lunes, 23 de diciembre de 2024

NOVENA EN HONOR A NUESTRA SEÑORA DE LA NUBE.

 


Novena compuesta por el padre Julio María Matovelle en 1894, y reimpresa en Quito por la Maquinaria Tipográfica de Julio Sáenz Rebolledo en 1906. Imprimátur por Mons. Manuel Tovar y Chamorro, Arzobispo de Lima, el 17 de Abril de 1901; Reimprimátur por el P. Ulpiano Pérez, Vicario General del Arzobispado de Quito, el 3 de Julio de 1906.


COMENZAMOS: 21 de diciembre.

FINALIZAMOS: 29 de diciembre.

FESTIVIDAD: 30 de diciembre (día de su aparición) 


  

ADVERTENCIA DEL AUTOR.

 

Aunque la Santísima Virgen es la dispensadora de todas las gracias, parece sin embargo que se complace en otorgar algunas determinadas, según el título bajo el cual se le invoca. Nuestra Señora de la Nube se ha manifestado bondadosa y benigna, principalmente en favor de los enfermos, por lo que el pueblo devoto la aclamaron aquellas dulces palabras de las letanías lauretanas: ¡Salud de los enfermos, ruega por nosotros! ¡Salus Infirmórum, Ora pro nobis!

 

Para obtener la gracia de la curación acostumbran, los que padecen alguna dolencia, hacer una novena de ejercicios piadosos que concluyen recibiendo fervorosamente los sacramentos de la confesión y comunión; siendo muchos los enfermos que de este modo han obtenido curaciones extraordinarias y portentosas. Con este motivo innumerables personas desearían tener una Novena en honra de Nuestra Señora de la Nube; la presente se ha formado con el designio de satisfacer tan justo como piadoso anhelo, y también con el fin de cooperar en algo a la mayor difusión del culto de la Santísima Virgen.

 

Se aconseja a las personas que tratan de hacer esta Novena, que consigan previamente una imagen de Nuestra Señora de la Nube, la cual adornarán convenientemente en la misma habitación del enfermo, si es posible. Delante de la santa imagen, a una hora señalada, harán cada día los ejercicios correspondientes de la Novena, principiando siempre por rezar una tercera parte del Rosario y las Letanías lauretanas, en las que dirán tres veces la invocación Salus infirmórum, ora pro nobis. Los ejercicios piadosos indicados convendrá que vayan acompañados con la práctica de otras virtudes, como un acto de mortificación, una limosna, etc. El fin principal que al hacer esta Novena deben proponerse tanto los enfermos como las demás personas que oran por ellos ha de ser el bien espiritual de los mismos; y solo en cuanto convenga a la mayor gloria de Dios y la santificación del alma, se ha de pedir la salud del cuerpo. Pues, todo verdadero cristiano debe recordar que muchas veces una enfermedad es un regalo escogido de la Misericordia divina, aunque no queramos reconocer siempre como es debido tales beneficios.

 

Réstanos advertir que no intentamos calificar de milagro ninguno de los hechos extraordinarios que en este opúsculo se refieren; tal calificación compete únicamente a la Autoridad eclesiástica; si bien es cierto que todos los hechos relatados son verídicos, pues constan de informaciones auténticas, como las relativas a la aparición de Nuestra Señora de la Nube, que reposan en el archivo arzobispal de Quito, o los hemos recogido de personas respetables e ilustradas que han sido testigos presenciales de las curaciones referidas.

   

Dígnese la Reina bondadosísima de todas las gracias recibir en olor de suavidad este humilde obsequio y curar a la República del Ecuador de los dos terribles males que la aquejan, y son: la Revolución y el Liberalismo.

  

P. JOSÉ JULIO MARÍA MATOVELLE

Cuenca, Fiesta de la Presentación de la Virgen en el templo, 21 de Noviembre de 1894.

 

NOVENA EN HONOR DE NUESTRA SEÑORA DE LA NUBE

  

Por la señal de la santa Cruz; de nuestros enemigos líbranos, Señor Dios nuestro. En el nombre del Padre, y del Hijo , y del Espíritu Santo. Amén.

   

ORACIÓN PREPARATORIA PARA TODOS LOS DÍAS

 

   Jesús, divino Salvador nuestro, que habéis constituido a María, vuestra Madre santísima, Refugio de los pecadores, Consuelo de los atribulados y Salud de los enfermos: acudimos humildemente hoy ante el trono de vuestras misericordias, pidiendo que por la intercesión de Nuestra Señora de la Nube os dignéis escuchar benigno nuestras súplicas, y despacharlas favorablemente. Reconocemos que nuestros pecados son causa de todos los dolores, enfermedades y penas con que rectísimamente nos prueba vuestra justicia: pero ya nos arrepentimos de nuestras faltas, y detestamos contritos nuestras iniquidades, porque con ellas hemos ofendido a Vos, dulcísimo Esposo nuestro y único amor de nuestros corazones. Acordaos, ¡oh Jesús amantísimo!, que por salvar a los pecadores moristeis en una cruz, y cuán amargos fueron los dolores con que vuestra Santísima Madre intercedió por nosotros en el Calvario. Dignaos, por tanto, perdonarnos todas nuestras culpas y las penas que por ella merecemos, para que libres de las adversidades y peligros os sirvamos en santidad y justicia todos los días de nuestra vida. Amén.

  

—Aquí se rezan tres Ave Marías en honra de las tres horas que acompañó a su Hijo divino cuando agonizaba pendiente de la Cruz. Después de cada Ave María se dice esta invocación:

 

Salus infirmórum, ora pro nobis (Salud de los enfermos, ruega por nosotros).

   


DÍA PRIMERO – 21 DE DICIEMBRE

 

CONSIDERACIÓN

 

Sobre aquellas palabras del sagrado libro del Eclesiástico (cap. XXIV, 7): «En los altísimos cielos puse yo mi morada, y el trono mío sobre una columna de nubes» (et thronus meus in colúmna nubis), dice Cornelio Alápide: «Muchos santos Padres llaman a la Santísima Virgen Nube, por cuanto es Ella quien tempera los ardores del Sol, esto es, los rigores de la vindicta divina; y a manera de nube refresca y fecunda nuestras almas con el rocío de la gracia». Las enfermedades, así como todas las tribulaciones de esta miserable vida, son efectos propios del pecado; pues por el pecado, dice el Apóstol, entró la muerte en el mundo; y las enfermedades no son otra cosa que preludios de la muerte. Por lo mismo, debemos resignarnos humildemente a la voluntad divina que nos castiga bondadosamente con los trabajos y enfermedades de esta vida, antes que con los suplicios intolerables del infierno que justamente tenemos merecidos por nuestros pecados. Entremos, pues, en los planes amorosos de la Providencia, y corregidos por la enfermedad detestemos nuestras culpas pasadas, y hagamos propósitos eficaces de llevar en adelante una vida verdaderamente piadosa y cristiana. Acudamos para ello a la intercesión poderosa de la Santísima Virgen, que como Nube benéfica nos protegerá con su sombra de los ardores de la Justicia divina, y nos alcanzará gracia y perdón por nuestras anteriores iniquidades, siempre que sinceramente arrepentidos de ellas no tornemos con nuevas recaídas a provocar la cólera del Cielo.

  

EJEMPLO: Allá por los años de 1696, hallábase gravemente enfermo y próximo a la muerte el Ilustrísimo Obispo de Quito, Sr. D. Sancho de Andrade y Figueroa. La población de Quito que amaba tiernamente a aquel ejemplar y piadoso pastor, salió por las calles de la ciudad en una muy fervorosa rogativa, en la que se cantaba el rosario con el fin de obtener la salud de aquel benemérito Prelado. Cuando llegó la procesión al atrio de la iglesia de San Francisco, tuvo lugar un estupendo prodigio: toda aquella numerosa concurrencia contempló que flotaba en los aires una hermosísima imagen de la Santísima Virgen. Para que se viese que esta aparición no era un fenómeno natural, en el mismo instante sanó de su accidente el Ilmo. Sr. Andrade y Figueroa. Esto dio origen a la advocación de Nuestra Señora de la Nube, con lo cual la augusta Madre de Dios quiso probar una vez más al pueblo cristiano, que Ella es verdaderamente la salud de los enfermos, y nuestro consuelo y refugio en las tribulaciones.

 

DEPRECACIÓN

 

¡Oh María, dulcísima Abogada y Madre nuestra!, innumerables son los títulos de gloria con que los pueblos agradecidos os saludan, porque innumerables son también los beneficios que dispensáis en su favor. Dignaos, pues, hacer ostentación de vuestras bondades, escuchando benigna nuestra súplica, y alcanzando eficazmente la salud del enfermo por quien hacemos esta novena. Sobre todo, ¡oh Reina poderosa de los cielos!, interceded por nosotros mismos ante vuestro divino Hijo, para que nos conceda a toda la gracia de una verdadera conversión y la perfecta sanidad de nuestras almas, a fin de que curados de la horrible lepra del pecado, y revestidos con la túnica blanca de la inocencia, entremos un día en la mansión de la felicidad eterna. Amén.

  

PRECES A NUESTRA SEÑORA DE LA NUBE

   

Nube del Sinaí, de vivo esplendor,

Que en el seno ocultas al Hijo de Dios.

Ruega, ¡oh tierna Madre!, nos conceda Dios,

Salud al enfermo, gracia al pecador.

  

Nube más hermosa que la que veló

Al Arca de la Alianza con tenue vellón.

Ruega, ¡oh tierna Madre!, nos conceda Dios,

Salud al enfermo, gracia al pecador.

 

Nube que guiaste al pueblo de Dios

A gozar la herencia de Abrahán y de Jacob.

Ruega, ¡oh tierna Madre!, nos conceda Dios,

Salud al enfermo, gracia al pecador.

 

Nube que en el templo del Rey Salomón

Flotaste cual humo de etérea oblación.

Ruega, ¡oh tierna Madre!, nos conceda Dios,

Salud al enfermo, gracia al pecador.

 

Nube que Isaías, con místico ardor,

Lluévenos, clamaba, llueve al Salvador.

Ruega, ¡oh tierna Madre!, nos conceda Dios,

Salud al enfermo, gracia al pecador.

 

Nube del Carmelo, donde te evocó,

Del profeta Elías la ardiente oración.

Ruega, ¡oh tierna Madre!, nos conceda Dios,

Salud al enfermo, gracia al pecador.

 

Nube en que gozoso Noé contempló

Dibujarse el iris, del diluvio en pos.

Ruega, ¡oh tierna Madre!, nos conceda Dios,

Salud al enfermo, gracia al pecador.

 

Nube que te vistes del divino Sol,

Y dones derramas de vida y amor.

Ruega, ¡oh tierna Madre!, nos conceda Dios,

Salud al enfermo, gracia al pecador.

 

Nube mensajera de gracia y perdón,

Cúbranos tu sombra de la ira de Dios.

Ruega, ¡oh tierna Madre!, nos conceda Dios,

Salud al enfermo, gracia al pecador.

 

Nube que al viajero con sombra veloz

Refrescas la frente que abrasara el sol.

Ruega, ¡oh tierna Madre!, nos conceda Dios,

Salud al enfermo, gracia al pecador.

 

Nube que las lluvias de vida y frescor

Nos das cuando quema los campos el sol.

Ruega, ¡oh tierna Madre!, nos conceda Dios,

Salud al enfermo, gracia al pecador.

 

Nube de las gracias, fragua del amor,

Nube de los cielos, trono de mi Dios.

Ruega, ¡oh tierna Madre!, nos conceda Dios,

Salud al enfermo, gracia al pecador.

 

ORACIÓN

 

   Acordaos, ¡oh misericordiosísima Virgen María!, que jamás se ha oído decir que ninguno de cuantos recurren a vuestra protección, imploran vuestro socorro y reclaman vuestra asistencia, haya sido abandonado. Animados con esta confianza recurrimos hoy a Vos, Madre del Omnipotente y Virgen de las vírgenes, y gimiendo bajo el peso de nuestros pecados nos postramos a vuestras plantas. ¡Oh Madre del Verbo encarnado!, no desechéis nuestras súplicas, antes bien, escuchadlas benigna y despachadlas favorablemente. Amén.

 

En el nombre del Padre, y del Hijo , y del Espíritu Santo. Amén.

 

domingo, 22 de diciembre de 2024

NOVENA A LOS SANTOS INOCENTES MÁRTIRES.

 


Novena dispuesta por el sacerdote bachiller Don José Manuel García del Valle y Araujo, y reimpresa por segunda vez en México por la imprenta de José Antonio de Hogal en 1776. Los Gozos fueron impresos en Barcelona por la imprenta de Luis Tasso y Gonyalons en 1873, sin autor conocido.

 

COMENZAMOS: 19 de diciembre.

FINALIZAMOS: 27 de diciembre.

FESTIVIDAD: 28 de diciembre.

   

MOTIVOS DE LA NOVENA


El lamentable olvido, alma devota, de la numerosa multitud de los Inocentes Mártires, que, hasta ahora, por tantos siglos ha sido borrado de nuestras memorias, creo será la ignorancia de su soberano patrocinio, y siendo nuestras necesidades tantas, y los peligros de esta vida innumerables, mayormente los imponderables de la terrible hora de la muerte, en la que han visto algunos Santos, como enjambres de abejas las legiones de demonios contra una sola pobrecita alma, de necesidad hemos de buscar dilatados ejércitos de defensores para tanta batalla. Buenos Padrinos ofrezco, agradables intercesores te prometo, de quienes te ruego seas cordial devoto, que el buen éxito de tus peticiones, será el testigo de la verdad, que te aseguro.

   

NOVENA EN HONOR DE LOS SANTOS NIÑOS INOCENTES

     

Por la señal de la Santa Cruz, de nuestros enemigos, líbranos Señor Dios nuestro. En el nombre del Padre, y del Hijo , y del Espíritu Santo. Amén.

      

ORACIÓN PARA TODOS LOS DÍAS


 

   Altísimo Dios, de cuyas misericordias es incapaz el guarismo, y de vuestra infinita bondad son inagotables los tesoros, prestad benigno vuestros clementísimos oídos a las súplicas de este vuestro humilde siervo, que, atado a la cadena de tantas desdichas arrepentido, clama por su amada libertad. Ya conozco que el más atroz verdugo que me atormenta es mi temerosa conciencia que, hostigada ya de tantas culpas, sacude el yugo que el común enemigo había cargado sobre mi ignorante cerviz. Siento, Dios mío, sobre todo, el dolor de haberos ofendido, pagando tan mal las infinitas finezas de que me reconozco deudor, y quisiera para pagarlas (cosa imposible) ser yo solo de todos los penitentes, ser yo solo de todos los mártires, pues yo solo en mi crecida maldad he sido y soy todos los pecadores, y si como es cierto hay un Infierno, perpetua cárcel para vuestros enemigos, fueran los átomos del sol, las estrellas del cielo, las gotas del mar, los granos de la tierra y todos los demonios, fuera cada uno un Infierno, y yo, indivisible para todos y en cada uno padeciera nuevos tormentos, aun sobrara malicia en este pecador de pecadores para satisfacer vuestra justicia y debida cólera, pero con todo, conociendo vuestra indecible clemencia, en ella confío el perdón de tantas culpas, y me aseguro en vuestras manos la fortaleza para no caer. Y si mis labios por manchados os ofenden, misericordia os pido por aquellas cinco bocas (que más que el odio) abrió vuestro amor en el leño de la Cruz, y siendo mis lágrimas congelada nieve, incapaz de apagar el inmenso fuego de mis culpas, sírvanme de ojos vuestras innumerables heridas, y de lluvia por lágrimas las infinitas gotas de vuestra derramada Sangre, y prestadme por lienzo para enjugarlas el Alma Santísima y Purísimo Corazón de vuestra Dolorida Madre, por cuyas benditas manos parte este mi arrepentimiento, para que merezca ser de vuestra complacencia. Amén.

  


DÍA PRIMERO – 19 DE DICIEMBRE.

 

ORACIÓN

 

   Pastor Divino, enamorado Jesús, Hijo de María, Verbo del Padre, y uno con Él y el Divino Espíritu, adoro vuestros infinitos atributos, en especial el de vuestra Ciencia infinita, para la cual no hay pretérito ni futuro, pues todo a ella está presente: os doy infinitas gracias por aquel gozo que eternamente tuvisteis en la numerosa turba de los Santísimos Inocentes Niños, aceptando por apacible víctima su temprana muerte, y os pido, por vuestra esposa la Iglesia Santa y sus necesidades, y que nos libréis de repentinas muertes, dándonos por abogados mientras somos pasajeros de aquesta triste vida, y en especial en el tenebroso barranco de la muerte, en que tantos han peligrado, a vuestros Inocentes válidos, en cuyo socorro libro mis esperanzas y el gozaros eternamente en la gloria. Amén.

 

—Aquí se reza la estación mayor del Santísimo Sacramento, consistente en seis Padre nuestros, Ave Marías y Glorias; y dos Salves a la Santísima Virgen, y se termina con la siguiente:

 


ORACIÓN PARA TODOS LOS DÍAS

 


   Olorosas Rosas, encendidos Claveles, lúcidas Azucenas del Jardín de la Iglesia, a quienes como desmandado torbellino, deshojó la cruel cuchilla del tirano Herodes, os doy mil parabienes, de que entre vosotros, como preciosas perlas, se buscase la eterna margarita de mi dulce Jesús, y dieseis la vida, anticipando la paga de la mejor vida, que por vosotros se había de dar en una Cruz, y pagasteis de contado la fresquecita Sangre que había derramado en su Circuncisión vuestro amoroso Pastor como corderitos sin mancha, vertiendo la inocente vuestra, sirviendo ella de precursora a la que en su dolorosa Pasión había de derramar nuestro Santísimo Redentor Jesús. Gozaos eternamente, y admitid benigno nuestros humildes obsequios, ayudándonos en todas nuestras calamidades, socorriéndonos en nuestras miserias, mayormente en la miseria de miserias del trance de la muerte. Desde ahora para entonces, os pedimos vuestro patrocinio, nos valemos de vuestra sangre, nos fiamos de vuestros méritos, para que nos ayudéis en tan formidable trance, y os suplicamos desterréis en esa hora las infernales bestias para morir en paz, y lo que os pedimos en esta Novena, si fuere gusto de Dios, a quien sea la honra, gloria, honor y alabanza por eternos siglos. Amén.

  

GOZOS A LOS SANTOS NIÑOS INOCENTES


Santos Niños que al Señor

Muriendo habéis confesado:

Del devoto atribulado

Escuchad siempre el clamor.

  

Jesús en Belén nacido,

Por los Magos adorado,

Infundió tanto cuidado

A Herodes, rey fementido

Que acabar quiso atrevido,

Con el mismo Salvador.

Del devoto atribulado

Escuchad siempre el clamor.

  

Ciego en su temeridad

Los soldados reunió

Y matar les ordenó,

A los niños ¡Que crueldad!

Hasta dos años de edad

De Belén y alrededor.

Del devoto atribulado

Escuchad siempre el clamor.

  

Mientras la inicua sentencia

Para cumplir, caminaba

Aquella turba, salvaba

A Jesús la providencia,

Mas debió vuestra inocencia

Sufrir tan grande rigor.

Del devoto atribulado

Escuchad siempre el clamor.

  

Así que a Belén llegaron,

Todos los niños pidieron,

Las madres os escondieron

Y salvaros procuraron,

Mas vuestros lloros lograron

Que os hallase el buscador.

Del devoto atribulado

Escuchad siempre el clamor.

  

Ni vuestros gritos de infante

Ni las súplicas de un padre,

Ni el llanto de triste madre

Pudieron un solo instante,

Más duro que el diamante,

Ablandar al matador.

Del devoto atribulado

Escuchad siempre el clamor.

  

En el materno regazo,

De aquellas que os ocultaban

Crueles os destrozaban,

Asiéndoos con fuerte brazo,

¡Felices que en tal ocaso

Hallasteis vida mejor!

Del devoto atribulado

Escuchad siempre el clamor.

  

Sin saber lo que es morir,

Por vuestro Dios dais la vida,

Palma y corona debida

Lográis así recibir,

Y al cielo después subir

Con Jesús vuestro Señor.

Del devoto atribulado

Escuchad siempre el clamor.

  

Las victimas sois primeras

Por Cristo Dios ofrecidas,

Y vuestra sangre, vertida

De la fe en la primavera,

Es la preciosa venera

Que más os llena de honor.

Del devoto atribulado

Escuchad siempre el clamor.

  

Desde el trono de la gloria,

De vuestras benditas almas

Juguetean con las palmas,

Tenednos en la memoria

Rogad logremos victoria

Del infernal tentador.

Del devoto atribulado

Escuchad siempre el clamor.

  

Haced, podamos un día,

Nuestra vida ya acabada,

En la celeste morada

Gozar vuestra compañía,

Y cantar con alegría

Alabanzas al Señor.

Del devoto atribulado

Escuchad siempre el clamor.

  

Ya que por el Redentor

La sangre habéis derramado:

Del devoto atribulado

Escuchad siempre el clamor.

  

ORACIÓN


   Señor Dios, cuya gloria pregonaron en este día los Inocentes mártires, no con palabras, sino dando su vida por ti, haz que nuestra conducta testifique con hechos la fe que proclamamos con los labios. Por nuestro Señor Jesucristo. Amén.

  

En el nombre del Padre, y del Hijo , y del Espíritu Santo. Amén.