Novena
dispuesta por el padre Tomás Saurina OP para la Real Archicofradía del Culto
Perpetuo o Corte de María, y publicada en Palma de Mallorca por la imprenta de
Juan Guasp en 1849.
COMENZAMOS: 22 de mayo.
FINALIZAMOS: 30 de mayo.
FESTIVIDAD: 31 de mayo.
A
LOS INDIVIDUOS DE LA CORTE DE MARÍA, LA JUNTA DIRECTIVA.
Proponiéndose
nuestra Real Archicofradía, por medio del culto continuo que tributa a la
Santísima Virgen María visitando diariamente una de sus más célebres Imágenes,
que esta Reina y Madre de Misericordia se nos muestre propicia en todo tiempo,
y especialmente en la hora de nuestra muerte, ninguna novena parece más
adecuada a tan piadoso fin que la de la Asunción de Nuestra Señora a los
cielos, donde fue sublimada sobre los Coros angélicos y proclamada Reina de
todos los Santos.
Así
que la Junta directiva, de común acuerdo, ha adoptado para uso de nuestra
Archicofradía la siguiente Novena, compuesta de devotas consideraciones tomadas
del versículo 5, capítulo 8 del Cantar de Cantares, que San Pedro Damián
entiende de nuestra celestial Reina. «¿Quién es
esta que sube del desierto, abundante en delicias, apoyada sobre su amado?», y de un coloquio y
súplica particular para cada día. ¡Ojalá que todos nosotros, no
contentos con fijar la vista en la sacratísima Virgen Madre de Dios y nuestra,
que subió de la tierra al cielo nadando en delicias y apoyada en su amado Hijo,
procuremos, a imitación de tan soberana Patrona, desprendernos de las cosas
terrenas, acaudalar virtudes, y unirnos íntimamente a Jesucristo durante esta
nuestra peregrinación, para que todos y cada uno de los que se alistaren en
nuestra Real Archicofradía merezcan ser cortesanos del Cielo!
NOVENA DE LA REINA DE
TODOS LOS SANTOS Y MADRE DEL AMOR HERMOSO, TUTELAR DE LA REAL ARCHICOFRADÍA DEL
CULTO CONTINUO O CORTE DE MARÍA
Por
la señal ✠ de la Santa Cruz, de nuestros ✠ enemigos,
líbranos
Señor
✠ Dios
nuestro. En el nombre del Padre, y del Hijo ✠, y del Espíritu Santo. Amén.
Ven,
Espíritu Santo, llena los corazones de tus fieles siervos, y enciende en ellos
el fuego de tu divino amor.
℣.
Envía tu Espíritu, y serán criados.
℟.
Y renovarás la faz de la tierra.
ORACIÓN
Oh Dios, que instruiste e
ilustraste los corazones de los fieles con las luces de tu Espíritu Santo; haz que
el mismo Espíritu ilumine nuestras almas, imprimiendo en ellas su verdad, y que
las consuele sin cesar por medio de un gozo todo celestial. Por nuestro Señor
Jesucristo. Amén.
HIMNO
¡Oh
Virgen la más pura y más gloriosa,
Entre
los astros bellos ensalzada,
Que
al niño por quien tú fuiste criada
Sustentas
a tus pechos amorosa!
Tú
vuelves con el fruto sacrosanto
Lo
que perdió infeliz Eva engañada,
Y
del Cielo la puerta antes cerrada
Abres
a los que yacen en el llanto.
Tú
eres puerta del Rey más excelente,
Y
de la luz morada esclarecida:
Aplauda
la salud que redimida
Logra
ya tan feliz toda la gente.
Jesús,
sea a Ti la gloria y alabanza,
Que
de Virgen naciste el más hermoso,
Con
el Padre y Espíritu amoroso
Por
los siglos eternos sin mudanza. Amén.
DÍA PRIMERO – 22 DE
MAYO
CONSIDERACIÓN.
«¿Quién es
esta?», preguntan
los Ángeles en la Asunción de María, dice San Pedro Damián, como lo preguntaban
en la Ascensión del Señor. Mas ¿quién será capaz de dar una respuesta adecuada a
semejante pregunta? ¿Quién es esta? ¿Qué queréis que os respondamos, Ángeles
santos? Esta es el Milagro de la Divina Omnipotencia, o por mejor
decir, el esfuerzo del brazo de Dios: «Hizo
alarde del poder de su brazo, porque ha hecho en mí cosas grandes aquel que es
poderoso».
Esta es la gloria de la Ciudad Santa у el honor de su pueblo. Ved
pues quién es esta; y si os parece que aun decimos poco, mayor es que todos los
Santos, y más que vosotros mismos, y aun más que los Querubines y Serafines. En
una palabra, ella es la Madre de Dios y la Señora de las virtudes, que bien se
la puede aplicar con la debida proporción aquella misma respuesta que ya os fue
dada por lo que toca a su divino Hijo.
Pues vengamos al fruto. «¿Quién eres tú?», nos preguntarán también a cada uno de nosotros al
querer entrar por las puertas del Paraíso. «¿Quién eres tú?».
–«Soy cristiano», responderemos.
–«Mas ¿dónde
están las obras dignas de cristiano? La
soberbia, la envidia, el desarreglo de las pasiones, ¿son caracteres
de cristiano?». –«Soy hermano de
diferentes congregaciones». –«Pero
¿dónde está la frecuencia a sus ejercicios? ¿dónde la observancia de sus
reglas?». –«Soy devoto de María;
soy asociado a su Corte».
–«Pero ¿dónde
está la imitación de sus virtudes?, ¿dónde la humildad, la paciencia, la pureza
y la mansedumbre, para poder tener parte en la gloria con la Señora de las
virtudes?». Las
reflexiones que aquí se proponen son muy importantes; ponderémoslas despacio, y
resolvámonos de veras a cumplir nuestros deberes como cristianos, como
congregantes, y como devotos y asociados a la Corte de María, si queremos tener
parte en la gloria de esta gran Reina y Señora.
COLOQUIO Y SÚPLICA
¡Oh amabilísima Virgen María, que para
disponeros a una santa muerte os preparasteis con tan gran cúmulo de méritos
adquiridos con la práctica de las virtudes! Interceded por todos los que
diariamente os obsequiamos y hacemos la Corte, para que conociendo que solo la
virtud practicada mediante la gracia del Señor es el camino que nos conduce a
la celestial patria, andemos siempre solícitos y cuidadosos en no separarnos de
la senda de la virtud, preparándonos de este modo para una santa muerte. Amén.
—Aquí cada
uno pedirá lo que desee conseguir por medio de esta Novena.
—Ahora,
para más obligar a nuestra celestial Reina a que nos alcance cuanto la hemos
pedido, y una feliz y santa muerte, la saludaremos con tres Ave Marías unidos
al primer coro de los Ángeles:
Soberana
Reina de todos los Santos у Madre del amor
hermoso; por vuestro tránsito
felicísimo os suplicamos que a todos los que en la
tierra componemos los coros de vuestra Corte, y os visitamos y obsequiamos en
vuestras más célebres imágenes, nos alcancéis auxilios eficaces para que sea
feliz y santa nuestra muerte. Dios te salve, María, &c.
Soberana
Reina de todos los Santos у Madre del amor
hermoso; por vuestra Asunción
gloriosa a los cielos, os suplicamos que a todos los que en la
tierra componemos los coros de vuestra Corte, y os visitamos y obsequiamos en
vuestras más célebres imágenes, nos alcancéis que después de nuestra muerte
tengamos la dicha de ser llevados por los Ángeles al reino de los cielos. Dios te salve, María, &c.
Soberana Reina de todos los Santos y Madre
del amor hermoso; por
la excelsa e incomprensible gloria de haber sido coronada por la Trinidad
augusta Emperatriz y Reina de todo el universo, os
suplicamos que a todos los que en la tierra componemos los coros de vuestra
Corte, y os visitamos y obsequiamos en vuestras más célebres imágenes, nos
alcancéis que después de nuestra muerte tengamos la felicidad de ser coronados
en la Gloria, para que en compañía vuestra y de todos los Santos alabemos y
ensalcemos a nuestro Dios por los siglos de los siglos.
Dios te salve, María, &c.
℣.
La santa Madre de Dios es exaltada.
℟.
Sobre los coros angélicos al celestial reino.
ORACIÓN
Señor, perdona los delitos de tus
siervos, para que los que no podemos agradaros con nuestras acciones, alcancemos
la salvación por medio de la intercesión de la Madre de tu Hijo Jesucristo
nuestro Señor, que contigo vive y reina en la unidad del Espíritu Santo Dios
por todos los siglos de los siglos. Amén.
LETANÍA.
Señor, ten piedad
de nosotros.
Cristo,
ten
misericordia de nosotros.
Señor,
ten piedad de
nosotros.
Cristo,
óyenos.
Cristo,
escúchanos.
Dios Padre, Criador de los cielos, ten
misericordia de nosotros.
Dios
Hijo, Redentor del mundo, ten misericordia de
nosotros.
Dios
Espíritu Santo, ten misericordia de
nosotros.
Trinidad
santa, que eres un solo Dios, ten misericordia de nosotros.
Santa María, ruega por nosotros.
Santa Madre de Dios, ruega por
nosotros.
Santa Virgen de las Vírgenes, ruega por
nosotros.
Madre de Cristo, ruega por nosotros.
Madre de la divina gracia, ruega por
nosotros.
Madre purísima, ruega por nosotros.
Madre castísima, ruega por nosotros.
Madre intacta, ruega por nosotros.
Madre incorrupta, ruega por
nosotros.
Madre sin mancha, ruega por
nosotros.
Madre amable, ruega por nosotros.
Madre admirable, ruega por nosotros.
Madre del Buen consejo, ruega por nosotros.
Madre del Creador, ruega por
nosotros.
Madre del Salvador, ruega por
nosotros.
Virgen prudentísima, ruega por
nosotros.
Virgen digna de reverencia, ruega por
nosotros.
Virgen digna de alabanza, ruega por
nosotros.
Virgen poderosa, ruega por nosotros.
Virgen clemente, ruega por nosotros.
Virgen fiel, ruega por nosotros.
Espejo de justicia, ruega por
nosotros.
Trono de la sabiduría eterna, ruega por
nosotros.
Causa de nuestra alegría, ruega por
nosotros.
Vaso espiritual de elección, ruega por nosotros.
Vaso digno de honor, ruega por
nosotros.
Vaso insigne de devoción, ruega por
nosotros.
Rosa mística, ruega por nosotros.
Torre de David, ruega por nosotros.
Torre de marfil, ruega por nosotros.
Casa de oro, ruega por nosotros.
Arca de alianza, ruega por nosotros.
Puerta del cielo, ruega por
nosotros.
Estrella de la mañana, ruega por
nosotros.
Salud de los enfermos, ruega por
nosotros.
Refugio de los pecadores, ruega por
nosotros.
Consoladora de los afligidos, ruega por
nosotros.
Auxilio de los cristianos, ruega por
nosotros.
Reina de los Ángeles, ruega por
nosotros.
Reina de los Patriarcas, ruega por
nosotros.
Reina de los Profetas, ruega por
nosotros.
Reina de los Apóstoles, ruega por
nosotros.
Reina de los Mártires, ruega
por nosotros.
Reina de los Confesores, ruega por
nosotros.
Reina de las Vírgenes, ruega por
nosotros.
Reina de todos los Santos,
ruega por nosotros.
Reina concebida sin pecado original, ruega
por nosotros.
Reina asunta al Cielo, ruega por
nosotros.
Reina del Santo Rosario, ruega por
nosotros.
Reina de la paz, ruega por nosotros.
Cordero
de Dios, que quitas los pecados del mundo, perdónanos, Señor.
Cordero
de Dios, que quitas los pecados del mundo, óyenos, Señor.
Cordero
de Dios, que quitas los pecados del mundo, ten piedad de nosotros.
Antífona: Bajo de tu amparo nos acogemos, Santa Madre
de Dios, no desprecies nuestras súplicas en las necesidades, antes bien
líbranos de todos los peligros, oh siempre Virgen gloriosa y bendita.
Dios te
salve, Reina y Madre de misericordia; vida y
dulzura, esperanza nuestra, Dios te salve: a Ti llamamos los desterrados hijos
de Eva, a Ti suspiramos gimiendo y llorando en este valle de lágrimas: Ea pues,
Señora, abogada nuestra, vuelve a nosotros esos tus ojos misericordiosos, y
después de este destierro muéstranos a Jesús, fruto bendito de tu vientre. ¡Oh Clementísima! ¡Oh piadosa! ¡Oh dulce Virgen María!
℣.
Ruega por nosotros, Santa Madre de Dios.
℟.
Para que seamos dignos de las promesas de Cristo.
Oremos.
ORACIÓN
Omnipotente y sempiterno Dios, que por la cooperación del
Espíritu Santo preparaste el cuerpo y alma de la gloriosa Virgen y Madre María
para que mereciese ser digna morada de tu Hijo; concédenos
a los que nos alegramos con esta conmemoración, que por su intercesión piadosa
seamos libres de todo mal, como también de la muerte eterna. Por el mismo
Cristo nuestro Señor, que contigo vive y reina en la unidad del mismo Espíritu
Santo, Dios, por todos los siglos de los siglos. Amén.
En el
nombre del Padre, y del Hijo ✠,
y del Espíritu
Santo. Amén.
DÍA SEGUNDO – 23 DE MAYO
Por
la Señal…
Invocación
al Espíritu Santo, Oración e Himno.
CONSIDERACIÓN.
«Que sube». La
vida de la Santísima Virgen fue un continuo subir de virtud en virtud, hasta
llegar a la cumbre de la más perfecta y consumada santidad. A la santidad
correspondió la gloria, y por esto fue exaltada a la diestra de su Hijo divino
sobre todas las jerarquías angélicas.
Pasemos ahora con la consideración a
reflexionar sobre nosotros mismos. ¿Cuánto hemos adelantado en la perfección cristiana?
¿Vamos creciendo en la virtud a proporción que crecemos en edad? La vida del justo es semejante a la luz, que va
siempre en aumento hasta llegar a un perfecto y claro día. Pero, ¡ay! que tal vez de día en día vamos declinando al
ocaso, siendo cada vez más opaca la luz de las buenas obras, y sucediendo a
esta las tinieblas del vicio. Examinemos y veamos si es este nuestro modo
de proceder; y si lo es, enmendemos nuestras costumbres, no vengamos a dar en
una noche tenebrosa que se prolongue después de esta mortal vida en una
oscuridad sempiterna.
COLOQUIO Y SÚPLICA
¡Oh excelsa Reina de todos los Santos, que tan ensalzada fuisteis por los raros ejemplos de humildad que
disteis durante vuestra mortal vida! Os suplicamos que intercedáis
por todos los que en la tierra componemos los coros de vuestra Corte, y os
visitamos y obsequiamos en vuestras más célebres imágenes, para que
desarraigando de nosotros el amor propio y la soberbia corramos por la senda de
la ley santa del Señor, y asegurados sobre el cimiento de la humildad, subamos
a imitación vuestra de virtud en virtud, y podamos llegar algún día por medio
de una santa muerte al monte santo de la gloria. Amén.
—Aquí cada
uno pedirá lo que desee conseguir por medio de esta Novena.
—Engrandezcamos
la gloria de María, aplaudiendo con gran regocijo los triunfos de esta gran
Reina; y para obligarla a que nos alcance cuanto la hemos pedido y una feliz y
santa muerte, la saludaremos con tres Ave Marías unidos al segundo coro de los
Ángeles (Siguen las Ave Marías del mismo
modo que el primer día).
—La
Letanía y la Oración se dirán todos los días.
DÍA TERCERO – 24 DE MAYO
Por
la Señal…
Invocación
al Espíritu Santo, Oración e Himno.
CONSIDERACIÓN.
«Del
desierto». Por
este desierto entiende San Pedro Damián el mundo. Y efectivamente, como tal fue
considerado de María el mundo, esto es, como un desierto que no produce nada
bueno; y por esto tuvo siempre su Corazón vuelto hacia la tierra prometida del
celestial Paraíso.
Aprendamos también nosotros a vivir en este
mundo como si realmente fuese un desierto, persuadiéndonos: 1.º
que nada
bueno hay en el mundo, ni una fruta, ni aun una flor, que pueda saciarnos ni
satisfacernos; 2.º que el mundo es una tierra de maldición
arenosa y estéril, capaz solo de espinas y abrojos. Esto supuesto, a
imitación de María desprendamos enteramente nuestro corazón del mundo, y procuremos
acostumbrarnos a anhelar únicamente por la celestial patria. Tengamos
presente que aquí no tenemos habitación permanente, sino que estamos de paso a
la Sion celestial. Dirijamos pues a ella nuestros deseos y afectos, y
enderecemos a ella todos nuestros pasos, es decir, nuestras obras.
COLOQUIO Y SÚPLICA
¡Oh amorosísima María,
cuya vida fue un continuo y ardiente deseo de poseer el sumo Bien
en las moradas eternas! ¡Cuán distinta es nuestra conducta! ¡Oh Reina y
soberana nuestra! Haced que todos los que en la tierra
componemos los coros de vuestra Corte, y os visitamos y obsequiamos en vuestras
más célebres imágenes, desechemos los deseos vanos de las cosas caducas de la
tierra, y tengamos fijo nuestro pensamiento y afecto en la contemplación de los
inmensos bienes del Cielo, adonde esperamos llegar por vuestra protección
poderosa, para poder bendecir y alabar al Señor que os hizo tan perfecta y
agraciada, y os sublimó en vuestra Asunción a tanta gloria. Amén.
—Aquí cada
uno pedirá lo que desee conseguir por medio de esta Novena.
—Ensalcemos
la incomprensible gloria de María abrasada en el amor del sumo Bien; y para
obligarla a que nos alcance cuanto la hemos pedido, y una feliz y santa muerte,
la saludaremos con tres Ave Marías unidos al tercer coro de los Ángeles (Siguen
las Ave Marías del mismo modo que el primer día).
—La
Letanía y la Oración se dirán todos los días.
DÍA CUARTO – 25 DE MAYO
Por
la Señal…
Invocación
al Espíritu Santo, Oración e Himno.
CONSIDERACIÓN.
«Abundante en delicias». Por delicias entiende aquí
el citado San Pedro Damián las virtudes de la Santísima Virgen María. ¡Oh, y cuáles y
cuántas fueron estas delicias! Delicias que pudieron atraer del seno
del Eterno Padre al Hijo divino para encarnarse en su vientre virginal. Y ved
ahí cómo la Santísima Virgen supo hacer fértil, fructífera y deliciosa la
tierra estéril de este mundo haciéndola servir para ejercicio de las virtudes,
y sacando motivos de mérito de las mismas miserias de esta vida. Aprendamos
también nosotros a obrar y a vivir de un modo semejante, y convirtamos en
materia de mérito aquellas penas que son inseparables de la infeliz condición
de la naturaleza humana. Penas de cuerpo, aflicciones de espíritu, tentaciones,
persecuciones, las cuales sepamos al menos hacer meritorias ya que tenemos que
sufrirlas.
Llevemos
pues nuestros trabajos interiores y exteriores con paciencia, sufrámoslos con
resignación, y aspiremos mediante el favor divino a gloriarnos de padecerlos. Ofrezcámoslos
a Dios nuestro Señor por medio de María en unión de lo que sufrió por nosotros
su Hijo Santísimo, y en satisfacción y descuento de nuestras culpas. Así cogeremos
flores de las espinas y frutos de los abrojos.
COLOQUIO Y SÚPLICA
¡Oh prudentísima Virgen María, que con
vuestra diligencia y presteza para todo lo bueno supisteis sacar bienes de los
males y adversidades de este mundo, saliendo de él adornada de todas las
virtudes, cuyo grato olor admiró a toda la celestial Jerusalén! Haced,
oh Reina nuestra, que todos los que en la tierra componemos los coros de
vuestra Corte, y os visitamos y obsequiamos en vuestras más célebres imágenes,
vivamos de tal modo que toda nuestra vida sea buen olor de Cristo, con que
edifiquemos a nuestros prójimos y los atraigamos con nuestros ejemplos al
servicio de vuestro divino Hijo Jesucristo, que vive y reina con el Padre y
Espíritu Santo por los siglos de los siglos. Amén.
—Aquí cada
uno pedirá lo que desee conseguir por medio de esta Novena.
—Tributemos
cánticos de alabanza a María, ensalcémosla por su incomparable gloria; y para
obligarla a que nos alcance cuanto la hemos pedido, y una feliz y santa muerte,
la saludaremos con tres Ave Marías unidos al cuarto coro de los Ángeles (Siguen
las Ave Marías del mismo modo que el primer día).
—La Letanía y la Oración se dirán todos los días.
DÍA QUINTO – 26 DE MAYO
Por
la Señal…
Invocación
al Espíritu Santo, Oración e Himno.
CONSIDERACIÓN.
«Abundante
en delicias». Y
verdaderamente abundante, vuelve a decir San Pedro Damián, porque María
aventajó y excedió en santidad y en virtud, no solo a cada uno de los Ángeles y
Santos en particular, sino también a todos juntos. ¡Qué cúmulo de riquezas! ¡Qué afluencia de
delicias! ¿Hubo acaso orden de virtud que en sumo grado no sobresaliese
en María? Humildad sin semejante,
virginidad sin ejemplo, obediencia pronta y exacta, suma pobreza, modestia
rara, devoción singular. ¡Ah!, demos
ahora una mirada a nosotros mismos, y miremos con ojos de compasión nuestra
deplorable miseria. De tantas virtudes cuantas resplandecen en María, por
ventura no resplandece en nosotros una, y quizás ni la tenemos en el más ínfimo
grado. No somos humildes, ni castos, ni obedientes, ni modestos, ni devotos.
Pero guardémonos por esto de desconfiar y desmayar. Fijemos nuestra vista en la
Santísima Virgen, de cuya plenitud podemos decir, guardada la debida
proporción, lo que el Evangelista San Juan dijo de Jesucristo, que todos
participamos. Procuremos por la imitación de las virtudes
de nuestra gran Reina y Señora hacer que de ellas se deriven a nuestra alma,
para salir de la pobreza y miseria espiritual a que nos hallamos reducidos.
COLOQUIO Y SÚPLICA
¡Oh gran
Reina y Señora nuestra María,
que en vuestra gloriosa Asunción alegrasteis a todas las
jerarquías angélicas con el resplandor y variedad de vuestras virtudes! Por
el gozo que experimentó vuestro espíritu al veros tan acompañada en vuestra
Asunción de los coros angélicos, os suplicamos que a todos los
que en la tierra componemos los coros de vuestra Corte, y os visitamos y
obsequiamos en vuestras más célebres imágenes, nos alcancéis la gracia de que
triunfando de las asechanzas de nuestros enemigos, y libres de la esclavitud
del pecado, algún día merezcamos alabaros y obsequiaros eternamente en la Corte
de la gloria en compañía de Jesús, vuestro Hijo divino, que con el Padre y el
Espíritu Santo vive y reina por los siglos de los siglos. Amén.
—Aquí cada
uno pedirá lo que desee conseguir por medio de esta Novena.
—Alegrémonos
con la Santísima Virgen y todos los espíritus bienaventurados por la gloria que
le cupo el día de su Asunción gloriosa en premio de sus heroicas y sublimes
virtudes, aplaudiendo y ensalzando su grandeza y majestad; y para obligarla a
que nos alcance cuanto la hemos pedido, y una feliz y santa muerte, la
saludaremos con tres Ave Marías con el quinto coro de los Ángeles (Siguen las
Ave Marías del mismo modo que el primer día).
—La
Letanía y la Oración se dirán todos los días.
DÍA SEXTO – 27 DE MAYO
Por
la Señal…
Invocación
al Espíritu Santo, Oración e Himno.
CONSIDERACIÓN.
«Apoyada». María fue elevada al
Cielo. El apoyo y el sostén fue su divino Hijo. Él la había dirigido en toda su
vida, y también la dirigió en su tránsito y Asunción. ¡Oh, cuánto necesitamos la asistencia de
Dios! Elevarnos al Cielo sin el
sostén del Señor es imposible. Nuestras fuerzas nos llevan siempre hacia abajo;
pero ayudados de la gracia divina nos sostienen en pie, y nos elevan y levantan
al Cielo. Reconozcamos pues la necesidad que tenemos del auxilio divino, sin el
cual es imposible que podamos sostenernos en pie; es decir, tropezaremos,
daremos en tierra, y las caídas serán mortales. Y si la divina Misericordia no
nos saliese al encuentro, no podremos levantarnos, y nos perderemos para
siempre. Mas, por el contrario, apoyados en el poder de Dios nos mantendremos
en pie, y caminaremos seguros y aun correremos por la senda de los mandamientos
divinos. Y, además, desprendiéndonos de las cosas terrenas arribaremos a un
alto grado de perfección. Recurramos pues al Señor con la oración
para obtener estos auxilios tan poderosos, interponiendo la intercesión de la
Santísima Virgen María, nuestra gran Reina.
COLOQUIO Y SÚPLICA
¡Oh Virgen gloriosa, que con el
apoyo de la gracia del Señor llegasteis a la más sublime perfección evangélica!
¡Miradnos con ojos de piedad, oh Madre de la gracia, particularmente a los que
en la tierra componemos los coros de vuestra Corte, y nos esmeramos en
obsequiaros todos los días visitándoos en vuestras más célebres imágenes! Alcanzadnos
el auxilio eficaz de la divina gracia que necesitamos, para que, desprendidos
de las cosas caducas y perecederas de la tierra, practiquemos las virtudes, y
logremos aquí aquel grado de perfección a que nos estimula la divina gracia, y
después la dicha de acompañaros en las moradas eternas de la Gloria. Amén.
—Aquí cada
uno pedirá lo que desee conseguir por medio de esta Novena.
—Alegrémonos
por el gozo y alegría que experimentó nuestra gran Reina al verse en su
tránsito y Asunción asistida de su divino Hijo; y para obligarla a que nos
alcance cuanto la hemos pedido, y una feliz y santa muerte, la saludaremos con
tres Ave Marías unidos al sexto coro de los Ángeles (Siguen las Ave Marías del
mismo modo que el primer día).
—La
Letanía y la Oración se dirán todos los días.
DÍA SÉPTIMO – 28 DE MAYO
Por
la Señal…
Invocación
al Espíritu Santo, Oración e Himno.
CONSIDERACIÓN.
«Apoyada sobre el Amado». Este Amado de la Santísima
Virgen fue su divino Hijo, de quien fue dicho: «este es
el objeto de mis amores y de mis complacencias». Jesús, como
reflexiona San Pedro Damián, fue el amado de María y amado por todos los títulos.
Amó María a Jesucristo como a su Creador,
como a su Redentor por la redención prodigiosa de preservación, como a su
Santificador, como al que había de ser su Glorificador, y sobre todo como a su
único Hijo. Reflexionemos también nosotros sobre los
títulos que nos ligan a Jesucristo, de quien todo y en quien todo lo tenemos, y
aprendamos a amarle a imitación de la Santísima Virgen, que con razón podía
decir: «mi Amado para mí y yo
para él». Dichosos nosotros si podemos decir lo mismo
con verdad.
COLOQUIO Y SÚPLICA
¡Oh Virgen Santísima,
que en vuestro felicísimo tránsito experimentasteis la
unión íntima que en vida mortal tuvisteis con vuestro Santísimo Hijo! Alcanzadnos
que ligados estrechamente con Él todos, y muy especialmente los que os hacemos
diariamente la Corte en la tierra, crezcamos en todo género de virtudes durante
nuestra peregrinación, para merecer al fin de ella alabarle, amarle y gozarle
en vuestra compañía por los siglos de los siglos en las mansiones de la Gloria.
Amén.
—Aquí cada
uno pedirá lo que desee conseguir por medio de esta Novena.
—Engrandezcamos
a María nuestra gran Reina, démosla el para bien de la gloria que goza por
haber amado tanto a Jesús; y para obligarla a que nos alcance cuanto la hemos
pedido, y una feliz y santa muerte, la saludaremos con tres Ave Marías unidos
al séptimo coro de los Ángeles (Siguen las Ave Marías del mismo modo que el
primer día).
—La
Letanía y la Oración se dirán todos los días.
DÍA OCTAVO – 29 DE
MAYO
Por
la Señal…
Invocación
al Espíritu Santo, Oración e Himno.
CONSIDERACIÓN.
«Apoyada
sobre su Amado». Jesús
fue el amado de María porque era su Hijo, y todo suyo sin consorcio de padre,
concebido en su virginal seno con la maravillosa unión de dos cualidades
naturalmente incompatibles: la fecunda maternidad y
la integridad virginal. Jesús también es nuestro si queremos. Él mismo
se nos ha dado todo: todo lo que hizo desde el primer momento de su concepción
hasta expirar en la cruz fue por nosotros; todas sus acciones fueron dirigidas
a nosotros, a nuestro bien, a nuestra salvación. Aun ahora mismo en el Cielo
tiene todo el empeño por nosotros, aboga por nosotros, interpela por nosotros. Él es
en suma nuestro Creador, nuestro Redentor, nuestro Intercesor y nuestro
Mediador. Y siendo Jesús todo nuestro, ¿no es justo que seamos
todos de Jesús y enteramente suyos?
COLOQUIO Y SÚPLICA
¡Oh amantísima Virgen María, que tanto
amasteis a Dios que acabasteis vuestra vida por la vehemencia del amor,
expirando entre puros deliquios de este amor divino, enseñándonos con esto cuál
ha de ser el amor que le debemos tener! Interceded
por nosotros, y rogad particularmente por todos los que en la tierra componemos
los coros de vuestra Corte, tributándoos todos los días nuestros obsequios y
homenajes en prueba de nuestro cariño. Alcanzadnos siquiera una
centellita de ese amor, para que encendida en nuestro corazón la llama de ese
divino fuego, seamos todos y en un todo de Jesús en vida y en muerte, y después
de ella en compañía vuestra le alabemos eternamente en la Gloria. Amén.
—Aquí cada
uno pedirá lo que desee conseguir por medio de esta Novena.
—Ensalcemos
la incomprensible gloria de María nuestra Reina, abrasada en el amor de Dios; y
para obligarla a que nos alcance cuanto la hemos pedido, y una feliz y santa
muerte, la saludaremos con tres Ave Marías unidos al octavo coro de los Ángeles
(Siguen las Ave Marías del mismo modo que el primer día).
—La
Letanía y la Oración se dirán todos los días.
DÍA NOVENO – 30 DE MAYO
Por
la Señal…
Invocación
al Espíritu Santo, Oración e Himno.
CONSIDERACIÓN.
Habiendo correspondido dignamente la
Santísima Virgen a las gracias y prerrogativas que recibió de Dios nuestro
Señor, que la eligió para Sí, era justo y muy puesto en razón que se abriesen a
su llegada las puertas del Cielo, y entrase por ellas triunfante y gloriosa. «Abrid, pues, vuestras puertas, príncipes de la Corte celestial;
abríos, puertas de la ciudad eterna». En
efecto, María entró en ella como Hija del Eterno Padre, como Madre del Hijo
divino, como Esposa del Espíritu Santo, como Señora de los Ángeles, como Reina
del Cielo y de la tierra, terror del Infierno; como la criatura más bella
salida de las manos de Dios, como la más rica de gracia, la más adornada de
virtudes, la más colmada de méritos; como el fruto más exquisito cogido en esta
tierra, como la maravilla singular del mundo. ¡Cuántos títulos para entrar en el Paraíso!
¡Cuán justos! ¡Cuán debidos! Y
nosotros, ¿qué
títulos alegaremos para entrar en él? No bastará el levantar la voz
y gritar: «Abríos, oh puertas». Tengamos
entendido y, por cierto, que, si no tenemos algún título que alegar, sus
puertas no se nos abrirán, y que el gran título de la misericordia divina sin
nuestras buenas obras, de nada nos servirá sino para nuestra mayor condenación.
COLOQUIO Y SÚPLICA
¡Oh gran
Reina del universo María, que por
vuestros incomparables méritos habéis sido ensalzada y sublimada con tanta
gloria en el Cielo, donde recibís continuamente veneración y homenajes de toda
la celestial Jerusalén! Dirigid
vuestra amorosa vista hacia los que en la tierra componemos los coros de
vuestra Corte y os rendimos nuestros homenajes. Regidnos con el benigno influjo
de vuestra protección, y alcanzadnos la gracia de que, después de ser contados
en el número de vuestros fieles cortesanos en la tierra, tengamos la felicidad
de unirnos algún día a los coros angélicos para honraros y tributaros los
homenajes que Os son debidos como a Hija predilecta del Padre, como a Madre amadísima
del Hijo y Esposa querida del Espíritu Santo, por los siglos de los siglos. Amén.
—Aquí cada
uno pedirá lo que desee conseguir por medio de esta Novena.
—Entremos
ahora a la parte del gozo que tuvieron los Ángeles al ensalzar a María, y
regocijémonos por verla elevada a la sublime dignidad de Reina del universo; y
para obligarla a que nos alcance cuanto la hemos pedido, y una feliz y santa
muerte, la saludaremos con tres Ave Marías unidos al noveno coro de los Ángeles
(Siguen las Ave Marías del mismo modo que el primer día).
—La
Letanía y la Oración se dirán todos los días.
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