Novena
compuesta por sor María Inmaculada de Jesús Hostia (en el siglo Rosa
Jaraquemada Walton), fundadora de las Oblatas Expiadoras del Santísimo
Sacramento y corregida por el padre Rafael Eyzaguirre, rector del seminario de
Santiago de Chile alrededor de 1913. Publicada en Barcelona por los talleres
tipográficos de Eugenio Subirana, editor y librero pontificio, en 1914.
Imprimátur por Mons. José Palmarola Puig, Vicario capitular del Obispado de
Barcelona, el 23 de Abril de 1914.
COMENZAMOS: 7 de octubre.
FINALIZAMOS: 15 de octubre.
FESTIVIDAD: 16 de octubre.
ADVERTENCIA DEL EDITOR: En el original se
menciona el Tercer domingo de octubre como la fiesta de la Pureza de María,
pero en virtud de la reforma del Calendario por la Constitución Divíno Afflátu
de San Pío X, está fijada a 16 del mismo mes.
PRÓLOGO
La
fiesta de la Virginal Pureza de María Inmaculada, una de las más hermosas que
en su honor se celebran, es poco conocida aún y no hemos visto publicarse
novena alguna que sirva de preparación a ella.
La presente novena, aunque puede recitarse
en cualquiera época del año, tiene por objeto principal prepararse a celebrar
esta festividad de María Inmaculada y alcanzar, por su medio, gracias
especiales de pureza. Deberá, pues, empezarse el
día 7 de octubre, para concluirla el 15, víspera del día destinado por la
Iglesia para celebrar esta festividad.
Esta novena
conviene a los pecadores, para que alcancen, por medio de María, la pureza de
sus almas; evitando así muchos peligros de condenación; pues San Remigio
asegura que la mayor parte de los adultos que se condenan, es por los pecados
opuestos a la virtud angélica; conviene también a los justos, para purificarse
más y obtener de la Purísima Virgen gracias especiales en favor de sus hermanos
encenagados en el vicio; es útil especialmente a las vírgenes y a los niños,
para que la Inmaculada e inocentísima Virgen los conserve en la inocencia y
pureza.
Para las
consideraciones se han elegido los misterios de María en los cuales
resplandeció más su virginal pureza; las oraciones finales son de la Iglesia y
propias del misterio que se conmemora.
NOVENA EN HONOR A LA
PUREZA DE SANTA MARÍA
Por
la señal ✠ de la Santa Cruz, de nuestros ✠ enemigos,
líbranos
Señor
✠ Dios
nuestro. En el nombre del Padre, y del Hijo ✠, y del Espíritu Santo. Amén.
ACTO DE CONTRICIÓN
Señor mío Jesucristo, mi Dios, mi Redentor,
Esposo de mi alma y único dueño de mi corazón, vengo
a postrarme al pie de vuestra cruz a implorar por vuestra Preciosísima Sangre y
dolorosísima Pasión el perdón de mis muchas y gravísimas culpas. Quisiera que
mis ojos se convirtieran en torrentes de lágrimas para llorar mis iniquidades,
y que cada latido de mi corazón fuese un acto de dolor de haberos ofendido; más
siento, amadísimo Jesús de mi alma, lo que os he contristado con mis pecados,
que la pena que por ellos tengo merecida, y duéleme más mi ingratitud que mil
infiernos. No me mueve, mi Dios, el premio perdido; y más me pesa de haberos
disgustado que haber renunciado por mis delitos a las recompensas prometidas a
vuestros fieles siervos. Me arrepiento de los escándalos que he causado con mis
pecados, y deseo expiar todos los que por mi causa se hubieren cometido.
Quisiera que mi vida se consumiera como un holocausto de expiación por el dolor
de haberos ofendido, y deseo reunir en mi corazón el arrepentimiento de todas
las criaturas que han existido y existirán hasta el fin de los siglos. Ofrezcoos
en expiación de mis culpas la penitencia de todos los anacoretas y justos que
ha habido en el mundo y la penosa agonía que por mí sufristeis en el Huerto y
todos los dolores de vuestra acerbísima Pasión. Que la pureza de María
Inmaculada, mi Madre amadísima, me alcance el perdón y la perseverancia en
vuestro santo amor. Amén.
ORACIÓN PARA TODOS LOS
DÍAS
¡Con qué gozo, Virgen Inmaculada, vengo a postrarme a tus virginales
plantas a celebrar durante nueve días las glorias de tu pureza sin mancha! Eres
tú, Virgen purísima, Virgen entre las vírgenes y santa entre las santas. El
Espíritu Santo te dice: «Eres toda hermosa,
amiga mía, y en ti no hay mancha alguna» (Cant.
IV, 7), «eres una casta paloma, única en virtud y única perfecta»
(Cant.
VI, 8). Los ángeles exclaman al
verte: «¡Qué hermosa es esta
flor que acaba de abrirse en la tierra!; está
colmada de delicias (Cant.
VII, 5); es tan bella como el astro de la noche, como la aurora naciente
y el sol en medio día» (Cant.
VI, 9).
Tú has herido el corazón del Dios de la
pureza con tu alma inmaculada, con tu corazón purísimo y sin mancha y con la
rectitud de tus intenciones. Los ángeles cúbranse el rostro en tu presencia,
los infantes ocultan ante ella su inocencia y las vírgenes se avergüenzan de su
pureza; porque tú eres superior a todos ellos y sólo inferior en pureza al
mismo Dios. Te felicito, ¡oh María!, por
esta tu incomparable pureza que te eleva sobre los más encumbrados serafines;
haciéndote semejante al mismo Dios, en cuanto puede serlo la humana criatura.
Por este singular privilegio, Virgen
Inmaculada, te ruego me alcances una perfecta pureza de alma y cuerpo; de modo
que jamás nazca en mí pensamiento ni afecto menos puro. Preserva mi alma y mi
cuerpo de toda mancha, alcánzame el grado más sublime de pureza a que pueda
llegar una criatura. Envía a mi alma y a mi corazón todo género de martirios
que me sumerjan en dolorosa agonía; pero dame pureza; manda a mi cuerpo toda
clase de dolores y enfermedades, que hagan de mi vida un purgatorio continuado;
pero consérvame virgen y pura. Que el mundo y el demonio se desencadenen contra
mí en lucha encarnizada; pero dame pureza.
Si, Virgen querida, mientras este corazón
lata en mi pecho, yo te pediré con todo el ardor de que él es capaz: ¡Pureza! ¡Pureza! ¡Pureza!
DÍA PRIMERO – 7 DE OCTUBRE
CONSIDERACIÓN: DE LA VIRGINAL PUREZA DE MARÍA
Considera cómo la Inmaculada María ha sido, es y será,
después de la Santa Humanidad de Nuestro Señor Jesucristo, la criatura más pura
salida de las manos de Dios.
Siendo los ángeles, por su naturaleza
incorpórea, espíritus purísimos, parece imposible que criatura humana pudiera
aventajarles en pureza, y, sin embargo, la Virgen Inmaculada supera la pureza
angélica, por haber consagrado a solo Dios todo su ser aún con más perfección
que los espíritus celestiales. Si tan hermosa es a los ojos de Dios un alma
que, después de graves y humillantes caídas, se ha purificado en el agua
regeneradora de la penitencia, ¡cuán sublime será la belleza de la criatura, por
excelencia purísima, a quien jamás ha mancillado la menor sombra de pecado, el
tabernáculo vivo del Dios de la pureza, el objeto eterno de las complacencias
del Padre, de la ternura del Hijo y del amor de Espíritu Santo!
Los hombres y los ángeles se extasían
contemplando su pureza; éstos la aclaman su Reina y Soberana, las vírgenes la
lláman virgen por excelencia, y el Espíritu Santo su amada y su Esposa. Y tú,
alma mía, ¿eres
pura a imitación de María?, ¿evitas cuidadosamente todo aquello que pueda
mancillar el brillo de tu pureza? Ama la pureza como tu mayor
tesoro, y prefiere perder mil veces la vida antes que perderla. Considera que
esta virtud te hace hermana de los ángeles, hija predilecta de María y esposa
del mismo Dios. Se
medita, etc.
JACULATORIA: ¡Virgen Inmaculada!, alcánzanos el grado más sublime de pureza a que pueda
llegar una criatura.
MÁXIMAS
I. La virginidad es una
diáfana azucena trasplantada a la tierra por manos de María; el aliento divino
es la savia que mantiene tersos y lozanos sus hermosos pétalos; el rocío del
cielo es su riego, el amor divino el sol que la hace germinar, y las miradas
del Esposo de las vírgenes su custodio y jardinero.
II. El que se apacienta entre
azucenas, tiene sus delicias en el corazón de las vírgenes.
III. Jesucristo no solamente
es virgen, sino que quiso ser el fruto de la virginidad. (Francisco Javier Alfonso Coulin, La
virginidad).
OBSEQUIO: Hacer el propósito de recitar todos los
años la novena de la virginal Pureza de María Inmaculada y de ofrecerle en el último
día una corona, con tantas azucenas cuantas sean las almas a que se haya
inducido, con las propias exhortaciones, a poner su pureza bajo el amparo de la
Virgen de las vírgenes.
EJEMPLO
Parece
natural que el Doctor Angélico se distinguiese en la devoción a la Reina de los
ángeles. Tomás no contaba aún un año cuando su ama notó en sus manos un
papelito, y queriéndoselo quitar lo estrechó tanto entre sus manecitas, que no
fue posible desprendérselo, sin que vertiera amargas lágrimas. Su madre, empero,
deseosa de saber el contenido de aquel papel, se lo arrancó con violencia,
quedando sorprendida, al ver estampadas en él estas palabras: «Ave María». Preciso fue devolverlo al
niño, por el desconsuelo que le causó el verse privado de aquel papel. Apenas
lo tuvo en sus manos, cuando se lo llevó a la boca con ademán de devorarlo.
Todos los presentes miraron esto como una prueba de lo que sería Tomás en la
devoción a la Santísima Virgen. No fue vano este presentimiento, como lo
indican las obras del Santo. Más tarde se apareció
María a su siervo, y ciñéndole con un cíngulo, por medio de los ángeles, le
prometió su amparo contra el inmundo espíritu, y aún librarlo de los estímulos
contra la virtud de la pureza. (Juan
Ángel Torrents, Mes de Mayo dedicado a la Santísima Virgen del Carmen).
ORACIÓN PARA EL PRIMER
DÍA
¡Inmaculada
Virgen de las vírgenes! Gracias
te sean dadas porque por Ti hemos conocido el precioso tesoro de la pureza. Sí,
dulcísima Madre mía, amo esta joya incomparable con todo el ardor de mi alma y
el amor de mi corazón; más que a mi vida y que a todo cuanto existe en el cielo
y en la tierra, después del Dios de la pureza. Estoy dispuesto a dar por ella
hasta la última gota de mi sangre. ¡Pluguiera al
cielo que mereciera el martirio por amor a ella! ¡Virgen purísima! por
tu virginal pureza, alcánzame que este precioso tesoro me acompañe hasta el
último instante de mi existencia y que lo pierda todo, hasta la misma vida,
antes que renunciar a él. ¡Virgen Inmaculada!,
¡cómo te agradecería merced tan singular! Espero que el último afecto de
mi corazón sea de gratitud al Autor de la pureza y a ti, Madre querida, por
haberme obtenido tan inefable dicha. ¡Qué dulce
esperanza la de entonar en los cielos, alrededor del Cordero Inmaculado, el
cántico de la pureza, que sólo a las vírgenes es dado cantar, por los siglos de
los siglos! Así lo espero, Virgen
purísima, no por mí, que nada merezco, sino por los méritos de tu divino Hijo y
los tuyos. Así sea.
GOZOS
Pura
y hermosa azucena,
De
perfume celestial;
Alcánzanos
la pureza
Del
Esposo virginal.
Tu
pureza al contemplar,
Baja
la virgen su velo,
El
ángel cubre su faz
Y
se encanta el mismo cielo.
Pura
y hermosa azucena,
De
perfume celestial;
Alcánzanos
la pureza
Del
Esposo virginal.
El
Dios de cielos y tierra
¡Ay! siéntese enamorado,
Al
contemplar la pureza,
Que
antes del orbe ha ideado.
Pura
y hermosa azucena,
De
perfume celestial;
Alcánzanos
la pureza
Del
Esposo virginal.
La
pureza angelical
Dios
aún no la creaba,
Y
tu bella castidad,
Ya
su mente contemplaba.
Pura
y hermosa azucena,
De
perfume celestial;
Alcánzanos
la pureza
Del
Esposo virginal.
ORACIÓN DE LA IGLESIA
Omnipotente
y eterno Dios, os
rogamos nos concedáis que, venerando solemnemente la integérrima virginidad de
la purísima Virgen María, consigamos por su intercesión la pureza de alma y
cuerpo. Por Nuestro Señor Jesucristo, vuestro Hijo, que con Vos y el Espíritu
Santo vive y reina por los siglos de los siglos. Amén.
INVOCACIONES EN HONOR DE
MARÍA INMACULADA PARA TODOS LOS DÍAS
℣. Toda
hermosa eres, María.
℞. Toda
hermosa eres, María.
℣. Y mancha
original no hay en ti.
℞. Y mancha
original no hay en ti.
℣. Tú eres la
gloria de Jerusalén.
℞. Tú la alegría de Israel.
℣. Tú la
honra de nuestro pueblo.
℞. Tú la
abogada de los pecadores,
℣. ¡Oh María!
℞. ¡Oh María!
℣. Virgen
prudentísima.
℞. Madre Clementísima.
℣. Ruega por
nosotros.
℞. Intercede
por nosotros ante Jesucristo Nuestro Señor,
℣. Tú ¡oh
Virgen! fuiste inmaculada en tu Concepción.
℞. Ruega por
nosotros al Padre, cuyo Hijo diste a luz.
ORACIÓN
Oh Dios, que, por la Concepción
Inmaculada de la Virgen, preparasteis una habitación digna de vuestro Hijo: os
pedimos que ya que, por la muerte prevista de vuestro mismo Hijo, la
preservasteis de toda mancha, nos concedáis también, por su intercesión, llegar
limpios a Vos. Por el mismo Nuestro Señor Jesucristo, vuestro Hijo, que con Vos
y el Espíritu Santo, vive y reina por los siglos de los siglos. Amén.
Bendita sea
tu pureza
Y eternamente
lo sea;
Pues todo un
Dios se recrea
En tan
graciosa belleza.
A ti, celestial
princesa,
Virgen,
sagrada María,
Yo te ofrezco
en este día,
Alma, vida y
corazón:
Mírame con
compasión,
No me dejes,
Madre mía. Amén.
En el
nombre del Padre, y del Hijo ✠, y del Espíritu
Santo. Amén.
DÍA SEGUNDO – 8 DE OCTUBRE
Por
la Señal…
Acto
de Contrición y Oración para todos los días.
CONSIDERACIÓN: DE LA
INMACULADA CONCEPCIÓN DE MARÍA
Considera cómo la Santísima Virgen fue inmaculada en su
Concepción; ella es la única pura
criatura que ha venido al mundo hija de vida desde su Concepción, en tanto que
todos llegamos a él hijos de muerte y sin derecho al cielo.
El Padre que eligió a María por Hija
predilecta, el Hijo que la escogió por Madre y el Espíritu Santo por su amada
Esposa, no pudieron permitir que ni por un solo instante estuviera poseída del
demonio. La criatura purísima que había de hollar con sus virginales plantas la
cabeza de la serpiente infernal no podía estar un solo momento bajo su imperio.
El santuario vivo
del Dios de la pureza, el primero que Él tuvo en la tierra, debió ser siempre
puro e inmaculado.
Si los ángeles fueron confirmados en gracia,
¿cómo la
Reina de los ángeles podía ser inferior a ellos en pureza, habiendo estado, aunque
sólo por breve instante, mancillada por el pecado?
Fuente sellada
llámala el Divino Esposo, cuyas cristalinas aguas jamás fueron empañadas;
jardín cerrado, donde nunca pudo penetrar la serpiente, cuya cabeza quebrantó;
lirio inmaculado, que ostenta siempre su diafanidad y pureza sin mancha; arca
de la alianza preservada del diluvio de la culpa original; paloma única, la
sola perfecta e inmaculada, cuyos ojos han hecho dulce violencia a su Corazón. Y
tú, alma mía, que consideras a María tan pura, santa e inmaculada, que recrea
al mismo Dios, ¿permanecerás
insensible a tan arrebatadora belleza y no te sentirás enloquecida de amor a
una virgen tan pura y encantadora? ¿qué haces para honrarla? Procura
que tu amor a ella sea práctico; evitando hasta la menor sombra de pecado, que
pueda ofender sus purísimas miradas y las del Dios de la pureza, su Divino
Hijo. Así sea.
—Se medita,
etc.
JACULATORIA: ¡Oh María concebida sin pecado!, ruega por nosotros que acudimos a ti, y presérvanos de
toda mancha de alma y cuerpo.
MÁXIMAS
I. La castidad es la azucena
de las virtudes; hace a los hombres iguales a los ángeles; nada hay tan hermoso
como la pureza. En una palabra, esta virtud tiene una gloria especialísima, que
consiste en ser la bella y cándida virtud del alma y del cuerpo. (San Francisco de Sales, La
Filotea, o Introducción a la vida devota).
II. Antes de Jesucristo se
lloraba por ser virgen, y después de Jesucristo se llora por dejarlo de ser. (María Luisa Chaveut, La virgen
cristiana en la familia y en el mundo: Sus virtudes y misiones actuales).
III. La virginidad es la reina
de todas las virtudes, y contiene en sí todos los bienes. (San Cipriano, De virginitáte)
OBSEQUIO: Hacerse imponer el escapulario de la
Inmaculada Concepción, y si ya se hubiere recibido, tomar la resolución de
recitar diariamente la estación de él, que consta de seis Padrenuestros, Avemarías
y Glorias, en honor de la Santísima Trinidad y de la Virgen concebida sin
mancha, con lo que se ganan «toties quoties»
todas las indulgencias de Roma, Jerusalén y Santiago,
que ascienden a 533 plenarias, según San Alfonso (Las
Glorias de María, Obsequio VI), y para lo cual no son necesarias la confesión y
comunión.
EJEMPLO
El Venerable Nicolás Celestino, de la orden
de San Francisco, como fervoroso devoto de María, ardía en vivos deseos de
procurarle la mayor honra y gloria posible. Antes que la Inmaculada Concepción
de María fuese un dogma de fe, no faltaban en la Iglesia quienes pusiesen en
duda la verdad de este maravilloso privilegio. Nicolás no comprendía que María
hubiese estado alguna vez enemistada con Dios ni un solo instante, y por lo
mismo era un defensor ardiente de esta verdad; y aunque la Orden a que
pertenecía celebraba anualmente la fiesta de la Inmaculada Concepción, el
siervo de Dios no se contentaba con esto, sino que deseaba, además, que, como toda
la más grande solemnidad de la Iglesia se celebrase con octava.
No tardó mucho el venerable religioso en ser
elegido Superior, y entonces, aunque venciendo grandes dificultades, pudo ver
realizado su piadoso deseo. Mas, como oyese que algunos religiosos criticaban
la nueva solemnidad, se afanó por discurrir un medio que convenciese a todos
sus hermanos en religión de que el obsequio era agradable a los ojos de la
Santísima Virgen. Un día llamó a los religiosos y les dijo: «Sé que algunos de vosotros dudáis de que sea del agrado de la
Santísima Virgen que celebremos con toda solemnidad su Concepción Inmaculada.
Pues bien, yo, con la ayuda de Dios, voy a demostraros de una manera
irrefutable que ella se complace en este obsequio». Y dicho esto, se encaminó
con sus monjes al jardín del convento, donde lucían muchas esbeltas rosas que
perfumaban el ambiente. «Coged, dijo, la rosa que os parezca, de todas las que tenéis a vuestra vista;
la que elijáis será colocada en un vaso, sin agua, ante el altar de María
Inmaculada. Si esta rosa, como es natural, se marchita al tercer día, tendrán
razón los que critican lo que nuestra Orden ha dispuesto hacer en honor de
María; pero si por espacio de un año permanece milagrosamente fresca y lozana,
como en el momento de desprenderla de su tallo, entonces deberemos confesar no
solamente que María fue concebida sin pecado, sino que es la voluntad del cielo
que celebremos con esplendor así su fiesta como su octava».
Todos
aceptaron la propuesta; se cogió una rosa blanca, y, depositada en un vaso sin
agua, se colocó en el altar de la Inmaculada Concepción. Pasaron los días, unos
en pos de otros, y la rosa conservaba intacta su lozanía y fragancia, hasta
que, terminado el año, dejó caer sus hojas marchitas.
En vista de aquel prodigio, los religiosos
celebraron con grande entusiasmo la fiesta que de tal manera justificaba y
aplaudía el cielo. Por este medio fue glorificada María, premiada la fe del
Venerable Nicolás Celestino y confirmada la verdad del privilegio que,
declarado dogma de fe, es hoy una piedra preciosa que abrillanta la corona de
gloria de la Madre de Dios (Rodolfo
Vergara Antúnez, Mes de María Inmaculada).
ORACIÓN PARA EL DÍA
SEGUNDO
¡Virgen
Inmaculada! ¡Qué regocijo siente mi alma al celebrar el misterio de tu
Concepción sin mancha! Te felicito, ¡oh María!, porque has sido la única criatura del
linaje humano a quien el Eterno Padre ha preservado de toda culpa.
Santuario purísimo del Dios de la pureza, no
pudiste tener un solo instante la menor mancha. Inmaculada desde el primer
momento de tu Concepción, mereciste por tu singular pureza las miradas de Dios
Padre que te eligió para Madre de su Hijo Unigénito. ¡Cómo
no extasiarme contemplando esa pureza que recrea al Dios de los cielos! Eres
tú más bella que la aurora, escogida más que la luna, superior al sol en
hermosura y esplendor, más diáfana que las azucenas, y tu cándida blancura
humilla al albo lirio, que crece en selectos pensiles, bajo las influencias del
rocío del cielo.
¡Virgen
Inmaculada!, confúndome
al contemplar tanta pureza y ver que yo no solamente he sido manchado con la
culpa original, sino que he afeado mi alma con tantos pecados, empañando así el
brillo de su inocencia bautismal; Ruégote,
purísima María, que, por tu singular pureza, me alcances el perdón de cada una
mis culpas, el don de una perfecta pureza y la gracia de morir antes que
ofender a mi Dios con un solo pecado venial deliberado. Así sea.
GOZOS
Pura
y hermosa azucena,
De
perfume celestial;
Alcánzanos
la pureza
Del
Esposo virginal.
Mancha
original no tienes,
Del
Santo Espíritu esposa,
Paloma
escogida eres
Y
Virgen pura y hermosa.
Pura
y hermosa azucena,
De
perfume celestial;
Alcánzanos
la pureza
Del
Esposo virginal.
Estás
vestida del sol,
Por
estrellas coronada.
Tu
planta huella al dragón
Y
es por la luna calzada.
Pura
y hermosa azucena,
De
perfume celestial;
Alcánzanos
la pureza
Del
Esposo virginal.
Tú
con Dios nos reconcilias,
Arco
iris de la paz,
De
ojos divinos pupila,
Sonrisa
de augusta faz.
Pura
y hermosa azucena,
De
perfume celestial;
Alcánzanos
la pureza
Del
Esposo virginal.
ORACIÓN DE LA IGLESIA
¡Oh Dios!, que por la Concepción
Inmaculada de la Virgen preparasteis una habitación digna de vuestro Hijo, os
pedimos que, ya que por la muerte de vuestro mismo Hijo la preservasteis de
toda mancha, nos concedáis también por su intercesión llegar limpios a Vos. Por
el mismo Nuestro Señor Jesucristo, vuestro Hijo, que con Vos y el Espíritu
Santo vive y reina por los siglos de los siglos. Amén.
—Las
Invocaciones y la Oración se rezarán todos los días.
DÍA TERCERO – 9 DE OCTUBRE
Por
la Señal…
Acto
de Contrición y Oración para todos los días.
CONSIDERACIÓN: DE LA NATIVIDAD DE MARÍA INMACULADA
Considera
cómo no ha habido nacimiento de criatura alguna más resplandeciente en pureza
que el de la Inmaculada Virgen María; la gracia con que vino
al mundo fue superior a la de cada santo en particular, y mayor que la de todos
los santos y ángeles juntos
(Francesco Pepe SJ,
Grandezas de Jesús y María).
Si la gracia aumenta la pureza del alma, ¡cuál debió ser la pureza de María, que estaba adornada
de tan innumerables grados de gracia, y gracia sin medida, como fue la que
recibió en el primer instante de su Concepción, cual correspondía a la sublime
dignidad de Madre de Dios! Ella apareció en el mundo circundada de
luz, mientras una voz en el cielo decía: «Bendita
seas en el mundo, Amada mía. Una compañía celestial asiste a tu nacimiento, y
jamás se había visto en el cielo tanta alegría entre los ángeles. El Espíritu
Santo descansa en ti. El cielo y la tierra se hallarán sometidos a tu poderío;
los ángeles te servirán como a su mejor amiga; tuyo será el mundo y la
humanidad curada por ti».
Ella fue la aurora resplandeciente
precursora del Sol de justicia, la diáfana azucena que debía producir al
ilustre Vástago, deseado de todas las naciones. ¡Qué día de tanta alegría sería el del
nacimiento de María para los justos que, en el seno de Abrahán, esperaban la
venida de su Libertador! ¡Qué himnos de triunfo entonarían los ángeles en honra
de la futura Madre del Mesías!
Considera,
además, que María, como concebida sin pecado, no pudo participar de
todas aquellas miserias morales que son consecuencia de la culpa original, y
estuvo exenta de toda afición desordenada; ilustrada con la luz divina, no hubo
en ella obscuridad ni tinieblas, y tampoco conoció las luchas entre las
pasiones y la razón, y, a pesar de todos estos privilegios, ella misma reveló a
Santa Isabel de Schönau, virgen benedictina, que sin trabajo y oración no había
poseído ninguna virtud, y aunque exenta de toda mancha, siempre tuvo a raya sus
sentidos, según lo atestiguan San Epifanio y San Juan Damasceno. Y tú, alma mía,
manchada con tan innumerables pecados y cargada de pasiones y malas
inclinaciones, ¿vigilas,
como ella, sobre tus sentidos, o eres acaso más pura que María y sin pasiones
como ella? ¿Crees que sin esfuerzo podrás adquirir las virtudes? El
reino de los cielos padece violencia, y sólo los esforzados, que se vencen a sí
mismos, entrarán en él.
—Se medita,
etc.
JACULATORIA: ¡Virgen purísima! Alcánzanos la gracia de que nuestras almas renazcan a una
vida nueva, de amor y de pureza.
MÁXIMAS
I. La pureza es una flor
preciosa; pero muy delicada. Para ajarla basta una mirada, una palabra, un
suspiro. He aquí por qué las almas castas desconfían siempre de sí mismas, y
huyen de las más leves ocasiones que puedan exponerlas al peligro. (Santiago Nouet, El hombre de
oración, sus retiros y entretenimientos para todos los días del año).
II. ¡Oh virginidad! tú eres ese carro resplandeciente de luz, en el
cual un corazón puro, alzándose sobre todos los vapores de la tierra, emprende
su vuelo hasta unirse a la Divinidad. (San
Efrén de Siria).
III. Jesucristo llama la
virginidad una vida angélica y la compara a la naturaleza espiritual (San Cirilo de Jerusalén).
OBSEQUIO: En honor del nacimiento de María, trabajar,
por todos los medios posibles, para que el sacramento del Bautismo se
administre a los niños luego que lleguen a este mundo.
EJEMPLO
Al expirar el segundo tercio del siglo
quinto de la Iglesia, bajaron una gran falange de los hijos de los profetas de
su morada del monte Carmelo, animados del celo de San Elías, para extender el
misterio de la cruz. Algunos de ellos aportaron a la isla de Chipre, donde,
infatigables, trabajaron por extender el nombre de Jesucristo y la devoción de
la Soberana Virgen María.
Uno de ellos, llamado Barsanufio, varón
dotado de virtudes proféticas y apostólicas, oyó por una serie de años, en el
día 8 de septiembre y la noche de su vigilia, armoniosos conciertos de ángeles
que, al son de dulcísimos instrumentos, entonaban aquel cántico, que desde
entonces usa la Iglesia: Ave Regína Cœlórum,
Salve Reina de los cielos.
Cada año se excitaba más la atención y
admiración del santo, moviéndole nuevos anhelos de penetrar el motivo de tales
demostraciones de alegría anual.
En el año 496, embebido en celestiales
transportes, en el día indicado, ve aparecérsele dos ángeles resplandecientes
más que el sol e incomparablemente bellos, los que acercándose al siervo de
Dios le preguntan: «Barsanufio, ¿qué es
lo que tanta admiración te causa en nuestra solemnidad, que igualmente es
vuestra?». «El no comprender la
causa de tales regocijos celestiales y siempre en este día», respondió Barsanufio. «Este día venturoso, dicen los ángeles, es el aniversario del
nacimiento de María, Madre de Dios, Reina y Señora nuestra. Este día nació al
mundo, y nosotros solemnizamos su memoria en el cielo».
Desaparecieron
los celestiales mensajeros, dejando al siervo de Dios engolfado en dulcísimas
emociones sobre este grande misterio. De aquí lleva su origen la solemnidad del
nacimiento de María (Juan
Ángel Torrents, Mes de Mayo dedicado a la Santísima Virgen del Carmen).
ORACIÓN PARA EL DÍA
TERCERO
¡Criatura
purísima, que viniste al mundo como hija de bendición, esperada desde
tantos siglos, como la aurora del Sol de nuestra Redención! ¡Qué regocijo trajo
tu Natividad al género humano! ¡Cómo lució en ella tu virginal pureza! Jamás
los cielos ni la tierra habían contemplado un nacimiento más resplandeciente en
pureza que el tuyo, purísima María. ¡Con qué júbilo
batirían los ángeles sus palmas virginales, entonando himnos de alabanza en
honor de la única criatura purísima que había venido al mundo, santa, inocente
e inmaculada, como el lirio entre las espinas! ¡Oh María Inmaculada!, tú
que, a pesar de haber sido confirmada en la gracia santificante desde el primer
instante de tu purísima Concepción, vigilaste con esmero exquisito sobre todos
tus sentidos y llegaste, no sin esfuerzo y con gran mérito tuyo, a la cima de
las más elevadas virtudes, alcánzanos, piadosa, que,
reconociendo nuestra fragilidad y miseria, sepamos vencer nuestras pasiones y
alcanzar el grado de pureza que Dios exige de nosotros. Así sea.
GOZOS
Pura
y hermosa azucena,
De
perfume celestial;
Alcánzanos
la pureza
Del
Esposo virginal.
Del
alba fúlgida estrella,
Tú
alumbras nuestro camino;
A
todo un cielo recreas
Aurora
del Sol divino.
Pura
y hermosa azucena,
De
perfume celestial;
Alcánzanos
la pureza
Del
Esposo virginal.
Eres
un lirio entre espinas,
De
Jericó bella rosa;
Elegida
entre las hijas,
Para
predilecta Esposa.
Pura
y hermosa azucena,
De
perfume celestial;
Alcánzanos
la pureza
Del
Esposo virginal.
De
los aromas de Oriente
Bálsamo
eres más preciado;
Y
miel de los cielos vierte
Tu
labio, lirio rosado.
Pura
y hermosa azucena,
De
perfume celestial;
Alcánzanos
la pureza
Del
Esposo virginal.
ORACIÓN DE LA IGLESIA
Os
rogamos, Señor, que dispenséis a vuestros
siervos el don de la gracia celestial, a fin de que aquellos para quienes el
parto de la bienaventurada Virgen fue el principio de la salud espiritual, la
deseada solemnidad de su nacimiento les obtenga el incremento de la paz. Por
Nuestro Señor Jesucristo, vuestro Hijo, que con Vos y el Espíritu Santo, vive y
reina por los siglos de los siglos. Amén.
—Las
Invocaciones y la Oración se rezarán todos los días.
DÍA CUARTO – 10 DE OCTUBRE
Por
la Señal…
Acto
de Contrición y Oración para todos los días.
CONSIDERACIÓN: DE LA PRESENTACIÓN AL TEMPLO DE MARÍA
INMACULADA
«Oye, hija, olvida tu pueblo y la casa de tu
padre, y el Rey se complacerá en tu belleza» (Salmo
44, 11).
La Inmaculada Virgen escuchó la voz de su
Divino Esposo que la llamaba a la soledad del santuario: contaba apenas tres
años cuando instaba ella misma a sus padres para que, cuanto antes, dieran
cumplimiento a su voto de consagrarla al servicio de Dios. Ella comprende el
sacrificio que va a hacer; dotada de un perfecto uso de razón desde el primer
instante de su Concepción Inmaculada, sabe que deja a sus padres en una edad en
que necesita de sus más solícitos cuidados, y quizás previo con espíritu
profético que a su salida del templo ya Dios los habría llamado a Sí, e inmolando generosamente su corazón, camina gozosa al lugar
de su sacrificio.
Sube, más que con sus virginales plantas,
con las alas de su amor los quince escalones que la separan del Sancta
Sanctórum, y allí, en compañía de los ángeles que la cubren con sus blancas
alas y arrojan a sus plantas azucenas del paraíso, enarbola el estandarte de la
virginidad; ofreciéndola a su Dios, no con lágrimas, como la hija de Jefté,
sino con todas las veras de su alma, y sellando este ofrecimiento con voto
perpetuo.
Reveló la Inmaculada Virgen a Santa Isabel,
virgen benedictina, que cuando sus padres la dejaron en el templo, resolvió tener sólo a Dios por Padre, pensando de continuo
cómo podría complacerlo más y más. ¡Vírgenes cristianas!,
cuando el Señor se ha dignado llamaros a su servicio en la vida
religiosa, y se ha hecho sentir en el fondo de vuestro corazón diciéndoos: «Oye, hija, olvida tu pueblo y la casa de tu padre, y el Rey se
enamorará de tu belleza»;
¿habéis sido fieles
al divino llamamiento?; y si Él no os ha pedido este sacrificio,
pero os ha inspirado que le consagréis con voto vuestra virginidad, ¿habéis
correspondido a sus amorosas solicitaciones, (después de recibir la aprobación de un confesor discreto) u os ha parecido pequeño honor consagraros como esposas de
vuestro Dios? ¿Le habéis consagrado sin reserva vuestro corazón o lo habéis
dividido entre Él y las criaturas, como si El solo no fuera capaz de
satisfacerlo?
—Se medita,
etc.
JACULATORIA: ¡Virgen de las vírgenes! A tu imitación, consagramos para siempre nuestra pureza
al Esposo de las vírgenes.
MÁXIMAS
I. El voto de perpetua
virginidad es el místico desposorio entre el alma y el Dios de las vírgenes.
II. Oh vírgenes, sois como
las flores de suave y dulce perfume que adornáis y embellecéis el jardín del
Divino Esposo. (San
Cipriano).
III. Las vírgenes comienzan
desde esta vida a formar entre ellas y los ángeles la semejanza que existirá un
día en el Cielo.
OBSEQUIO:
Si viniere la
inspiración de consagrarse como esposa de Jesús, por el voto de perpetua
virginidad, no rechazarla sin haberse consultado con un director prudente y
experimentado. Este voto puede hacerse por tiempo limitado, v. gr., por un año
o un mes, e irlo renovando, según la inspiración divina y el consentimiento del
director. Para las personas que lo hubieren emitido, prepararse para hacer en
la Sagrada Comunión, el día de la fiesta de la Pureza de María Inmaculada, una
fervorosa renovación de él.
EJEMPLO
San
Luis Gonzaga,
consagrado por su madre, antes de nacer, a la Reina de las Vírgenes, le tuvo
desde sus primeros años una tiernísima devoción. A imitación de María, que a
los tres años se consagró a Dios en el templo con el voto de perpetua
virginidad, lo hizo él a los nueve años de su edad. Llegó Luis, por intercesión
de María, su modelo y Madre amadísima, a tal grado de pureza, que no se refiere
de santo alguno que le aventajase en esta virtud. Uno de los más especiales
favores que le alcanzó la Virgen Inmaculada, fue el de estar toda su vida
exento de las tentaciones que tanto humillan aun a los más grandes santos. Su
mente, siempre fija en Jesús y María, jamás fue perturbada por pensamientos
feos o importunos. Finalmente, como tímida azucena que, apenas nace a la vida,
dobla su tallo a las influencias del calor del sol, se extinguió, a impulsos de
la caridad, la preciosísima vida de Luis, en el tiempo, para comenzar en la
eternidad; entonando el cántico de las vírgenes y alabando a la Reina de ellas,
por los siglos de los siglos. (Virgilio
Cepari SJ, Vida de San Luis Gonzaga).
ORACIÓN PARA EL DÍA
CUARTO
¡Virgen de las vírgenes!, como el tierno capullo de
la azucena entreabre sus hermosos pétalos a las influencias del calor del sol,
así tú, tierna niña, llevada al templo, aún en brazos de tus padres, abres tu
purísima alma a impulsos del amor al Dios de las vírgenes. Te contemplo con
entusiasmo, pronunciando tu voto de virginidad, escoltada por los ángeles y, en
su compañía, trasplantando a la tierra ese hermoso lirio de la virginal pureza,
que nació en los cielos y no había encontrado hasta entonces, en este mundo de
corrupción, terreno donde extender sus delicadas raíces ni atmósfera bastante
pura para mantener lozanos sus diáfanos pétalos. Fiel al divino llamamiento,
Virgen Inmaculada, ¡cuán enteramente consagraste al
Señor tu cuerpo, tu alma y tu corazón! Por esta total consagración que,
en tan tierna edad, hiciste a Dios, te pido nos
alcances la gracia de consagrar para siempre al Señor el tesoro de nuestra
pureza y conservarlo hasta la muerte. Haz también que nuestro corazón sea
enteramente de Dios, sin dividirlo entre Él y las criaturas, y que a Él solo
tiendan nuestros pensamientos, deseos, acciones, esperanzas y afectos. Así sea.
GOZOS
Pura
y hermosa azucena,
De
perfume celestial;
Alcánzanos
la pureza
Del
Esposo virginal.
Del
campo eres verde oliva,
De
Cades graciosa palma:
Y
más selecta que mirra
Es
tu purísima alma.
Pura
y hermosa azucena,
De
perfume celestial;
Alcánzanos
la pureza
Del
Esposo virginal.
Del
Líbano eres el cedro,
Ciprés
de Sión alzado,
Hermoso
plátano esbelto,
Junto
a las aguas plantado.
Pura
y hermosa azucena,
De
perfume celestial;
Alcánzanos
la pureza
Del
Esposo virginal.
Eres
el nardo virgíneo,
Cinamomo
perfumado,
Que,
con tu aroma exquisito,
Al
Rey has enamorado.
Pura
y hermosa azucena,
De
perfume celestial;
Alcánzanos
la pureza
Del
Esposo virginal.
ORACIÓN DE LA IGLESIA
¡Oh Dios!, que quisisteis que la
Bienaventurada María, siempre Virgen, habitación del Espíritu Santo, fuese hoy
presentada al templo, haced, os lo pedimos, que, por su intercesión, merezcamos
ser presentados al templo de vuestra gloria. Por Nuestro Señor Jesucristo, vuestro
Hijo, que con Vos y el Espíritu Santo, vive y reina por los siglos de los
siglos. Amén.
—Las
Invocaciones y la Oración se rezarán todos los días.
DÍA QUINTO – 11 DE OCTUBRE
Por
la Señal…
Acto
de Contrición y Oración para todos los días.
CONSIDERACIÓN: DE LOS DESPOSORIOS DE MARÍA INMACULADA
La Virgen Inmaculada pasaba sus días alegre
y santamente en el templo de Jerusalén, dividiéndolos entre el trabajo y la
oración.
Gozosa de haber ofrecido a Dios el tesoro de
su virginidad, no pensaba sino en cumplir su voto. ¡Cuál sería su sorpresa y cuán intenso su
dolor al verse obligada por el Sumo Sacerdote de la Sinagoga a salir del templo
y desposarse con un hombre mortal, ella que no quería otro esposo que al Dios
de las vírgenes! Sin embargo, obedeció a la voluntad del cielo,
manifestada visiblemente: muchos jóvenes de ilustre alcurnia solicitaron la
mano de la castísima Virgen y, en cumplimiento a lo dispuesto por el Sumo Sacerdote,
depositaron sobre el altar sus ramos de almendro. San
José presentó, por disposición del cielo, una vara seca y estéril, la que
reverdeció y retoñó en sus manos; por lo que no pudo dudarse que él era el
destinado para esposo de la Inmaculada Virgen.
Después de esta maravillosa prueba de la
Divina Voluntad, los tutores y la familia de María la desposaron con San José. Él era también virgen: Dios
no podía dar a la Virgen, a quien destinaba para su Madre, sino un esposo
virgen, y él debió a María su virginidad, según el sentir de San Jerónimo
(Carta a Elvidio). Sólo la ilimitada
confianza de María en su Dios, que la había de preservar de todo peligro de
perder su virginidad, pudo resolverla a desposarse: lo
que hizo únicamente por cumplir la Divina Voluntad. Ella no pensaba en ser Madre ni progenitora del Mesías,
sino solamente en conservar el tesoro de su virginidad; mirando a San José como
a su custodio, hermano muy amado y respetado Padre. ¡Cómo resplandeció la pureza virginal de
María en sus castísimos desposorios con San José!
Y tú, alma mía, ¿cuidas, ante todo, como María, de
conservar el tesoro de tu pureza? ¿no prefieres muchas veces empañar su
esplendor por una vil satisfacción que, pasajera como el relámpago, no deja en
pos de sí sino amargura y remordimiento?
Considera, además, cómo ella, por cumplir la Voluntad del cielo,
abandonó la vida que llevaba en el templo, contrariando así las más santas
aspiraciones de su purísima alma; y tú ¿sabes dejar a Dios por Dios cuando el deber te llama, o
prefieres satisfacer tu amor propio, llenando más bien por rutina algunas
prácticas de devoción, que cumplir con tus obligaciones? ¿Piensas de este modo
agradar a Dios?
—Se medita,
etc.
JACULATORIA: ¡Purísima María!, alcánzanos la confianza en Dios y el amor al retiro y a
la oración, que son los guardianes de la pureza.
MÁXIMAS
I. La castidad es el goce de
las vírgenes, la virtud deliciosa y amable por excelencia: no sabe ocasionar
otro tormento que el hacer estrecho el corazón para contener sus delicias.
II. Las vírgenes poseen un
Esposo que no muere y en el que jamás verán la menor sombra de imperfección. (Francisco Javier Alfonso Coulin).
III. Las vírgenes son ángeles,
y no ángeles de un grado inferior, sino de un orden el más noble y el más
ilustre. (San
Basilio).
OBSEQUIO: Consultarse con Dios y con un sabio
director, acerca de la elección de estado, pues es cosa tan transcendental que,
según San Gregorio Nacianceno, en ella estriba el fundamento de una buena o
mala vida. Invocar diariamente a la Virgen Inmaculada para que nos ayude en tan
importante asunto. Para los que ya hubieren abrazado algún estado: cumplir con
fidelidad y sólo por agradar a Dios las obligaciones que Él imponga.
EJEMPLO
El inmenso amor que profesaba Agabo a la
Virgen Santísima, en su mocedad, le animó a presentarse en el templo de
Jerusalén, por ver si tendría la suerte de ser el escogido esposo de la más
bella de las mujeres.
Judío era de origen, pero pertenecía a la
reprobada clase de los publícanos, nigromántico, además, muy ejercitado en la magia
y hechizos. Se valió de estas artes para captarse el amor de María; y viendo
que el santísimo patriarca José había sido elegido para su esposo, consultó al
demonio quién era aquella virgen contra quien no valía la magia; a lo que el
infernal enemigo le respondió: «No alcanza mi inteligencia a expresarte quién sea esa
virgen; sólo puedo decirte que en ella están concentradas cosas
extraordinarias, comprendidas únicamente del Altísimo». Trocado y atónito repentinamente, Agabo, por cierto,
mediante los merecimientos de María, renunció a su profesión de mago, y se
retiró al monte Carmelo, en donde, abrazando el instituto de los Elianos, vino
a ser hijo de María, ya que no le fue dado ser su esposo. Lloró los crímenes de
su pasada vida, y vino a ser uno de los más fervorosos propagadores del
Evangelio, como se ve por los Hechos Apostólicos. Fue Agabo uno de los que más
se distinguieron en la construcción del templo que edificaron los Carmelitas a
la Señora, cuando aún vivía en este mundo.
Asistió San Agabo
con otros de su instituto al dichosísimo tránsito de María, y no cesó en toda
su vida de predicar las excelencias de la Madre de Dios. (Torrents, Mes de Mayo dedicado a la
Santísima Virgen del Carmelo).
ORACIÓN PARA EL DÍA
QUINTO
¡Virgen castísima! ¡cuán pura,
santa e Inmaculada apareciste en el día de tus desposorios, cuando sólo por
cumplir la voluntad del cielo, aceptaste por esposo al castísimo José, adornado
de virginal pureza; eligiéndolo, por manifiesta disposición divina, como custodio
de tu virginidad! Tú aspirabas, Virgen
purísima, a pasar tu vida en el templo, ocupada únicamente en el divino
servicio y cumpliendo tu voto de virginidad. Sólo tu ilimitada confianza en
Dios pudo resolverte a obedecer al Sumo Sacerdote, y ella te hizo comprender
que el esposo que el cielo te deparaba, sería el guardián de tu virginidad. Por
la virginal pureza que resplandeció en este acto de tu vida, alcánzanos, benigna, que sepamos buscar en todo la divina voluntad,
sin pretender otra cosa que agradar a Dios en todas nuestras acciones, y que
así lleguemos al grado de pureza que Él exige de nosotros. Así sea.
GOZOS
Pura
y hermosa azucena,
De
perfume celestial;
Alcánzanos
la pureza
Del
Esposo virginal.
Con
esos ojos de cielo,
Con
tu cabello ondulado,
Heriste
el divino pecho
Del
que es tu Amante y Amado.
Pura
y hermosa azucena,
De
perfume celestial;
Alcánzanos
la pureza
Del
Esposo virginal.
En
el hueco de la peña,
Muestra
la faz, Él te dice;
Crearla
graciosa y bella,
Para
mi deleite quise.
Pura
y hermosa azucena,
De
perfume celestial;
Alcánzanos
la pureza
Del
Esposo virginal.
Te
mira por la ventana
Y
acecha por celosía:
Dícete
pura y sin mancha,
Paloma
y amiga mía.
Pura
y hermosa azucena,
De
perfume celestial;
Alcánzanos
la pureza
Del
Esposo virginal.
ORACIÓN DE LA IGLESIA
Os
rogamos, Señor, que
dispenséis a vuestros siervos el don de la gracia celestial; a fin de que
aquellos para quienes el parto de la bienaventurada Virgen fue el principio de
la salud espiritual, la deseada solemnidad de sus desposorios les obtenga el
incremento de la paz. Por Nuestro Señor Jesucristo, vuestro Hijo, que con Vos y
el Espíritu Santo vive y reina por los siglos de los siglos. Así sea.
—Las
Invocaciones y la Oración se rezarán todos los días.
DÍA SEXTO – 12 DE OCTUBRE
Por
la Señal…
Acto
de Contrición y Oración para todos los días.
CONSIDERACIÓN: LA ANUNCIACIÓN DE LA VIRGEN INMACULADA
¡Quién tuviera el pensamiento del ángel y el
afecto del serafín para ocuparse dignamente de tan adorable misterio!
Trasládate, alma mía, con la consideración,
a la humilde morada de Nazaret: contempla allá lejos,
en un rincón de la Judea, una pobre casita blanca, en la cual se halla el
aposento de una virgen.
Vedla allí de rodillas;
las manos juntas y sus ojos fijos en el cielo; un velo transparente cubre su
rostro y estrecha a su pecho una vara de blancas azucenas.
Ya el crepúsculo se ha perdido entre las
sombras, y el negro manto de la noche envuelve los lirios y las rosas de las
praderas, mecidas dulcemente por los céfiros.
La noche avanza: los
pálidos destellos de la luna iluminan aquel primer santuario que el Dios
humanado tuvo en la tierra.
¿Qué hace allí esa virgen?, ama, ora en
el secreto de su corazón; hace violencia al cielo y apresura con sus clamores
el momento feliz de la redención del género humano; expía; se ofrece en
sacrificio por el mundo culpable. Era
ya la media noche: de súbito una luz resplandeciente baña el aposento, y el
rostro de la Virgen aparece más resplandeciente que el sol. ¿Ves descender
de lo alto una figura humana?, es un joven, embajador de los cielos;
sus cabellos de oro flotan entre las brisas, sus ojos sólo respiran pureza; se
acerca a la Virgen y le dice: Ave, grátia plena,
Dóminus tecum, benedicta tu in muliéribus “Dios te salve, llena
eres de gracia, el Señor es contigo, bendita tú entre las mujeres” (San Lucas, cap. I, 28).
Se turba la Virgen de las
vírgenes y pide al ángel explicación de sus palabras.
¿Por qué te turbas, Virgen purísima? ¡Ah! creo
ya comprenderlo: prefieres tu virginidad a la
incomparable dignidad de Madre de Dios; y si te hubiese sido menester
abandonarla por este honor sublime, mil veces habrías renunciado a él, antes de
dejar de ser virgen. No hay misterio en la vida de la Inmaculada María, en que
resplandezca más que en éste, su amor por la angélica virtud de la virginidad.
¡Vírgenes cristianas!,
¿hacéis
vosotras ese aprecio de la angélica virtud? Mirad a vuestra Reina,
que habría preferido la virginidad a la dignidad sublime de Madre de Dios. ¿La preferís
vosotras a todos los bienes de la tierra?, ¿huis de las ocasiones en que pueda
mancillarse?, ¿guardáis el debido recato en vuestros sentidos? Considerad que esta
angélica virtud os hace esposas del Dios de las vírgenes y os da derecho a entonar
en los cielos el cántico virginal, alrededor del Cordero Inmaculado, por los
siglos de los siglos.
—Se medita,
etc.
JACULATORIA: ¡Virgen Inmaculada! Amamos la pureza más que a todos los tesoros de la
tierra; alcánzanos la gracia de morir antes que mancillarla con el más leve
soplo que le sea contrario.
MÁXIMAS
I. Si alguno dice que el
estado del matrimonio es preferible al estado de la virginidad o al celibato, o
que permanecer en la virginidad o en el celibato no es mejor o más ventajoso
que el casarse, que sea anatematizado.
(Concilio de Trento).
II.
Bueno es el
matrimonio, pero la virginidad es mejor; y lo es en la proporción que se baila
el cielo respecto de la tierra, los ángeles respecto de los hombres. (San Juan Crisóstomo).
III. El título de esposa, en
el sentido más riguroso, está reservado únicamente a las vírgenes. (Francisco Javier Alfonso Coulin).
OBSEQUIO: Constituirse en apologista de la
virginidad, haciéndola conocer y amar sobre todo en la juventud, y evitar la
tremenda responsabilidad de aconsejar el matrimonio a aquellas almas
privilegiadas quienes Dios destina para sus esposas.
EJEMPLO
Un día, víspera de la Anunciación, vio en
espíritu Santa Gertrudis a Nuestro Señor con la Santísima Virgen, sentados en
el lugar de sus superioras, recibiendo con caricias a las religiosas que
entraban a recitar el oficio. Durante la recitación de la festividad de la
Anunciación, en el martirologio, Jesucristo se volvió a su Madre, saludándola con una
bondad que renovó en ella la dulcísima e inestimable satisfacción que sintió
cuando su Divinidad se unió a nuestra naturaleza, tomando carne en ella.
A las palabras del Evangelio Ecce ancilla, la
santa saludó con recta y devota intención a la Madre de Dios; representándole
el goce inefable que ella sintió cuando se abandonó con plena confianza a sí
misma y a todo lo que debía pasar a su respecto, a la Voluntad de Dios. Le
respondió la Santísima Virgen con rostro apacible: «Cuando se me recuerde con devoción este gozo inefable, yo
testificaré a aquellos que lo hagan, que soy verdaderamente su Madre, como se
me pide en el himno que canta la Iglesia; mostrándome, en efecto, la Madre del
Rey de la gloria y de aquellos que hagan devota y humildemente sus oraciones;
sirviéndome del poder de mi Hijo para aliviarlos y asistirlos en sus oraciones
con abundancia de gracias y misericordias».
ORACIÓN PARA EL SEXTO
DÍA
¡Virgen Inmaculada! si en todos los actos de
tu vida resplandeció tu virginal pureza, jamás se manifestó con más esplendor
que cuando el ángel te anunció el misterio de la Encarnación. Habrías preferido
la virginidad al honor insigne de Madre de Dios. ¡Virgen
purísima! tú diste a conocer al mundo el precioso tesoro de la
virginidad e hiciste germinar este blanco lirio que, trasplantado a la tierra
en el principio de la creación, se agostó pronto, dejando caer sus hojas
marchitas, con el ambiente pestífero del mundo. ¡Gracias
te sean dadas, Virgen Inmaculada! Sin ti quizás nunca hubiéramos
conocido este precioso tesoro; tal vez nunca lo habríamos amado. Sin ti jamás
sentiríamos esa deliciosa embriaguez con que el corazón y el ser entero parecen
liquidarse a impulsos del más apasionado y delirante amor a esa virtud
encantadora, que hace las delicias de los ángeles del cielo. Sin ti jamás
habríamos experimentado esas delicias puras que hacen estrecho el corazón para
contenerlas, y son preludios de la felicidad de los cielos. ¡Qué desgracia habría sido la nuestra! ¡Gracias, Madre mía!
¡Gracias te damos de lo íntimo del alma y con todo el ardor de que es capaz el
corazón!
GOZOS
Pura
y hermosa azucena,
De
perfume celestial;
Alcánzanos
la pureza
Del
Esposo virginal.
El
mar con su blanca espuma,
Con
su matiz el rosal;
Te
ensalzan ¡oh
criatura!
De
pureza sin igual.
Pura
y hermosa azucena,
De
perfume celestial;
Alcánzanos
la pureza
Del
Esposo virginal.
Con
voz plateada el torrente,
Las
aves con su trinar,
Unísonos,
todos quieren
Tu
pureza celebrar.
Pura
y hermosa azucena,
De
perfume celestial;
Alcánzanos
la pureza
Del
Esposo virginal.
Del
océano las perlas,
De
los vergeles el lirio,
Por
su purísima Reina
Te
proclaman con delirio.
Pura
y hermosa azucena,
De
perfume celestial;
Alcánzanos
la pureza
Del
Esposo virginal.
ORACIÓN DE LA IGLESIA
¡Oh Dios! que quisisteis que vuestro
Verbo tomase carne en las entrañas de la bienaventurada Virgen María,
anunciándoselo el ángel; conceded a vuestros fieles suplicantes, que todos los
que la creemos verdadera Madre de Dios, recibamos el auxilio de su intercesión.
Por el mismo Nuestro Señor Jesucristo. Amén.
—Las
Invocaciones y la Oración se rezarán todos los días.
DÍA SÉPTIMO – 13 DE OCTUBRE
Por
la Señal…
Acto
de Contrición y Oración para todos los días.
CONSIDERACIÓN: DE LA DIVINA MATERNIDAD DE MARÍA INMACULADA
Considera cómo en una fría noche de invierno viene al mundo
el Hijo de Dios, el Rey de cielos y tierra; sin más compañía que su divina
Madre, su Padre putativo y algunos animales.
Vuelve los ojos del alma hacia María: vela
allí de rodillas, contemplando a su Hijo y su Dios; mira cómo le adora, le
acaricia e imprime en esa Faz divina, delicia de los ángeles y contemplación de
los serafines, sus maternales y purísimos ósculos; le estrecha a su corazón
virginal y le da gracias: gracias por su dignidad incomparable de Madre de Dios
y gracias aún más efusivas por haberle conservado el tesoro de su virginidad,
que ella prefería a la sublime grandeza de la Maternidad Divina.
¡Cómo resplandeció la pureza y virginidad de María con su
Divina Maternidad!
Así como el sol penetra el cristal sin
quitarle su diafanidad, antes bien, dejándolo más resplandeciente y hermoso,
así el Sol de pureza, Jesucristo, al nacer de María, no hizo sino aumentar su
pureza; y del mismo modo que la azucena, colocada en un aposento, lo embalsama
todo con su perfume, Jesús, la azucena divina, penetrando en María, la perfumó
más y más con el aroma de su celestial pureza.
Si el hombre participa de la pureza divina,
cuando tiene un instante en su pecho al Dios de la Eucaristía, ¡cómo no se
confundiría la pureza de María con la de su Divino Hijo, siendo su habitación
permanente, su sagrario vivo en la tierra!
¡Qué espectáculo más hermoso ofrecería a los
ojos de los ángeles la Virgen Inmaculada, penetrada toda de la Pureza Divina, como
la esponja arrojada al mar, que se impregna entera de sus aguas! Pura, santa e
inmaculada fue la Virgen María desde el primer instante de su purísima
Concepción; pero si no hubiera sido Madre de Dios, no habría llegado al sublime
grado de pureza que le comunicó su íntimo contacto con el mismo Dios de la
pureza.
Y nosotros ¿hemos
considerado el aumento de pureza que adquieren nuestras almas con la recepción
frecuente de la Divina Eucaristía? Si en cada Comunión recibimos al
Dios de la Pureza, es indudable que la de nuestras almas se aumentará con la
recepción frecuente de este Santísimo Sacramento y con las disposiciones con
que nos acerquemos a él. ¿Hemos hecho hasta ahora el debido aprecio de la Sagrada
Comunión o nos hemos alejado de ella con fútiles pretextos? ¿cómo queremos,
entonces, conservar la pureza, si nos alejamos de la fuente de ella, Jesucristo
en el Santísimo Sacramento, vino divino que hace germinar las vírgenes?
—Se medita,
etc.
JACULATORIA: ¡Madre castísima! Por tu divina Maternidad, alcánzanosla gracia de que la
participación frecuente de la Sagrada Eucaristía haga germinar en nuestras
almas el blanco lirio de la pureza.
MAXIMAS
I. El Dios de las vírgenes,
al venir a la tierra, no halló morada más digna de Él que el blanco lirio de la
virginidad.
II. Si María tiene secretos,
éstos son para ser comunicados a las vírgenes; porque ellas son sus hijas
queridas, sus hijas de predilección: es Jesús el que lo quiere así. (Francisco Javier Alfonso Coulin).
III. La
virginidad nos da en el tiempo y sobre la tierra de nuestra mortalidad un
esclarecimiento que representa la gloria inmortal. (San Bernardo).
OBSEQUIO: Tener presente que el deseo del Jefe
Supremo de la Iglesia, es que todos los fieles se acerquen diariamente a
recibir la Sagrada Comunión, siempre que estén adornados de la gracia
santificante y de intención recta: y así, no
alejarse de ella, mientras existan en el
alma ambas disposiciones y haya licencia del confesor.
EJEMPLO
Un
religioso dominico, molestado con grandes tentaciones contra la virginidad de
María, acudió al venerable Fray Gil, que había sido compañero del glorioso San
Francisco de Asís. Fray Gil se paseaba en la huerta, y viendo a lo lejos al
religioso que quería hablarle, hirió la tierra con el báculo que llevaba en la
mano, diciendo al mismo tiempo: «María fue virgen antes de la Natividad de su Hijo», y brotó una
hermosa azucena.
Continuó su camino e hirió de nuevo la tierra, exclamando: «María fue virgen en la Natividad de su Hijo», y apareció otra
azucena más hermosa y aromática. Hizo
igual cosa por tercera vez, diciendo: «María fue
virgen después de la Natividad de su Hijo», y brotó otra azucena también bellísima y fragante. Del mismo modo, para nosotros, la pureza de María, su virginidad antes del
nacimiento de su Hijo, durante él y después de él, es cual flor de celestial
pureza que segunda y tercera vez contemplamos más bella y fragante, más pura y
sagrada. (Crónicas
de la Orden de San Francisco de Asís).
ORACIÓN PARA EL SÉPTIMO
DÍA
Inmaculada Virgen y Madre de Dios, te
contemplo en el dichoso momento del Nacimiento de tu Divino Hijo: ¡cuál sería tu júbilo al ver que eras su Madre y
conservabas en todo su esplendor el amado tesoro de tu corazón: la encantadora
virginidad! ¡Qué fervorosas acciones de gracias le rendirías por esta merced
que se dignó obrar en ti! ¡Cómo resplandeció tu virginal pureza en la Natividad
de tu Divino Hijo! Pues, después de ella, quedaste virgen y aún más
pura, santa e inmaculada: confundida con Jesucristo, la misma pureza, como la
gota de agua perdida en el océano.
¡Con qué júbilo te adamarían los ángeles por
su Reina y Soberana; llamándote Virgen purísima, diáfana azucena, lirio sin
mancilla, paloma inmaculada, objeto eterno de las complacencias del Padre!
Por esta
singular y única pureza con que fuiste favorecida. Virgen Inmaculada, te
rogamos nos obtengas la gracia de que, participando digna y frecuentemente de
la Divina Eucaristía, alcancen cada día nuestras almas mayor aumento de pureza.
Así
sea.
GOZOS
Pura
y hermosa azucena,
De
perfume celestial;
Alcánzanos
la pureza
Del
Esposo virginal.
Pura
te llaman los campos,
Con
sus margaritas bellas;
Con
sus verduras el prado,
Y
el cielo con sus estrellas.
Pura
y hermosa azucena,
De
perfume celestial;
Alcánzanos
la pureza
Del
Esposo virginal.
Inmaculada
te dicen
El
ángel con su sonrisa,
Con
su pureza la virgen,
Y
sus juguetes la brisa.
Pura
y hermosa azucena,
De
perfume celestial;
Alcánzanos
la pureza
Del
Esposo virginal.
Te
llaman virgen y pura,
La
fuente con su murmullo,
El
sol y la blanca luna,
Las
palomas con su arrullo.
Pura
y hermosa azucena,
De
perfume celestial;
Alcánzanos
la pureza
Del
Esposo virginal.
ORACIÓN DE LA IGLESIA
Omnipotente
Dios, os suplicamos nos
concedáis que el nuevo Nacimiento de vuestro Hijo Unigénito, según la carne,
nos libre a nosotros, a quienes oprime la antigua servidumbre, bajo el yugo del
pecado. Por el mismo Nuestro Señor Jesucristo, vuestro Hijo, que con Vos y el
Espíritu Santo vive y reina por los siglos de los siglos. Así sea.
—Las
Invocaciones y la Oración se rezarán todos los días.
DÍA OCTAVO – 14 DE OCTUBRE
Por
la Señal…
Acto
de Contrición y Oración para todos los días.
CONSIDERACIÓN: DE LA PURIFICACIÓN DE MARÍA INMACULADA
Ordenaba la ley antigua
que las Madres, a los cuarenta días después del nacimiento de sus hijos
varones, se presentasen al templo a purificarse y ofrecerlos a Dios. Estando fundada esta ley
en la suposición de la mancha de pecado, la Inmaculada
María, la más pura de las vírgenes y concebida sin él, estaba exenta de su
cumplimiento; pero ella quiso observarla, porque,
aunque la gracia, como dice San Agustín, había
ensalzado a María sobre la ley, la humildad la hizo obediente a la misma ley.
Contemplemos,
pues, a María, la Virgen de las vírgenes,
encaminándose al templo de Jerusalén, con su Divino Hijo, el Rey de la gloria,
su virginal esposo San José y la modesta ofrenda de tortolitas y palomos que
llevaban los pobres, cuando presentaban sus hijos al Señor. ¿A dónde vas,
Madre Inmaculada, tú, ante quien los ángeles se cubren el rostro con sus alas,
deslumbrados por tan resplandeciente pureza; tú, que eres la más pura de las
vírgenes, única criatura concebida sin pecado; tú, el más íntimo destello de la
pureza del mismo Dios; tú, la criatura privilegiada, Madre del Dios de la
pureza, sin menoscabo de tu virginidad; tú, la Reina de los ángeles y la Virgen
de las vírgenes? Vuelve, vuelve, Virgen
purísima, a tu casa; esa ley no se ha hecho para ti. Fue establecida para las
madres comunes, pero no para Ti, que eres más pura que el aroma del lirio, más
cándida que la blanca paloma, más alba que las transparentes azucenas.
¡Qué profundísima humildad, Virgen
humildísima! ¡qué heroísmo! Tú,
que amabas la virginidad con toda la fuerza de tu corazón; haciendo de ella tu
carísimo tesoro, apareces a los ojos del mundo como una madre vulgar que carece
de ella. ¡Ah,
Virgen purísima!, es que tú
cuidas más de ser pura que de manifestarlo; bástate conservar tu virginidad,
aunque a los ojos del mundo aparezcas sin ella.
¡Cuánto resplandeció en este acto la sublime pureza de
María! Así como el oro cuando es
puro y es introducido en el crisol, no pierde por ello su pureza, antes bien
queda más resplandeciente y hermoso; así la pureza de la Virgen Inmaculada se
aquilató más y más con esta humillante ceremonia. ¡Qué confusión la nuestra con este ejemplo
de María! ¡Cuántas veces nos preocupamos más de aparecer puros a los ojos de
los hombres, que de serlo en el interior de nuestro corazón! Aunque
fuéramos vírgenes en realidad y a los ojos del mundo, ¿mereceríamos ser objeto de las
complacencias del Dios de la pureza, si nuestro corazón estuviese manchado?
Preocupémonos ante todo de conservar puras
nuestras almas y exentas de todo afecto al pecado, y entonces sí que atraeremos
las tiernas miradas del Dios de las vírgenes. Consideremos, además, que María
se ofreció en holocausto a su Divino Hijo para ser entregado a la muerte más
cruel, y, a semejanza de ella, hagamos a Nuestro Señor un holocausto completo
de todo nuestro ser: Él es muy celoso y aborrece la rapiña en el holocausto, y
así ofrezcámosle sin reserva nuestro corazón, sacrificando cualquiera afición
desordenada a las criaturas, que naciere en él. ¿Hemos obrado hasta aquí de este modo?
—Se medita,
etc.
JACULATORIA: ¡Virgen humildísima! Por la heroica humildad que practicaste en el misterio de
tu Purificación, alcánzanos esta grande virtud, sin la cual no podremos
conservar la pureza.
MÁXIMAS
I. La virginidad eleva al
alma sobre las nubes, más allá de la atmósfera terrestre; a una región donde el
aire es más puro, la respiración más libre, en donde nada se interpone entre el
ojo y la verdad, entre el corazón y Dios; es ella un reflejo de la luz del
rostro de Dios, sobre la frente del hombre. (San
Juan Crisóstomo).
II. Si hay entre los hijos de
María, hijos de la predilección, hijos más caros a su Madre, a causa de su
semejanza más perfecta con Jesús y con ella misma, encontraremos evidentemente
estos hijos entre las vírgenes. (Francisco
Javier Alfonso Coulin).
III. ¿Quién temerá afirmar que las vírgenes son
en la vida presente lo que deben ser los elegidos después de la resurrección? (San
Bernardo).
OBSEQUIO: Examinar cuidadosamente el corazón, y si se
encontrara en él algún afecto que no perteneciera del todo a Dios, arrancarlo
al instante, teniendo presentes las palabras de San Agustín: «Señor, nos habéis criado para Vos, y nuestro corazón
estará inquieto hasta descansar en Vos».
EJEMPLO
El
Bienaventurado Enrique Suso honraba así la purificación de María: durante los tres
días que la precedían, hacía arder un cirio de tres pábilos, para honrar la
Virginidad, la Humildad y la Maternidad de María, y recitaba el Magníficat tres
veces cada día. En la mañana de la solemnidad, antes que el pueblo fuese a la
iglesia, se prosternaba delante del altar mayor y meditaba las glorias de
María, hasta el momento en que fue a traer a su Hijo al templo; entonces se
levantaba e iba a recibirla a la puerta del templo, en donde se imaginaba que
ella llegaba. Cuando la había hallado, le rogaba que tuviese la bondad de
detenerse un poco para oír un cántico que su corazón quería entonarle en el
silencio de su alma, y cantaba con ternura el Inviolata. Luego que había
llegado a estas últimas palabras: Quce sola inviolata permansisti (Cuando sólo tú permaneciste inviolable), suplicaba a María se compadeciese de su corazón, tan
pobre y tan cargado de pecados; después se levantaba, y encaminándose hacia el
altar, la seguía, teniendo un cirio encendido, se dirigía a todos los santos de
Dios que le habían acompañado en su misteriosa procesión e les invitaba a
cantar con él la antífona: Adorna thalamum, y a recibir al Salvador y a su
Madre con los sentimientos más vivos de amor. Una vez en el altar, en el
momento en que María iba a ofrecer a su Jesús al anciano Simeón, la suplicaba
que le mostrase su Hijo y le permitiese besar sus pies, sus manos; confiándolo
un momento a su alma. María consentía, y el hermano Enrique, tembloroso de
alegría y de amor, tomaba a Jesús en sus brazos, le estrechaba entre su corazón
y le besaba reiteradas veces. En su arrobamiento y en su éxtasis estaba muy
conmovido y admirado de ver al Creador de todas las cosas, tan grande y tan
pequeño, tan hermoso y tan sublime en el cielo, tan débil y tan pobre en la
tierra. Era en medio de sus cantos, de sus lloros y de sus acciones de gracias,
que él devolvía al Divino Niño a su Madre, y la acompañaba en el coro y en las
ceremonias de la fiesta. (El Día Dominicano).
ORACIÓN PARA EL DÍA
OCTAVO
¡Virgen de las vírgenes! Lleno de admiración te
miro caminar hacia el templo de Jerusalén a cumplir, como si fueras una mujer
vulgar, con las ceremonias de la ley. ¿Cómo tu amor
por la angélica virtud, Virgen purísima, tuvo el heroísmo de soportar
humillación tan afrentosa? ¡Cuán atónitos
quedarían los ángeles, contemplando esta escena! Y si las vírgenes que
han seguido tus huellas hubieran existido entonces, sin duda se habrían reunido
en masa, para pregonar tu pureza y protestar de este acto, el más humillante de
tu vida.
¡Ah, Virgen Inmaculada!, ya me explico
este misterio: tu profundísima humildad te obligó a someterte a esta ceremonia.
Después de este acto sublime, tu virginal pureza ha aparecido tanto más hermosa
y resplandeciente, cuanto mayor fué la humildad con que quisiste ocultarla. Yo
te alabo una y mil veces, Virgen Inmaculada, por la pureza sin mancha, que
lució en este acto de tu vida y por la profundísima humildad de que nos diste
tan sublime ejemplo.
Por este acto, Virgen purísima, uno de los
más heroicos de tu vida, alcánzanos una perfecta
pureza de corazón, una profundísima humildad y una sincera rectitud, que nos
haga buscar a Dios en todo y procurar su agrado, sin preocuparnos de las
alabanzas o vituperios de los hombres. Amén.
GOZOS
Pura
y hermosa azucena,
De
perfume celestial;
Alcánzanos
la pureza
Del
Esposo virginal.
Es
de la flor rico aroma
De
su cáliz exhalar;
La
dicha mía no es otra
Que
tu pureza ensalzar.
Pura
y hermosa azucena,
De
perfume celestial;
Alcánzanos
la pureza
Del
Esposo virginal.
El
susurrar es del bosque,
Cantar
es dicha del ave;
Y
así de mi alma es el goce,
Que
tu pureza se alabe.
Pura
y hermosa azucena,
De
perfume celestial;
Alcánzanos
la pureza
Del
Esposo virginal.
Del
arpa es dar melodía,
Del
ruiseñor el gorjear;
Y
de mí, Madre querida,
Tu
pureza pregonar.
Pura
y hermosa azucena,
De
perfume celestial;
Alcánzanos
la pureza
Del
Esposo virginal.
ORACIÓN DE LA IGLESIA
Omnipotente
y sempiterno Dios, a vuestra Majestad
suplicantes imploramos, que, así como vuestro Hijo Unigénito fue presentado al
templo en este día, con la substancia de vuestra carne, del mismo modo hagáis
que nosotros nos presentemos a Vos con el alma purificada. Por el mismo Jesucristo
Nuestro Señor, que con Vos y el Espíritu Santo vive y reina por los siglos de
los siglos. Amén.
—Las
Invocaciones y la Oración se rezarán todos los días.
DÍA NOVENO – 15 DE OCTUBRE
Por
la Señal…
Acto
de Contrición y Oración para todos los días.
CONSIDERACIÓN: DE LA FESTIVIDAD DE LA PUREZA DE MARÍA
INMACULADA
Considera que esta
festividad de la Pureza de María Inmaculada, solemnizada por la santa Iglesia
con oficio propio de rito doble mayor, debe ser de las más gratas al corazón de
sus hijos.
Ciertamente, la festividad de la Inmaculada
Concepción está revestida de mayor solemnidad; y, aunque en cierto modo es
también la fiesta de la pureza de María, no está como ésta dedicada
especialmente a su Pureza, bajo el punto de vista de su vida entera.
El dieciséis de Octubre,
es, pues, el día consagrado particularmente por la Iglesia para honrar la
Virginal Pureza de María Inmaculada. ¡Ah!
¡cómo deben latir en este día los corazones a impulsos del más puro regocijo!
¡Qué jubilo sentirán los ángeles del cielo, festejando a la criatura
privilegiada que los supera en pureza! ¡Con qué entusiasmo batirán las vírgenes
sus varas de azucenas y
entonarán el cántico que sólo a ellas es dado cantar!
Y nosotros ¿permaneceremos insensibles a tales manifestaciones?
Asociémonos a tan justa y universal alegría; procuremos hacer arder el mundo en amor a la Virginal Pureza de María.
Pidamos a la Virgen Inmaculada una perfecta pureza; consideremos que
ella otorga a sus siervos mercedes especiales en sus principales festividades,
y muchas veces gracias que guardan estrecha relación con el misterio que se
conmemora; y siendo la fiesta que celebramos la de su
Virginal Pureza, es evidente que María dispensará gracias especiales de pureza
a los que humildemente se las pidan. Si ella alcanzó a San Luis Gonzaga,
a Santo Tomás de Aquino, a Santa Teresa de Jesús, a San Estanislao de Kostka,
etc., privilegios tan especiales de pureza, ¿por qué no nos los alcanzará, si humilde y confiadamente
se los pedimos? Ella es la misma purísima Virgen que ellos invocaron,
revestida del mismo poder y bondad; clamemos a ella con fervor y perseverancia,
y la experiencia nos demostrará que esta Virgen benignísima sólo aguarda que le
pidamos estas gracias, con las debidas disposiciones, para concedérnoslas.
Empeñémonos en hacer
conocer esta festividad de María tan ignorada aún; invitemos a nuestros amigos
a recitar anualmente la novena de la Pureza de María Inmaculada, que es tan del
agrado de nuestra Madre amadísima, y procuremos que el dieciséis de Octubre sea
un día de triunfo, de gloria y de purísima alegría para los corazones
cristianos.
¿Quién puede ser insensible a las glorias de
su Madre?
—Se medita,
etc.
JACULATORIA:
¡Inmaculada Virgen de las vírgenes! Alcánzanos la gracia de vivir en la tierra como los
espíritus angélicos, para entonar después en el cielo el cántico de las
vírgenes, alrededor del Cordero Inmaculado, por los siglos de los siglos. Así
sea.
MÁXIMAS
I. La mirada de la Virgen,
dulce, suave, llena de serenidad y de paz, encanta, no a los hombres, sino a
los ángeles y al Rey de los ángeles; su aspecto desconcierta al vicio y hace
avergonzarse al criminal. (San
Jerónimo).
II. La castidad es la belleza
inviolable de los Santos; florece como la rosa en el cuerpo y en el alma, y
llena la casa toda de un olor dulcísimo y agradable. (San Efrén).
III. Las vírgenes ven en ellas
como en un espejo finísimo la imagen de Dios mismo; es Dios, que, por su
gracia, les comunica como un rayo divino de su eterna belleza. (San Basilio).
OBSEQUIO:
Recitar diariamente, al levantarse y acostarse,
tres Avemarías en honra de la Virginal Pureza de María Inmaculada; agregando
después de cada una de ellas esta jaculatoria: «Oh
María, concebida sin pecado, por tu Virginal Pureza alcánzanos una perfecta
pureza de alma y cuerpo».
ORACIÓN PARA EL DÍA
ÚLTIMO
¡Virgen de
las vírgenes! ¡Qué júbilo siente mi alma al considerar que la Santa Iglesia
celebra con solemnidad especial tu Virginal Pureza! ¡Gloria sea dada al inmortal
Pontífice que quiso honrarte con esta festividad! Ella
hace latir hoy nuestros corazones a impulsos de la más pura y deliciosa
alegría, y lágrimas de ternura se escapan a raudales de nuestros ojos.
Te
felicito, Virgen Inmaculada, por tu Pureza más que angélica, más que seráfica.
¡Gloria sea dada al Eterno Padre, que, complacido
eternamente en ella, te eligió para Madre de su Hijo! ¡Gloria a Jesús, Esposo
de las vírgenes, que, no encontrando santuario más digno de Él que el que le
ofrecía tu Virginal Pureza, te escogió para su Madre! ¡Gloria al Espíritu
Santo, que te adoptó por su única Esposa!
Pero esta pureza tan singular, Virgen
purísima, no te ha sido dada sólo para ti, sino para que hagas participantes de
ella a tus hijos; alcánzanos, pues, las
gracias singulares de pureza que has obtenido a tus fieles siervos: haz que
nuestras almas, nuestros corazones y nuestros cuerpos, sean puros como los
ángeles; que jamás pensamiento ni afecto menos limpio venga a turbar la
deliciosa paz de nuestras almas, y que merezcamos un día entonar en los cielos,
en tu compañía, el cántico de las vírgenes, alrededor del Cordero Inmaculado,
por los siglos de los siglos.
Haz también, Virgen purísima, que tu Virginal Pureza sea conocida y
amada de todos los corazones, y que todos los fieles cristianos se hagan un
deber de celebrar solemnemente cada año esta fiesta tan grata para tu corazón y
tan agradable a los divinos ojos. Amén.
EJEMPLO
Un
joven cargado de pecados deshonestos y malas costumbres, fue a confesarse en
Roma con el P. Nicolás Zucchi.
El confesor le acogió con caridad, y,
compadeciéndose de su miseria, le dijo que la devoción a María Santísima podría
librarle de aquel vicio maldito; por lo que le impuso en penitencia que, hasta
la otra confesión, mañana y tarde, al levantarse y al acostarse, rezase cada
vez un Avemaría a la Virgen, ofreciéndole todo su cuerpo y suplicándole le
guardase como cosa suya, y que besara tres veces la tierra. Practicó el joven
esta penitencia, al principio con poca enmienda; pero el Padre continuó
encargándole que no la dejase jamás; animándole a confiar en el patrocinio de
María. A este tiempo partió de Roma el penitente con otros compañeros y anduvo
viajando por espacio de muchos años. Habiendo vuelto, fue de nuevo a buscar a
su confesor, el cual, con grande regocijo y admiración, le halló del todo
cambiado y libre de las antiguas fealdades. «Hijo, le dijo, ¿cómo has alcanzado mudanza tan bella?»—«Padre, con aquella corta oración que vos me
enseñasteis, me ha alcanzado la Virgen esta gracia.» Pero no acaban aquí las maravillas; el mismo
confesor predicó este caso con permiso de su penitente; lo oyó un capitán, el
cual hacía muchos años que vivía en mala compañía; se resolvió a practicar la
misma devoción para romper aquella horrible cadena, que le tenía esclavo del
demonio, y he aquí que, al momento, con el auxilio de la Madre de Dios, dejó la
mala compañía y mudó de vida. (Pablo
Señeri SJ).
GOZOS
Pura
y hermosa azucena,
De
perfume celestial;
Alcánzanos
la pureza
Del
Esposo virginal.
Hoy,
día de tu pureza,
Todo
es dicha, no hay dolor;
Liquidase
el alma entera
Con
su virginal amor.
Pura
y hermosa azucena,
De
perfume celestial;
Alcánzanos
la pureza
Del
Esposo virginal.
¡Oh,
qué bella es esta fiesta!
A
todo el mundo conmueve,
Hace
titilar estrellas
Y
enardece hasta la nieve.
Pura
y hermosa azucena,
De
perfume celestial;
Alcánzanos
la pureza
Del
Esposo virginal.
Quiero
al cielo entrar un día,
En
esta fiesta adorada;
Diciendo:
Virgen querida,
Eres pura,
inmaculada.
Pura
y hermosa azucena,
De
perfume celestial;
Alcánzanos
la pureza
Del
Esposo virginal.
ORACIÓN DE LA IGLESIA
Omnipotente
y eterno Dios, os
rogamos nos concedáis que, venerando solemnemente la integérrima Virginidad de
la purísima Virgen María, consigamos, por su intercesión, la pureza de alma y
cuerpo. Por Nuestro Señor Jesucristo, vuestro Hijo, que con Vos y el Espíritu
Santo, vive y reina por los siglos de los siglos. Así sea.
—Las
Invocaciones y la Oración se rezarán todos los días.
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