domingo, 3 de agosto de 2025

NOVENA EN HONOR A SAN ALFONSO MARÍA DE LIGORIO.

 


Traducción de la Novena publicada en Roma por la imprenta de Vincenzo Poggioli en 1818, con Imprimátur por el Ilmo. Sr. D. Cándido María Frattini, arzobispo titular de Filipos y vicegerente de la Diócesis de Roma, y por el P. Fray Filippo Anfossi OP, Maestro del Sagrado Palacio Apostólico.

 

COMENZAMOS: 24 de julio.

FINALIZAMOS: 1º de agosto.

FESTIVIDAD: 2 de agosto.

 

NOVENA EN HONOR A SAN ALFONSO MARÍA DE LIGORIO

   

 

Por la señal de la Santa Cruz, de nuestros enemigos, líbranos Señor Dios nuestro. En el nombre del Padre, y del Hijo , y del Espíritu Santo. Amén.

 

. Oh Dios, venid en mi auxilio.

. Señor, apresuraos a socorrerme.

. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.

. Como era en el principio, ahora y siempre, y por todos los siglos de los siglos. Amén.

  

ORACIÓN


   Os suplicamos, Señor, que por la virtud del Espíritu Santo purifiquéis clemente nuestros corazones y nos protejáis de toda adversidad. Por Jesucristo, nuestro Señor. Amén.

DÍA PRIMERO – 24 DE JULIO

 

   Nos alegramos con vos, ¡oh San Alfonso María!, y bendecimos a Jesucristo por tanto amor que ardió en vuestro corazón hacia nuestra Santa Fe Católica y Apostólica Romana, que es la fuente y raíz de todos los bienes de las almas, el principio de nuestra eterna salud y el primer nudo que une el corazón de los Cristianos con Dios, sin el cual es imposible agradarle, darle gusto y salvarnos. Esta Fe fue en vos verdaderamente heroica y admirable en tal modo que no solo cautivasteis vuestro intelecto en obsequio de todas las verdades reveladas, deseando eficazmente sellarlas todas y cada una con la propia sangre, sino que ardisteis siempre en un verdadero deseo de imprimirlas en todos los corazones de los hombres escribiendo tantas obras para defenderla de las calumnias de los Sectarios, y afirmarla en los corazones vacilantes, y nunca cesasteis por toda vuestra larga vida de escribir tantas bellas obras de piedad que son como sus más fuertes reparos y sustento. ¡Oh Santo protector nuestro!, por vuestros méritos y por el amor que tuvisteis y tenéis a Jesús y María, y por el compromiso que tuvisteis y tenéis de ver dilatada y aumentada esta misma Fe, obtenednos a todos nosotros este gran don de creer firmemente todas las verdades reveladas, y que como tales nos enseña nuestra Santa Madre Iglesia; de hacerlas la norma y regla de nuestros pensamientos, deseos, afectos y operaciones, prontos más a perderlo todo, e incluso la vida misma, antes que faltar a cualquiera de estas verdades, a fin que como vos, y a vuestra imitación podamos devenir grandes en la Santa Fe y para siempre salvarnos.

 

—Padre nuestro, Ave María y Gloria.

  

Aquella llama dulce y pura que a todas horas en ti ardía, en nuestro corazón, ¡oh Alfonso María!, obtenédnosla de Jesús.

  

ORACIÓN PARA TODOS LOS DÍAS


   ¡Oh glorioso San Alfonso María, nuevo pero poderoso abogado nuestro que con tanto celo y caridad procurasteis aquí en la tierra la santificación de todo el mundo y la conversión de los pecadores y de los errantes! Ahora que gozáis en el Cielo el premio de vuestras apostólicas fatigas donde vuestra caridad es perfecta y consumada, acoged piadoso las súplicas y ruegos que nosotros vuestros devotos, aunque indignos, os presentamos, y obtenednos de Dios por los méritos de nuestro Señor Jesucristo, y por intercesión de la Santísima Virgen Inmaculada María un general arrepentimiento y perdón de todos nuestros pecados cometidos, un firme propósito de nunca más cometerlos, la reforma de nuestras costumbres, un desapego de todos los bienes de este falaz mundo, y un vivo deseo de los bienes eternos. Obtenednos un amor tierno y filial hacia Dios y la caridad fraterna hacia nuestro prójimo. Obtenednos una especial devoción hacia el Augustísimo Sacramento del Altar, y la gracia de recibirlo por Viático antes de morir. Obtenednos un gran amor a Jesucristo, a su dolorosísima Pasión y desoladísima muerte; e impetradnos una filial confianza en su gran Madre María Virgen, siempre pura e inmaculada. Y finalmente obtenednos el gran don de la santa Perseverancia, a fin que viviendo como vos enamorados de Jesús y María, tengamos la suerte de morir como vos asistidos por María y por Jesús, y repitiendo siempre sus Santísimos nombres, y diciendo: «Jesús y María, ayudadnos; María y Jesús defendednos; Jesús y María, salvadnos», para así llegar después de la muerte a la posesión de aquella felicidad que vos ahora gozáis y gozaréis en el Cielo por toda la eternidad, y con vos alabar, bendecir, agradecer y amar a Dios, Jesús y María por todos los siglos de los siglos. Amén.

  

GOZOS

    

Ejemplar de perfección,

De toda virtud modelo:

Sed en todo desconsuelo,

Alfonso, nuestro patrón.

   

De Ligorio en noble cuna

Fue Nápoles vuestro oriente,

Que en vos nobleza eminente

Con la santidad se aduna:

De la gracia en posesión

Entráis luego que del suelo.

Sed en todo desconsuelo,

Alfonso, nuestro patrón.

   

Jesús, María dijeron

A no tardar vuestros labios,

Que nunca en ellos resabios

De otro lenguaje cupieron:

A Dios diste el corazón

Desde niño sin recelo.

Sed en todo desconsuelo,

Alfonso, nuestro patrón.

   

Aunque como ángel voláis

De la virtud a la altura,

Cilicios a la cintura

Con rigor os aplicáis:

Alas vuestro corazón

Tiene para tanto vuelo.

Sed en todo desconsuelo,

Alfonso, nuestro patrón.

     

De Gonzaga imitador

Fuisteis, ¡oh gran penitente!,

Y no menos inocente,

¡Oh fiel víctima de amor!

A María con fervor

Amasteis y con desvelo.

Sed en todo desconsuelo,

Alfonso, nuestro patrón.

     

El don precioso obtuvisteis

De la santa castidad,

Y de cualquier liviandad

A la menor sombra huisteis:

Con todo en la confesión.

¡Oh qué amargura y duelo!

Sed en todo desconsuelo,

Alfonso, nuestro patrón.

     

De Ángeles por el sustento

Anhelabais fervoroso;

Lo recibíais gozoso

Con indecible contento:

Ardía vuestro corazón

Hecho un Etna o Mongibelo.

Sed en todo desconsuelo,

Alfonso, nuestro patrón.

     

En las ciencias Querubín

Os mostrasteis estudiando,

Y al Dios de amor contemplando,

Erais como un Serafín:

Toma el cielo por blasón

Que moráis mucho en el suelo.

Sed en todo desconsuelo,

Alfonso, nuestro patrón.

   

De sacerdotes espejo

Para que fueseis un día,

Renunciáis la abogacía

Con muy prudente consejo:

Deseabais la religión

Con ansia, afán y anhelo.

Sed en todo desconsuelo,

Alfonso, nuestro patrón.

     

Con angélico recato

En el siglo retirado,

Con vuestro Señor amado

Era siempre vuestro trato:

Erais de santa oración

A los jóvenes modelo,

Sed en todo desconsuelo,

Alfonso, nuestro patrón.

   

De una nueva religión

Dios os quiso fundador,

Que del pobre con fervor

Cuidase la salvación:

Desempeñáis la misión

Con el más ferviente celo.

Sed en todo desconsuelo,

Alfonso, nuestro patrón.

     

Entre sabios eminentes

Justo lugar ocupasteis;

Huir a todos enseñasteis

De las ciencias pestilentes:

Practicabais con tesón

Lo que enseñabais con celo.

Sed en todo desconsuelo,

Alfonso, nuestro patrón.

   

Al sagrado tribunal

Asistíais con frecuencia;

Librabais con vuestra ciencia

Al pecador de su mal:

Al puerto de salvación

Lo llevabais con desvelo.

Sed en todo desconsuelo,

Alfonso, nuestro patrón.

     

Las esposas del Señor

Llamaron vuestra atención;

La senda de perfección

Las trazasteis con fervor:

¡Qué señal de salvación

Caminarla con anhelo!

Sed en todo desconsuelo,

Alfonso, nuestro patrón.

   

De obispos por fiel dechado

El Señor os escogió,

Y de gracias os lleno

Para ser muy buen prelado:

Muchos llevó a salvación

Vuestro pastoral desvelo.

Sed en todo desconsuelo,

Alfonso, nuestro patrón.

   

Un tránsito glorioso

Terminó en fin vuestra vida;

La corona a vos debida

Os dio el Señor bondadoso:

Con eterna consolación

De ella gozáis en el cielo.

Sed en todo desconsuelo,

Alfonso, nuestro patrón.

   

Ejemplar de perfección,

De toda virtud modelo:

Sed en todo desconsuelo,

Alfonso, nuestro patrón.

   

. Rogad por nosotros, San Alfonso María.

. Para que seamos dignos de las promesas de Cristo.

 

ORACIÓN


   Oh Dios, que, por vuestro Confesor y Pontífice San Alfonso María, encendido en celo por las almas, concediste fecundidad a tu Iglesia con una nueva familia, os suplicamos, que enseñados por sus saludables advertencias y confirmados por sus ejemplos, merezcamos llegar felizmente a Vos. Por Jesucristo, nuestro Señor. Amén.

  

En el nombre del Padre, y del Hijo , y del Espíritu Santo. Amén.