Novena
dispuesta por el Padre Bernardo de Alcocer y Cisneros, cura párroco de Pénjamo
(Guanajuato), y reimpresa en el Devocionario dedicado a Nuestra Madre Santísima
de la Luz compilado por el Padre Gabino Chávez Lanuza de la diócesis de León
(Guanajuato), y publicada en México por la imprenta de los hermanos Leoncio y
Guillermo Herrero en 1901.
COMENZAMOS: 23 de junio.
FINALIZAMOS: 1º de julio.
FESTIVIDAD
VETUS ORDO: 2 de julio.
NOVENA DE
NUESTRA MADRE SANTÍSIMA DE LA LUZ, EN LA QUE SE MENCIONA LA HISTORIA DE SU
IMAGEN
Por
la señal ✠ de la Santa Cruz, de nuestros ✠ enemigos,
líbranos
Señor ✠ Dios
nuestro. En el nombre del Padre, y del Hijo ✠, y del Espíritu Santo. Amén.
ORACIÓN PARA TODOS LOS
DÍAS DE LA NOVENA
Soberana Reina
del cielo, Madre Santísima de la Luz y Madre de los pecadores; yo, el
más indigno de todos, que por mis gravísimas culpas no merezco contarme en el
número de tus esclavos, confiado en tu piedad y misericordia, y deseoso de
agradarte y servirte, quisiera, Señora, tener mil lenguas con que alabarte y
mil corazones que ofrecerte, encendidos en las llamas del divino amor, y
abrasados con el fuego de caridad en que arden los Serafines y los santos del
cielo, y que fuese la ofrenda, si no como Tú me reces, al menos cuanto cabe en
una criatura; pero ya que no me es posible, humildemente postrado a tus
plantas, te ofrezco mi tibio corazón. ¡Ojalá se
saliera del pecho para sacrificarse a tus pies! Recíbelo,
Madre piadosa, y enfervorizándole con tu vista, enciéndele en un ardentísimo
amor de Dios y tuyo, para que, siéndote agradable mi ofrenda, resplandezcan en
mis obras, palabras y pensamientos, las luces de tu maternal patrocinio y
soberana protección que imploro, y me aparten de las tinieblas de la culpa para
unirme con la viva luz, mi Dios y Señor, sin distraer mi voluntad con las
perecederas delicias del mundo, ni emplear mi amor en otra cosa que no sea su
bondad infinita, concediéndome lo que rendidamente te pido en esta novena, si
fuere del divino agrado, honra tuya y bien de mi alma.
Amén.
DÍA PRIMERO – 23 DE JUNIO
¡Oh Madre Santísima de la Luz! Yo
te doy infinitas gracias por haberte dignado bajar del cielo a la tierra,
acompañada de los ángeles, y dejándote ver de una devota tuya, a quien
regalabas con frecuentes visitas; pero en ésta, más que en otras, tan hermosa,
graciosa y amable, que parecías vencerte a Ti misma; y le declaraste que te
agradaba el obsequioso pensamiento del apostólico misionero que intentaba
llevar pintada tu imagen para que fuese la protectora de sus evangélicas
correrías, asegurándole que querías ser retratada con aquella pompa de belleza
y cortejo de gloria en que te veía, y que admitías benigna bajo tu protección
su apostólico ministerio. Con cuya extraordinaria fineza alientas,
Madre amantísima de los pecadores, mi confianza, para esperar de tu
misericordia, como lo espero, y humildemente te lo suplico, que me admitas bajo
tu amparo; para que, mediante tu protección, se estampe en el lienzo de mi alma
la imagen de tus virtudes, con los coloridos de la gracia permanente, hasta
lograr el ver y alabar en el cielo el original sacrosanto de tu virginal Ser,
concediéndome, si conviene para este fin, lo que te pido en esta novena, para
gloria de Dios, honra tuya y bien de mi alma.
Amén.
—Aquí se
rezan tres Salves a la Santísima Virgen.
Purísima Madre de la Luz, en cuyo glorioso
renombre declaraste la excelsa dignidad de Madre de Dios, que es la luz
verdadera, dignándote significarte Madre de todos los hombres, a imitación del
Hijo tus entrañas, que, nombrándose Hijo del Altísimo, se apellida también Hijo
del hombre. Y para que viésemos con los ojos del cuerpo el hermoso engaste de
ambas maternidades, apareciste sustentando con una mano a tu divino Niño, mi
Redentor, y con la otra impidiendo tragase el dragón infernal el alma de un
pecador. Aquí tienes, Señora, un hijo, el más ingrato del mundo, que, como el
hijo pródigo, se acoge a tu clemencia, confiado sólo en que eres Madre. Mira,
Señora y Madre mía, cómo mis grandes culpas tantas veces me han merecido el
infierno, pues olvidado de que soy hijo tuyo, acaso desde que comenzó a rayar
en mí la primera luz de la razón, apagué la luz de la gracia que recibí en el
bautismo, viviendo en las tinieblas del pecado. Ya veo, Madre amantísima, que
he perdido el glorioso título de hijo tuyo; pero Tú no has dejado el carácter de
Madre mía; mostrándolo tu inalterable constancia en amarme, siendo tan mal
correspondida de mi perversa ingratitud. Tarde conozco, Señora y Madre mía, mi
ceguedad; y si no fuera por Ti, ¿cuándo la llegara
a conocer? Abriendo los ojos en la muerte, me sirviera sólo de llorar mi
eterna desventura. Ea, pues, Madre Clementísima, extiende
la poderosa mano de tu patrocinio para sacarme del abismo de mis pecados,
enviando desde el cielo el esplendor de tu gracia, que del todo disipe la negra
obscuridad de mi espíritu, concediéndome, si conviene para este fin, lo que te
pido en esta novena. Amén.
—Aquí se
hace la petición.
¡Oh Jesús, Salvador mío, Luz increada de la Luz del Eterno Padre, y Luz
hija de María, mi Señora! Por las entrañas de tu misericordia
y por los grandes méritos de tu amantísima Madre, humildemente te suplico
entrañes en mi alma y en la de todos los cristianos el amor y devoción de esta
Soberana Reina, infundiendo en mi corazón una centella que le abrase en su
amor; de suerte que, teniéndola por vida de mi vida y corazón de mi corazón, no
sepa vivir sin María, para que en él tenga tu Majestad sus delicias, sin
permitir que la culpa te aparte de mí, extendiéndose tu infinita misericordia a
reducir a los infieles y herejes al verdadero conocimiento de tu santa ley, para
que, ilustrados con la luz de la fe, conozcan y amen tu eterna bondad y a tu
Santísima Madre, por cuya intercesión consigamos y logremos todos los
cristianos alabarte sin cesar por toda la eternidad en la gloria. Amén.
GOZOS A NUESTRA SEÑORA
DE LA LUZ
¡Oh fuente
de resplandores!
De
la mar estrella y guía,
Danos tu
luz, Madre pía,
A justos y
pecadores.
La
Trinidad eminente
Ab
ætérno te eligió,
Y
Madre te decretó
De
la luz indeficiente:
Tu
grande soberanía
Despide
mil resplandores.
Danos tu
luz, Madre pía,
A justos y
pecadores.
Son
tales tus luces bellas,
Que
a los infiernos asombras,
Y
en tu presencia son sombras
Las
luces de las estrellas:
Excedes
con gallardía
De
luna y sol los primores.
Danos tu
luz, Madre pía,
A justos y
pecadores.
Dos
hijos en tu regazo
Sustentas
con lazo estrecho,
Al
Niño Dios con tu pecho,
Y
al pecador con tu brazo:
Al
alma que perecía
Libras
de eternos ardores.
Danos tu
luz, Madre pía,
A justos y
pecadores.
Al
ver el claro arrebol
De
tu rostro refulgente,
El
serafín más ardiente
Te
venera como a un sol:
Manda
del cielo, ¡oh
María!,
Luz
con que nos acalores.
Danos tu
luz, Madre pía,
A justos y
pecadores.
Pues
en Ti, Madre, esperamos
Luz
y guía, gracia y acierto,
Danos,
Madre, feliz puerto
En
este mar que surcamos:
No
perece quien se fía
De
tus maternos favores.
Danos tu
luz, Madre pía,
A justos y
pecadores.
¡Oh fuente
de resplandores!
De
la mar estrella y guía,
Danos tu
luz, Madre pía,
A justos y
pecadores.
En el
nombre del Padre, y del Hijo ✠, y del Espíritu
Santo. Amén.
DÍA SEGUNDO – 24 DE JUNIO
Por
la señal…
Oración
para todos los días.
¡Oh Madre Santísima de la Luz! Yo
te doy infinitas gracias porque, habiéndote dejado ver de tu devota, tan
resplandeciente y hermosa, para mostrar tu afabilidad y agrado, no satisfecho
tu grande amor, quisiste que apareciese tu Hijo Santísimo en tus soberanos
brazos en figura de tierno Niño, con el semblante en extremo alegre, afable y
risueño, todo delicias y todo amor; por estos favores, Señora,
rendidamente te suplico no permitas que en el día del juicio vea yo airado el
rostro de tu Hijo Soberano, mi Dios y Señor; sino que, siendo por tu
intercesión uno de los escogidos colocados a su mano derecha, merezca oír de
sus divinos labios la sentencia de mi eterna felicidad, como hijo tuyo, para
verle sin saciarme, siempre en la gloria, y también te suplico me concedas lo
que te pido en esta novena. Amén.
—Rezar tres Salves. Las demás oraciones y los Gozos se dirán todos los días.
DÍA TERCERO – 25 DE JUNIO
Por
la señal…
Oración
para todos los días.
¡Oh Madre Santísima de la Luz! Yo
te doy infinitas gracias y alabanzas, por haberte aparecido, no sólo con tu
amado divino Niño en la siniestra, sino también manteniendo en el aire, y con
la mano diestra, el alma de un pecador expuesto a caer en las fauces del dragón
infernal, enseñándonos así que, si Tú retiraras un poco la mano de tu
patrocinio, quedaríamos miserablemente abrasados en aquel abismo de llamas. Así lo
creo y lo confieso, Madre y Señora mía, y humildemente te suplico no permitas
que mi obstinación y rebeldía te obliguen a dejarme de tu mano, porque me
perderé sin remedio; antes, sí, piadosísima Reina, compadécete de mí miseria,
apártame de toda ocasión de pecar, ministrándome tu liberalísima mano las luces
de eficaces auxilios que me retiren de los tropiezos del mundo y me enderecen
por la senda de la virtud al camino del cielo, concediéndome, piadosa, lo que
te pido en esta novena. Amén.
—Rezar tres Salves. Las demás oraciones y los Gozos se dirán todos los días.
DÍA CUARTO – 26 DE JUNIO
Por
la señal…
Oración
para todos los días.
¡Oh Madre
Santísima de la Luz! Yo te doy infinitas gracias porque, habiendo
aprobado el designio de que pintasen en tu Imagen los corazones de los hombres,
para denotar que de Ti se debía esperar la conversión, te dignaste mandar
aparecer un ángel con un cestillo de corazones que, presentados a tu Santísimo
Hijo, los tomaba uno por uno, encendiéndolos en su divino amor, como que,
solícita tu celestial sabiduría de nuevas formas con que acomodarte a nuestro
rústico modo de entender, nos quisiste persuadir cuán de nuestra parte estaban
Hijo y Madre Santísima, anhelando por el amor de los pecadores. Por
estos favores, Señora, con humilde rendimiento te ruego mandes al ángel de mi
guarda que, desatando mi corazón de los lazos de mis rebeldes pasiones, lo
ofrezca a tu Santísimo Hijo para que lo inflame en su amor, y, atándolo con las
preciosas cadenas de tu patrocinio, lo tenga a tus pies como cosa tuya en la
que ya no tenga dominio, por haberlo consagrado a Ti, de cuya piedad espero lo
aceptes, atendiendo a mis súplicas y concediéndome lo que te pido en esta
novena, si es para mayor gloria de Dios, honra tuya y bien de mi alma.
Amén.
—Rezar tres Salves. Las demás oraciones y los Gozos se dirán todos los días.
DÍA QUINTO – 27 DE JUNIO
Por
la señal…
Oración
para todos los días.
¡Oh Madre
Santísima de la Luz! Yo te doy infinitas gracias por haberle revelado a
tu devota cuánto te agradaba el título de Madre Santísima de la Luz, en el
cual, estando inclusos todos los privilegios con que fuiste de Dios
enriquecida, se juntan todas las alabanzas y gloriosos renombres que te han
dado los Santos Padres, repitiéndole tres veces el mandato de que te habían de
nombrar con este admirable título, no revelado en los pasados siglos a tantas
almas santas, que mejor te hubieran obsequiado, porque quisiste descubrir en
nuestros tiempos el tesoro de tus riquezas y convidarnos a utilizarlas para
alivio de nuestra miseria. ¡Oh Madre amantísima de la
Luz! ¡Cuánto me indigno con mi endurecido
corazón, porque no se deja rendir a tanto amor! Pero al mismo tiempo, ¡cuánta es mi confianza de que, mediante tu favor, ya no se
resistirá más!, sino que, rendido a tus beneficios, sabrá agradecerlos y
publicarlos; así lo espero, y humildemente te suplico los
imprimas en mi alma para estímulo de mi gratitud y correspondencia a las
obligaciones de cristiano, y de cristiano el más favorecido de tu piedad,
resolviéndome a ejecutar aún los divinos consejos, esforzándome á publicar tus
glorias y procurar que todos sean tus devotos y te celebren con este nuevo
título de Madre Santísima de la Luz, para la mayor gloria de Dios y honra tuya.
Amén.
—Rezar tres Salves. Las demás oraciones y los Gozos se dirán todos los días.
DÍA SEXTO – 28 DE JUNIO
Por
la señal…
Oración
para todos los días.
¡Oh Madre Santísima de la Luz! Yo
te doy infinitas gracias porque no habiendo salido tu Imagen conforme al diseño
que habías dado a tu devota, aun siendo cortos los yerros, tuviste a bien
volver a aparecerte, y de nuevo mandar que se hiciese el retrato en todo
conforme a tu soberano precepto: danos a entender el modo con que nos debemos
dedicar a obedecer ciegamente los divinos mandatos. Vuelve, Madre Santísima,
los ojos de tu misericordia hacia mi alma, y mira la imagen de Dios (modelada
de su poderosa mano) como la ha puesto mi desobediencia a sus mandatos, que más
parece imagen del demonio, por los negros borrones de la culpa; y muévete
piadosa a retocarlo de tu mano con el pincel de la gracia y luz de eficaces
auxilios, para observar la ley santa de Dios, como Tú quieres que la ejecute: no
permitiendo que mis pecados vuelvan a borrar esa bella Imagen; antes, sí,
esfuerza mi espíritu, como te lo suplico, para que cada día le adorne más y más
con los resplandores de las virtudes hasta coronarlo en la gloria. Amén.
—Rezar tres Salves. Las demás oraciones y los Gozos se dirán todos los días.
DÍA SÉPTIMO – 29 DE JUNIO
Por
la señal…
Oración
para todos los días.
¡Oh Madre Santísima de la Luz! Yo
te doy infinitas gracias y alabanzas por haber tenido a bien el hallarte
presente a la segunda pintura de tu Imagen, condescendiendo piadosa a las
súplicas de tu devota, de quien te dejaste ver, para que, teniéndote delante de
los ojos, amaestrara con la voz al pintor, guiándole Tú visiblemente el pincel,
de modo que, concluida la obra, se conociese en su belleza sobrehumana que tu
superior arte había dispuesto la idea y copiado tu Imagen. Por
estos favores, humildemente te ruego dirijas a mis superiores y directores
espirituales, diñándoles saludables y eficaces doctrinas, con las que me guíen
para practicar las obras santas, y me enseñen a ejecutarlas con tanta
perfección, que todos conozcan por su sobrenatural hermosura que la superior
luz de la gracia les dio el ser y la belleza para el adorno de mi alma, y me
concedas lo que te pido en esta novena, si fuere de tu agrado y mayor honra y
gloria de Dios. Amén.
—Rezar tres Salves. Las demás oraciones y los Gozos se dirán todos los días.
DÍA OCTAVO – 30 DE JUNIO
Por
la señal…
Oración
para todos los días.
¡Oh Madre Santísima de la Luz! Yo te doy infinitas
gracias porque habiendo visto tu sagrada Imagen tan bella y agraciada, que roba
los corazones de cuantos la miran (al fin como hechura tuya), mostrando tu
agrado, levantaste la diestra y con la señal de la cruz la bendijiste, comunicando
así a tu sagrado retrato la virtud de los milagros en beneficio de los
pecadores. Por estas finezas, Señora, humildemente te pido vuelvas
otra vez a mirar la imagen de tu Hijo, mi Dios, impresa en mi alma: y dale,
Madre Santísima de la Luz, tu bendición sacrosanta, con la señal de la Santa
Cruz, para que con ella se perfeccione y hermosee en el poco tiempo que me
queda de vida, y en la otra, en el día del juicio, no me sea la Santísima Cruz
testigo de mis ingratitudes y señal de mi condenación; sino que, por tu
misericordia y piedad, consiga tenerla grabada en la frente, por señal
indeleble de mi eterna salvación: concediéndome, si para esto conviene, lo que
rendidamente te pido en esta novena para la mayor gloria de Dios y bien de mi
alma. Amén.
—Rezar tres Salves. Las demás oraciones y los Gozos se dirán todos los días.
DÍA NOVENO – 1 DE JULIO
Por
la señal…
Oración
para todos los días.
¡Oh Madre Santísima de la Luz! Yo
te doy infinitas gracias porque habiéndose armado el infierno todo, ya contra
el religioso autor y protector de esta empresa de tu soberana imagen, ya contra
el mismo retrato tuyo, esforzándose a destruirlo con continuos asaltos, como
que conocía el demonio la guerra que con él le habían de hacer tus devotos; Tú,
Santísima Madre, has desvanecido todos los insultos de Satanás, librando a tu
sagrada imagen y a cuantos la alaban y veneran de las infernales furias con
portentosos milagros, para mayor confusión del príncipe de las tinieblas. Por
estos especialísimos beneficios, rendidamente te pido, y con todo mi corazón te
suplico, Santísima Madre de la Luz, no permitas que el demonio ejecute en mi
alma los estragos que intenta su malicia, defendiéndome de sus diabólicas armas
con el escudo de tu patrocinio y con las luces de tu amparo, que destierren al
infernal enemigo y lo obliguen a publicar que no tiene poder ni fuerzas para
pelear con los que se acogen a Ti: esto imploro, Señora y Madre
mía, especialmente para aquella terrible y última hora de mi vida, cuando serán
mayores los conatos del demonio para mi perdición: asísteme, piadosa Madre, en
aquel trance, hasta llevarme, a pesar del infierno, a la celestial patria, a
aumentar el número de tus devotos, verte y alabarte eternamente.
Amén.
—Rezar
tres Salves. Las demás oraciones y los Gozos se dirán todos los días.
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