ADVERTENCIA:
Este
pío ejercicio (que como cualquier otro puede rezarse devotamente en cualquier
momento del año), puede emplearse como novena del 7 al 15 de Octubre, como
preparación a la fiesta de San Gerardo Mayela, o durante nueve lunes seguidos,
el día consagrado a él.
COMENZAMOS: 7 de octubre.
FINALIZAMOS: 15 de octubre.
FESTIVIDAD: 16 de octubre.
NOVENA EN
HONOR A SAN GERARDO MARÍA DE MAYELA
Por
la señal ✠ de la santa Cruz; de nuestros ✠ enemigos
líbranos,
Señor
✠
Dios nuestro. En el nombre del Padre, y del Hijo ✠,
y del Espíritu
Santo. Amén.
ACTO DE CONTRICIÓN
Señor mío Jesucristo, Dios y hombre verdadero, Criador y
Redentor mío, por ser Vos quien sois y porque os amo sobre todas las
cosas, me pesa de todo corazón de haberos ofendido: propongo firmemente de
nunca más pecar, y de apartarme de todas las ocasiones de ofenderos, y de
confesarme y cumplir la penitencia que me fuere impuesta: ofrezcoos mi vida, obras y trabajos en satisfacción de todos mis
pecados; y así como os lo suplico, así confío en vuestra bondad y misericordia
infinita me los perdonaréis, por los merecimientos de vuestra preciosísima
Sangre, Pasión y Muerte, y me daréis gracia para enmendarme y para perseverar
en vuestro santo servicio hasta la muerte. Amén.
ORACIÓN PREPARATORIA
PARA TODOS LOS DÍAS
¡Oh glorioso San Gerardo!, doy
gracias a Dios quien os ha coronado en el Cielo con tan grande gloria y os ha
elevado a un trono tan excelso entre los Santos y Ángeles del Paraíso. Ahora,
mientras gozáis de la bienaventuranza celestial, no os olvidéis de mí, vuestro
siervo y devoto. Mirad los peligros que me amenazan, los males y miserias que
me agobian. Emplead vuestro poder y valimiento cerca de
Dios para socorrerme en mi necesidad. Dios, quien durante vuestra vida oía
siempre vuestras súplicas, no desatenderá vuestros ruegos ahora cuando estáis
cerca de Él en el reino de la gloria. Rogad por mí y obtenedme, por la
intercesión de María Santísima, las gracias que os pido en este piadoso
ejercicio. Amén.
DÍA
PRIMERO – 7 DE OCTUBRE.
MEDITACIÓN: SAN
GERARDO Y EL NIÑO JESÚS.
A la edad de seis años, el niño Gerardo fue
a postrarse ante la imagen de María, venerada en la capilla de Capotiñano. De
pronto vio animarse la estatua de la Virgen, y que el Niño Jesús se desprendía
de sus brazos, acercándose a jugar con él. Terminado el juego, el Niño Dios le
dio un panecillo que Gerardo llevó a su casa diciendo a la madre: “El niño de una
señora me ha dado este panecillo”. El
caso se repitió varias veces y fue observado por la hermana y la madre de
Gerardo.
REFLEXIÓN
Considera cómo queriendo el Señor, que es
admirable en sus Santos, hacer de San Gerardo un prodigio de su poder y de su
gracia, le enriqueció desde su nacimiento con bendiciones celestiales y
particulares gracias. Mas ¿de qué le hubieran valido, de no corresponder a ellas,
sino para su mayor ruina y condenación? Gerardo
oyó en su tierno e inocente corazón la voz de Dios que le llamaba a la
santidad, y desde entonces alimentó en su alma un deseo, siempre fervoroso y
siempre constante, de llegar a la más alta perfección.
ORACIÓN PARA EL DÍA
PRIMERO
¡Oh glorioso San Gerardo, Ángel de
inocencia!, os saludo y felicito por aquella
cándida pureza que habéis conservado intacta hasta la muerte. Gozáis ahora en
el Cielo de la visión de Dios prometida a los que tienen puro el corazón. Yo,
infeliz pecador, desde este lugar de peligros, tentaciones y seducciones, os
invoco, implorando vuestra piedad y solicitando vuestra ayuda. Amantísimo
patrono mío, San Gerardo, amparadme en las tentaciones, recordándome la
presencia de mi Dios, y la necesidad de recurrir pronta y constantemente a la
oración. Obtenedme el santo temor de Dios, a fin de qué huya de las ocasiones
peligrosas y no dé nunca oído a la tentación. Alcanzadme
también una filial devoción a María Santísima, la Reina de las vírgenes, para que,
por Ella protegido, guarde fielmente la pureza de corazón. Amén.
—Padrenuestro,
Avemaría y Gloria.
INVOCACIONES A SAN
GERARDO
℣.
Oh San Gerardo, cuya santidad, bondad y milagroso
poder han hecho nacer en mi corazón tan viva confianza,
℟.
Rogad por mí, compasivo protector.
℣.
En mis luchas contra el demonio, el mundo y las
malas pasiones, para que consiga la victoria,
℟.
Rogad por mí, compasivo protector.
℣.
Si la costumbre de pecar impusiere a mi alma un
yugo vergonzoso, para que, junto con la gracia, vuelva a hallar la santa
libertad de los hijos de Dios,
℟.
Rogad por mí, compasivo protector.
℣.
Si tuviere la desgracia de abusar de los
Sacramentos de la Penitencia y Eucaristía, para que, en adelante, confiese y
comulgue con buenas disposiciones,
℟. Rogad por mí,
compasivo protector.
℣.
Si por la injusticia de los hombres, me viere
blanco y víctima de calumnias, vejámenes y malos tratamientos, para que
perdone, olvide y devuelva bien por mal,
℟.
Rogad por mí, compasivo protector.
℣.
En las pruebas de la vida, enfermedades, pesares,
falta de éxito, reveses de fortuna, para que lleve todo con resignación
cristiana,
℟.
Rogad por mí, compasivo protector.
℣.
En el cumplimiento de mis deberes de estado, a fin
de que, por amor a Dios, los desempeñe con entera fidelidad,
℟.
Rogad por mí, compasivo protector.
℣.
Para que practique las virtudes que santifican a
los elegidos: la humildad, la caridad, la mortificación, la obediencia y el
santo abandono a la voluntad de Dios,
℟.
Rogad por mí, compasivo protector.
℣.
Para que vuestros ejemplos de celo me lleven a
emplearme con valor en la salvación del prójimo,
℟.
Rogad por mí, compasivo protector.
℣.
Para que muera en la gracia y amistad de Dios
auxiliado por Jesús y por María,
℟.
Rogad por mí, compasivo protector.
℣.
Rogad por nosotros, San Gerardo.
℟.
Para que seamos dignos de alcanzar las promesas de
Nuestro Señor Jesucristo.
ORACIÓN
Oh Dios, que
quisisteis atraer desde su juventud al beato Gerardo para hacerlo conforme a la
imagen de vuestro Hijo Crucificado, haced, os lo pedimos, que, al
imitar sus ejemplos, reproduzcamos en nosotros este divino Modelo. Por el mismo
Jesucristo Nuestro Señor. Amén.
En el
nombre del Padre, y del Hijo ✠, y del Espíritu Santo. Amén.
DÍA SEGUNDO – 8 DE OCTUBRE
Por
la señal de la Santa Cruz, etc.
Acto
de contrición y Oración Preparatoria.
MEDITACIÓN: SAN GERARDO Y LA EUCARISTÍA.
Muy niño aún, descubrió Gerardo un tesoro
inestimable, el mayor en la tierra, Jesús Sacramentado. ¡Con qué gusto lo hubiera recibido en la
Sagrada Comunión! Un día, arrastrado por una fuerza irresistible,
fue al comulgatorio para comulgar con los demás fieles. El sacerdote, viéndolo
tan pequeñito, pasó de largo y no le dio la Comunión. Gerardo se retiró
llorando. En la noche siguiente, el Arcángel San Miguel, de quien era muy
devoto, le trajo la Sagrada Comunión. Radiante de alegría lo manifestó
diciendo: “Ayer
el sacerdote no quiso darme la Comunión y esta noche vino a dármela San
Miguel”.
REFLEXIÓN
Considera cómo
San Gerardo, a imitación de su Padre San Alfonso, recibía la Sagrada
Comunión con tanto fervor, y visitaba a Jesús Sacramentado con tanta
frecuencia, que ya desde sus tiernos años mereció que le llamaran el Serafín de la Eucaristía.
Alma mía, si no visitas
frecuentemente a Jesús Sacramentado, si no lo recibes en tu alma, es porque no
le amas. Para todo hallas tiempo: para hablar con tus amigos, para divertirte
en el mundo, para estudiar, para trabajar; sólo no hallas un cuarto de hora para
visitar al Amante divino, que por amor tuyo está de noche y de día en este
Sacramento de amor. ¿Hasta cuándo durará tu cruel abandono?
ORACIÓN PARA EL DÍA
SEGUNDO
¡Oh glorioso y
bienaventurado Gerardo!, me confundo al considerar tus virtuosos
ejemplos y tu acendrada devoción al Santísimo Sacramento, comparándola con mi
frialdad y poca fe delante de nuestro común Redentor. Bien quisiera yo poder
amarle como tú le amaste, alcanzar tu fervor en mis comuniones, y tener aquel
vivo deseo que tuviste en obsequiarle en esta mortal carrera, para conseguir
por este medio las gracias que Tú conseguiste, y perfeccionar mi vida
purificando mi alma con el fuego sagrado de la santa Eucaristía. Acudo
hoy a implorar tu poderosa protección para poder salir del estado de tibieza en
que he vivido hasta el presente, y espero por tu valimiento conseguir la gracia
de ser más fervoroso en la recepción y visitas de este divino Sacramento.
Amén.
—Padrenuestro,
Avemaría y Gloria.
—La
Invocación y la Oración se rezarán todos los días.
DÍA TERCERO – 9 DE
OCTUBRE
Por
la señal de la Santa Cruz, etc.
Acto
de contrición y Oración Preparatoria.
MEDITACIÓN: CONFIANZA DE SAN GERARDO EN DIOS.
Un día que el obispo, su patrón, había
salido a paseo, Gerardo cerró las habitaciones del prelado, y llevándose la
llave, fue por agua a un pozo que había en la plaza pública. Por desdicha, al
inclinarse sobre el brocal del pozo, se le cayó al agua la llave. “¡Qué dirá su
señoría!”, exclamó Gerardo; “¡cómo se
pondrá, cuando lo sepa!”. Luego
oró un momento y voló a la sacristía de la catedral en busca de una estatuita
del Niño Jesús. Ató al Niño con una de las cuerdas que en el brocal del pozo
había, y poco a poco lo bajó al fondo del agua diciendo: “Niño mío; devuélveme la llave si no
quieres que mi señor se enoje justamente conmigo”. Tiró Gerardo de
la cuerda, y a los breves instantes se vio la estatua a flor de agua y, ¡oh maravilla!, entre sus manecitas traía el Niño Jesús la
llave perdida.
REFLEXIÓN
Considera cuán grande
debió ser la confianza de San Gerardo, quien
obtuvo del Señor tan señalados favores y gracias tan extraordinarias. ¡Con qué
seguridad –casi diría– con qué
naturalidad procedía al obrar esos grandiosos milagros que esmaltan casi todas
las páginas de su biografía! Alma mía, ¿confías en el Señor como debes?
Y cuando pides al Señor y a los Santos alguna gracia, ¿ensancha la confianza tu corazón o entras
en la oración con temores y recelos? Procura despegar tu corazón
más y más de los bienes de la tierra y elevarlo más y más al Cielo. Oye cómo la
Iglesia te exhorta todos los días por boca de sus ministros: “Sursum corda” (¡Arriba los
corazones!).
ORACIÓN PARA EL DÍA
TERCERO
¡Oh
bienaventurado Gerardo!, considero vuestra firme e inquebrantable
esperanza, que os sostuvo en medio de tantos peligros, y os comunicó, tan
poderoso aliento para emprender, continuar y perfeccionar las obras admirables
que ejecutasteis en servicio de Dios y en bien de las almas. Admiro vuestra
confianza en aquel Señor Todopoderoso, que os confortaba a trabajar sin
descanso durante vuestra mortal carrera, y a esperar la corona de justicia, que
tiene preparada para los que pelean debidamente como buenos soldados de Cristo,
y vencen con su gracia en los combates de esta vida.
Y si por mi falta de confianza no merezco
conseguirla, os pido que primero me alcancéis aumento de esta misma virtud,
para que, animado por ella, y consolado en mis presentes necesidades, venza
también yo en mis espirituales combates, hasta poder llegar por este medio a la
mansión de la Gloria. Amén.
—Padrenuestro,
Avemaría y Gloria.
—La
Invocación y la Oración se rezarán todos los días.
DÍA CUARTO – 10 DE OCTUBRE
Por
la señal de la Santa Cruz, etc.
Acto
de contrición y Oración Preparatoria.
MEDITACIÓN: SAN GERARDO Y SU AMOR A DIOS Y A LA
SANTÍSIMA VIRGEN.
Era el tercer
domingo de Mayo, y se celebraba solemnemente en la Catedral una fiesta a la
Inmaculada Concepción. Expuesta se hallaba la imagen de María a la
pública veneración; ya se disponían a sacarla en procesión, cuando Gerardo, que
contaba a la sazón unos diecisiete años, después de haber orado con gran fervor
delante de Ella, se levantó con el rostro inflamado como un serafín, se abalanza
hacia la estatua, se quita el anillo que en el dedo llevaba, y con filial amor
y sorpresa de los que la escena presenciaban, lo pasa a un dedo de la Virgen,
exclamando de modo que lo pudiese oír toda la multitud reunida: “Vedme ya
desposado con Nuestra Señora”, como
si dijera: “Ya
no me pertenezco a mí, soy de María y a ella le consagro irrevocablemente mi
pureza virginal”. La Reina del Cielo aceptó la ofrenda de su
fiel servidor y le alcanzó la gracia de guardar en cuerpo y alma, pureza de
Ángel.
Había cerca del
convento donde vivía nuestro Santo, un pobre ciego que cantaba con
primor y tocaba la flauta con mucha maestría. Gerardo, que le conocía muy bien,
cierto día le dijo: “Felipe, toca para alegrar a los pobres”. –“Y ¿qué toco?”,
repuso el ciego.
– “Toca
aquel cántico”, añadió
el Santo, “que
comienza:
En Ti; mi
Dios, sólo ansío
Tu querer
y nunca el mío”.
Apenas
el ciego comenzó la melodía, Gerardo, como ebrio de alegría, comenzó a agitarse
y a saltar, repitiendo: “Tu querer y nunca el mío”. Alzó los ojos al Cielo, extendió las manos
y se levantó del suelo cual flecha disparada por robusto brazo.
REFLEXIÓN
Considera, alma
cristiana, que
el amor de Dios debe ser el principal motivo de todas nuestras obras y
oraciones. ¿Amas
a Dios con todas tus fuerzas? Acuérdate de lo que dice San Gregorio
Papa: “La verdadera
prueba del amor son las obras”. ¿Prueban tus obras que, amas a Dios? ¿Cumples siempre y
sin reserva a ejemplo de San Gerardo la divina voluntad expresada en los
mandamientos de Dios y de la Iglesia y en las particulares obligaciones de tu
estado? ¿Te conformas con las disposiciones de la Providencia, en la hora de la
prueba? No te canses de pedir al Señor el
precioso don de su santo amor.
No es buen
cristiano el que no ama de veras a María Santísima. María es la Madre de
Jesús, y no puede preciarse de ser verdadero amante de Jesús el que no ama
también a su Santísima Madre. Alma mía, ¿eres devota de
la Virgen? ¿Tratas de honrar con tus obsequios a tu Madre del Cielo? La devoción a
María –dicen los santos– es señal segura de pertenecer al número de los
predeterminados a la Gloria. Pero
no te olvides, alma cristiana, de que no eres verdadera devota
de María si no huyes del pecado y la ocasión próxima de pecar.
ORACIÓN PARA EL DÍA
CUARTO
¡Oh bendito y
glorioso Gerardo, volcán de amor de Dios,
serafín en la tierra, y dechado de todas las virtudes!, compadeceos de
nosotros, que tan tibios nos hallamos en el servicio de Dios y tan fríos en la
verdadera caridad; y ya que tanto podéis con el Dador de todo don perfecto,
alcanzadnos la gracia de emprender eficazmente la práctica del amor a Dios,
para qué, elevados por su medio sobre las cosas terrenas, lleguemos en esta
vida a la consideración de las celestiales, y después de nuestra muerte a la
posesión de la eterna mansión de la Gloria. Alcanzadnos también una tierna,
constante y filial devoción a la Reina de los Ángeles. Ya que tanto habéis
deseado en la tierra ver propagada en todas partes y en todos los corazones una
devoción tan saludable, no lo habéis de desear menos ahora que estáis en el
Cielo a los pies de vuestra Santísima Madre, contemplándola cara a cara,
hablándola y obsequiándola como Ella merece; por tanto os
suplicamos humildemente que os hagáis nuestro abogado para con Ella, a fin de
que nos mire como tierna Madre, se compadezca de nuestras necesidades
espirituales, y sobre todo, de nuestra falta de amor de Dios, y nos bendiga
desde el trono que ocupa en la Gloria y, haciéndonos perseverar en el servicio
divino y en la devoción hacia Ella hasta el último momento de nuestra vida,
tengamos la dicha de llegar por su medio a la eterna mansión de la Gloria.
Amén.
—Padrenuestro,
Avemaría y Gloria.
—La
Invocación y la Oración se rezarán todos los días.
DÍA QUINTO – 11 DE
OCTUBRE
Por
la señal de la Santa Cruz, etc.
Acto
de contrición y Oración Preparatoria.
MEDITACIÓN: SAN GERARDO EN LOS PELIGROS
Hallándose un
día Gerardo a orillas del mar, oyó angustiosos gritos y clamores de
gente que veía cómo las olas, agitadísimas por la tempestad, iban a echar a
pique una lancha llena de tripulantes. Movido de compasión, hace el Santo el
signo de la Cruz, echa hacia atrás el manteo y avanza sobre las aguas gritando:
“¡En nombre
de la Santísima Trinidad, detente!” Al punto quedó inmóvil la
lancha, y acercándose Gerardo, como si la embarcación fuese leve corcho
flotante, la trajo a la orilla, y salió del mar sin haberse siquiera mojado el
hábito. “¡Milagro,
milagro!”, gritaban todos; más el Santo huyó a toda prisa y fue a
esconderse en casa de un amigo. “¿Cómo –le
preguntó luego el Superior– pudo sacar la lancha?”. “¡Oh, Padre mío –respondió Gerardo– cuando
Dios quiere, todo es posible!”.
REFLEXIÓN
Alma mía,
en las tempestades y peligros de la vida presente, ¿cuáles son tus cuidados para no sucumbir?
¿Te preocupas más por las cosas temporales que por las espirituales? Piensa
que, si llegas a salvar el alma, habrás salvado también el cuerpo y serás dichosa
para siempre.
ORACIÓN PARA EL DÍA
QUINTO
Protector mío San Gerardo, en medio de
la felicidad de que gozáis en el Cielo no os olvidéis de vuestro devoto que
gime aún rodeado de las miserias de este destierro. Mirad en cuántos peligros
me encuentro de perder a mi Dios. Alcanzadme abundantes gracias
para librarme del pecado y perseverar en la gracia de Dios hasta la muerte.
Mirad compasivo las penas y amarguras en que me veo sumergido. Y ya que gozáis
de tan gran poder y valimiento cerca de Dios, socorredme en mis necesidades,
particularmente en la que os encomiendo. No digáis que no podéis socorredme.
Dios, durante vuestra vida, oía siempre vuestras oraciones y obraba por vuestro
medio grandes milagros. Ahora, en el Cielo, no os negará nada de cuanto le
pidáis. Rogad por mí, glorioso Protector mío, y alcanzadme por la intercesión
de la Santísima Virgen la gracia que os pido. Amén.
—Padrenuestro,
Avemaría y Gloria.
—La
Invocación y la Oración se rezarán todos los días.
DÍA SEXTO – 12 DE OCTUBRE
Por
la señal de la Santa Cruz, etc.
Acto
de contrición y Oración Preparatoria.
MEDITACIÓN: SAN GERARDO CONVIERTE A LOS PECADORES.
Cierto día
encontró Gerardo a un joven aventurero que atentamente lo miraba. Llevaba
el Santo un manteo remendado y una vieja sotana. El joven, creyéndole un mago,
le preguntó: “¿Es
usted un nigromante que va buscando tesoros?” Se sorprendió Gerardo con la demanda, pero pronto comprendió
con quién se las había, y respondió: “Si quieres enriquecerte, yo te indicaré el modo”. Lo
llevó a un bosque, y quitándose el raído manteo lo extendió en tierra, haciendo
que el joven se arrodillara en él. “Te he prometido buscar un tesoro” –le dijo el
santo Hermano– “¿quieres
verlo?… Mira”. Y sacando un
Crucifijo lo puso ante sus ojos diciéndole: “Éste es el tesoro que, tantos años ha, perdiste”.
Pintó al desgraciado joven, con vivísimos colores, el triste estado
de su alma. Éste, arrepentido, se puso a llorar amargamente, y cambió de vida,
haciendo después una buena y santa confesión.
REFLEXIÓN
¿Procuras ser útil, en la medida de tus fuerzas, a las
almas redimidas con la Sangre preciosa de Jesucristo? ¿Tratas al menos de hacer
bien a los que viven en tu compañía, como son tus parientes y amigos, por medio
de la oración, del buen ejemplo, de los buenos consejos, etc.? ¿Te interesas
por la obra de las misiones, por la propagación de la fe y por otras santas
empresas que tienen por fin la conversión de los infieles y la salvación de las
almas? Acuérdate de las palabras del Apóstol
Santiago: “El que hace que se
convierta el pecador, salva su propia alma”.
ORACIÓN PARA EL DÍA
SEXTO
¡Oh
bienaventurado Gerardo!, considero vuestra extraordinaria caridad hacia
vuestros semejantes, la que, descubriendo en los hombres la imagen de Dios
grabada en sus almas, os movía a amar a todos, a favorecer a todos, a consolar
a todos, aliviándolos en sus males, aconsejándolos en sus dudas,
fortaleciéndolos en sus debilidades, dirigiéndolos en sus caminos,
amonestándolos en sus faltas; sin perdonar desvelos y trabajos para socorrerlos
en sus necesidades espirituales y corporales.
Os ruego, que me alcancéis
verdadero espíritu de caridad y ese sincero amor que es el verdadero distintivo
de los discípulos de Cristo Nuestro Señor, para que, consolado en mis presentes
necesidades, amándonos todos sinceramente en esta vida, tengamos la dicha de
estar un día reunidos inseparablemente en la bienaventuranza eterna. Amén.
—Padrenuestro,
Avemaría y Gloria.
—La
Invocación y la Oración se rezarán todos los días.
DÍA SÉPTIMO – 13 DE OCTUBRE
Por
la señal de la Santa Cruz, etc.
Acto
de contrición y Oración Preparatoria.
MEDITACIÓN: SAN GERARDO, PODEROSO CONTRA LAS
TENTACIONES DEL DEMONIO.
Viajando un día de
riguroso invierno, se
vio Gerardo sorprendido por espesísima niebla en medio de los bosques. Perdió
nuestro viajero el camino, y marchando sin rumbo fijo, advirtió de repente que
se hallaba al borde de un precipicio. Quiso retroceder, pero en el mismo
instante surge ante sus ojos un fantasma horrible que, con infernal sonrisa
exclama: “Llegó,
miserable frailecito, la hora de mi venganza; al fin has caído en mis manos,
puedo hacer de ti lo que me plazca”. Era el demonio. Sobrecogido
quedó Gerardo, pero poniendo su confianza en Dios tiende imperiosamente la mano
hacia Satanás y le dice: “Bestia infernal, en nombre de la Santísima Trinidad te
mando que tomes las riendas de mi caballo y me conduzcas hasta Lacedonia”.
Rechinaron los dientes de aquel monstruo, se le crisparon los
cabellos, pero la virtud de la Santísima Trinidad le forzó a servir de guía y
escudero al siervo de Dios.
REFLEXIÓN
Alma mía, ¿confías en el Señor como debes? Has de saber que la oración es el
gran medio de salvación, como la llama San Alfonso. ¿Y tú recurres a Dios en las tentaciones?
¿Qué haces para resistirlas? ¿Le pides al Señor, con fervor y asiduidad, te de
fortaleza y perseverancia para combatirlas? “No
será coronado” –dice
el Apóstol– “sino el que combatiere como es debido”.
ORACIÓN PARA EL DÍA
SÉPTIMO
¡Oh San Gerardo!, el
Infierno se ha desencadenado contra mí; una furiosa tempestad ha levantado las
pasiones de mi corazón. Me parece que empiezo ya a sumergirme. Mi corazón hace
trato con el enemigo; mi voluntad no cuida casi más de la mano que la pueda
socorrer, que podría arrancarla de las asechanzas de Satanás; y, para colmo de
desgracia, mi lengua trabada no habla más ni a Dios para implorar su socorro,
ni a los hombres para que me den algún buen consejo.
¡Tened piedad de mí, oh mi Santo Protector! Numerosas
son las victorias que conseguisteis sobre el demonio: obtenedme
la fuerza de triunfar a mi vez. Vos le mandabais como dueño; haced que yo no
sea jamás su esclavo. Implorando el socorro de la Reina del Cielo, vencisteis
al infierno; no permitáis, que en los asaltos que da el enemigo a mi alma,
descuide de invocar a María. Quiero invocar a la Santísima Virgen; pero
invocadla también Vos por mí, para que me proteja y me haga salir victorioso.
Asistidme,
¡oh San Gerardo!, ahora y en todo el curso de mi vida hasta
mi última hora. Yo quiero poder en el Cielo bendecir vuestro caritativo
socorro, que me habrá hecho merecer la corona de los elegidos. Amén.
—Padrenuestro,
Avemaría y Gloria.
—La
Invocación y la Oración se rezarán todos los días.
DÍA OCTAVO – 14 DE OCTUBRE
Por
la señal de la Santa Cruz, etc.
Acto
de contrición y Oración Preparatoria.
MEDITACIÓN: SAN GERARDO Y SU CARIDAD CON LOS POBRES.
En todos sus
viajes imploraba Gerardo el pan de cada día de la caridad pública. Al
llegar cierto día a una humilde aldea, se acercó a la puerta de la casa de una
pobre mujer, en demanda de limosna.
“Perdone, por Dios, Hermano, –repuso la mujer– que ni siquiera tengo un mendrugo de pan”.
“¡Cómo! –replicó el Hermano–, ¿qué no tiene
nada? ¡Pues
sí, tiene un arca llena de pan!”. “No tengo ni un
pedazo”, tornó a decir la buena mujer, la cual, por obedecer a las
reiteradas instancias de San Gerardo, alzó la tapa del arcón y lo halló lleno
de sabrosísimos panes.
No quería creer lo que sus ojos veían; palpó
los panes, y vio que eran verdaderos. En agradecimiento a tan gran favor,
socorrió con muy buena limosna al que de manera tan prodigiosa acababa de
favorecerla.
REFLEXIÓN
Alma mía, ¿amas a tu prójimo de veras, no sólo con palabras, sino también
con obras? ¿Le ayudas en las penas y amarguras de la vida? Imita, ¡oh cristiano!, a San Gerardo, que no pudo ver a un
prójimo en necesidad alguna sin socorrerle al instante.
ORACIÓN PARA EL DÍA
OCTAVO
¡Oh glorioso San
Gerardo! Dios ha recompensado
magníficamente vuestra virtud y vuestra fidelidad haciéndoos poderoso
auxiliador de los que sufren. Ya durante vuestra vida nadie que implorara
vuestro socorro se retiraba de Vos sin consuelo. Dios ha colmado vuestro
corazón de entrañable compasión para con las necesidades humanas, y no pocas
veces ha puesto en vuestras manos los tesoros de su Omnipotencia. Llegasteis a
ser Ángel de caridad consolando a los afligidos, socorriendo a los pobres y
enfermos, amonestando y salvando a los pecadores. Alcanzadnos
un corazón compasivo para con los necesitados y haced que, con nuestras
oraciones, trabajos y sacrificios, podamos contribuir a la conversión de los
pecadores y salvación de las almas. Amén.
—Padrenuestro,
Avemaría y Gloria.
—La
Invocación y la Oración se rezarán todos los días.
DÍA NOVENO – 15 DE OCTUBRE
Por
la señal de la Santa Cruz, etc.
Acto
de contrición y Oración Preparatoria.
MEDITACIÓN: GLORIOSA MUERTE DE SAN GERARDO.
El día 15 de
Octubre comulgó Gerardo por viático. A la caída de la tarde preguntó qué
hora era; y cuando le dijeron que eran las seis, repuso: “Aún me quedan seis horas de vida”. Entre las 10 y las 12 perdió el conocimiento.
Vuelto en sí, dijo al enfermero: “Pronto, Hermano, arroje usted a esos miserables”. Parece
que éste fue el último asalto del Infierno. De repente serenóse su frente y
lleno de júbilo exclamó el moribundo: “He aquí la Madre de Dios, honrémosla, honrémosla”; y
arrodillándose en la cama quedó abismado en éxtasis. Después de media noche exhaló
un profundo suspiro. El enfermero, advirtiendo que el enfermo entraba en
agonía, llamó al sacerdote; y mientras éste le daba la postrera absolución, se
despedía aquella alma de los lazos del cuerpo. Era la 1 de la mañana del 16 de
Octubre de 1755. Gerardo contaba 29 años y medio de edad y seis de vida
religiosa.
REFLEXIÓN
Todos confiesan
que los Santos han sido verdaderos sabios, porque se han preparado a la muerte
antes que la muerte llegase. ¿Y tú qué haces? ¿Quieres correr el riesgo de comenzar a prepararte
a morir cuándo la muerte esté próxima? ¡Qué tormento te causará entonces la
memoria del tiempo perdido, y mayormente del tiempo malamente empleado!
Puesto que es cosa cierta,
hermano mío, que has de morir, póstrate luego a los pies del Crucifijo, y da
gracias a Dios por el tiempo que te da, en su misericordia, para poner en orden
tu conciencia. En cuanto a lo pasado, fíalo todo a los méritos de la Sangre de
Jesucristo, que te da ahora estas luces porque quiere salvarte.
ORACIÓN PARA EL DÍA NOVENO
¡Oh bienaventurado Gerardo!, dignísimo
hijo de San Alfonso, que entre los lirios de la inocencia más pura y las
espinas de la más rigurosa penitencia os trasformasteis por la caridad en
imagen viva de Jesucristo, reproduciendo en Vos sus divinas virtudes, y
especialmente la humildad y la obediencia hasta la muerte: haced
que a vuestra imitación, abrazado yo también con la cruz, me resuelva a seguir
de veras los ejemplos que nos ha dejado nuestro común Redentor, convencido de
aquella gran verdad: que el conformarse en todo y por todo con Él en la tierra
es el único camino para llegar seguramente a gozar y reinar con Él en el Cielo. Amén.
—Padrenuestro,
Avemaría y Gloria.
—La
Invocación y la Oración se rezarán todos los días.
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