Novena
dispuesta por el Padre Antonio Vidal de Figueroa, del Oratorio de San Felipe
Neri en el Arzobispado de México, reimpresa en 1787 a solicitud de un religioso
franciscano descalzo del convento de San Antonio y Santa Bárbara en Puebla de
los Ángeles.
COMENZAMOS: 27 de enero.
FINALIZAMOS: 4 de febrero.
FESTIVIDAD: 5 de febrero.
INTRODUCCIÓN
AL INTENTO Y MOTIVO DE LA NOVENA
Una
verdad no menos que Evangélica nos hizo prevención con la Fe de otra que en
estos tiempos se nos ha entrado por los ojos, y debiéramos confesar con
sentidos lamentos de nosotros mismos. Ninguno, aunque verdaderamente sea
Profeta, es tenido por tal en su Patria, dijo Cristo nuestra vida por San
Lucas: «Nemo
Prophéta est in Pátria sua: Nadie es profeta en su propia tierra» (Luc. IV, 24). Y si averiguamos el porqué
de esta fatal costumbre, lo hallaremos explicado con la erudita pluma del Docto
Padre Escobar, quien hablando en su Exposición de esta cláusula dice estas
palabras: No
les falta posibilidad a los de una Patria de ofrecer más cultos y aclamaciones
a los Sagrados Oráculos que en ella florecen, y aún más de los que rinden en
obsequio de los extraños, sino que es propensión el que aunque se atiendan
abismos prodigiosos y singulares hechos, si aquél en quien se ostentan es de la
propia Patria, no sólo no los publican y vocean con aclamación, sino que omisos
los desprecian dando a entender ingratos y manifestando incrédulos, el que
tales varones son como incapaces de que Dios obre por ellos maravillosos
efectos: y esto es tan antiguo (dice el citado Padre) que si se
revuelven las antiguas Historias de los Profetas no se hallará uno si quiera
que en su Patria sea tenido por tal: «Si véterum Prophetárum histórias
evoluéritis comperiétis, nullum unquam Prophétam in prœlio fuísse habítum in Pátria sua, et apud suos cognátos; non
quod munus facére possint aut vellent
bene facére suis quam aliénis; sed quod incredúlitas
cognatórum ipsos indígnos Divíno benefício reddat: Si analizáis las
historias de los antiguos Profetas, descubriréis que ningún Profeta estuvo
jamás en batalla en su propio país y entre sus parientes; no que puedan hacer
un servicio o prefieran hacerlo para sí mismos que para los demás; pero que la
incredulidad de los parientes los hace indignos del beneficio divino» (Antonio de Escobar y Mendoza, In
Lucam). Ven aquí a la letra lo que nos ha sucedido y está sucediendo a los
Patriotas de la Ciudad Mexicana, con nuestro gran Compatriota el Glorioso SAN FELIPE DE JESÚS, pues en vez de aclamar
continuamente sus virtudes, de referir sus espirituales hazañas y divulgar más
y más de su santidad los prodigios, hemos sido tan
tibios para con el Santo, que olvidados de la especial obligación que para con
él tenemos, por ser de nuestra Patria y haber ennoblecido cristianamente la
Mexicana Ciudad, nos hemos descartado con remitir nuestro desempeño a los
abreviados, aunque primorosos escritos, que para su culto se han dado a la
estampa, y los más de estos a solicitud de personas extrañas y no de dicha
Ciudad. Que mucho que lo confesemos Glorioso y Bienaventurado si a esto
nos compele la Fe, y nos obliga la debida obediencia que católicamente tenemos
vinculada en la Silla Apostólica, que así nos lo ha insinuado con sus
indefectibles ordenaciones.
El
nacional y patrio amor habíamos de ostentar no sólo en una anual fiesta en que
se celebra el Santo, sino con cotidianos recuerdos, sucesivas memorias e
instantáneas devociones para con el Santo y su mayor culto y gloria accidental,
procurando que en nosotros resplandecieran algunas de las virtudes de este
Glorioso Protomártir, que a más de ser justicia, será muy útil para nosotros, y
aun nos es condición necesaria para alcanzar del Santo su patrocinio, porque
este no se consigue de los Santos si no se imitan devotamente sus virtudes. Así
lo predicó San Agustín en un Sermón de otros Mártires Santos con estas palabras: «Debent enim
in nobis áliquid recongnoscére de suis virtútibus, ut pro nobis dignéntur
Dómino supplicáre: Porque es necesario que
reconozcan en nosotros algo de sus virtudes, para que se dignen suplicar al
Señor por nosotros.». (Sermo
46 de Sanctis).
Se
añade otro motivo que hubo para esta Novena, y es el siguiente: La dichosa Casa donde nació SAN FELIPE DE JESÚS, no
sólo estaba en la calle que va de la Puente quebrada al Arco de San Agustín
(como lo testifica el Padre Fray Baltasar de Medina, religioso descalzo de San
Francisco, y erudito historiador de su vida), sino
que dicha Casa estaba en el propio sitio y lugar en donde hoy está la Iglesia
del Oratorio de San Felipe Neri. Así lo testificó una persona eclesiástica muy
autorizada, la cual murió de mucha edad, esta contó muchas veces, y lo dejó
testificado por escrito, el que había tenido la dicha de que un tío carnal del
Santo le sacase de pila, y lo hubiese tenido cuando recibió el agua del Santo
Bautismo, y con ocasión de haberle comunicado, después de haberse pasado
algunos años, le oyó decir y contar varias veces, que en este sitio había sido
su propia Casa donde había nacido el Santo, y esto es tan fijo, que se puede
asegurar que el Santo nació no solo en este sitio, sino en el propio que hoy
tiene Colateral en nuestra Iglesia, y esto se probará bastantemente, si se pone
atención al caso siguiente, que es tan misterioso como digno de memoria.
Con
atención de haber levantado de techo nuestra Iglesia de San Felipe Neri, fue
consiguiente el aumentar el tamaño de los Colaterales que tenía, con este
motivo andaban algunos de nuestros Sacerdotes registrando por la Casa los
Lienzos que en ella había y podían acomodarse en el adorno de dicho Altar, y no
habiendo hallado alguno que fuese al propósito, se oyó repentinamente en la
Sacristía un grande estrépito, a cuyo ruido entró con presteza uno de dichos
Sacerdotes, y vio que un Lienzo que en ella estaba colgado, bien grande y
pesado por el marco que lo guarnecía, había caído hasta el suelo, y lo que se
admiró fue el que ni la alcayata se había aflojado, ni la argolla que lo
sustentaba se había roto: viendo este prodigio se levantó la voz diciendo: «San Felipe se
ayuda, San Felipe quiere que lo pongan en ese Altar». Entraron los demás Padres, tomaron el Lienzo, y
midiéndolo con dicho Altar, reconocieron que venía tan al propósito como si se
hubiese hecho para el lugar principal de en medio de dicho Altar, en donde hoy
está desde entonces, y se venera hoy con fiesta anual de Misa y Sermón.
Se
añade a esto el caso que se refiere en la Novena que dispuso a SAN FELIPE DE JESÚS el Padre Don Ignacio Fernando de
Mateos, quien lo oyó del Muy Reverendo Padre Fray José Espinosa, Provincial que
fue de la Santa Provincia de Nuestra Señora de la Merced de México, como lo fue
también dos veces el Muy Reverendo Padre Maestro Fray Manuel de Llano, ambos
sujetos ilustres en virtud y letras (con otros sujetos de igual representación
y crédito), conviene en que a un Regidor de la Villa de Colima, Obispado de
Michoacán, que ignoraba (como todos los de Colima) si había SAN FELIPE DE JESÚS en el Catálogo de los Santos y en
el lucido Coro de los Mártires, y que iba con los demás Regidores a elegir y
votar en el Cabildo de dicha Villa un Santo que fuese Protector y Patrón de
ella, porque los frecuentes terremotos en que vivían todos los vecinos, con los
continuos temblores y sustos que les ocasionaba su terrible volcán, poniéndolos
en la más espantosa consternación: entonces se dejó
ver el Santo en traje de Religioso Francisco Descalzo (que el vulgo
llama Dieguino) y con la representación de Joven,
diciéndole que lo votara, y preguntándole quién era, le notició ser Fray Felipe
de Jesús, que quería tener bajo de su tutela y Patrocinio aquella Villa.
Todo lo cual se hizo saber al Ayuntamiento y vecindario, y después de una rifa
de muchos Santos, en que por tres veces salió la suerte a SAN FELIPE DE JESÚS, lo eligieron por su Protector y
Patrón, con conocidas utilidades de la Villa y quietud de sus vecinos, pues ya
alguna vez se vio de resultas de un terremoto fuerte, cayese el cuarto en que
reposaba dormido un pequeñito niño de pecho, quedando en sus ruinas sepultado, más
la afligida madre clamó y suplicó al Santo desempeñase su Patronato, el que
quedó confirmado al ver todos que de las ruinas se sacó vivo y sin lesión al
tierno infante que juzgaban difunto.
Esta
le profesa muy cordial la Noble Ciudad de la Puebla, la que en las Ordenanzas
para su gobierno guarda, expresa lo siguiente: «Día
cinco de Febrero deberá asistir la Noble Ciudad a la Iglesia de Santa Bárbara
de Religiosos Descalzos de N. P. San Francisco, con el pectiniforme y bajo la
formalidad de Mazas, a la festividad del Glorioso Mártir San Felipe de Jesús,
Patrón de esta Noble Ciudad, mandada celebrar por Acuerdo de 14 de Febrero de
1631 a folio 200 vuelta del Libro núm. 17, dotada con veinte y cinco pesos para
los gastos, los que percibe el Síndico de dicho Convento».
Y
entre muchos Venerables Siervos de Dios que en ella han florecido, no olvida la
felicidad de haber tomado la vez primera el Hábito de Franciscano Descalzo SAN FELIPE DE JESÚS en el Convento de San Antonio y
Santa Bárbara de dicha Ciudad, que le mereció tener Novicio en la que hoy es
Provincia de San Diego de México, cuyo Franciscano Descalzo Instituto profesó
el Santo en Manila en 22 de Mayo de 1594. Por cuyo motivo el V. Padre Fray
Marcelo de Rivadeneyra, Compañero de los Santos primeros del Japón y testigo de
vista de su Martirio, habiendo pasado por esta Ciudad de la Puebla para volver
a España año de 1598, dejó a la Comunidad Religiosa del Convento de San Antonio
un pedazo de cutis del hombro izquierdo del Santo (que es hoy del tamaño y
figura de una hostia regular), a quien estando en la Cruz le cortó su Ven.
Compañero Fray Jerónimo de Jesús de una de las cinco Llagas o heridas que
abrieron al Santo las tres lanzas con que de parte a parte le atravesaron los
tiranos, pues ahogándolo en la Cruz la argolla que le oprimía la garganta, por
haberse resbalado el cuerpo, rasgándosele las espinillas con las dos argollas
de los pies, quedando descubiertos los huesos y canillas, por cuyo accidente
sufrió el Santo la tercera lanza, que no tocó a sus Santos Compañeros. Dicha
preciosa Reliquia se venera hoy día en dicho Convento de la Puebla, en una Cruz
de plata calada y sobredorada, en el centro de un Relicario, a la que por el
lado opuesto acompaña un pequeñito hueso de San Pedro Alcántara, ambas con la
mayor devoción de los Fieles de dicha Ciudad, la que en crédito de su
agradecido recuerdo reimprime esta Novena, deseando se extienda la devoción de
su Santo Novicio y Patrón, sin olvidar la circunstancia de que así como el
Venerable Padre Fray Vicente de San José tomó el Hábito, profesó y vivió siete
años en su Convento de San Antonio y Santa Bárbara, y por la Fe Católica murió
en una hoguera de fuego en el Japón, así también tuvo en dicho Convento a San
Martín de Aguirre y a su Discípulo San Francisco Blanco, cuando vinieron juntos
de España, antes de abrir San Martín su Curso de Artes en el Convento de
Churubusco. Ambos Compañeros de SAN FELIPE DE JESÚS en
la Cruz, y con quien vivieron en Manila dos años. Por cuyas circunstancias se
ha esmerado siempre la Puebla en los cultos de su americano SAN FELIPE desde los primeros años de su
Beatificación, en que le alcanzó y veneró su dichosa Madre estando viva en
México. Dejándonos en su Testamento que otorgó en México en 17 de Febrero de
1629 ante Francisco Olalde, Escribano Real la cláusula siguiente: «Ítem, declaro
que yo fui casada y velada según orden de la Iglesia con el dicho Alonso de las
Casas, y que durante nuestro matrimonio, hubimos y procreamos por nuestros
hijos legítimos de legítimo matrimonio, primeramente al Gloriosísimo Santo
Mártir SAN FELIPE DE JESÚS Y DE LAS CASAS, Mártir del Japón, de la Orden del Santo Padre San
Francisco Descalzo, criollo de esta Ciudad, cuya festividad se está celebrando
estos días en esta Ciudad de México, y está nombrado por Patrón de ella, etc.». Este grande, auténtico y jurídico documento, con
otros, guarda la Excelentísima Ciudad de México en lugar de la Fe de Bautismo,
de la que se reconoce recortada toda la hoja en que debió apuntarse, pues en la
siguiente hoja se lee la partida de una hermana del Santo. Ya se ve que no hace
menos fe el Testamento de la Madre del Santo, autorizado de los Escribanos
Reales y firma de la Testadora y Testigos, que la firma del Cura que era en
aquel tiempo. En el presente no debe ya dudarse
esto, porque nuestra Madre la Santa Iglesia nos lo afirma en repetidas
cláusulas del Oficio propio del Santo, que tiene concedido y aprobado para
ambos Cleros de la América.
DE LO QUE SE
HA DE HACER EN ESTA NOVENA.
Quien
hiciere esta Novena ha de confesarse primero, revalidando las confesiones que
hubiere hecho malas por falta de dolor, etc. Y caso de que esto no le acuse la
conciencia, hará confesión particular. Y si es persona que frecuenta
Sacramentos, procurará en estos días excusar algunos defectos veniales, de los
que más se suele incurrir. Se comulgará los nueve días, no impidiéndolo causa
justa, o a lo menos el primero, el cuarto y último día; pero consultándolo al
Confesor. Todos los días hará el Acto de contrición
y la Oración preparatoria, rezará cinco Padre nuestros y cinco Ave Marías, y
finalizará con media hora de oración, y será sobre el punto del día. Todo en la
forma siguiente.
NOVENA A SAN
FELIPE DE JESÚS, PROTOMÁRTIR MEXICANO EN JAPÓN
Por
la señal ✠ de la Santa Cruz, de nuestros ✠
enemigos, líbranos
Señor
✠
Dios nuestro. En el nombre del Padre, y del Hijo ✠,
y del Espíritu
Santo. Amén.
ACTO DE CONTRICIÓN
Señor mío
Jesucristo, buen Pastor y amoroso Padre, fino y caritativo Redentor de
las almas, Rey supremo de las eternidades de la Gloria, humilde y manso
Cordero, ¿es posible que en tu acatamiento he
pecado? ¿En tu soberana presencia se ha descomedido mi atrevida osadía? ¿Delante
de Ti he cometido tantas iniquidades? Sí, Señor, yo soy aquel ingrato y
desconocido y obstinado pecador. Yo soy el poco agradecido a tantos beneficios.
Yo soy el que pequé sin miedo del demonio que me veía y había de ser mi
acusador, sin respeto del Santo Ángel de mi guarda que estaba en mi compañía:
sin vergüenza de la Corte Celestial, y, lo que, es más, sin horror de tu ofensa
y sin temor de tu justicia. ¡Oh Señor!, ¿es posible que las culpa que no cometiera con la obra
delante de las criaturas, esas y muchas más he cometido con el pensamiento, con
la palabra y con la obra delante de Ti? Ea, misericordioso Jesús y Señor
mío: me tienes aquí postrado en tu presencia, no desprecies mi corazón contrito
y humillado, y atiéndelo benignamente misericordioso, pues te busca doloroso y
arrepentido. Perdóname, Señor, mis pecados, los cuales
detesto, no por interés de tu Gloria ni por temor de tu castigo, sino porque
eres digno de todo amor, y porque nací solo para amarte y servirte. Pequé,
Señor, ya no más pecar. Pequé ignorantemente, pequé desconocido y pequé ciego y
poseído de mis pasiones. Dame voces, Señor, como a otro Pablo, que quiero
oírlas, para que respondiéndote arrepentido me des como a Dimas tu Reino.
ORACIÓN PREPARATORIA
Omnipotente y Eterno Dios,
Padre de las misericordias, tú que conoces los senos de mi corazón, mira y
registra si está en el camino de la iniquidad, y siendo así, guíalo por la vida
eterna, lávalo y destruye de él las inmundicias que tiene, abrasándolo con el
fuego de tu divino amor: infunde en él, Señor, las virtudes que me faltan para
agradarte; y especialmente aviva en mí la Fe, para creer ciegamente lo que en
esta vida no me es concedido ver: la esperanza para prometerme seguridad de los
bienes espirituales y eternos que espero me participes en la Gloria: la Caridad
ardiente para poner en Ti todo mi amor, y en Ti y por Ti amar a mis prójimos. Haz,
Señor, que con estas virtudes me adorne, para que por su medio y estando en tu
gracia, haga esta Novena con fruto espiritual, con culto verdadero del Santo y
con perfecto agrado tuyo. Amén.
DÍA PRIMERO – 27 DE
ENERO
OBEDECE SAN
FELIPE EL PRECEPTO DE CRISTO, IMITANDO SU DOCTRINA EN DESNUDARSE DE LOS BIENES
TERRENOS, PARA PELEAR MÁS LIBREMENTE CON SUS ENEMIGOS.
Por su Evangelista San Mateo dijo Cristo
nuestra vida estas palabras: «Si alguno quisiere reñir y pelear contigo por quitarte
la túnica, dásela sin resistencia». A este precepto se arregló SAN FELIPE DE JESÚS, imitando con sus palabras las
palabras de su Majestad: pues habiéndose una vez acogido en un mesón de camino
a Meaco, al tiempo de salir después de la posada, viendo el mesonero que el
Santo no le pagaba el costo que había hecho, porque no tenía con qué, aunque
con desmedido atrevimiento y atrevida osadía, echó violentamente mano de su
venerable persona, acometiendo a quererle quitar la única vestidura que llevaba
de una pobre túnica para con ella hacerse pago, pero viendo el Santo esta
demostración del ventero, se despojó con presteza la túnica, entregándosela
liberal y buenamente, aun sin la más leve resistencia. Claro es que si el Santo
iba a triunfar de tantos enemigos como había de tener en su martirio, había de
desnudarse, y más siendo pobre de profesión, y estando significados en los
vestidos corporales los bienes terrenos. Aspiraba ya el Santo solo a los bienes
y riquezas del Cielo, y por eso le fue tan fácil esta empresa. Considera
aquí, alma devota, cómo SAN FELIPE DE JESÚS obedeció
a Cristo en este hecho de desnudarse de sus vestiduras, y para conseguir esta
virtud pídele al Señor que por la intercesión del Santo te la conceda…
— Reza
cinco Padre nuestros y cinco Ave Marías, y ofrecerlas con la siguiente Oración:
Señor mío
Jesucristo, cuyos tesoros y bienes no son corruptibles ni se apolillan,
yo te ofrezco estos cinco Padre nuestros y cinco Ave Marías en honra de tu
Glorioso Mártir SAN FELIPE DE JESÚS, suplicándote
que por su intercesión me concedas un total retiro, apartamiento y renunciación
de las cosas de la tierra, y el buscar solo los bienes eternos de la Gloria y
sus riquezas, que son las que consisten en tu misericordia: haz,
Señor, que como SAN FELIPE DE JESÚS se despojó de su Túnica
corporal, así yo me desnude de los adornos profanos, de los vestidos
indecentes, y lo que es peor, de los afectos desordenados que moran en mi alma,
para que de esta suerte, y asistido de tu gracia, me concedas después el premio
de tu Gloria. Amén.
℣.
Ruega por nosotros, San Felipe de Jesús.
℞.
Para que seamos dignos de las promesas de Cristo.
ORACIÓN
Oh Dios, que, al Bienaventurado San Felipe, ligado
en una Cruz y traspasado con tres lanzas coronaste el primero entre los
primeros Mártires del Japón con la corona del Martirio, concédenos
propicio el que, sostenidos nosotros de su patrocinio y amparo merezcamos en su
compañía ser coronados en el Cielo. Por Nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo, que
contigo y el Espíritu Santo vive y reina, Dios, por todos los siglos de los
siglos. Amén.
En el
nombre del Padre, y del Hijo ✠, y del Espíritu Santo. Amén.