COMENZAMOS: 16 de agosto.
FINALIZAMOS: 24 de agosto.
FESTIVIDAD: 25 de agosto.
Por
la señal ✠ de la Santa Cruz, de nuestros ✠
enemigos, líbranos
Señor
✠
Dios nuestro. En el nombre del Padre, y del Hijo ✠,
y del Espíritu
Santo. Amén.
ACTO DE CONTRICIÓN
Señor mío
Jesucristo, Dios y Hombre verdadero, Criador y Redentor mío, por ser Vos quien sois y
porque os amo sobre todas las cosas, me pesa de haberos ofendido: propongo, con
vuestra gracia, nunca más pecar, y espero en vuestra misericordia, que me
habéis de perdonar y salvar. Amén.
ORACIÓN PARA TODOS LOS
DÍAS
Omnipotente
Dios y Señor nuestro, Rey Supremo de los Cielos
y la tierra, que con vuestra palabra habéis sacado a todas las criaturas del
profundo abismo de la nada, y formasteis al hombre a vuestra imagen y
semejanza, haciéndole complemento de vuestras maravillas: pues vuestro Hijo
Santísimo nos enseñó a llamaros Padre, dándonos confianza para invocaros,
hacednos dignos hijos vuestros, santificando en nosotros vuestro excelso
Nombre: dadnos celo de vuestra honra y de la salvación de las almas redimidas
con la preciosa Sangre de vuestro Hijo Jesucristo, para que nuestra única
gloria sea el que Vos seáis reconocido y adorado, y que todos pertenezcamos al
Reino de vuestra Justicia por la gracia y la caridad. Atended, Señor, a la
flaqueza y miseria de nuestro ser, y concedednos que, fortificada nuestra alma
por la participación de los Sacramentos, solo suspire por Vos, único objeto de
su amor, y que ilustrada por medio de vuestra palabra comprenda los Misterios
altísimos que el mismo Jesucristo se dignó revelarnos. Dadnos un corazón dócil
a vuestras inspiraciones, piadoso para con los prójimos, paciente en las
tribulaciones, humilde en las prosperidades, y mortificado para no dejarse
vencer de las aficiones terrenas. Recibid benigno el sacrificio de nuestras
oraciones, y purificad nuestra conciencia, dándonos la fuerza y aliento que
nuestra debilidad necesita para la perfecta práctica de vuestra Santa Ley; y concedednos el favor que ahora os pedimos, y la perseverancia
en vuestra gracia. Por el mismo Jesucristo Hijo vuestro, nuestro Señor, que con Vos
y el Espíritu Santo vive y reina, Dios, por todos los siglos de los siglos. Amén.
DÍA PRIMERO - 16 DE
AGOSTO
DEL GRANDE AMOR QUE SAN LUIS TUVO A DIOS.
Desde su infancia puso San Luis su principal
cuidado en arreglar su corazón a la Divina Ley. Le había criado su madre Doña
Blanca de Castilla en el temor de Dios, repitiéndole muchas veces que antes
elegiría verle muerto que en pecado mortal. Conservó toda su vida la gracia del
Bautismo, y entre los cuidados del gobierno y las distracciones y ejemplos de
la Corte mantuvo su espíritu puro de todo afecto terreno, dirigiendo siempre
sus acciones a la mayor gloria de Dios. Este deseo de agradarle le hizo
resolver a la heroica y gloriosa acción de conquistar la Tierra Santa: y sin que
los muchos trabajos que allí padeció entibiasen su fervoroso celo, se avivaron
más sus deseos de restablecer la Fe de Jesucristo en el África; en cuya costa, consumido más del fuego del Amor Divino
que de la peste, dio su alma al Señor entre afectuosos actos de Religión y de
celo por la propagación de su Santo Nombre.
REFLEXIÓN
Dios
siempre rico en misericordias, que nos creó de la nada, y conserva liberal y
piadoso, no sació la excesiva caridad y amor que nos tiene, sino enviándonos su
Unigénito Hijo para nuestra Redención, adoptándonos por hijos suyos y
preparándonos una eterna felicidad. En recompensa solo quiere de nosotros que
empleemos nuestro corazón en amarle únicamente, observando su Santa Ley.
Consagrémosle, pues, todas nuestras acciones, y reconocidos a la honra y
utilidad, que logramos en ser amados de su Bondad, aspiremos en todo tiempo a
cumplir sus preceptos, no llevando otro fin que el de agradarle y glorificar su
Santo Nombre.
ORACIÓN PARA ESTE DÍA
Dios y
Señor nuestro, que en muestra del amor
que nos tenéis, enviasteis al mundo a vuestro Unigénito Hijo Jesucristo para
que se ofreciese Hostia pura e inmaculada en el Ara de la Cruz por la remisión
de nuestros pecados: admitid estos humildes
ruegos, unidos a los méritos del mismo Jesucristo, y por ellos, y la
intercesión de vuestro Siervo San Luis, concedednos un corazón puro y
fervoroso, con que despreciando todo lo terreno, os amemos y apreciemos
únicamente. Confesamos que nuestra indignidad no merece la excelente prerrogativa
de ser amados de Vos, origen de todo bien, y de que nos mandéis emplear en
vuestro amor: pero Vos, Señor, que podéis hacer justos y santos a los inmundos
y pecadores, purificaréis nuestro espíritu, haciéndole sentir la dulzura de
vuestra suave presencia, para que, amándoos únicamente, solo anhelemos
agradaros y cumplir vuestra Santa voluntad. Así lo esperamos por el mismo
Jesucristo Hijo vuestro nuestro Señor, que con Vos y el Espíritu Santo vive y
reina, Dios, por todos los siglos de los siglos. Amén.
—Se rezará
tres veces el Padre nuestro y Ave María, con Gloria Patri; y se concluirá con
los siguientes Gozos, Antífona, Versículos y Oración.
GOZOS
A
SAN LUIS REY DE FRANCIA.
Ejemplar
esclarecido
De
reyes, de Francia honor:
Seáis
nuestro intercesor,
San
Luis de Dios querido.
De
niño fuiste criado
En
temor santo de Dios;
De
virtudes fuisteis vos
Desde
muy niño adornado;
En
amor santo encendido,
Con
la edad creció el ardor:
Seáis
nuestro intercesor,
San
Luis de Dios querido.
Admirable
en abstinencia,
En
oración fervoroso,
Del
honor de Dios celoso,
De
cilicios la frecuencia
Os
ha hecho esclarecido
Santo
de marca mayor:
Seáis
nuestro intercesor,
San
Luis de Dios querido.
Los
pobres y desvalidos
Fueron
vuestros cortesanos,
Les
lavabais pies y manos,
A
más de bien socorridos,
Darles
alivio cumplido
Procuraba
vuestro amor:
Seáis
nuestro intercesor,
San
Luis de Dios querido.
Del
gran Serafín llagado
Hijo,
en su Orden Tercero,
Ilustraste
al mundo entero
Habiéndole
despreciado,
Y
aunque de él escarnecido,
Despreciáis
tal burlador:
Seáis
nuestro intercesor,
San
Luis de Dios querido.
Con
católico valor,
Procurasteis
conquistar
La
tierra en que quiso obrar
La
salud el Redentor;
Con
ejército lucido
Fuiste
del turco terror:
Seáis
nuestro intercesor,
San
Luis de Dios querido.
Vuestro
ejército infectó
La
peste, plaga cruel;
Y
aunque fuisteis del infiel
Prisionero,
no logró
El
pacto, que envanecido
Os
propuso su furor:
Seáis
nuestro intercesor,
San
Luis de Dios querido.
Segunda
vez embestís
Al
turco, que tanto infesta;
Pero
herido de la peste
Vuestro
fin no conseguís:
Sobre
Túnez de ella herido
Volvéis
el alma al Redentor:
Seáis
nuestro intercesor,
San
Luis de Dios querido.
Lamparones,
que es mal fiero,
Curáis
con facilidad,
Y
a cualquier enfermedad
Remedio
dais por entero;
Atento
está vuestro oído
A
quien os pide favor:
Seáis
nuestro intercesor,
San
Luis de Dios querido.
Miradnos
siempre propicio
En
cualquier tribulación,
Y
con vuestra intercesión
Libradnos
de todo vicio;
Con
vuestro favor vencido
Sea
el pecado y error:
Seáis
nuestro intercesor,
San
Luis de Dios querido.
Pues
que ejemplar habéis sido
De
reyes, de Francia honor:
Seáis
nuestro intercesor,
San
Luis de Dios querido.
Antífona: Este gran Rey sustentó en su vida la Casa del
Señor, y fortaleció en sus días el Templo: miró
por la felicidad de su Pueblo, y le libró de sus enemigos.
℣. El justo florecerá como la palma,
℞. Y se multiplicará como el cedro del Líbano.
ORACIÓN
Dios, que
del Reino de la tierra trasladasteis al Bienaventurado Confesor San Luis a la
Gloria de la Celestial Patria: concedednos
por su intercesión y méritos, que logremos igual suerte en la compañía del Rey
de los Reyes, Jesucristo Hijo vuestro. Atended propicio a los deseos de nuestro
Rey Católico, concediéndole feliz y tranquilo gobierno, y victoria contra los
enemigos de vuestro Santo Nombre, para gloria vuestra y beneficio de su pueblo.
Por el mismo Jesucristo Hijo vuestro, nuestro Señor, que con Vos y el Espíritu
Santo vive y reina, Dios, por los siglos de los siglos. Amén.
En el
nombre del Padre, y del Hijo ✠,
y del Espíritu
Santo. Amén.
DÍA SEGUNDO - 17 DE AGOSTO
Por
la señal...
Acto
de contrición y Oración para todos los días.
DE LA FERVOROSA ORACIÓN
DE SAN LUIS.
Reconociendo
San Luis que toda gracia viene de Dios, que promete conceder sus dones a quien
humilde y confiado se los pidiere: empleaba el
Santo Rey todos los días muchos ratos en asistir al Sacrificio de la Misa o a
los Sermones, y rezar el Oficio Mayor, el de Nuestra Señora y el de los
Difuntos. Se hallaba, siempre que podía, a todas las horas del Oficio
Divino que se celebraba en su capilla; y mientras
se lo permitió su salud, se levantaba a media noche a los Maitines, retirándose
después a su cuarto a orar a solas, ofreciendo a Dios el sacrificio de sus
lágrimas por la salud de su pueblo. Introdujo, entre otras piadosas
costumbres que hoy observa la Iglesia, la de inclinarse profundamente al cantar
el coro: «Et homo factus est», y la de orar
un corto espacio, cuando al concluir las Pasiones en la Semana Santa se hace en
ellas mención de la Muerte de Jesucristo. En esos
días, y otros consagrados a la memoria de los Misterios de nuestra Redención,
se entregaba a la más humilde y tierna meditación de los celestiales
beneficios, atrayendo a todos con su ejemplo a tan necesario ejercicio.
REFLEXIÓN
Aprendamos de este Santo Rey a desechar la pereza y fastidio que
tenemos a la Oración, y conozcamos la necesidad en que estamos de valernos de
este poderoso medio para alcanzar y no perder la gracia, que es la vida del
Alma. La Oración nos ilumina el entendimiento, nos consuela en las aflicciones,
nos alivia en los trabajos, destierra la pereza, vence las tentaciones,
conserva la devoción, alienta la confianza, y obliga a Dios a que nos conceda
el don que le pedimos. No dejemos de la mano las armas de la Oración, para
vencer con ellas los vicios que nos oprimen, y conseguir de Dios el remedio de
nuestras necesidades.
ORACIÓN PARA ESTE DÍA
Dios y Señor nuestro, Padre de misericordias y
dador de todo consuelo, que ponéis vuestras delicias en comunicar con los
hombres: A Vos recurre nuestro atribulado corazón, exponiéndoos las muchas
angustias y necesidades que nos cercan, seguros de conseguir más prontamente
vuestra protección, cuando nos hallamos destituidos de humano socorro. Y pues
Vos solo inspiráis lo que os debemos pedir para el logro de nuestra eterna
salud, dignaos de ilustrar nuestro corazón para que acertemos a suplicaros con
humildad y confianza lo que conviniere al remedio de nuestras aflicciones. Dadnos perfecto conocimiento de vuestra Santa Ley, fuerza y
acierto para cumplirla enteramente, y un espíritu dócil y resignado a vuestras
disposiciones. Y por la intercesión de vuestro Siervo San Luis, comunicadnos
los consuelos que le hicisteis gustar en la Oración, para que se calmen y
serenen las tempestades que en nuestra alma levantan las pasiones y aficiones
terrenas, se disipen las nieblas de nuestra ignorancia, y alumbrados con las
luces de vuestras inspiraciones, solo nos ocupemos en amaros y alabar vuestras
misericordias. Así lo pedimos por vuestro Hijo Jesucristo nuestro Señor, que
con Vos y el Espíritu Santo vive y reina, Dios, por todos los siglos de los
siglos. Amén.
—Rezar
tres veces el Padre nuestro y Ave María, con Gloria Patri. Los Gozos, Antífona,
Versículos y Oración se rezarán todos los días.
DÍA TERCERO - 18 DE AGOSTO
Por
la señal...
Acto
de contrición y Oración para todos los días.
DE LA MORTIFICACIÓN DE SAN LUIS.
Aunque no perdió San Luis la inocencia del
Bautismo, temeroso de arriesgar tan precioso tesoro, imitaba el ejemplo de San
Pablo y de los demás Santos, que con la continua mortificación de su cuerpo
sujetaron sus pasiones, para no hallarse vencidos de los incentivos de la
carne. Toda la vida de este Santo Rey fue una
continuada penitencia, practicando rigurosos ayunos los Viernes, Adviento,
Cuaresma, Vigilias de Nuestra Señora, y muchos Lunes y Miércoles entre año.
Usaba de un áspero cilicio, se confesaba todos los Viernes, recibía después la
disciplina, y hubo de moderarle su confesor muchas austeridades que dañaban
notablemente su salud. Entre las muchas tribulaciones que padeció, coronó su paciencia la de ver malograda la empresa de
conquistar la Tierra Santa; y adorando los secretos de la providencia
Divina, sufrió las amenazas, insultos y trabajos de la prisión con tal
constancia, que admiró al Sultán la grandeza de ánimo con que rehusó cuanto no
le parecía convenir al honor de la Iglesía, exponiéndose a los tormentos y a la
muerte.
REFLEXIÓN
Gran
cuidado debemos poner para dominar nuestras pasiones, en mortificar los
apetitos, despreciar los deleites, refrenar la sensualidad, y tolerar los
trabajos y tribulaciones, para que mitigadas todas las aficiones terrenas,
podamos elevar nuestros deseos a Dios con puro y resignado corazón. El ejemplo
de este Santo Rey debe alentarnos a sufrir las calamidades que Dios nos
enviare, y adorar sus ocultos juicios; y reconociendo cuánta más pena merecen
nuestros pecados, consolarnos con la brevedad del tiempo de nuestras
aflicciones, y la abundante recompensa que está preparada a nuestra paciencia.
ORACIÓN PARA ESTE DÍA
Dios y Señor nuestro,
que
por medio de la mortificación y penitencia recibís a vuestra gracia a los que
ha separado de ella su corrompida voluntad: romped con vuestros auxilios la
dureza de nuestro corazón, para que compungidos, acertemos a sentir la malicia
de nuestros pecados y borrar las manchas que han impreso en nuestra alma, con
las lágrimas de una sincera penitencia. Concedednos
el espíritu mortificado, que disteis a vuestro Siervo San Luis, para que a su
imitación refrenemos las pasiones, y reconozcamos el especial cuidado que, como
Padre amoroso, tenéis de avisarnos por medio de las adversidades, para que
corrijamos nuestra malicia. Sírvanos este piadoso recuerdo que nos hacéis, de
que confusos y avergonzados con la multitud de nuestras culpas, nos convirtamos
a Vos, para que como fuisteis Autor de nuestra vida, lo seáis también de la
renovación de nuestro espíritu por medio de la gracia. Así lo esperamos por
nuestro Señor Jesucristo Hijo vuestro, que con Vos y el Espíritu Santo vive y
reina, Dios, por todos los siglos de los siglos. Amén.
—Rezar tres veces el Padre nuestro y Ave María, con Gloria
Patri. Los Gozos, Antífona, Versículos y Oración se rezarán todos los días.
DÍA CUARTO - 19 DE AGOSTO
Por
la señal...
Acto
de contrición y Oración para todos los días.
DE LA PUREZA DE SAN LUIS.
La cuidadosa y santa
educación que la Reina Doña Blanca de Castilla dio a su Santo hijo, produjo en
él grande amor a la pureza y castidad, de que dio admirables ejemplos, no
permitiendo discursos indecentes en su palacio, y publicando severas leyes
contra los escándalos y disoluciones. Precisado
a casarse por el bien de su Reino, observó exacta continencia, y de
consentimiento de la Reina su esposa, se abstenía del comercio conyugal en el
Adviento, Cuaresma, y demás Vigilias, Fiestas solemnes, y algunos días antes y
después del día en que comulgaba, según la práctica que entonces observaba la
Iglesia: virtud que premió Dios, concediéndole la fecunda sucesión de seis
hijos y cinco hijas, que hoy dura y se mantiene llena de bendiciones para apoyo
de la Cristiandad. Para conservar el precioso
tesoro de la pureza, huía San Luis los regalos y placeres del cuerpo,
mortificaba sus sentidos, comía parcamente, y alimentaba su alma con la Oración
y Lección Espiritual, para cuyo fin juntó en su palacio una copiosa librería de
Santos Padres, siendo su delicia conferir lo que leía con algunos varones
doctos y santos que siempre tuvo en su Corte.
REFLEXIÓN
Los Santos,
para conservar la pureza, redujeron su cuerpo a dura servidumbre, negándose a
los placeres y deleites, huyendo la ociosidad, mortificando sus sentidos con
ásperas penitencias y útiles ocupaciones, clamando a Dios con fervorosa
oración, y meditando siempre en la Pasión de su Santísimo Hijo. Este es el
único y verdadero camino de no dejarse vencer de las aficiones terrenas, y conservar
puro el corazón. Dios nos habla por la lectura de los buenos libros: nos
instruye, consuela, corrige, y excita nuestros deseos de anhelar a la
perfección, siendo el medio más útil para resistir la distracción que nos
causan las tentaciones.
ORACIÓN PARA ESTE DÍA
Dios y
Señor nuestro, que
con tan abundante liberalidad concedéis vuestra gracia a quien humilde os la
pide: reconociendo nuestra debilidad, recurrimos
a Vos, suplicándoos abraséis nuestro corazón con el fuego de vuestro Divino
Espíritu, para que conservemos la castidad y continencia a imitación de vuestro
Siervo San Luis, y os procuremos agradar, refrenando los sentidos, y apartando
de nuestro espíritu todo afecto impuro y sensual. Concedednos resolución para
mortificar nuestras desordenadas pasiones, y que el justo temor de nuestra
fragilidad sujete la carne al espíritu, por medio de la penitencia. Dadnos el
gustar de Vos, para que saciados con la suavidad de vuestras delicias,
despreciemos los regalos del cuerpo, y os amemos con puro y casto corazón. Y
pues Vos solo dais esta preciosa virtud, enviadnos el rocío de vuestra gracia,
para que nuestro espíritu reflorezca con el vigor de la pureza, y limpios de
toda mancha, y libres de las tentaciones sensuales, consigamos los Dones
eternos. Por Nuestro Señor Jesucristo, vuestro Hijo, que con Vos y el
Espíritu Santo vive y reina, Dios, por todos los siglos de los siglos. Amén.
—Rezar
tres veces el Padre nuestro y Ave María, con Gloria Patri. Los Gozos, Antífona,
Versículos y Oración se rezarán todos los días.
DÍA QUINTO - 20 DE AGOSTO
Por
la señal...
Acto
de contrición y Oración para todos los días.
DE LA HUMILDAD PROFUNDA DE SAN LUIS.
No ensoberbeció al
corazón de San Luis el extendido y poderoso Reino que poseía, y el obsequio de
sus vasallos; antes,
penetrado del más vivo reconocimiento a la Piedad Divina, que le había elevado
a esta dignidad, usaba del poder solo para beneficio de los pueblos, y humillaba su alma bajo la poderosa mano del Señor,
recibiendo todos los sucesos con igual semblante. Lejos de admitir los
vanos aplausos de los aduladores, tenía prevenido a los que le asistían que le
advirtiesen de los defectos que cometía, para corregirlos. Usaba de gran moderación en su vestido, comida y muebles:
apreciaba más llamarse Luis de Poissy, porque en este lugar había recibido el
Santo Bautismo, que todos los honores de Rey de Francia. Cuando entró
victorioso en Damieta, no quiso hacerse un trofeo de los vencidos y ostentar la
gloria de vencedor, admitiendo las apariencias brillantes del triunfo, e hizo su entrada como penitente, desnudos los pies,
pobremente vestido, llevando en la mano un Crucifijo, a quien quería se
atribuyesen únicamente los honores de la victoria. Toleró resignado el
rubor de verse vencido y prisionero de los Infieles, y las amenazas e insultos
con que probaron su constancia. Sufrió con igualdad
de ánimo las injurias que le hicieron, y jamás quiso vengar ofensa cometida
contra su particular persona.
REFLEXIÓN
El que reconoce que todos los bienes que
tiene son Dones de Dios, humilla su corazón, huye la vanidad, jactancia y
orgullo: ama el silencio, desprecia las cosas temporales, conserva la paz,
admite con gusto las advertencias y consejos, y se hace amable a Dios y a los
hombres. El ejemplo y doctrina de Jesucristo y de sus Santos, nos convencen de
la necesidad que tenemos de adquirir esta preciosa virtud de la humildad,
primero y principal fundamento de la vida Cristiana.
ORACIÓN PARA ESTE DÍA
Dios y
Señor nuestro, que
para ejemplo y remedio de los hombres enviasteis al mundo a vuestro Santísimo
Hijo Jesucristo, semejante a nosotros en todo menos en el pecado: dadnos,
Señor, un perfecto conocimiento de nuestras miserias y defectos, para que
reconociendo que cuanto hay bueno en nosotros es Don de vuestra poderosa mano,
humillemos nuestro corazón y huyamos de la vana complacencia y estimación
propia, y de la ambición de las cosas terrenas. Y pues nos dejasteis tan
admirables ejemplos de esta virtud en vuestro Siervo San Luis, os suplicamos por su intercesión nos concedáis un espíritu
contrito y humillado, que no se envanezca con la alabanza ni se deje vencer de
la presunción, sino que imitando la humildad de vuestro Santísimo Hijo, vivamos
sobria, justa y piadosamente, y merezcamos ser consolados de Vos, logrando el
descanso y quietud de nuestro espíritu, la facilidad en cumplir vuestros Santos
preceptos, y el premio que tenéis preparado a los verdaderos humildes. Así os
lo rogamos por el mismo Jesucristo, Hijo vuestro, nuestro Señor, que con Vos y
el Espíritu Santo vive y reina, Dios, por todos los siglos de los siglos. Amén.
—Rezar
tres veces el Padre nuestro y Ave María, con Gloria Patri. Los Gozos, Antífona,
Versículos y Oración se rezarán todos los días.
DÍA SEXTO - 21 DE AGOSTO
Por
la señal...
Acto
de contrición y Oración para todos los días.
DE LA CARIDAD DE SAN LUIS CON SUS PRÓJIMOS.
La misericordia y
compasión acompañaron a San Luis desde sus tiernos años, y solo descansaba su
corazón cuando se empleaba en remediar las necesidades de sus súbditos. Además de la ternura,
exactitud y cuidado con que atendía a los pobres y desvalidos, defendiéndolos
de los insultos y agravios de los poderosos, eran
sus delicias consolar a los atribulados, servir a los pobres la comida,
lavarles los pies, curarlos con sus propias manos, y darles todos los alivios
que su ingeniosa caridad le sugería. Repartía copiosas limosnas, y a los
que le representaban que se empobrecía el Erario, respondía que nunca estaba
más seguro de tener en abundancia lo necesario, que cuando distribuía sus
rentas a los pobres de Jesucristo. Para tener más
que repartir a estos, y dotar los Hospitales y Casas que en su beneficio había
erigido, evitaba todos los gastos posibles, especialmente en su persona y
vestidos. Después de las batallas asistía a la curación de los Soldados
heridos, y a la sepultura de los muertos, haciendo algunas veces por sí mismo
estos piadosos oficios. Ordenó en su testamento se
distribuyesen muchas limosnas; y a su hijo y sucesor encargó tuviese siempre el
corazón compasivo y pronto para remediar a los pobres.
REFLEXIÓN
La prueba de que amamos a Dios es emplearnos
en el socorro de nuestros prójimos. Sacrifiquemos alguna parte de nuestra
comodidad y descanso al alivio de los necesitados, imitando a Jesucristo, que
se ejercitó toda su vida en el beneficio de los hombres. No nos fastidie la
compañía de los enfermos, concurramos al consuelo de los afligidos, y
expendamos los bienes que Dios nos hubiere dado, partiéndolos con sus hijos y
nuestros hermanos los pobres, animados con la abundante recompensa que su
Majestad nos tiene preparada.
ORACIÓN PARA ESTE DÍA
Dios y
Señor nuestro, que
con tanta liberalidad os comunicáis a todas las criaturas, dándoles el ser y el
obrar, y sin que nuestros delitos suspendan el curso de vuestras misericordias,
llovéis abundantes gracias y beneficios sobre justos y pecadores: dignaos de
concedernos el espíritu de caridad que disteis a vuestro Siervo San Luis, para
que a su imitación nos consagremos a la utilidad de nuestros prójimos,
asistiéndolos con el socorro temporal, consejo y buen ejemplo. Dadnos un
corazón blando, liberal y compasivo, con que fácilmente movidos a ejercitar la
misericordia y celo de su eterna salud con los necesitados, se glorifique
vuestro Santo Nombre. Y, pues vuestro Hijo Jesucristo nos dejó tan admirable
ejemplo de caridad muriendo en la Cruz para satisfacción de nuestras
iniquidades: alentad nuestro
espíritu con la fortaleza necesaria, para que perdonemos las injurias con que
nuestros prójimos nos agraviaren, y dadnos a todos un corazón unido en perfecta
caridad, para que seamos dignos hijos vuestros, y consigamos el perdón de
nuestros pecados, por el mismo Jesucristo Hijo vuestro, nuestro Señor, que con
Vos y el Espíritu Santo vive y reina, Dios, por todos los siglos de los siglos.
Amén.
—Rezar
tres veces el Padre nuestro y Ave María, con Gloria Patri. Los Gozos, Antífona,
Versículos y Oración se rezarán todos los días.
DÍA SÉPTIMO - 22 DE AGOSTO
Por
la señal...
Acto
de contrición y Oración para todos los días.
DE LA VIGILANCIA Y JUSTICIA DE SAN LUIS.
Convencido San Luis de que la cualidad de
Rey le obligaba a atender únicamente al beneficio de sus pueblos, sacrificó su
reposo a los cuidados del gobierno y a la administración de la justicia. Para
facilitar la brevedad del despacho a todo género de personas, y especialmente a
los pobres, acostumbraba salirse al bosque de Vincennes, acompañado de algunos
señores, y debajo de un árbol, sin que lo impidiesen las guardias, daba
audiencia a cuantos se presentaban: oía y examinaba
por sí mismo sus pretensiones, y con el consejo de aquellos señores, expedía
los negocios, cuidando de que a ninguno se hiciese vejación. Encargaba a
los Gobernadores y Bailíos que enviaba a las provincias de su Reino, y a otras
personas Religiosas, que inquiriesen si se hacía algún daño a los vasallos, y
examinasen si sus antecesores habían defraudado a alguno, para recompensar y
satisfacer todos los perjuicios. Ordenó santísimas
leyes contra las blasfemias y escándalos, y para el mejor gobierno de su Reino.
Vivió con gran moderación, evitando todos los gastos superfluos para no gravar
a sus pueblos con tributos. En el cuidado de su Casa y Familia fue
extremado, haciendo criar a sus hijos en el temor de Dios, y exhortándolos a
huir las vanidades del mundo: la admirable
instrucción que en su última enfermedad dictó para Felipe su hijo y sucesor,
manifiesta la pureza de la vida de este Santo Rey, y la vigilancia con que
gobernó su familia, para beneficio de su Reino.
REFLEXIÓN
Todos nos
hallamos a proporción igualmente precisados a cuidar del adelantamiento y
utilidad espiritual de las personas que Dios ha puesto a nuestro cargo, y del
cumplimiento exacto de las obligaciones que se incluyen en el estado o empleo
en que la Divina Providencia nos ha colocado. El ejemplo de este Santo Rey debe
excitar nuestro deseo de satisfacer a todo cuidadosamente; y de emplear los
talentos que su Majestad nos ha dado, en utilidad de los prójimos, seguros de
que no dejará Dios sin abundante premio nuestra vigilancia.
ORACIÓN PARA ESTE DÍA
Dios y
Señor nuestro, que
con tan admirable sabiduría gobernáis todas las cosas, disponiéndolas para
gloria de vuestro Poder, y utilidad de las criaturas: reconociendo nuestra
insuficiencia e ignorancia clamamos a Vos, origen de todo bien, suplicándoos
nos iluminéis, para que conozcamos lo que es más agradable a vuestra voluntad y
conducente al cumplimiento de los cargos que nos ha fiado vuestra Providencia. Dirigidnos por la intercesión de vuestro Siervo San Luis, a
quien disteis gracia para que acertase a gobernar su Reino, desterrase abusos,
reprimiese vicios, y adelantase la gloria de vuestro Santo Nombre con sus
ejemplos y exhortaciones. Dadnos, Señor, el mismo Divino Espíritu que dirigió
sus acciones, para que corrijamos las nuestras, sepamos agradaros, y viviendo
honestamente, hagamos recomendable vuestra Santa Ley, animando a nuestros
prójimos a su más exacta observancia, para que, empleados en vuestro servicio,
sea vuestro Nombre santificado. Así os lo pedimos por Jesucristo Hijo vuestro,
nuestro Señor, que con Vos y el Espíritu Santo vive y reina, Dios, por todos
los siglos de los siglos. Amén.
—Rezar
tres veces el Padre nuestro y Ave María, con Gloria Patri. Los Gozos, Antífona,
Versículos y Oración se rezarán todos los días.
DÍA OCTAVO - 23 DE AGOSTO
Por
la señal...
Acto
de contrición y Oración para todos los días.
DE LA MODERACIÓN Y MAGNANIMIDAD DE SAN LUIS.
Dotó Dios a San Luis de un corazón lleno de
modestia y moderación, con que libre de dar entrada a la ambición de dilatar
sus Estados, valiéndose de las desgracias de sus vecinos, mostró un espíritu
magnánimo, rehusando las reiteradas ofertas que le hicieron de la Corona del
Imperio, de la de Nápoles, y de otros Reinos que se quisieron poner bajo su
justo y suave gobierno. Inclinado a la paz, jamás
emprendió guerra alguna, si no es precisado de la necesidad de defenderse: y
habiéndole Dios dado victoria del Conde de Tolosa, del de la Marcha, y otros
que sostenidos del Rey de Inglaterra habían movido una civil y peligrosa
guerra, usó de tanta moderación con los vencidos, que les concedió libertad y
paz muy ventajosa. Muchos Príncipes, por la reputación de su prudencia,
le hicieron Árbitro de sus diferencias, que logró componer, extinguiendo los
odios y disensiones que los dividían. Hizo muchas
diligencias para reconciliar al Emperador Federico II con los Papas, por el
bien de la Iglesia: mantuvo en paz y justicia sus Reinos, y tenía
encargado a sus Ministros, que en caso de duda juzgasen a favor de sus vasallos
las pretensiones que tuviesen contra el fisco; lo
que también encomendó a su hijo y sucesor en la instrucción que le dejó a la
hora de la muerte.
REFLEXIÓN
La mansedumbre y moderación hacen
recomendable la Religión Cristiana; y manifiesta señales de verdadero hijo suyo
el que fácil a perdonar a sus enemigos se
esfuerza a ganarles el corazón por toda suerte de buenos
oficios, imitando a Jesucristo que con sus acciones y advertencias nos anima a
desechar la ambición, raíz de todos los males, y a abrazar la modestia y
sobriedad con que adquiriremos la paz interior, y la confianza y amor de
nuestros prójimos.
ORACIÓN PARA ESTE DÍA
Dios y
Señor nuestro, que
con el ejemplo de vuestro Hijo Jesucristo y de los Santos, nos enseñáis a
desechar los terrenos honores, y a solo anhelar por la posesión de la Celestial
Patria: admitid nuestros
humildes ruegos, acompañados de la interposición de vuestro siervo San Luis, y
concedednos un corazón desprendido de los atractivos de la tierra, para que no
dejándonos vencer de la ansiosa solicitud de poseer las honras, riquezas y
abundancias con que el mundo convida a sus seguidores, moderemos nuestros
deseos, y usemos parcamente de los bienes presentes, sin ofensa ni daño de
nuestros prójimos. Y pues Vos, Señor, conocéis cuánto agravan a nuestro corazón
las necesidades temporales, atendednos con piadosa providencia, librándonos de
la angustia que nos causan, para emplearnos con más libertad en vuestras
alabanzas, y suspirar por las felicidades eternas; Así os lo suplicamos
por Jesucristo, Hijo vuestro y nuestro Señor, que con Vos y el Espíritu Santo
vive y reina, Dios, por todos los siglos de los siglos.
Amén.
—Rezar tres
veces el Padre nuestro y Ave María, con Gloria Patri. Los Gozos, Antífona,
Versículos y Oración se rezarán todos los días.
DÍA NOVENO - 24 DE AGOSTO
Por
la señal...
Acto
de contrición y Oración para todos los días.
DEL CELO QUE TUVO SAN LUIS DE DILATAR LA FE.
El ardiente amor que tenía San Luis a Dios,
y el celo de dilatar la Fe de Jesucristo, y hacerle adorar de las Naciones que
ocupaban el precioso terreno en que se obraron los Misterios de nuestra
Redención, impelió al Santo Rey a emprender el peligroso viaje de la Siria,
animando con su ejemplo y exhortaciones a muchos señores y príncipes que le
acompañaron y fueron testigos del ardor con que se expuso a todos los peligros
y fatigas para lograr tan piadoso designio. Aunque
los efectos no correspondieron a sus deseos, permitiendo Dios que el Santo Rey
y mucha parte de su ejército quedasen prisioneros de los Bárbaros, no descaeció
su celo, y todo el tiempo que estuvo en la Siria se empleó en propagar la
Religión, haciéndola recomendable su purísima vida y admirables ejemplos, con
que convirtió a muchos Infieles. Vuelto a su Reino, perseveró en su
ansioso deseo de extender el conocimiento de Jesucristo, a cuyo fin se embarcó
para Túnez, en donde segunda vez frustradas sus esperanzas por alta providencia
de Dios, fue víctima de la Religión, muriendo de
peste, después de haber manifestado un sufrimiento y constancia invencible, y
una conformidad humilde con las Divinas disposiciones.
REFLEXIÓN
Si
tuviéramos celo de la gloria de Dios, y del bien espiritual de nuestros
prójimos, sentiríamos gran dolor al ver tan dilatadas regiones en que se carece
del conocimiento de Jesucristo, y sacrificaríamos nuestro descanso porque
tantas almas se aprovechasen del fruto precioso de su Sangre. Mas ya que no tenemos
ánimo para ofrecernos a la muerte, como este Santo Rey, por la conversión de
los Infieles, procuremos con los buenos ejemplos y exhortaciones atraer a
nuestros prójimos a que santifiquen el Nombre de Dios con la observancia de su
Divina Ley sin descuidar de nuestro propio aprovechamiento, peleando contra
nuestras pasiones, seguros de que este dilatado martirio nos adquirirá los
consuelos y premios que Dios nos tiene prevenidos en su Celestial Reino.
ORACIÓN PARA ESTE DÍA
Dios y
Señor nuestro, abundante
en misericordias, que adornáis a vuestros Santos con el celo ardiente de
extender la noticia de vuestro Nombre entre las Naciones que no os conocen para
mayor gloria vuestra y utilidad de las Almas: comunicadnos por la intercesión de vuestro siervo San Luis,
fervoroso deseo de la conversión de los Infieles, y aplicad a estos el infinito
precio de los tormentos y Pasión de vuestro Santísimo Hijo, para que
convertidos a Vos, logren participar del estimable tesoro de los Sacramentos, y
unidos con nosotros por la Fe y Caridad, gocen también de la felicidad eterna
que nos tenéis prometida. Enseñadnos a venerar vuestros justos juicios, y
rendidnos a vuestras disposiciones; y pues nos amáis con tanto exceso,
enseñadnos a cumplir vuestros preceptos, y dirigid nuestras obras, palabras y
pensamientos a vuestra mayor gloria, para nuestra eterna salud. Así os lo
suplicamos por el mismo Jesucristo Hijo vuestro, nuestro Señor, que con Vos y
el Espíritu Santo vive y reina, Dios, por todos los siglos de los siglos. Amén.
—Rezar
tres veces el Padre nuestro y Ave María, con Gloria Patri. Los Gozos, Antífona,
Versículos y Oración se rezarán todos los días.
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