Tomado
más o menos del devocionario “Tesoro Agustiniano”,
recopilado por el Padre Fray Teófilo Garnica del Carmen OAR; y publicado en
Granada (España), en 1948.
COMENZAMOS: 19 de agosto.
FINALIZAMOS: 27 de agosto.
FESTIVIDAD: 28 de agosto
ADVERTENCIA DEL EDITOR
Los
Santos atienden en todo tiempo las súplicas de sus devotos, así que cualquier
momento del año es perfecto para rezar esta novena a San Agustín. Ahora, bueno será rezar esta Novena entre el día diecinueve y el
veintisiete del mes de agosto, fiesta de nuestro Padre San Agustín; o nueve
días antes del veinticuatro de abril, fiesta de su conversión y bautismo; o
antes del veintiocho de febrero, cuando sus Reliquias fueron trasladadas de la
isla de Cerdeña a la ciudad de Pavía; o antes del once de octubre, la primera
traslación de sus Reliquias desde Hipona a Cerdeña.
San Agustín es el Doctor de la Gracia y de la Predestinación, y
su corazón estaba ardiendo y se hallaba traspasado por el amor de Dios y el
celo por la Iglesia y la salvación de las almas. Por ello, mal haría en obtener para
sus devotos algo que esté contra la Voluntad de Dios y, por ende, no convenga
para nuestra salvación. No se turbe tu corazón por esta causa, pues en cambio, San Agustín intercederá para concederte de Dios aquellas
gracias que convengan para la Gloria de su Majestad y para tu eterna salvación.
Es conveniente que un día dentro de la novena, confieses y comulgues.
NOVENA EN
HONOR DE SAN AGUSTÍN, OBISPO, PADRE Y DOCTOR DE LA IGLESIA
Por
la señal ✠ de la santa Cruz; de nuestros ✠ enemigos
líbranos,
Señor
✠ Dios
nuestro. En el nombre del Padre, y del Hijo ✠, y del Espíritu Santo. Amén.
ACTO DE CONTRICIÓN
Señor mío Jesucristo, Dios y hombre
verdadero, Criador y Redentor mío, por ser Vos quien sois,
y porque os amo sobre todas las cosas, me pesa de todo corazón de haberos
ofendido: propongo firmemente de nunca más pecar, y de apartarme de todas las
ocasiones de ofenderos, y de confesarme, y cumplir la penitencia que me fuere
impuesta: ofrezcoos mi vida, obras y trabajos en satisfacción de todos mis
pecados; y así como os lo suplico, así confió en vuestra bondad y misericordia
infinita me los perdonaréis por los merecimientos de vuestra preciosísima
Sangre, Pasión y Muerte, y me daréis gracia para enmendarme, y para perseverar
en vuestro santo servicio hasta la muerte. Amén.
ORACIÓN INICIAL
¡Gloriosísimo
Padre Agustín, serafín en el amor divino,
apóstol en la predicación, segundo San Pablo, Salomón de la Ley de Gracia, el
más santo de los sabios y el más sabio de los Santos! Humildemente
arrodillados ante tu altar sacrosanto, hoy acudimos para rendirte el homenaje
de nuestra admiración y cariño durante esta novena, que deseamos hacer para
gloria de Dios Nuestro Señor, que es admirable en sus santos y en ti
principalmente, y para el mayor bien espiritual de nuestras almas.
Te suplicamos que intercedas con tu poderoso
valimiento en favor de la Iglesia Católica, por la que trabajaste
incansablemente; por la conversión de los pecadores, herejes, cismáticos e
infieles, que tan ardorosamente procuraste atraer al seno de nuestra Religión;
por tus hijos y devotos, para que, imitando tus excelsas virtudes, seamos
dignos de acompañarte algún día en la gloria eterna. Amén.
DÍA PRIMERO – 19 DE AGOSTO.
Meditación: “PENITENCIA DE SAN AGUSTÍN”
Dos llaves solamente
tienen las puertas del cielo, la inocencia y la penitencia. A los que han tenido la desgracia de
perder la primera, que son la mayor parte, la casi totalidad del género humano,
les queda únicamente la segunda, o sea, la
penitencia. Por eso nos la recomienda tanto en las Escrituras el
Espíritu Santo. Comprendiéndolo así San Agustín, después de su maravillosa
conversión, hizo durante toda su vida una penitencia dolorosa, que ha merecido
ser contado entre los mayores penitentes: David,
Santa María Magdalena y San Pablo. No cesaba de llorar amargamente todos
los días sus fragilidades pasadas; y aun estando enfermo y postrado en el lecho
del dolor rezaba con fervor los salmos penitenciales escritos en la pared. “Todo pecado,
decía, sea
grande o pequeño, es preciso que sea borrado, o por la penitencia del mismo
pecador, o por la justicia de Dios”. “Si rehúsas la humildad de la penitencia,
no pienses poder acercarte a Dios”. “La penitencia de esta vida es dolor
medicinal; en cambio no será más que pena la penitencia del otro mundo”. Y
termina con esta apremiante exhortación: “Penitentes, penitentes, penitentes, si efectivamente
queréis hacer penitencia y no burlaros del Señor, mudad de vida y reconciliaos
con Dios”.
Si hemos imitado a San Agustín en nuestra
vida pasada, procuremos también aprender de él esta virtud tan necesaria, ya
que es la única llave que nos resta para poder entrar en el reino de los
cielos.
—Medítese
y pídase la gracia particular de esta novena. Luego, rezar tres Padrenuestros,
Avemaría y Glorias a San Agustín.
GOZOS EN HONOR DEL GRAN
PADRE SAN AGUSTÍN, OBISPO Y DOCTOR
Serafín
sois en amor,
Y
en la ciencia Querubín.
Gran Padre
San Agustín,
Guía y luz
del pecador.
Fuisteis
enemigo mortal
De
la Iglesia algunos años,
Haciéndole
varios daños
Vuestro
genio sin igual:
Siendo
en argumentos tal,
Que
a todos causaba horror.
Gran Padre
San Agustín,
Guía y luz
del pecador.
Con
llanto del corazón
Continuamente
gemía
Vuestra
madre, pues veía
Vuestra
total perdición:
Que
abrazabais con tesón
El
maniqueo error.
Gran Padre
San Agustín,
Guía y luz
del pecador.
Mostróse
Dios liberal
A
los ruegos de la madre,
Pues
os dio luz como Padre,
Para
llorar tanto mal:
Con
que de vaso infernal
Os
hizo vaso de honor.
Gran Padre
San Agustín,
Guía y luz
del pecador.
Ya
el Bautismo recibido,
Él
Te Deum, Ambrosio santo,
Entonó
con dulce canto;
Y
vos, muy enternecido,
Ese
himno tan lucido
Proseguís
con gran primor.
Gran Padre
San Agustín,
Guía y luz
del pecador.
Por
servir de corazón
Al
Señor, os retirasteis
Al
desierto, donde fundasteis
La
ermitaña religión,
Que
feliz goza el blasón
De
tan alto Fundador.
Gran Padre
San Agustín,
Guía y luz
del pecador.
Setenta
y más religiones
Vuestra
regla han recibido,
Pues
ser ella han conocido
Escala
de perfecciones:
Por
donde los corazones
Suben
al perfecto Amor.
Gran Padre
San Agustín,
Guía y luz
del pecador.
En
forma de peregrino
Visteis
en carne a Dios,
Que
os dijo con dulce voz:
“¡Oh gran
Padre Agustino!,
Para
custodio os destino
De mi
Iglesia y defensor”.
Gran Padre
San Agustín,
Guía y luz
del pecador.
Otro
favor señalado
Cristo
y su Madre os han hecho,
Pues
con leche de su pecho
María
os ha regalado;
Y
Cristo de su Costado
Os
brindó con el licor.
Gran Padre
San Agustín,
Guía y luz
del pecador.
Cuando
el desierto apreciáis,
Os
elige Dios prelado
De
Hipona, porque el ganado
De
su Iglesia defendáis,
Y
al lobo hereje oprimáis
Como
celoso pastor.
Gran Padre
San Agustín,
Guía y luz
del pecador.
Es
cosa muy singular
Ver
que cuando el coro canta
Los
tres Sanctus, se levanta
En
la urna de cristal
Vuestro
corazón leal,
Dando
a Dios Trino el honor.
Gran Padre
San Agustín,
Guía y luz
del pecador.
Sois
el águila africana
Y
el sol entre los Doctores,
Que
ilustráis con resplandores
Toda
la Iglesia romana,
Y
la Doctrina Cristiana,
Declaráis
con tal primor.
Gran Padre
San Agustín,
Guía y luz
del pecador.
Contra
el hereje atrevido
Sois
de Dios el instrumento,
Pues
que con vuestro argumento
Queda
siempre confundido:
En
toda lucha has sido
Magnánimo
vencedor.
Gran Padre
San Agustín,
Guía y luz
del pecador.
Sednos
siempre protector
Para
amar a Dios sin fin
Gran Padre
San Agustín,
Guía y luz
del pecador.
℣.
Ruega por nosotros, bienaventurado padre San
Agustín.
℟.
Para que seamos dignos de alcanzar las promesas de
nuestro Señor Jesucristo.
ORACIÓN
Oh Dios, que
revelando al bienaventurado Padre Agustín los arcanos ocultos de vuestra
sabiduría e inflamando en su corazón las llamas de vuestra caridad, renovasteis
en la Iglesia el milagro de la columna de nube y fuego, concedednos
que pasemos felizmente los escollos de este mundo y merezcamos llegar a la
eterna patria de las divinas promesas. Por Jesucristo Nuestro Señor. Amén.
En el nombre del Padre, y del Hijo ✠, y del Espíritu Santo. Amén.
DÍA SEGUNDO – 20 DE AGOSTO
Por
la señal...
Acto
de Contrición y Oración inicial...
Meditación: “HUMILDAD DE SAN AGUSTÍN”
La humildad es
la base de la perfección cristiana. Por
eso Nuestro Señor Jesucristo se humilló a sí mismo, dice San Pablo. Y por la misma razón eligió a María por madre suya; se
fijó en la humildad de su sierva. Con tales antecedentes no es posible
aspirar a la santidad, si antes no pensamos en ser humildes de corazón. Así lo
comprendió San Agustín, quien, después que se entregó a Dios, procuró
ejercitarse tanto en esta virtud, que con dificultad se encontrará quien le
supere en la práctica de ella. La humildad le movió
a escribir sus maravillosas Confesiones para exponer a la vergüenza pública
todos los pecados de su vida. La humildad le obligó a ocultarse, para no
ser ordenado de sacerdote, ni consagrado obispo, porque se consideraba indigno
de tan elevada dignidad. La humildad le inspiró páginas tan divinas acerca de
esta virtud, como no es posible leer semejantes, si no es en la sagrada
Escritura: “Sé
humilde, dice, porque el primer
camino, y el segundo y el tercero y todos los que conducen a Dios, son la
humildad”. ¿Quieres ser grande? ¿Quieres levantar un edificio de
extraordinaria altura? Piensa primero en el fundamento de la
humildad. “Avergüénzate,
hombre: tu rey es humilde y soberbio el esclavo; tu cabeza humilde y soberbio
el miembro. No puede ser miembro de una cabeza humilde, quien ama la soberbia”.
“Mejor es un pecador humilde que un justo soberbio”. “Agrada más a Dios la
humildad en las obras malas que el orgullo en las buenas”. “Es mejor una casada
humilde que una virgen soberbia”.
Tratemos de imitar esta humildad de San
Agustín; si verdaderamente queremos ser santos.
—Medítese
y pídase la gracia particular de esta novena. Luego, rezar tres Padrenuestros,
Avemaría y Glorias a San Agustín.
—Los Gozos
se rezarán todos los días.
DÍA TERCERO – 21 DE AGOSTO
Por
la señal...
Acto
de Contrición y Oración inicial...
Meditación: “OBEDIENCIA DE SAN AGUSTÍN”
“Mejor es la obediencia, que las víctimas”, dice el Espíritu Santo; porque, efectivamente, no
puede haber víctima, ni ofrenda más grata a los ojos de Dios, que el sacrificio
de nuestra propia voluntad. Desde el momento que Agustín se rindió enteramente
al divino beneplácito en la quinta de Casiciaco, se despojó de su propia voluntad
para no cumplir sino la divina en todos los días de su vida. Por obediencia
aceptó la dignidad sacerdotal; y, más tarde, la consagración episcopal, aun
costándole gran sacrificio; ubértim eo flente,
(llorando en voz alta) dice San Posidio; llorando amargamente, pues él
hubiera preferido vivir completamente alejado del mundo y de todas las
dignidades de la tierra. “Pero nada es más conveniente al alma que obedecer”, escribió más tarde el mismo Santo Doctor. “La obediencia, dice
también, es
una virtud en la criatura racional, que es en cierto modo la madre y la guarda
de todas las demás virtudes”.
Si
Dios hecho hombre obedeció hasta la muerte, razón es que nosotros imitemos su
ejemplo, porque “solamente
la obediencia, concluye San
Agustín, es
la que nos dará la victoria, así como la desobediencia el castigo”. Hoy
más que nunca es precisa esta virtud, para contrarrestar los efectos
desastrosos que la independencia y rebeldía están acarreando en los espíritus,
en las familias y en la sociedad. El remedio eficaz de todos
estos males es la obediencia humilde de los hijos, de los criados, de los
súbditos, y, en general, de los inferiores.
—Medítese
y pídase la gracia particular de esta novena. Luego, rezar tres Padrenuestros,
Avemaría y Glorias a San Agustín.
—Los Gozos
se rezarán todos los días.
DÍA CUARTO – 22 DE AGOSTO
Por
la señal...
Acto
de Contrición y Oración inicial...
Meditación: “PACIENCIA DE SAN AGUSTÍN”
“Con vuestra paciencia, dice Jesucristo, poseeréis vuestras almas”. No dice,
exclama San Agustín, poseeréis vuestros bienes temporales, ni las vanidades,
ni los placeres, sino vuestras almas, para que comprendamos el gran tesoro de
esta virtud, que el mismo santo Doctor llama: magnum Dei donum, extraordinario
don del Señor. Acaso no hay virtud más necesaria, mientras vivimos
en este mundo, que la paciencia, para no caer en el abismo de la desesperación.
El pobre privado hasta de lo más preciso para su familia; el enfermo postrado
en el lecho del dolor largos años, sin recursos y sin esperanza alguna de poder
recuperar su salud; el vilmente perseguido o calumniado con saña y crueldad; el
que se ve abandonado de todos o víctima de uno de tantos accidentes que ocurren
en la vida… todos éstos necesitan de la paciencia, para no perder la paz de su
espíritu, ni la salvación de su alma, exclamando con el patriarca Job: “Sea bendito el
nombre del Señor”.
Toda la vida de San Agustín
está llena de admirables ejemplos de paciencia. La ejercitó en las
persecuciones y asechanzas que le prepararon los maniqueos, donatistas, y circuncisiones;
en las enfermedades corporales que sufría, pues era de una complexión débil; en
las infamias y calumnias levantadas contra él por sus enemigos; en los
innumerables asuntos que tenía que tratar y resolver todos los días; y, sobre
todo, en el asedio de Hipona por los bárbaros en los postreros días de su vida. ¡Oh! ¡Qué ejemplos tan grandes de esta virtud nos dio este nuevo
Job de la Ley de Gracia!
—Medítese
y pídase la gracia particular de esta novena. Luego, rezar tres Padrenuestros,
Avemaría y Glorias a San Agustín.
—Los Gozos
se rezarán todos los días.
DÍA QUINTO – 23 DE AGOSTO
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Acto
de Contrición y Oración inicial...
Meditación: “POBREZA DE SAN AGUSTÍN”
La pobreza evangélica es una de las virtudes
más recomendadas por nuestro divino Redentor. “El que no renuncia todas las cosas que
posee, no puede ser mi discípulo”, nos
dice. Y en otro lugar: “Bienaventurados los pobres de espíritu, porque ellos
poseerán la tierra”. Bien lo
entendió San Agustín, que, vuelto a su tierra después de su conversión, vendió
todo su patrimonio para entregarlo a los pobres; y no contento con esto, fundó
su Orden que había de descansar sobre la base de la pobreza apostólica. Aun
siendo obispo, dice San Posidio, “sus vestidos, su mesa y todos sus utensilios eran como
convenían a un verdadero pobre de Cristo, gustando vivir de las limosnas de los
fieles más que de las rentas y bienes propios de la mitra, que empleaba en
socorrer las necesidades de sus prójimos”. Y si alguna vez se notaba
algo extraordinario, era en atención a los enfermos o huéspedes que recibía en
su casa. No hizo testamento, concluye el mismo Santo, porque, imitador de la
pobreza de Jesús, no tenía absolutamente nada que dejar después de su muerte.
Aprendamos, pues, del gran
Doctor de la Gracia como él mismo nos enseña, a ser pobres y necesitados, ya
poseamos algo, ya estemos privados de todo; pues “mucho deja el que no sólo
abandona lo que posee, sino también el que renuncia hasta el deseo o ambición
de enriquecerse”; porque la avaricia es, termina San Agustín, “velle esse
divítem, non jam esse divítem”, no precisamente ser rico, sino sentir un deseo
desordenado de serlo.
—Medítese y pídase la gracia particular de esta novena. Luego, rezar tres Padrenuestros, Avemaría y Glorias a San Agustín.
—Los Gozos se rezarán todos los días.
DÍA SEXTO – 24 DE AGOSTO
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de Contrición y Oración inicial...
Meditación: “PUREZA DE SAN AGUSTÍN”
La virtud
angelical por excelencia es la pureza, tan preferida por Nuestro Señor
Jesucristo, que quiso nacer de una madre Virgen; que su padre nutricio
fuese virgen; su precursor, virgen; y virgen, su discípulo predilecto San Juan.
Al eco mágico de su divino llamamiento: “Bienaventurados los limpios de corazón, porque ellos
verán a Dios”, han respondido
millones de almas de todas las edades y condiciones, que han sacrificado sus
pasiones y satisfacciones más legítimas por vivir en la tierra como ángeles en el
Cielo, consagrados al amor más puro de Jesús. Uno de éstos era San Agustín, que llevaba, escribe San Posidio, su amor a la pureza a un extremo, que no
solamente no permitía que vivieran con él su hermana viuda y sus sobrinas,
dedicadas al servicio del Señor; pero ni siquiera hablaba con ellas a solas,
sino acompañado de algunos clérigos; porque, aun sin haber peligro alguno,
decía, no debemos dar motivo de escándalo a los demás.
En
su Regla incomparable recomienda encarecidamente la modestia de los sentidos
para conservar la santa pureza: “No digáis que tenéis un corazón puro, si son impuros
vuestros ojos, porque el ojo impúdico es señal de un corazón contaminado con el
vicio de la deshonestidad”. Otro de los remedios que nos propone es
el silencio: “Ibi
ergo est ponénda continéntia, ubi et tacéntium lóquitur consciéntia”,
la continencia existe allí donde habla el silencio constante. Mortifiquemos,
pues, nuestros sentidos y nuestra carne con todas sus pasiones, en la seguridad
de alcanzar de este modo nuestra pureza de cuerpo y alma.
—Medítese
y pídase la gracia particular de esta novena. Luego, rezar tres Padrenuestros,
Avemaría y Glorias a San Agustín.
—Los Gozos
se rezarán todos los días.
DÍA SÉPTIMO – 25 DE AGOSTO
Por
la señal...
Acto
de Contrición y Oración inicial...
Meditación: “CELO DE SAN AGUSTÍN”
Entre las muchas
actividades que puede abarcar el celo, tres sobresalen especialmente: por la
gloria de Dios, por el triunfo de su Iglesia, y por la conversión de los
pecadores. Toda la vida de Agustín desde los treinta y tres años aparece
consagrada enteramente a tan divino apostolado. A semejanza de San Pablo, su única aspiración era buscar, procurar y trabajar por
la gloria de Dios en todas sus cosas. Si hablaba, si escribía, si
predicaba, si discutía, si aconsejaba, era para dar a conocer al mundo entero,
que para él era pequeño, la magnificencia, la bondad, la grandeza y el amor de
su Creador y Redentor. Este mismo celo le impulsaba a defender la Iglesia
santa, fundada por Jesucristo, de los ataques e insidias de sus enemigos,
entonces quizá más poderosos y numerosos que nunca. Con razón los Papas y los
Santos Padres le han aclamado Insigne defensor de la Iglesia Católica, Columna
y firmamento de la misma, Candelero de oro puesto en medio de la Iglesia, con
otros muchos títulos gloriosos, que demuestran lo que Agustín se afanó y
trabajó por ella.
¿Y qué
decir de sus esfuerzos por la conversión de los herejes, cismáticos y
pecadores? ¿Qué otra cosa fueron sus años de sacerdote y obispo sino una serie
no interrumpida de batallas y victorias contra el error y la impiedad? ¿Qué otros
objetos tenían sus célebres controversias con los donatistas, sus sapientísimos
escritos, sus innumerables cartas y respuestas a consultas, que recibía de todo
el mundo?… ¡Oh! ¡Cuánto debemos aprender del celo
de Agustín, en estos tiempos tan parecidos a los suyos!
—Medítese
y pídase la gracia particular de esta novena. Luego, rezar tres Padrenuestros,
Avemaría y Glorias a San Agustín.
—Los Gozos
se rezarán todos los días.
DÍA OCTAVO – 26 DE AGOSTO
Por
la señal...
Acto
de Contrición y Oración inicial...
Meditación: “CARIDAD FRATERNA DE SAN AGUSTÍN”
El amor cristiano para con el prójimo, que
es el único verdadero y que con el amor de Dios constituye el primero y
principal de los preceptos de la ley, consiste en hacerse todo para todos a
semejanza de nuestro divino Maestro. San Agustín
aprendió tan admirablemente este mandamiento, que lo puso como fundamento de la
Regla dada a sus religiosos, y lo practicó durante toda su vida en un grado
verdaderamente heroico. Era el padre cariñoso de todos sus hijos, que
atendía sus quejas, consolaba sus penas, enjugaba sus lágrimas y socorría sus
necesidades. Toleraba
pía y santamente, dice San Posidio, las rebeldías de sus hermanos; se lamentaba
de las iniquidades de los malos, así de los católicos, como de los herejes;
intercedía repetidas veces a favor de ellos ante las autoridades para evitar
los castigos; se gozaba del bien ajeno, entristeciéndose con las desgracias de
sus prójimos. Su palacio
episcopal era la verdadera casa de los pobres; y tanto anhelaba la salvación de
sus fieles, que no quería entrar en el Cielo si no era acompañado de todos sus
hijos. Estando cercada la ciudad de Hipona por los bárbaros, se ofreció a Dios
como víctima por su pueblo para aplacar la divina justicia.
Nada
tiene de extraño que un corazón, que así sentía la caridad fraterna, dejara en
sus obras páginas tan bellas acerca de esta virtud, escritas verdaderamente por
el dedo de Dios, del que Agustín era su pluma en frase de San Paulino de Nola.
Con ellas podría escribirse un libro precioso de meditaciones para todos los
días del año. Aprendamos nosotros a amarnos los unos a
los otros, y así cumpliremos la ley de Cristo, como dice San Pablo.
—Medítese
y pídase la gracia particular de esta novena. Luego, rezar tres Padrenuestros,
Avemaría y Glorias a San Agustín.
—Los Gozos
se rezarán todos los días.
DÍA NOVENO – 27 DE AGOSTO
Por
la señal...
Acto
de Contrición y Oración inicial...
Meditación: “AMOR DIVINO DE SAN AGUSTÍN”
El amor de Dios es el complemento y la
esencia de la santidad; la plenitud de la ley es la caridad, dice San Juan. Será más santo aquel
que más ame a Dios. En este caso, ¿quién podrá medir la santidad de Agustín?
Para eso sería preciso apreciar la intensidad, la grandeza de su divino amor, Él es el único Santo a quien la Iglesia representa con el
corazón en la mano abrasado en llamas celestiales; y ese mismo es el escudo de
su sagrada Orden. Dios concedió a Agustín un natural sumamente afectuoso
y tierno, que le hizo correr en torcidas peregrinaciones en busca del objeto
amado; y cuando lo encontró por fin, se engolfó en él, como en un piélago de
dulzura infinita, obligándole a exclamar: “¡Tarde os he amado, Dios mío, hermosura siempre antigua
y siempre nueva! ¡Tarde os he amado! ¡Ojalá fueran todos mis huesos, todos mis
miembros, todas mis potencias lámparas siempre encendidas en vuestro amor!
¡Tanto os amo, Amor mío, que quisiera ser Dios para dejar de serlo y regalaros
con la divinidad!”.
“No
entiendo, nos
dice en sus obras, cómo se nos puede recomendar mejor el divino amor, que
con estas palabras: Dios es caridad. Breve alabanza y grande alabanza; breve en
las palabras y grande en su contenido. Sea Dios tu habitación; procura ser tú
la casa de Dios; permanece en Dios, para que Dios permanezca en ti. Donde está
el amor de Dios, ¿qué puede faltar? Dónde falta la divina caridad, ¿qué puede
aprovechar? Así como la ambición es la raíz de todos los males, así el amor
divino es la fuente de todos los bienes”. ¡Oh, si los cristianos leyeran con
frecuencia los escritos de Agustín, cómo sentirían las llamas de la divina
caridad!
—Medítese
y pídase la gracia particular de esta novena. Luego, rezar tres Padrenuestros,
Avemaría y Glorias a San Agustín.
—Los Gozos
se rezarán todos los días.
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