Traducción
de la Novena publicada en Roma por la imprenta de Vincenzo Poggioli en 1818,
con Imprimátur por el Ilmo. Sr. D. Cándido María Frattini, arzobispo titular de
Filipos y vicegerente de la Diócesis de Roma, y por el P. Fray Filippo Anfossi
OP, Maestro del Sagrado Palacio Apostólico.
COMENZAMOS: 24 de julio.
FINALIZAMOS: 1º de agosto.
FESTIVIDAD: 2 de agosto.
NOVENA EN
HONOR A SAN ALFONSO MARÍA DE LIGORIO
Por
la señal ✠ de la Santa Cruz, de nuestros ✠ enemigos,
líbranos
Señor
✠
Dios nuestro. En el nombre del Padre, y del Hijo ✠,
y del Espíritu
Santo. Amén.
℣.
Oh Dios, venid en mi auxilio.
℟.
Señor, apresuraos a socorrerme.
℣.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
℟.
Como era en el principio, ahora y siempre, y por
todos los siglos de los siglos. Amén.
ORACIÓN
Os suplicamos, Señor, que por la virtud del Espíritu Santo purifiquéis clemente nuestros corazones y nos protejáis de toda adversidad. Por Jesucristo, nuestro Señor. Amén.
Nos
alegramos con vos, ¡oh San Alfonso María!, y
bendecimos a Jesucristo por tanto amor que ardió en vuestro corazón hacia
nuestra Santa Fe Católica y Apostólica Romana, que es la fuente y raíz de todos
los bienes de las almas, el principio de nuestra eterna salud y el primer nudo
que une el corazón de los Cristianos con Dios, sin el cual es imposible
agradarle, darle gusto y salvarnos. Esta Fe fue en vos verdaderamente heroica y
admirable en tal modo que no solo cautivasteis vuestro intelecto en obsequio de
todas las verdades reveladas, deseando eficazmente sellarlas todas y cada una
con la propia sangre, sino que ardisteis siempre en un verdadero deseo de
imprimirlas en todos los corazones de los hombres escribiendo tantas obras para
defenderla de las calumnias de los Sectarios, y afirmarla en los corazones
vacilantes, y nunca cesasteis por toda vuestra larga vida de escribir tantas
bellas obras de piedad que son como sus más fuertes reparos y sustento. ¡Oh Santo protector
nuestro!, por vuestros méritos y por el amor que
tuvisteis y tenéis a Jesús y María, y por el compromiso que tuvisteis y tenéis
de ver dilatada y aumentada esta misma Fe, obtenednos a todos nosotros este
gran don de creer firmemente todas las verdades reveladas, y que como tales nos
enseña nuestra Santa Madre Iglesia; de hacerlas la norma y regla de nuestros
pensamientos, deseos, afectos y operaciones, prontos más a perderlo todo, e
incluso la vida misma, antes que faltar a cualquiera de estas verdades, a fin
que como vos, y a vuestra imitación podamos devenir grandes en la Santa Fe y
para siempre salvarnos.
—Padre
nuestro, Ave María y Gloria.
Aquella
llama dulce y pura que a todas horas en ti ardía, en nuestro corazón, ¡oh Alfonso María!, obtenédnosla
de Jesús.
ORACIÓN PARA TODOS LOS
DÍAS
¡Oh glorioso San Alfonso María,
nuevo pero poderoso abogado nuestro que con tanto
celo y caridad procurasteis aquí en la tierra la santificación de todo el mundo
y la conversión de los pecadores y de los errantes! Ahora que gozáis en
el Cielo el premio de vuestras apostólicas fatigas donde vuestra caridad es
perfecta y consumada, acoged piadoso las súplicas y ruegos que nosotros
vuestros devotos, aunque indignos, os presentamos, y obtenednos
de Dios por los méritos de nuestro Señor Jesucristo, y por intercesión de la
Santísima Virgen Inmaculada María un general arrepentimiento y perdón de todos
nuestros pecados cometidos, un firme propósito de nunca más cometerlos, la
reforma de nuestras costumbres, un desapego de todos los bienes de este falaz
mundo, y un vivo deseo de los bienes eternos. Obtenednos un amor tierno y
filial hacia Dios y la caridad fraterna hacia nuestro prójimo. Obtenednos una
especial devoción hacia el Augustísimo Sacramento del Altar, y la gracia de
recibirlo por Viático antes de morir. Obtenednos un gran amor a Jesucristo, a
su dolorosísima Pasión y desoladísima muerte; e impetradnos una filial
confianza en su gran Madre María Virgen, siempre pura e inmaculada. Y
finalmente obtenednos el gran don de la santa Perseverancia, a fin que viviendo
como vos enamorados de Jesús y María, tengamos la suerte de morir como vos
asistidos por María y por Jesús, y repitiendo siempre sus Santísimos nombres, y
diciendo: «Jesús y María,
ayudadnos; María y Jesús defendednos; Jesús y María, salvadnos», para
así llegar después de la muerte a la posesión de aquella felicidad que vos
ahora gozáis y gozaréis en el Cielo por toda la eternidad, y con vos alabar,
bendecir, agradecer y amar a Dios, Jesús y María por todos los siglos de los
siglos. Amén.
GOZOS
Ejemplar
de perfección,
De
toda virtud modelo:
Sed en
todo desconsuelo,
Alfonso,
nuestro patrón.
De
Ligorio en noble cuna
Fue
Nápoles vuestro oriente,
Que
en vos nobleza eminente
Con
la santidad se aduna:
De
la gracia en posesión
Entráis
luego que del suelo.
Sed en
todo desconsuelo,
Alfonso,
nuestro patrón.
Jesús,
María dijeron
A
no tardar vuestros labios,
Que
nunca en ellos resabios
De
otro lenguaje cupieron:
A
Dios diste el corazón
Desde
niño sin recelo.
Sed en
todo desconsuelo,
Alfonso,
nuestro patrón.
Aunque
como ángel voláis
De
la virtud a la altura,
Cilicios
a la cintura
Con
rigor os aplicáis:
Alas
vuestro corazón
Tiene
para tanto vuelo.
Sed en
todo desconsuelo,
Alfonso,
nuestro patrón.
De
Gonzaga imitador
Fuisteis, ¡oh gran
penitente!,
Y
no menos inocente,
¡Oh fiel
víctima de amor!
A
María con fervor
Amasteis
y con desvelo.
Sed en
todo desconsuelo,
Alfonso,
nuestro patrón.
El
don precioso obtuvisteis
De
la santa castidad,
Y
de cualquier liviandad
A
la menor sombra huisteis:
Con
todo en la confesión.
¡Oh qué
amargura y duelo!
Sed en
todo desconsuelo,
Alfonso,
nuestro patrón.
De
Ángeles por el sustento
Anhelabais
fervoroso;
Lo
recibíais gozoso
Con
indecible contento:
Ardía
vuestro corazón
Hecho
un Etna o Mongibelo.
Sed en
todo desconsuelo,
Alfonso,
nuestro patrón.
En
las ciencias Querubín
Os
mostrasteis estudiando,
Y
al Dios de amor contemplando,
Erais
como un Serafín:
Toma
el cielo por blasón
Que
moráis mucho en el suelo.
Sed en
todo desconsuelo,
Alfonso,
nuestro patrón.
De
sacerdotes espejo
Para
que fueseis un día,
Renunciáis
la abogacía
Con
muy prudente consejo:
Deseabais
la religión
Con
ansia, afán y anhelo.
Sed en
todo desconsuelo,
Alfonso,
nuestro patrón.
Con
angélico recato
En
el siglo retirado,
Con
vuestro Señor amado
Era
siempre vuestro trato:
Erais
de santa oración
A
los jóvenes modelo,
Sed en
todo desconsuelo,
Alfonso,
nuestro patrón.
De
una nueva religión
Dios
os quiso fundador,
Que
del pobre con fervor
Cuidase
la salvación:
Desempeñáis
la misión
Con
el más ferviente celo.
Sed en
todo desconsuelo,
Alfonso,
nuestro patrón.
Entre
sabios eminentes
Justo
lugar ocupasteis;
Huir
a todos enseñasteis
De
las ciencias pestilentes:
Practicabais
con tesón
Lo
que enseñabais con celo.
Sed en
todo desconsuelo,
Alfonso,
nuestro patrón.
Al
sagrado tribunal
Asistíais
con frecuencia;
Librabais
con vuestra ciencia
Al
pecador de su mal:
Al
puerto de salvación
Lo
llevabais con desvelo.
Sed en
todo desconsuelo,
Alfonso,
nuestro patrón.
Las
esposas del Señor
Llamaron
vuestra atención;
La
senda de perfección
Las
trazasteis con fervor:
¡Qué señal
de salvación
Caminarla
con anhelo!
Sed
en todo desconsuelo,
Alfonso,
nuestro patrón.
De
obispos por fiel dechado
El
Señor os escogió,
Y
de gracias os lleno
Para
ser muy buen prelado:
Muchos
llevó a salvación
Vuestro
pastoral desvelo.
Sed en
todo desconsuelo,
Alfonso,
nuestro patrón.
Un
tránsito glorioso
Terminó
en fin vuestra vida;
La
corona a vos debida
Os
dio el Señor bondadoso:
Con
eterna consolación
De
ella gozáis en el cielo.
Sed en
todo desconsuelo,
Alfonso,
nuestro patrón.
Ejemplar
de perfección,
De
toda virtud modelo:
Sed en
todo desconsuelo,
Alfonso,
nuestro patrón.
℣.
Rogad por nosotros, San Alfonso María.
℟.
Para que seamos dignos de las promesas de Cristo.
ORACIÓN
Oh Dios, que, por vuestro Confesor y Pontífice San
Alfonso María, encendido en celo por las almas, concediste fecundidad a tu
Iglesia con una nueva familia, os suplicamos, que enseñados
por sus saludables advertencias y confirmados por sus ejemplos, merezcamos
llegar felizmente a Vos. Por Jesucristo, nuestro Señor. Amén.
En el
nombre del Padre, y del Hijo ✠, y del Espíritu Santo. Amén.
DÍA SEGUNDO – 25 DE
JULIO
Por
la señal…
Acto
de contrición.
Nos alegramos con vos, ¡oh San Alfonso María!, y bendecimos a Jesucristo
por tanto amor que ardió en vuestro corazón hacia el misterio de su divina
Encarnación. Sabiendo voz que la vida eterna es la de conocer a Dios y a su
mismo Verbo encarnado, esto es, Jesucristo, os ocupasteis enteramente en la meditación
y contemplación de este Verbo hecho hombre por nosotros, y en crecer siempre en
este conocimiento. Para llegar a tanto, ora meditabais su dignación en quererse
encarnar en el seno purísimo de la Virgen María, repitiendo con estupor y
afecto «Verbum caro factum est», el Verbo
del Señor se hizo hombre por nosotros; ora meditando en su nacimiento en un
establo de viles animales, su manifestación a los Santos Pastores y a los
Magos; ora su sagrada infancia: ora su penosísima vida y su dolorosísima muerte,
y con la prensa de hacer meditar a los fieles este inexplicable e incomprensible
misterio, que por nosotros los hombres un Dios bajó del Cielo y por nuestra
salvación se hizo hombre: «propter nos hómines, et
propter nostram salútem descéndit de Cœlis, et homo factus est», para
hacer que todo el mundo lo considerase para conocerlo y correspondiese con
afectuosa gratitud al gran beneficio de un Dios hecho hombre para salvar a los
hombres. ¡Oh Santo protector nuestro!, por
vuestros méritos y por el amor que tuvisteis al mismo Jesús y a su amantísima
Madre María, y obtenednos también el conocimiento de tan grande Misterio de la
Encarnación, Vida, Pasión y Muerte del Divino Redentor, para que podamos con el
Apóstol decir sinceramente que Jesús es nuestra vida, y morir por Jesús es
nuestra ganancia.
—Padre nuestro, Ave María y Gloria. La Jaculatoria, la Oración y los Gozos se dirán todos los días.
DÍA TERCERO – 26 DE JULIO
Por
la señal…
Acto
de contrición.
Nos
alegramos con vos, ¡oh San Alfonso María!, y
bendecimos a Jesucristo por tanto amor que ardió en vuestro corazón hacia el
gran Misterio de la Eucaristía, llamado por excelencia Mystérium
Fídei, misterio de Fe, porque en él el humano intelecto, apoyado en la
sola palabra de Jesucristo, como infaliblemente entiende y propone la Santa
Iglesia, cree al Hombre-Dios velado y
escondido bajo materiales accidentes, y desprecia cualquier operación de los
sentidos. En la Fe de este divino Misterio vos os destacasteis desde los
primeros años de vuestra vida, y creció con los años, no contento del fuego de
caridad que experimentabais en vuestro corazón por Jesús Sacramentado
buscasteis expandir las llamas de vuestro amor en los corazones de todos,
dictando a los fieles la norma de cómo visitarlo devotamente cada día, y
recibirlo devotamente y con fruto. Por vos fue mantenida, aumentada y defendida
la Comunión frecuente contra los ladrones que buscaban arrancarla. ¡Oh Santo protector nuestro!, por
vuestros méritos y por el amor que tuvisteis a Jesús Sacramentado y a su dulce
Madre María, obtenednos también de hoy en adelante, por lo menos, un amor
tierno, filial y constante al Santísimo Sacramento del Altar, para que siempre
deseemos siempre que estemos presentes en alguna iglesia, lo visitemos
frecuentemente expuesto en los altares o encerrado en las Custodias; lo
recibamos con frecuencia con devoción y fruto, y tengamos después la suerte de
recibirlo como viático antes de morir; y nos conduzca al Reino de la felicidad
eterna.
—Padre nuestro, Ave María y Gloria. La Jaculatoria, la Oración y los Gozos se dirán todos los días.
DÍA CUARTO – 27 DE JULIO
Por
la señal…
Acto
de contrición.
Nos alegramos con vos, ¡oh San Alfonso María!, y bendecimos a Jesucristo
por tanto amor que ardió en vuestro corazón hacia su gran Madre María
Santísima. Jesús y María, Hijo y Madre, están tan unidos e inseparables, que
necesariamente quien ama a Jesús debe amar a María, y quien ama al Hijo debe
amar a la Madre. Os señalasteis por esto en esta bella, dulce y segura
devoción. Teníais el Santísimo nombre de María esculpido en el corazón, en la
muerte y la lengua. Todas las prácticas de piedad usadas por los fieles para
honrarla, fueron las vuestras. Vuestros discursos familiares, vuestras
prédicas, y cualquier otra exhortación privada o pública, todas comenzaban y
terminaban con María. Nunca visitasteis al Hijo sin visitar a la Madre. No
sabías hablar ni escribir si no comenzabais con los nombres santísimos de Jesús
y de María. Hijo aficionadísimo de esta divina Madre, no tan fácilmente se vio
en la Iglesia de Dios, y constantemente la amasteis desde vuestros más tiernos
años hasta la muerte. ¡Oh Santo protector nuestro!, por
vuestros méritos y por el amor que tuvisteis a tan amable Madre, y por el
compromiso que con la voz y los escritos siempre tuvisteis de hacerla conocer,
venerar y amar por todos, obtenednos un grandísimo amor a María, un santo
empeño en honrarla e imitar sus virtudes, un celo ardiente de hacerla conocer,
honrar y amar de todos, a fin de que viviendo como vos enamorados de María,
podamos como vos tener la suerte de ser visitados de María en nuestra agonía, y
de estar a sus pies y bajo su patrocinio junto con vos por toda la eternidad en
el Cielo..
—Padre nuestro, Ave María y Gloria. La Jaculatoria, la Oración y los Gozos se dirán todos los días.
DÍA QUINTO – 28 DE JULIO
Por
la señal…
Acto
de contrición.
Nos alegramos con vos, ¡oh San Alfonso María!, y bendecimos a Jesucristo
por aquella viva Esperanza que en Él concibió vuestro corazón. La Esperanza
cristiana es el segundo nudo que estrecha el alma con Dios. Lleno vos de esta
segunda Virtud teologal, veíais a Dios como el único objeto de vuestro corazón,
y confiado en sus infalibles promesas, y en la fuerza y virtud de la Gracia, lo
considerabais como vuestro. Esto os alentó a renunciar al mundo y a cuanto
podía prometeros de grande y de bello; esto os hizo resolver a abandonar a
vuestro tierno padre y vuestra amorosa madre para buscar solo a Jesucristo
crucificado en el estado Eclesiástico; esto os hizo resistir a todos los
atractivos del sentido y todas las contradicciones de la carne y de la sangre;
esto os hizo fuerte en tantas contradicciones y contrariedades que se opusieron
a la resolución tomada de consagraros todo a Dios. Fijos continuamente vuestros
ojos al Cielo, no anhelasteis otra cosa que Dios y el Paraíso. El arduo y nuevo
voto de no perder nuca tiempo fue para ocuparlo todo para Jesucristo y para su
gloria, para acrecentar la cual fundasteis vuestra Congregación bajo el título
del Santísimo Redentor toda compuesta de operarios que cultivasen la Viña del
Señor instruyendo a los más ignorantes de las campiñas, castillos, villas,
cabañas y campos rurales más privados de socorros espirituales, y con Misiones
y con Catecismos, y con otros ejercicios espirituales para conocer a Dios,
Jesucristo y María Santísima, a fin que los amasen de corazón. Esta esperanza
os sirvió siempre de fuerte escudo para vencer y superar todas las
contrariedades y oposiciones del siglo y del Infierno que se desataron y
armaron contra la Congregación y de su Fundador, entre las cuales nunca os
desanimasteis, sino que repetíais siempre: In Te,
Dómine, sperávi, non confúndar in ætérnum, en
Vos, Señor, he esperado, nunca seré confundido. ¡Oh
Santo protector nuestro!, por vuestros méritos y por
la gloria del Señor obtenednos de Dios por los méritos de Jesús y de María esta
bella virtud de esperar y confiar siempre en la Sangre de Jesucristo, y en la
intercesión de María su Madre, a fin que uniformando nuestra vida a vuestra
virtuosísima vida, vivamos continuamente en el costado de Jesús y bajo la
protección de la Virgen Santa para así expirar en el punto de la muerte y llegar
un día con vos a gozarlo, amarlo, alabarlo y bendecirle por todos los siglos de
los siglos en el Cielo.
—Padre nuestro, Ave María y Gloria. La Jaculatoria, la Oración y los Gozos se dirán todos los días.
DÍA SEXTO – 29 DE JULIO
Por
la señal…
Acto
de contrición.
Nos alegramos con vos, ¡oh San Alfonso María!, y bendecimos a Jesucristo
por tanto amor que ardió en vuestro corazón hacia el hacia el Sumo Bien.
Sabiendo vos muy bien que la Reina de todas las virtudes es la Caridad, que
ella hace el alma querida por Dios y bella a sus ojos; que ella hace el hombre santo
y perfecto, por lo que el Apóstol de las gentes la llamó Vínculum perfectiónis (vínculo
de perfección), no tuvisteis otro pensamiento, o fue el primero entre
todos vuestros santos pensamientos, de conservaros siempre puro y casto ante
Dios, de amarlo y crecer siempre en su divino amor. Exactísimo observador de la
Ley, nunca manchasteis gravemente el vestido cándido recibido en el Santo
Bautismo, mucho menos en las culpas ligeras, que empalidecíais a la sombra o
nombre del pecado. Comprometido en conservar fiel a vuestro corazón a Dios,
vigilasteis siempre sobre vos mismo, custodiando los sentidos de vuestro
cuerpo, mortificando y flagelando ásperamente vuestra carne, y haciendo
continua guerra y resistencia a sus pasiones, quedando en nosotros hasta la muerte
por nuestra ventaja espiritual. Dios estuvo siempre en vuestro corazón, en
vuestra mente y en vuestra lengua esforzándoos continuamente en amarlo según
toda la extensión del divino mandato con todo el corazón, con todas las
fuerzas, con toda el alma. De este encendido amor nació en vos aquel celo
ardiente de buscar sin límite la gloria del Señor por el cual nunca disteis
reposo a vuestro cuerpo, pero noche y día todo inmerso en los asuntos de Dios
compusisteis tantos libros devotos fáciles y adaptados a todos y para todos. ¡Cuánto nos sonrojamos de estar aquí ante vos! ¡Cuán
disímil es nuestra vida! Vos todo de Dios por toda vuestra larga vida,
vos inocente, pero mortificado y penitente. Y nosotros, ¿y nosotros? ¡Oh Santo protector
nuestro!, por vuestros méritos y por el amor que
tuvisteis a vuestro Dios y nuestro Dios, obtenednos por la Sangre de Jesús, y
con la intercesión de María la gracia de un verdadero cambio de vida, una
verdadera contrición de todas nuestras culpas cometidas, que de todo corazón
detestamos, resueltos a morir antes que nuevamente cometerlas; y obtenednos el
espíritu de penitencia y mortificación continua, y sobre todo obtenednos un
verdadero, grande, fuerte y confiado amor a Dios, a fin de que amándolo aquí en
la tierra en los años que nos queden de vida, podamos con vos amarlo
eternamente en el Cielo.
—Padre nuestro, Ave María y Gloria. La Jaculatoria, la Oración y los Gozos se dirán todos los días.
DÍA SÉPTIMO – 30 DE JULIO
Por
la señal…
Acto
de contrición.
Nos
alegramos con vos, ¡oh San Alfonso María!, y
bendecimos a Jesucristo por tanto amor que ardió en vuestro corazón en favor de
vuestros prójimos tanto respecto al alma como al cuerpo. Persuadido vos que el
amor a Dios no puede separarse del mandato de amar al prójimo por Dios, y que
el uno no puede amarse sin el otro, siendo una y la misma la raíz de la caridad
que produce estos amores: Dios por Dios, y el prójimo por Dios, y como desde
vuestros primeros años ardió vuestro corazón por Dios, así también ardió por
vuestro prójimo, y como de día en día crecía aquel fuego por Dios, así
diariamente se aumentaban las llamas por el prójimo. Este fuego y esta llama
produjeron en vos la sed ardiente de la salvación de las almas que asiduo os
hizo bien para enseñar a los niños los primeros rudimentos de nuestra Santa Fe
y embeberlos de las máximas de la cristiana piedad, bien para recorrer
ciudades, aldeas, caseríos, bosques y campos para instruir con las Santas
Misiones a la gente más abandonada y ruda con prédicas, instrucciones y otros
ejercicios espirituales. Hecho todo a todos y por todos, buscasteis dar la vida
por todos, no excusasteis medio intentado, ni omitisteis industria para alejar
los vicios de las gentes, e introducir en ellos la verdadera y sólida piedad.
Todos, todos, grandes y pequeños, hombres y mujeres, pobres y ricos, nobles y
plebeyos, de buenas o malas costumbres, libres o encarcelados, seglares y
eclesiásticos, religiosos y monjas, seminaristas, ordenandos y sacerdotes,
confesores y párrocos, obispos y soberanos, enfermos y moribundos, y hasta los
condenados a muerte, herejes, cismáticos, gentiles, protestantes, turcos y
judíos, todos, todos fueron el objeto de vuestro amor, todos encontraron en
vuestro corazón no solo cuanto al espíritu, sino en todas sus necesidades
temporales. Para esto instituisteis vuestra Congregación, a fin que así también
después de vuestra muerte prosiguiese en vuestros discípulos vuestro espíritu
de caridad ante los prójimos. ¡Oh Santo protector
nuestro, verdadero Pastor de las almas, verdadero Padre de los pobres, Consolador
de los afligidos, Alivio de los necesitados, Abogado de los huérfanos, Defensor
de los pupilos y de las pobres viudas!, por
vuestros méritos y por vuestra gran caridad que tuvisteis en la tierra y que
ahora poseéis más perfecta y consumada en el Cielo, mirad a nosotros vuestros
ojos piadosos, mirad nuestra pobreza de espíritu y enriquecednos con vuestra
intercesión de gracias, mirad nuestras aflicciones y consoladnos, ved nuestras
necesidades y aliviadnos. Sed nuestro abogado, y defended nuestras causas ante
Dios que somos huérfanos y pupilos lejanos, o privados de padre por los pecados
cometidos. Reconciliadnos con Jesús nuestro Padre, obteniéndonos un verdadero
arrepentimiento y cambio de vida desde este punto hasta la muerte.
—Padre nuestro, Ave María y Gloria. La Jaculatoria, la Oración y los Gozos se dirán todos los días.
DÍA OCTAVO – 31 DE JULIO
Por
la señal…
Acto
de contrición.
Nos alegramos con vos, ¡oh San Alfonso María!, y bendecimos a Jesucristo
por tanto amor que ardió en vuestro corazón por la santa pureza. El amor
ardiente por Jesús que es el Lirio de los valles y por María Virgen y Madre
siempre purísima, y el empeño que alimentasteis siempre de querer imitar, produciendo
en vuestro corazón aquel inexplicable afecto a la santa pureza de mente, de
espíritu, de corazón y cuerpo, que por todos os hizo estimar ángel encarnado, y
os hizo conservar inmaculada la bautismal inocencia. Oír solo una palabra sucia
de un joven caballero cercano a vos, bastó para haceros sonrojar fuertemente
vuestro rostro y llenaros de santo celo contra quien la había proferido; bastó
para dejar interrumpida la lícita diversión infantil, abandonar la comitiva de
los jóvenes compañeros con los cuales os criasteis en la villa, y a haceros
retirar lejos de la vista de todos a desahogar vuestros dolores ante la imagen
de la virgen que desde vuestros primeros años portabais siempre con vos y ante
la cual fuisteis encontrado sin daros cuenta estático y fuera de sentido por
quien os buscabais y con alta voz os llamaba. Pronto se sorprendieron aquellos
jóvenes, y enmudecieron a tal espectáculo; así nos sonrojamos y avergonzamos de
hallarnos en esta iglesia delante de vos, lirio purísimo. ¡Oh Dios!, ¡y cuánto nuestra vida pasada fue disímil de la
vuestra! Mas el mal ya está hecho, y por eso recurrimos a vos por el
oportuno remedio. Por vuestros méritos, ¡oh Santo
protector nuestro!, y por el amor que tuvisteis y tenéis a
Jesús y María y la santa pureza, obtenednos, de hoy adelante, un espíritu recto
y un corazón puro ante Dios y los hombres, un amor grande a la santa pureza de
mente, de corazón y de cuerpo, mientras nosotros, de todo corazón y con
lágrimas en los ojos detestamos todas nuestras impurezas cometidas porque
ofendimos a un Dios sumo e infinito bien, y os prometemos en la vida que Dios
se digne concedernos, breve o larga, vivir puros y limpios de toda falta grave,
a fin que viviendo así pura y limpiamente, podamos exhalar en vuestras manos
nuestra alma, para poderla así presentar ante el Cordero sin mancha, e
introducirla en el Reino, donde nada inmundo entra.
—Padre nuestro, Ave María y Gloria. La Jaculatoria, la Oración y los Gozos se dirán todos los días.
Por
la señal…
Acto
de contrición.
Nos alegramos finalmente con vos, ¡oh San Alfonso María!, y bendecimos a Jesucristo
y la Virgen Santa, por todas las gracias que hicisteis, y obtuvisteis en todo
el tiempo de vuestra larga vida por más de noventa años, y especialmente de la
gracia de la perseverancia final. A una vida tan perfecta y santa correspondió
la muerte preciosa en la divina presencia, y la última enfermedad fue un
ejercicio ininterrumpido de todas las virtudes. Cesaron entonces en vos las
angustias de espíritu, se desvanecieron los escrúpulos con cualquier otra
agitación de mente que por tantos años os habían tenido afligido y angustiado.
Buscasteis diariamente la Sagrada Comunión, y quisisteis el Santísimo Viático
repitiendo con ansia: «Venid a mí, Jesucristo:
venid a mí, Jesucristo», y viendo que el sacerdote demoraba,
replicasteis lleno de santa impaciencia: «¿Cuándo
vendrá Jesucristo? ¿Cuándo vendrá Jesucristo?». Al ver entrar al sagrado
ministro con el Divino Sacramento a vuestra cámara, exclamasteis con gran
alegría; «Venid, venid, Jesús mío», y lo
recibisteis con afecto, religión y devoción. El crucificado Señor y la imagen
de la Santísima Virgen formaron vuestras delicias y toda vuestra consolación en
la hora de vuestra bienaventurada agonía, y prorrumpisteis en celestial agonía
antes de expirar al solo mirarlo ¡Oh Santo protector
nuestro!, obtenednos de Dios por vuestros méritos
y de Jesús y de María, la gracia de uniformar, de hoy adelante, nuestra vida a
la vuestra, y todas las gracias necesarias para vivir como vivisteis vos.
Obtenednos la santa perseverancia final, la gracia de recibir frecuentemente en
vida los Santos Sacramentos, y de recibir antes de morir el Santísimo Viático,
para que sea semejante nuestra muerte a la vuestra, para ser después parte de
la felicidad que gozáis y gozaréis eternamente para así alabar, agradecer,
bendecir y amar a Dios, Jesucristo y María Santísima con todos los Ángeles y
Santos en el Cielo por todos los siglos de los siglos.
Amén.
Así esperamos y así sea.
—Padre
nuestro, Ave María y Gloria. La Jaculatoria, la Oración y los Gozos se dirán
todos los días.
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