Novena
dispuesta por el Padre Dr. Domingo Antonio Chiva, del Seminario de la Santa
Cruz de Querétaro, y tomada del Compendio histórico y Novena de María
Santísima, Nuestra Señora, que con la advocación de la Cueva Santa se venera en
el Seminario de la Santa Cruz de la ciudad de Querétaro, publicada en Valencia
por por Cosme Granja en 1754 y reimpresa en dicha ciudad por Benito Monfort en
1803.
COMENZAMOS: 2 de septiembre.
FINALIZAMOS: 10 de septiembre.
FESTIVIDAD: 11 de septiembre.
NOVENA DE
NUESTRA SEÑORA DE LA CUEVA SANTA
Por
la señal ✠ de la santa Cruz; de nuestros ✠ enemigos
líbranos,
Señor
✠
Dios nuestro. En el nombre del Padre, y del Hijo ✠,
y del Espíritu
Santo. Amén.
ORACIÓN PREPARATORIA Y
ACTO DE CONTRICIÓN PARA TODOS LOS DÍAS
Dulcísimo JESÚS mío,
pastor bueno de mi alma, aquí
viene a vuestros pies reconocida de sus yerros la oveja perdida que buscaste
con tanto afán y cuidado: confieso, Señor y Dios mío, que soy el pecador más
vil ingrato a vuestros beneficios, duro y obstinado a los impulsos de vuestra
piedad, he sido hasta ahora oveja descarriada de vuestro redil, rebelde e
inobediente al gobierno de vuestro cayado; pero ya vuelto a vuestra Presencia
dando tristes balidos y amargos suspiros, nacidos de un corazón arrepentido y
contrito que solicita humilde y confiado el perdón. Misericordia, Pastor bueno,
que me veo cercado de lobos infernales, sujeto a tantas pasiones que me
dominan: misericordia, Señor, misericordia Padre bueno, volved hacia mí
benignos los ojos de vuestra piedad, y veréis al hijo pródigo que llorando su
desgracia y las ofensas que os ha hecho, os pide arrepentido el perdón,
Padre mío, pequé contra Vos y en presencia de los cielos: no soy digno de
llamarme hijo vuestro, más para inclinaros a misericordia recurriré confiado al
trono de la gracia para lograr el auxilio oportuno: apelo a MARÍA; acordaos
Señor, que Vos me la diste por Madre para ser restituido a la gracia.
Amén.
DÍA PRIMERO – 2 DE SEPTIEMBRE
«Mater
divínæ grátiæ, ora pro nobis».
ORACIÓN
¡Oh Madre Clementísima de la divina gracia! ¡Oh María Madre amantísima de los pecadores! Vos
sois tan liberal, que luego que fuiste saludada del Arcángel San Gabriel como
llena de gracia, y engendrasteis en vuestras purísimas entrañas al Autor de la
gracia misma, ya no sosegó vuestro corazón piadoso, sino que al punto por
montes y desiertos os fuiste a casa de Zacarías para santificar al Bautista aun
antes de nacer a esta vida: ¿qué puedo yo esperar
de Madre tan misericordiosa, cuando viéndome quizá cercano a la muerte, os
busco con ansia de encontrar la gracia, y os venero en esta milagrosa Imagen
vuestra, a cuya invocación tantos han conseguido la amistad de su Dios? Dignaos
Virgen piadosa, agenciarla para este miserable hijo vuestro que la solicita
arrepentido: no sea yo, Madre amantísima, tan
desgraciado, que sea el primero que invocando vuestra intercesión haya tenido
repulsa: mostradme que sois mi Madre, para que yo de aquí adelante aprenda a
ser vuestro Hijo, que jamás degenere ni desdiga en mis costumbres de vuestro
dulcísimo espíritu. Amén.
EJERCICIO
En todos
los días de la Novena es muy útil elegir algunos puntos que puedan servir para
tener un rato de Oración, que es el medio poderosísimo para enmendar nuestra
vida y alcanzar de Dios que nos ilumine.
El primer día pues, discurre un rato, que te ha
dado la última enfermedad de que has de morir: considera
qué quisieras haber hecho en tu vida cuando te halles en este lance; y así te
animarás a mortificarte ese día en la comida y bebida por amor de tu salud
eterna, así como los que se sienten enfermos de muerte se privan de comer cosas
que puedan agravar su enfermedad. Si puedes ayunarás este día en honra de MARÍA
Santísima.
—Ahora
daremos gracias a la Beatísima Trinidad por las gracias y favores que concedió
a nuestra Madre María Santísima con su preciosa Muerte y Asunción gloriosa a
los Cielos, diciendo con la mayor devoción:
Yo os adoro, oh Eterno Padre, con toda la Corte
Celestial por mi Dios y Señor, y os doy infinitas gracias por parte de la
Santísima Virgen María amantísima Hija vuestra, por todas las gracias y favores
que la hiciste, especialmente por el gran poder con que la sublimaste en su
Muerte y Asunción gloriosa a los Cielos.
—Padre
nuestro y Ave María.
Yo os adoro, oh Eterno Hijo, con toda la Corte
Celestial por mi Dios, Señor y Redentor, y os doy infinitas gracias por parte
de la Beatísima Virgen María vuestra amantísima Madre, por todas las gracias y
favores que la hiciste, especialmente por la suma Sabiduría con que la
ilustraste en su Muerte y Asunción gloriosa a los Cielos.
—Padre
nuestro y Ave María.
Yo os adoro, oh
Santísimo Espíritu Paráclito, por mi Dios y Señor, y os doy infinitas
gracias con toda la Corte Celestial, en nombre de la Beatísima Virgen María,
amantísima Esposa vuestra, por todas las gracias y favores que la hiciste,
especialmente por la divina caridad con que encendiste su purísimo corazón en
su Muerte y Asunción gloriosa a los Cielos.
—Padre
nuestro y Ave María.
—Aquí se
hará una breve pausa, pidiendo interiormente a la Virgen el favor o gracia que
se desea lograr en esta novena; y después se dirá la Oración siguiente:
ORACIÓN
Vos, gran
Señora, más sublime que los Cielos, más resplandeciente que los Astros,
más sabia que los Querubines, más Santa que los Serafines, más gloriosa que
todos los Espíritus de la Gloria; esperanza de los Patriarcas, jubilo de los
Profetas, corona de los Apóstoles, honra de los Mártires, luz de los Justos, y
remedio universal de nuestros males: Vos que tenéis dominio sin límite en los
Cielos y en la tierra, y que penetráis ahora los deseos ardientes de mi corazón
en estas tus alabanzas, que son solicitar vuestra singular piedad y amparó en
el trance terrible de la muerte; sed pues en esta peligrosa hora, mi
auxiliadora y mi refugio, para que ni los enemigos infernales me arriaren, ni
las tentaciones me opriman, ni las culpas de la antigua vida precipiten mi
voluntad. ¡Oh Señora mía y Madre de misericordia! No
arrojes de ti la rendida súplica de este tu Siervo e hijo, que clama a ti con
voz grande y clamor vehemente en el tiempo de la mayor tribulación; mírame con
ojos misericordiosos para que no sea tragado de las bestias infernales, ni vaya
al lugar de las tinieblas, en donde no resuenan tus alabanzas; mayor gloria
tuya será, Señora mía, que continué tus alabanzas en el Cielo, ensalzando tu
piedad, que arrojado a las llamas voraces del Infierno sepulte en ellas con el
olvido tus antiguas misericordias: fortaleced pues mi flaqueza en
la hora de la muerte con el Poder del Padre: iluminad mis tinieblas con la
Sabiduría del Hijo; e inflamad mi frialdad con la Caridad del Espíritu Santo,
para que así mi alma adornada de virtudes y gracias, salga de este valle de
lágrimas, y pase por vuestros méritos é intercesión a ser participante de los
gozos inefables del Reino de tu Hijo, que con el Padre y Espíritu Santo vive y
reina por todos los siglos de los siglos. Amén.
CÁNTICO DE MARÍA
SANTÍSIMA
Magnifica mi alma al Señor, y mi espíritu se alegró en
Dios, que es mi salud: porque atendió a la humildad de su sierva;
por eso todas las generaciones me dirán Bienaventurada. Porque el Poderoso hizo
conmigo grandes cosas, y su Santo nombre. Y su misericordia se extenderá de
generación en generación para los que le temen. En su brazo manifestó su
potencia: destruyó a los soberbios con el espíritu de su corazón. Derribó a los
poderosos de su silla, y levantó a los humildes. A los que tenían hambre llenó
de bienes: y dejó vacíos a los que estaban ricos. Recibió a su Siervo Israel, y
se acordó de su misericordia, como lo dijo a nuestros Padres Abrahán y su
generación, por todos los siglos. Amén.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu
Santo. Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
GOZOS
Pues
que Vuestras glorias canta
La
devoción fervorosa,
Sed
nuestra Madre piadosa,
Virgen de
la CUEVA SANTA.
Vuestra
Imagen misteriosa
De
yeso blanco formada
Cerca
de Altura fue hallada
En
una Cueva espaciosa:
Y
en siglos prodigiosa,
La
humedad no la quebranta:
Sed
nuestra Madre piadosa,
Virgen de
la CUEVA SANTA.
A
Isabel Monserrat fía
El
culto más fervoroso
Y
luego quita a su esposo
La
lepra que padecía;
Por
ella ausente se vía
De
Jérica en pena tanta:
Sed
nuestra Madre piadosa,
Virgen de
la CUEVA SANTA.
Volver
a su casa intenta
Con
tan dichosa mejora,
Y
porque la Villa ignora.
El
milagro y lo consienta,
Carta
de creencia ostenta,
Que
es de pluma sacrosanta:
Sed
nuestra Madre piadosa,
Virgen de
la CUEVA SANTA.
En
su cesta aprisionada
Os
llevaba, y cuando arriba
Al
llano de Fuenderriba
Se
encontró sin vos burlada:
Tercera
vez asombrada,
Del
mismo caso se espanta:
Sed
nuestra Madre piadosa,
Virgen de
la CUEVA SANTA.
Con
tan raras maravillas
La
devoción se encendía
En
los Fieles, y se vía
Competir
entre las Villas
Por
dedicaros Capillas
En
la Cueva a vuestra planta:
Sed
nuestra Madre piadosa,
Virgen de
la CUEVA SANTA.
La
traza habéis revelado
De
lo grande que ha ser
La
Capilla, haciendo ver
Con
prodigios que se ha errado;
Y
que la habéis dilatado
Según
la primera planta:
Sed
nuestra Madre piadosa,
Virgen de
la CUEVA SANTA.
La
fábrica en todo ha dado
De
prodigiosas señales,
Milagrosos
minerales
En
su erección se han hallado;
Cal
y arena ha franqueado
La
peña que se levanta:
Sed
nuestra Madre piadosa,
Virgen de
la CUEVA SANTA.
Toques
de una campanilla
Prodigiosa
repetidos,
Muchas
veces son oídos
En
lo hondo de la Capilla,
Al
hacer la maravilla.
Como
la fama lo canta:
Sed
nuestra Madre piadosa,
Virgen de
la CUEVA SANTA.
La
Imagen con su candor,
Y
lo raro de la Cueva,
No
hay corazón que no mueva
A
penitencia y dolor:
Y
en todos es el fervor
Cosa
que admira y encanta:
Sed
nuestra Madre piadosa,
Virgen de
la CUEVA SANTA.
Son
los milagros que obráis
Tan
grandes como frecuentes,
Pues
con modos excelentes
Los
muertos resucitáis:
Y
a todos los males dais
Remedio
con gloria tanta:
Sed
nuestra Madre piadosa,
Virgen de
la CUEVA SANTA.
En
ciegos, mancos, tullidos,
Calenturientos,
quebrados,
Incurables
desahuciados.
De
todo mal afligidos:
Por
Vos, si están compungidos,
La
curación se adelanta:
Sed
nuestra Madre piadosa,
Virgen de
la CUEVA SANTA.
María,
Madre de la gracia,
Dulce
fuente de clemencia,
Protégenos
del enemigo,
Y
recíbenos en la hora de la muerte.
℣.
Ruega por nosotros, Santa Madre de Dios.
℞.
Para que seamos dignos de las promesas de Cristo.
ORACIÓN
Te suplicamos, Señor Dios, nos
concedas a nosotros tus siervos, gozar de perpetua salud de alma y cuerpo: y,
por la intercesión de la gloriosa y Bienaventurada siempre Virgen María
santísima, vernos libres de las tristezas presentes, y obtener las alegrías
eternas. Por Jesucristo Nuestro Señor. Amén.
En el
nombre del Padre, y del Hijo ✠, y del Espíritu Santo. Amén.