoroso anhelo, con que todas las inteligencias angélicas
generalmente miran y protegen la oración, tenemos datos particulares del
especial interés que toma en ella el gran San Rafael. Desde los altos cielos
parece está continuamente atalayando para ver y descubrir los hombres de
oración y ofrecerla al Altísimo en favor de ellos.
«Cuando tú
orabas con tierno llanto, yo fui quien ofrecía a Dios tu oración». Así amorosamente lo manifestó a
Tobías. Y no hay duda que hará lo mismo con cuantos se dediquen con esmero a la
oración, especialmente si invocan su auxilio con fervor y alentada confianza;
que por esto lo considera la Iglesia estar de pie con el incensario en la mano
delante del ara del Templo, como que está siempre en actitud de ofrecer a Dios
el oloroso perfume de nuestras oraciones.
—Medítese un poco y
pídase el favor que se desee alcanzar.
COLOQUIO
Ya
que sois, excelso Príncipe Rafael, el abogado y promotor de la oración,
alcanzadme de Dios el espíritu de esta virtud elevadora, que transforma los
hombres en Serafines. Ella es la que corre la cortina a los sublimes
espectáculos de la eternidad, entabla una amistosa correspondencia entre Dios y
el hombre, da al alma alas de paloma, con que se traslada en un momento desde
el abismo de la nada hasta el refulgente solio de la divinidad, enerva la
fuerza tirana de las pasiones, corrige los vicios, da vida a las virtudes, hace
llover del cielo muy salubres destellos en toda suerte de favores; ella, en
fin, enciende en el alma aquella dulce y vehemente llama, que limpiándola de
toda escoria de terrenos afectos, la eleva a los místicos óculos y abrazos del
Dios del amor puro, hasta unirla y hacerla un mismo espíritu con Él.
Ella,
pues, formará en adelante mis delicias, dedicando a su ejercicio tantas horas
como hasta aquí se me ha llevado la ociosidad y unas tareas vanas y aun
perjudiciales.
Estos
son mis propósitos. Vos que sois el amigo de la oración, suplicad al Señor, que
me dé la gracia de saber ponerlos en obra. Así lo espero de vuestra generosa
condición.
—Y para más obligaros,
unido mi espíritu con las tres Jerarquías de los Ángeles, saludo a la
Sacrosanta e individua Trinidad con tres Padre Nuestro, tres Ave María y un
Gloria Patri.
—Pedir la gracia que se
desea recibir. Las Oraciones y los Gozos se dirán todos los días.
DÍA SEXTO- 20 DE OCTUBRE
Por la Señal...
Acto de contrición.
CONSIDERACIÓN:
SAN RAFAEL, CONDUCTOR DE LOS CAMINANTES.
Pasma
verdaderamente la cariñosa solicitud que manifestó el gran San Rafael en
ofrecerse por compañero de Tobías, y seguirle en todos los puntos de su famoso
viaje y peregrinación.
Disimulando
la alta dignidad de su carácter y transformado en un joven viajero con el
nombre de Azarías para hacerse más franco y familiar, ¿qué dulzura no usa en su trato?, ¿de qué
riesgos no le preserva?, ¿qué bienes no le alcanza?, ¿y qué saludables preceptos
y máximas no le inspira?
De
esta manera, mientras es su guía y conductor por los caminos de la tierra, es
al mismo tiempo un sabio Mentor, que le ilustra e instruye, enseñándole el
verdadero camino que lleva a la eterna vida. Y verdaderamente, como dice San
Gregorio, «mientras
vivimos en el mundo estamos como en camino, con que nos dirigimos a la Patria;
que por esto somos llamados viadores».
¡Dichoso y
afortunado el hombre que, desviándose del camino de la iniquidad y perdición,
elige aquel que guía a la morada feliz de los bienaventurados! ¡Y mil veces
también dichoso el que logra para esto un conductor tan diestro y artificioso
como San Rafael! Seguro
podrá estar con tan buen compañero de no tropezar en los continuos obstáculos
que se atraviesan por este camino, y llegar prósperamente al fin de tan crítica
e interesante jornada.
—Medítese un poco y
pídase el favor que se desee alcanzar.
COLOQUIO
A
Vos invoco, dulcísimo San Rafael, mientras que voy viajando por la peligrosa
carrera de esta frágil y deleznable vida. Más tímido e inexperto que el mozo
Tobías, preciso será que os dignéis asirme de la mano, para que no dé en algún
horrible precipicio.
Por
todos los puntos de este camino hay ladrones y asesinos, que están
continuamente asechando, para hurtarme el oro de las virtudes y hasta la
vestidura de la gracia, y quitarme con esto la vida del alma, que es la única
verdadera vida.
Se
hallan con frecuencia caminos espaciosos y amenos, cubiertos de flores y de
varios hechizos a que se nos llama con mil lisonjeros atractivos de honras,
riquezas y placeres. De otra parte, se presentan lugares desiertos, montes
escabrosos y ardientes arenales, que ponen miedo y horror de solo verlos.
¡Cuán fácil
es atendida nuestra innata propensión a lo agradable, andarse por los caminos
deliciosos, y volver las espaldas a los arduos! Y sin embargo estos son, en boca de
la Verdad Eterna, los que guían a la vida, mientras que aquellos tienen por
remate la muerte en la sombría región del llanto sempiterno.
Tenedme,
pues, siempre de la mano, Santo Ángel conductor, y obligadme, aunque me cueste
la vida, a seguir siempre los que tienen por término la eterna vida.
—Y para más obligaros,
unido mi espíritu con las tres Jerarquías de los Ángeles, saludo a la
Sacrosanta e individua Trinidad con tres Padre Nuestro, tres Ave María y un
Gloria Patri.
—Pedir la gracia que se
desea recibir. Las Oraciones y los Gozos se dirán todos los días.
DÍA SÉPTIMO - 21 DE OCTUBRE
Por la Señal...
Acto de contrición.
CONSIDERACIÓN:
SAN RAFAEL, LIBERTADOR EN LOS PELIGROS.
De
ningún otro de los espíritus angélicos refiere la Sagrada Escritura tantas
particularidades y pormenores, como de San Rafael. La historia de Tobías no
parece también sino la historia de este bondadosísimo Arcángel. Allí pues se
descubre su sabiduría y prontitud en librar de los peligros al hijo de aquel
héroe.
Un
pez descomunal sale del fondo del rio Tigris, y va con furia a tragar a Tobías
mozo, mientras que este quería lavarse los pies. Asustado y atónito el joven
grita con alta voz al Arcángel: − «Señor, mirad que me acomete». − «No te asustes, le responde; antes bien
agárralo por la agalla, y échalo en la tierra». Así lo hizo impávido; y lo que al principio causó
susto y sobresalto, fue después origen de imponderables ventajas.
Con
no menos prevención libró al mismo, y a su esposa Sara, del inminente riesgo de
la crueldad del demonio, enseñándoles el medio con que precaverse de su furor,
y hacerse invulnerables a sus tiros.
Y
si pudiésemos abrir aquí los anales de la Iglesia, ¿no hallaríamos innumerables testigos del
pronto auxilio que experimentaron, invocando a San Rafael en sus peligros?
Acudamos,
pues, a él con viva fe y será nuestro fiel libertador de cuantos males pueden
amenazarnos.
—Medítese un poco y
pídase el favor que se desee alcanzar.
COLOQUIO
Con
tantas voces quisiera aquí llamaros, mi amado San Rafael, cuántos son los
innumerables peligros que me rodean. Peligros de salud, peligros de la fama,
peligros de los bienes de fortuna, peligros en la soledad, peligros en las
concurrencias y falsos hermanos, peligros en el mar, peligros en la tierra,
peligros de cuerpo y, lo que es más sensible y aún más frecuente, peligros del
espíritu.
¡Oh con
cuánta propiedad mostró Dios al gran San Antonio Abad este mundo como un campo
vastísimo, todo sembrado de lazos y peligros! ¿Qué vigilancia no se necesita para poner el pie en punto
seguro? ¿Qué astucia y valor, para no ser presa de nuestro adversario el
diablo, que como león bravo da con feroz rugido mil vueltas a nuestro rededor
para devorarnos? ¿Qué superioridad de espíritu, para no sucumbir a la fuerza
dominante de unas costumbres perversas, que tanto se han generalizado en
nuestros días con dispendio de la divina Ley?
Casi
cuanto vemos, cuanto oímos, cuanto gustamos, cuanto, en fin, está cerca de
nosotros, compromete nuestra seguridad, y pone en contingencia nuestra
salvación.
Vos,
pues, que tanto os distinguís en preservar de los peligros a los que os
invocan, sedme presente en mis apuros, protegedme, cubridme, salvadme y no me
desamparéis hasta ponerme en la excelsa región de la imperturbable seguridad.
—Y para más obligaros,
unido mi espíritu con las tres Jerarquías de los Ángeles, saludo a la
Sacrosanta e individua Trinidad con tres Padre Nuestro, tres Ave María y un
Gloria Patri.
—Pedir la gracia que se
desea recibir. Las Oraciones y los Gozos se dirán todos los días.
DÍA OCTAVO - 22 DE OCTUBRE
Por la Señal...
Acto de contrición.
CONSIDERACIÓN:
SAN RAFAEL, AUXILIO CIERTO EN LAS NECESIDADES.
También
mueve los deseos solícitos de San Rafael los socorros materiales que
necesitamos para pasar esta miserable vida, si lo que pedimos no es para
prodigarlo a la satisfacción de nuestras desordenadas pasiones, sino para el
decente sustento, socorro de los pobres y mayor gloria de Dios, entonces, con
más liberalidad atiende a nuestro auxilio.
Testigo
de esta verdad será en todos los siglos la casa de Tobías, para quien no sólo
fue Él mismo en persona a cobrar la considerable suma de diez talentos de
plata, que le adeudaba el buen Gabelo vecino de la ciudad de Ragés en Media;
más aún enriqueció su casa con la mitad del opulento patrimonio de Raquel, y
aún con todo el patrimonio entero, seguida la muerte de este virtuoso varón.
Esta
misma generosa providencia mostraría a los necesitados, si con los fines arriba
indicados, depositasen en Él toda su confianza, como lo han experimentado
diferentes, recurriendo a este tesoro del gran Rey con viva fe e inflamada
devoción.
Enciéndase,
pues, en nuestro pecho la viva llama de nuestro afecto y confianza; y desde
luego nos inundarán las efusiones de generosidad y bizarría, con que este
Arcángel de la conmiseración nos auxiliará en todas nuestras necesidades.
—Medítese un poco y
pídase el favor que se desee alcanzar.
COLOQUIO
Benéfico
y próvido San Rafael, pues que tantas pruebas de socorro habéis dado en todo
tiempo, a vuestra providencia me asilo para que me alcancéis todo cuanto me sea
menester para pasar en tranquila paz y decencia esta breve y fugitiva vida.
No
pretendo montañas de oro para fijar sobre su cumbre un trono a mi soberbia,
sino precisamente aquello que Vos, ilustrado con los rayos de la eterna luz,
sabéis que me conviene para mi manutención y otros fines de la Divina gloria.
Pero
los bienes, de que con más ahínco os suplico me proveáis, son los bienes del
alma en cuya comparación, según expresión del Sabio, la plata no es más que
lodo, el oro sino despreciable arena, y todas las riquezas no merecen otro
nombre que el de nada.
¿De qué me
serviría, que montes de oro precediesen mi carro triunfal, como al de Pompeyo;
si en remate quedase privado para siempre de las verdaderas riquezas, de que
hace magnifica ostentación el Rey inmortal de los siglos, en aquel brillante
Reino, que mide su duración con la eternidad?
¿Seré tan
loco como Esaú, que por un puñado de legumbres me venda tan rico patrimonio? No, no, Santo mío. Lo que primero
pido es el Reino de Dios y su justicia; y lo demás sólo por añadidura. Esto
espero de Vos.
—Y para más obligaros,
unido mi espíritu con las tres Jerarquías de los Ángeles, saludo a la
Sacrosanta e individua Trinidad con tres Padre Nuestro, tres Ave María y un
Gloria Patri.
—Pedir la gracia que se
desea recibir. Las Oraciones y los Gozos se dirán todos los días.
DÍA NOVENO - 23 DE OCTUBRE
Por la Señal...
Acto de contrición.
CONSIDERACIÓN:
SAN RAFAEL, MÉDICO DE NUESTRA SALUD.
Si
bien en todo género de urgencias se ha mostrado siempre San Rafael un dulce
amigo de los hombres; pero lo que más peculiarmente le distingue y caracteriza,
es el oficioso anhelo con que se interesa en curar nuestras enfermedades.
Su
nombre es ya su más completo elogio; pues Rafael significa «Medicina de Dios». ¿Qué enfermedad habrá tan renitente, que no ceda a tal medicina
y a tal medico? Cede
en efecto la ceguera de Tobías; cede la obsesión de Sara; cede la devorante
melancolía de Ana y Raquel; toda aflicción, en fin, toda dolencia cede.
Persuadida
la Iglesia Santa de esta verdad consoladora, invoca en las enfermedades de sus
hijos a este Ángel de la Piscina, como al único instrumento de que se vale Dios
en todas las curaciones milagrosas, como dicen los Santos Padres Gregorio y
Agustín.
La
ciudad de Córdoba con sólo acudir a este Medico celestial, y colocar su imagen
en el pináculo de su catedral, vio cesar repentinamente una peste asoladora,
que iba acabando con todos sus vecinos, sembrando por todo el llanto, el luto y
la orfandad.
¿Qué
beneficios no recibió de Él, aquel inmortal héroe de la caridad con los
enfermos San Juan de Dios, hasta verle con hábito de su orden servir y curar a
aquellos, y tenerle por su agonizante en la última hora de su vida? Acudamos pues a Él con viva fe, y
sanará nuestras enfermedades.
—Medítese un poco y
pídase el favor que se desee alcanzar.
COLOQUIO
Sapientísimo
Médico del Cielo y piadoso Príncipe San Rafael, ¡qué tiernos que son vuestros afectos, y
cuán fino y dulce vuestro amor, pues tanto interés tomáis en consolar y aliviar
a los afligidos dolientes, que yacen sobre el lecho de su dolor!
Ya
pues que tan tierno sois, y tan piadoso, a Vos pido y de Vos espero la salud de
cuerpo, para poder trabajar continuamente a gloria del Criador y bien de sus
hechuras. Pero ante todo os suplico miréis con ojo compasivo las innumerables
enfermedades de que adolece mi alma. ¡Oh qué campo tan ancho ofrecen estas a vuestra compasión
y humanidad!
La
hinchazón de la soberbia me tiene todo entumecido, la comezón de la codicia me
irrita; la maligna calentura de la lujuria me enciende, la inflamatoria ira me
agita; la sedienta gula me embrutece, el tétrico humor de la envidia me tiene
pálido y afilado, y la gota de la pereza me tiene del todo paralizado.
Tantos,
tan graves, y tan inveterados males sólo la medicina de Dios podrá curarlos.
Vos pues, a quien honra el Todopoderoso con tan interesante dictado,
enterneceos sobre tan horroroso cúmulo de males, curando las dolencias de
aquellos vicios capitales con los medicamentos de las virtudes opuestas.
Este
es el fruto especial que deseo alcanzar por vuestra mediación en esta Novena;
pues él sólo me asegura la salud eterna de la gloria.
—Y para más obligaros,
unido mi espíritu con las tres Jerarquías de los Ángeles, saludo a la
Sacrosanta e individua Trinidad con tres Padre Nuestro, tres Ave María y un Gloria
Patri.
—Pedir la gracia que se
desea recibir. Las Oraciones y los Gozos se dirán todos los días.
No hay comentarios:
Publicar un comentario