jueves, 5 de septiembre de 2024

NOVENA A NUESTRA SEÑORA DE LA CUEVA SANTA.

 


Novena dispuesta por el Padre Dr. Domingo Antonio Chiva, del Seminario de la Santa Cruz de Querétaro, y tomada del Compendio histórico y Novena de María Santísima, Nuestra Señora, que con la advocación de la Cueva Santa se venera en el Seminario de la Santa Cruz de la ciudad de Querétaro, publicada en Valencia por por Cosme Granja en 1754 y reimpresa en dicha ciudad por Benito Monfort en 1803.

 

COMENZAMOS: 2 de septiembre.

FINALIZAMOS: 10 de septiembre.

FESTIVIDAD: 11 de septiembre.

  

NOVENA DE NUESTRA SEÑORA DE LA CUEVA SANTA

 

Por la señal de la santa Cruz; de nuestros enemigos líbranos, Señor Dios nuestro. En el nombre del Padre, y del Hijo , y del Espíritu Santo. Amén.

   

ORACIÓN PREPARATORIA Y ACTO DE CONTRICIÓN PARA TODOS LOS DÍAS

 

   Dulcísimo JESÚS mío, pastor bueno de mi alma, aquí viene a vuestros pies reconocida de sus yerros la oveja perdida que buscaste con tanto afán y cuidado: confieso, Señor y Dios mío, que soy el pecador más vil ingrato a vuestros beneficios, duro y obstinado a los impulsos de vuestra piedad, he sido hasta ahora oveja descarriada de vuestro redil, rebelde e inobediente al gobierno de vuestro cayado; pero ya vuelto a vuestra Presencia dando tristes balidos y amargos suspiros, nacidos de un corazón arrepentido y contrito que solicita humilde y confiado el perdón. Misericordia, Pastor bueno, que me veo cercado de lobos infernales, sujeto a tantas pasiones que me dominan: misericordia, Señor, misericordia Padre bueno, volved hacia mí benignos los ojos de vuestra piedad, y veréis al hijo pródigo que llorando su desgracia y las ofensas que os ha hecho, os pide arrepentido el perdón, Padre mío, pequé contra Vos y en presencia de los cielos: no soy digno de llamarme hijo vuestro, más para inclinaros a misericordia recurriré confiado al trono de la gracia para lograr el auxilio oportuno: apelo a MARÍA; acordaos Señor, que Vos me la diste por Madre para ser restituido a la gracia. Amén.

   


DÍA PRIMERO – 2 DE SEPTIEMBRE

 

«Mater divínæ grátiæ, ora pro nobis».

  

ORACIÓN

 

   ¡Oh Madre Clementísima de la divina gracia! ¡Oh María Madre amantísima de los pecadores! Vos sois tan liberal, que luego que fuiste saludada del Arcángel San Gabriel como llena de gracia, y engendrasteis en vuestras purísimas entrañas al Autor de la gracia misma, ya no sosegó vuestro corazón piadoso, sino que al punto por montes y desiertos os fuiste a casa de Zacarías para santificar al Bautista aun antes de nacer a esta vida: ¿qué puedo yo esperar de Madre tan misericordiosa, cuando viéndome quizá cercano a la muerte, os busco con ansia de encontrar la gracia, y os venero en esta milagrosa Imagen vuestra, a cuya invocación tantos han conseguido la amistad de su Dios? Dignaos Virgen piadosa, agenciarla para este miserable hijo vuestro que la solicita arrepentido: no sea yo, Madre amantísima, tan desgraciado, que sea el primero que invocando vuestra intercesión haya tenido repulsa: mostradme que sois mi Madre, para que yo de aquí adelante aprenda a ser vuestro Hijo, que jamás degenere ni desdiga en mis costumbres de vuestro dulcísimo espíritu. Amén.

 

EJERCICIO

 

En todos los días de la Novena es muy útil elegir algunos puntos que puedan servir para tener un rato de Oración, que es el medio poderosísimo para enmendar nuestra vida y alcanzar de Dios que nos ilumine.

El primer día pues, discurre un rato, que te ha dado la última enfermedad de que has de morir: considera qué quisieras haber hecho en tu vida cuando te halles en este lance; y así te animarás a mortificarte ese día en la comida y bebida por amor de tu salud eterna, así como los que se sienten enfermos de muerte se privan de comer cosas que puedan agravar su enfermedad. Si puedes ayunarás este día en honra de MARÍA Santísima.

 

—Ahora daremos gracias a la Beatísima Trinidad por las gracias y favores que concedió a nuestra Madre María Santísima con su preciosa Muerte y Asunción gloriosa a los Cielos, diciendo con la mayor devoción:

 

   Yo os adoro, oh Eterno Padre, con toda la Corte Celestial por mi Dios y Señor, y os doy infinitas gracias por parte de la Santísima Virgen María amantísima Hija vuestra, por todas las gracias y favores que la hiciste, especialmente por el gran poder con que la sublimaste en su Muerte y Asunción gloriosa a los Cielos.

—Padre nuestro y Ave María.

 

   Yo os adoro, oh Eterno Hijo, con toda la Corte Celestial por mi Dios, Señor y Redentor, y os doy infinitas gracias por parte de la Beatísima Virgen María vuestra amantísima Madre, por todas las gracias y favores que la hiciste, especialmente por la suma Sabiduría con que la ilustraste en su Muerte y Asunción gloriosa a los Cielos.

—Padre nuestro y Ave María.

 

   Yo os adoro, oh Santísimo Espíritu Paráclito, por mi Dios y Señor, y os doy infinitas gracias con toda la Corte Celestial, en nombre de la Beatísima Virgen María, amantísima Esposa vuestra, por todas las gracias y favores que la hiciste, especialmente por la divina caridad con que encendiste su purísimo corazón en su Muerte y Asunción gloriosa a los Cielos.

—Padre nuestro y Ave María.

 

—Aquí se hará una breve pausa, pidiendo interiormente a la Virgen el favor o gracia que se desea lograr en esta novena; y después se dirá la Oración siguiente:

  

ORACIÓN

 

   Vos, gran Señora, más sublime que los Cielos, más resplandeciente que los Astros, más sabia que los Querubines, más Santa que los Serafines, más gloriosa que todos los Espíritus de la Gloria; esperanza de los Patriarcas, jubilo de los Profetas, corona de los Apóstoles, honra de los Mártires, luz de los Justos, y remedio universal de nuestros males: Vos que tenéis dominio sin límite en los Cielos y en la tierra, y que penetráis ahora los deseos ardientes de mi corazón en estas tus alabanzas, que son solicitar vuestra singular piedad y amparó en el trance terrible de la muerte; sed pues en esta peligrosa hora, mi auxiliadora y mi refugio, para que ni los enemigos infernales me arriaren, ni las tentaciones me opriman, ni las culpas de la antigua vida precipiten mi voluntad. ¡Oh Señora mía y Madre de misericordia! No arrojes de ti la rendida súplica de este tu Siervo e hijo, que clama a ti con voz grande y clamor vehemente en el tiempo de la mayor tribulación; mírame con ojos misericordiosos para que no sea tragado de las bestias infernales, ni vaya al lugar de las tinieblas, en donde no resuenan tus alabanzas; mayor gloria tuya será, Señora mía, que continué tus alabanzas en el Cielo, ensalzando tu piedad, que arrojado a las llamas voraces del Infierno sepulte en ellas con el olvido tus antiguas misericordias: fortaleced pues mi flaqueza en la hora de la muerte con el Poder del Padre: iluminad mis tinieblas con la Sabiduría del Hijo; e inflamad mi frialdad con la Caridad del Espíritu Santo, para que así mi alma adornada de virtudes y gracias, salga de este valle de lágrimas, y pase por vuestros méritos é intercesión a ser participante de los gozos inefables del Reino de tu Hijo, que con el Padre y Espíritu Santo vive y reina por todos los siglos de los siglos. Amén.

    

CÁNTICO DE MARÍA SANTÍSIMA

 

   Magnifica mi alma al Señor, y mi espíritu se alegró en Dios, que es mi salud: porque atendió a la humildad de su sierva; por eso todas las generaciones me dirán Bienaventurada. Porque el Poderoso hizo conmigo grandes cosas, y su Santo nombre. Y su misericordia se extenderá de generación en generación para los que le temen. En su brazo manifestó su potencia: destruyó a los soberbios con el espíritu de su corazón. Derribó a los poderosos de su silla, y levantó a los humildes. A los que tenían hambre llenó de bienes: y dejó vacíos a los que estaban ricos. Recibió a su Siervo Israel, y se acordó de su misericordia, como lo dijo a nuestros Padres Abrahán y su generación, por todos los siglos. Amén.

 

   Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo. Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.

    

GOZOS

    

Pues que Vuestras glorias canta

La devoción fervorosa,

Sed nuestra Madre piadosa,

Virgen de la CUEVA SANTA.

  

Vuestra Imagen misteriosa

De yeso blanco formada

Cerca de Altura fue hallada

En una Cueva espaciosa:

Y en siglos prodigiosa,

La humedad no la quebranta:

Sed nuestra Madre piadosa,

Virgen de la CUEVA SANTA.

  

A Isabel Monserrat fía

El culto más fervoroso

Y luego quita a su esposo

La lepra que padecía;

Por ella ausente se vía

De Jérica en pena tanta:

Sed nuestra Madre piadosa,

Virgen de la CUEVA SANTA.

  

Volver a su casa intenta

Con tan dichosa mejora,

Y porque la Villa ignora.

El milagro y lo consienta,

Carta de creencia ostenta,

Que es de pluma sacrosanta:

Sed nuestra Madre piadosa,

Virgen de la CUEVA SANTA.

  

En su cesta aprisionada

Os llevaba, y cuando arriba

Al llano de Fuenderriba

Se encontró sin vos burlada:

Tercera vez asombrada,

Del mismo caso se espanta:

Sed nuestra Madre piadosa,

Virgen de la CUEVA SANTA.

  

Con tan raras maravillas

La devoción se encendía

En los Fieles, y se vía

Competir entre las Villas

Por dedicaros Capillas

En la Cueva a vuestra planta:

Sed nuestra Madre piadosa,

Virgen de la CUEVA SANTA.

  

La traza habéis revelado

De lo grande que ha ser

La Capilla, haciendo ver

Con prodigios que se ha errado;

Y que la habéis dilatado

Según la primera planta:

Sed nuestra Madre piadosa,

Virgen de la CUEVA SANTA.

  

La fábrica en todo ha dado

De prodigiosas señales,

Milagrosos minerales

En su erección se han hallado;

Cal y arena ha franqueado

La peña que se levanta:

Sed nuestra Madre piadosa,

Virgen de la CUEVA SANTA.

  

Toques de una campanilla

Prodigiosa repetidos,

Muchas veces son oídos

En lo hondo de la Capilla,

Al hacer la maravilla.

Como la fama lo canta:

Sed nuestra Madre piadosa,

Virgen de la CUEVA SANTA.

  

La Imagen con su candor,

Y lo raro de la Cueva,

No hay corazón que no mueva

A penitencia y dolor:

Y en todos es el fervor

Cosa que admira y encanta:

Sed nuestra Madre piadosa,

Virgen de la CUEVA SANTA.

  

Son los milagros que obráis

Tan grandes como frecuentes,

Pues con modos excelentes

Los muertos resucitáis:

Y a todos los males dais

Remedio con gloria tanta:

Sed nuestra Madre piadosa,

Virgen de la CUEVA SANTA.

  

En ciegos, mancos, tullidos,

Calenturientos, quebrados,

Incurables desahuciados.

De todo mal afligidos:

Por Vos, si están compungidos,

La curación se adelanta:

Sed nuestra Madre piadosa,

Virgen de la CUEVA SANTA.

  

María, Madre de la gracia,

Dulce fuente de clemencia,

Protégenos del enemigo,

Y recíbenos en la hora de la muerte.

  

. Ruega por nosotros, Santa Madre de Dios.

. Para que seamos dignos de las promesas de Cristo.

   

ORACIÓN

 

   Te suplicamos, Señor Dios, nos concedas a nosotros tus siervos, gozar de perpetua salud de alma y cuerpo: y, por la intercesión de la gloriosa y Bienaventurada siempre Virgen María santísima, vernos libres de las tristezas presentes, y obtener las alegrías eternas. Por Jesucristo Nuestro Señor. Amén.

    

En el nombre del Padre, y del Hijo , y del Espíritu Santo. Amén.