Novena
arreglada por el padre Luis María Argumedo, por disposición del canónigo Dr.
Santiago Ricardo Vilanova y Meléndez, Provisor y Vicario general del Obispado
de San Salvador.
COMENZAMOS: 28 de julio.
FINALIZAMOS: 5 de agosto.
FESTIVIDAD: 6 de agosto.
INTRODUCCIÓN
Esta República tiene la dicha de llevar por título el nombre del
Divino Salvador. Esta
es una predilección muy señalada que debe llenar de gratitud y santo orgullo a
sus habitantes y estimularlos a realizar las significaciones de tan hermoso
título.
Esta
República es del Divino Salvador: a Él le pertenece
como soberano dueño y fundador. En efecto, desde los primeros días de la
conquista, el Salvador del Mundo ha presidido todas las evoluciones de la vida
social de nuestra patria, bajo sus auspicios pasó de la vida salvaje del indio
a la vida civilizada; del coloniaje español a la autonomía americana; del
provincialismo guatemalteco, a la soberanía nacional, y en la amplitud de esta
última evolución ha creado y sostenido sus principales instituciones. Recibió de sus conquistadores el nombre del Salvador del
Mundo, y con ese nombre augusto ha recorrido el laborioso camino de sus
adelantados, con él ha formado su historia y sus tradiciones, ese nombre grabó
en sus escudos y desplegó en sus banderas; con el nombre de El Salvador
conquistó sus derechos, rechazó a sus invasores.
El Divino Salvador, correspondiendo con generosidad a las
demostraciones de fe y amor de la nación salvadoreña que recibió de Él la vida
religiosa y civil, siempre ha sido su protector y su consuelo en las ruinas, en
las guerras, en las pestes y en tantas calamidades que han afligido a este
pueblo. El Salvador del Mundo ha sostenido su fe en las pruebas; ha reforzado
sus esperanzas en los días aciagos y ha encendido su entusiasmo para realizar
nobles empresas de engrandecimiento moral y material.
¡Cuánta
gratitud, cuánta satisfacción debe inspirar a las generaciones de salvadoreños
esa predilección amorosa del Divino Salvador, por nuestra patria! Esta consideración debe estimularnos
frecuentemente a realizar la importante significación del nombre que llevamos.
Porque “pueblo
de El Salvador” significa que
profesa de un modo especial la doctrina del Salvador, que se adorna con las
virtudes del Salvador. Ese augusto título degeneraría en sarcasmo y en ironía
si la sociedad que lo lleva, olvidando sus tradiciones y sus creencias,
apostatarse de su religión para seguir los falsos principios y erróneos
senderos que le proponen los enemigos más pronunciados de su carácter nacional.
Hasta ahora, y esperamos que así sea siempre, se ha mostrado
digno de su nombre, por su firmeza en la Religión de sus padres y por su
energía en rechazar conatos de los que han pretendido extraviarlo. Para
fortificar más los vínculos sagrados que nos unen a nuestro Augusto Patrono, y
pedirle sus especiales gracias de protección y amparo en estos tiempos de
seducción y peligros para nuestra fe, se ha escrito esta Novena que debemos
rezar con devoción y piedad a fin de alcanzar los celestiales dones que en ella
imploramos. Amén.
NOVENA DEL DIVINO SALVADOR DEL
MUNDO
Puestos de
rodillas delante de la Imagen del Divino Salvador, y con el corazón fervoroso y
dispuesto dirás lo siguiente:
Por
la señal ✠ de la Santa Cruz, de nuestros ✠
enemigos, líbranos
Señor ✠
Dios nuestro. En el nombre del Padre, y del Hijo ✠, y
del Espíritu
Santo. Amén.
ACTO DE CONTRICIÓN
Dios mío,
yo me arrepiento de todos los pecados que he cometido hasta hoy. Y me pesa de
todo corazón porque con ellos ofendí a un Dios tan bueno. Propongo
firmemente no volver a pecar. Y confío en que, por tu infinita misericordia, me
has de conceder el perdón de mis culpas y me has de llevar a la vida eterna. Amén.
ORACIÓN PREPARATORIA
¡Oh Dios! que, en el misterio de la gloriosa Transfiguración de tu Divino Hijo, te dignaste hacer brillar las verdades de la fe católica, y confirmar milagrosamente con tu voz desde la nube, nuestra adopción de hijos tuyos, te suplicamos humildemente nos concedas ser coherederos de ese mismo Rey de la gloria y participantes de su bienaventuranza eterna. Amén.
DÍA PRIMERO – 28 DE JULIO
CONSIDERACIÓN ESPIRITUAL: Ipsum audíte. A Él oíd. –(S. Mat. 17)
Vino
a la tierra el Salvador para iluminar a los hombres, vino para ser el Maestro
de los pueblos. Su doctrina es divina, porque procede de Dios. “Lo que he oído
a mi Padre, eso mismo les enseño a ustedes”, dice Jesús “Yo soy la luz
del mundo”, ha dicho nuestro
Salvador, y el que sigue esa luz, no andará en tinieblas. En la cumbre del
Monte Tabor, el Padre celestial declara que Jesús es el “Hijo de sus complacencias” y lo
presenta a los hombres como el Maestro a quien deben oír para no errar en el
conocimiento de la verdad. “A El escúchenle”. ¡Qué felicidad y qué honor tan grande es
para nosotros ser discípulos de tal Maestro! Procuremos practicar con fidelidad y constancia los preceptos del
señor; agradezcamos el inmenso beneficio que nos ha concedido constituyéndose
nuestro Maestro.
ORACIÓN A LOS SANTOS
APÓSTOLES
Gloriosos
apóstoles San Pedro, Santiago y San Juan, que, por especial predilección
del Divino Salvador, tuvisteis la felicidad de contemplar en el Tabor su
transfiguración gloriosa, os rogamos humildemente, nos alcancéis del Señor la
gracia de hacer con fervorosa devoción esta santa novena. “Bueno es estar con Jesús”. No permitáis pues, que
nos apartemos jamás de él. Hacednos participantes de vuestros
sentimientos para vivir unidos a vuestro Salvador mediante una fe viva, una
esperanza firme, y una ardiente caridad que nos haga dignos de contemplar
eternamente la hermosura infinita de nuestro Dios y Salvador. Amén.
LETANÍAS
Señor,
ten piedad de nosotros.
Cristo,
ten piedad de nosotros.
Señor, ten piedad de nosotros.
Jesús,
óyenos.
Jesús,
escúchanos.
Dios Padre Celestial, ten piedad de nosotros.
Dios Hijo, Redentor del mundo, ten piedad de nosotros.
Dios Espíritu Santo, ten piedad de nosotros.
Santa Trinidad, que sois un solo Dios, ten
piedad de nosotros.
Jesús, Hijo de Dios vivo, ten piedad de nosotros.
Jesús, esplendor del Padre, ten piedad de nosotros.
Jesús resplandor de la luz eterna, ten
piedad de nosotros.
Jesús, Rey de la gloria, ten piedad de nosotros.
Jesús, sol de justicia, ten piedad de nosotros.
Jesús, Hijo de María Virgen, ten piedad de nosotros.
Jesús amable, ten piedad de nosotros.
Jesús admirable, ten piedad de nosotros.
Jesús, Dios fuerte, ten piedad de nosotros.
Jesús, Padre del siglo venidero, ten piedad de nosotros.
Jesús, Ángel del gran consejo, ten piedad de nosotros.
Jesús poderosísimo, ten piedad de nosotros.
Jesús pacientísimo, ten piedad de nosotros.
Jesús obedientísimo, ten
piedad de nosotros.
Jesús, manso y humilde de corazón, ten
piedad de nosotros.
Jesús, amante de la castidad, ten piedad de nosotros.
Jesús, amador nuestro, ten piedad de nosotros.
Jesús, Dios de la paz, ten piedad de nosotros.
Jesús, Autor de la vida, ten piedad de nosotros.
Jesús, Ejemplar de las virtudes, ten piedad de nosotros.
Jesús, Celador de las almas, ten piedad de nosotros.
Jesús, Dios nuestro, ten piedad de nosotros.
Jesús, Refugio nuestro, ten piedad de nosotros.
Jesús, padre de los pobres, ten piedad de nosotros.
Jesús, tesoro de los fieles, ten piedad de nosotros.
Jesús, buen Pastor, ten piedad de nosotros.
Jesús, luz verdadera, ten piedad de nosotros.
Jesús, Sabiduría eterna, ten piedad de nosotros.
Jesús, Bondad infinita, ten
piedad de nosotros.
Jesús, Camino y Vida nuestra, ten piedad de nosotros.
Jesús, Gozo de los Ángeles, ten piedad de nosotros.
Jesús, Rey de los Patriarcas, ten piedad de nosotros.
Jesús, Maestro de los Apóstoles, ten piedad de nosotros.
Jesús, Doctor de los Evangelistas, ten
piedad de nosotros.
Jesús, Fortaleza de los Mártires, ten
piedad de nosotros.
Jesús, Luz de los Confesores, ten piedad de nosotros.
Jesús, Pureza de las Vírgenes, ten piedad de nosotros.
Jesús, Corona de todos los Santos, ten
piedad de nosotros.
Sénos
propicio; perdónanos,
Jesús.
Sénos
propicio; escúchanos,
Jesús.
De todo mal, líbranos Jesús.
De todo pecado, líbranos Jesús.
De tu ira, líbranos Jesús.
De las asechanzas del diablo, líbranos Jesús.
Del espíritu de la fornicación, líbranos Jesús.
De la muerte eterna, líbranos Jesús.
Del menosprecio de tus inspiraciones, líbranos
Jesús.
Por el misterio de tu santa Encarnación, líbranos
Jesús.
Por tu Natividad, líbranos
Jesús.
Por tu infancia, líbranos
Jesús.
Por tu divinísima vida, líbranos
Jesús.
Por tus trabajos, líbranos Jesús.
Por tu Agonía y Pasión, líbranos Jesús.
Por tu Cruz y desamparo, líbranos Jesús.
Por tus Angustias, líbranos Jesús.
Por tu Muerte y sepultura,
líbranos Jesús.
Por tu Resurrección, líbranos Jesús.
Por tu Ascensión, líbranos Jesús.
Por tu institución de la santísima Eucaristía, líbranos
Jesús.
Por tus gozos, líbranos Jesús.
Por tu gloria,
líbranos Jesús.
Cordero
de Dios, que quitas los pecados del mundo, perdónanos, Jesús.
Cordero
de Dios, que quitas los pecados del mundo, escúchanos, Jesús.
Cordero
de Dios, que quitas los pecados del mundo, ten misericordia de nosotros, Jesús.
Jesús,
óyenos.
Jesús,
escúchanos.
ORACIÓN FINAL
Oh Señor
Jesucristo, que dijiste: “Pedid y
recibiréis; buscad y hallaréis; llamad y se os abrirá”: te
rogamos que nos concedas, como te pedimos, el afecto de tu divinísimo amor,
para que, con todo el corazón, con palabras y obras, te amemos, y de alabarte
nunca cesemos. Que, siendo Dios, vives y reinas por los siglos de los siglos. Amén.
JACULATORIA
℣.
Jesús, Salvador del mundo.
℟.
Salva a tu pueblo que en ti confía.
En el nombre del Padre, y del Hijo ✠, y del Espíritu Santo. Amén.
DÍA SEGUNDO – 29 DE JULIO
Por
la señal…
Acto
de contrición y Oración para todos los días.
CONSIDERACIÓN ESPIRITUAL: Bienaventurados los pobres de espíritu: (San Mateo 5,3)
Jesús
como Maestro, comenzó sus enseñanzas estableciendo los principios de la
felicidad que habían sido falseados por el paganismo. De aquí se origina el
contraste entre la doctrina de Jesucristo y la del mundo. El mundo dice: “Bienaventurados los
ricos”, y Jesús enseña desde el monte
diciendo: “Bienaventurados
los pobres”, no precisamente los pobres de nacimiento, sino los
pobres de “espíritu”, cuyo corazón está desprendido de los bienes de la
tierra. ¿Y
por qué son “bienaventurados”? Porque “de ellos es el reino de los cielos”, dice el Salvador. Esta pobreza cristiana trae
consigo el goce anticipado de la felicidad del cielo, y da a las almas quietud
y paz mientras reciben la herencia eterna que el Señor les tiene prometida. Lo que
nuestro Salvador nos enseña acerca de la pobreza nos da a entender lo que
debemos pensar de las riquezas y de los que las consideran como un supremo
bien. Para no apegar nuestro corazón a los bienes caducos y perecederos y no
poseerlos con avaricia, tengamos presente estas terribles palabras de nuestro soberano
Maestro: “¡Ay de vosotros ricos
que tenéis vuestro consuelo en este mundo!”
(S. Luc.
6-24).
—Las Oraciones
y las Letanías se dirán todos los días.
DÍA TERCERO – 30 DE JULIO
Por
la señal…
Acto
de contrición y Oración para todos los días.
CONSIDERACIÓN ESPIRITUAL: Aprended de Mí que soy manso: (S. Mat. 11-29)
La
primera lección que nos da nuestro maestro es sobre la “mansedumbre”.
“Aprended de Mí dice, que soy manso”. El espíritu de
mansedumbre es el espíritu de nuestro Salvador y de sus verdaderos discípulos. El
mundo está agitado y perturbado, porque no reina en los corazones la
mansedumbre cristiana, que trae consigo la paz en las familias y en las
naciones. Esta virtud deja las enemistades y enojos, los rencores y venganzas;
conserva la paz con Dios, con el prójimo y consigo mismo. Mantiene en las
familias la buena armonía, la concordia y la unión, y hace que reine la
condescendencia, la tolerancia, la cordialidad y la benevolencia. San Gregorio
Nacianceno dice que “la mansedumbre” aproxima al hombre a Dios y lo asemeja a la Divinidad en
cuanto es posible a la criatura humana. Si reflexionamos sobre la
conducta de nuestro Salvador con los hombres, hallaremos innumerables ejemplos
de su mansedumbre para con todos. Pidamos a Jesús la gracia de
practicar la virtud de mansedumbre, y si conseguimos ser pacíficos como Él,
mereceremos la gloria especial de ser llamados “hijos
de Dios”.
—Las
Oraciones y las Letanías se dirán todos los días.
DÍA CUARTO – 31 DE JULIO
Por
la señal…
Acto
de contrición y Oración para todos los días.
CONSIDERACIÓN ESPIRITUAL: Aprended de Mí, que soy manso y humilde de
corazón: (S. Mat. 11, 29).
La Sagrada Escritura nos enseña que Dios rechaza a los
orgullosos y que sólo da sus gracias y ensalza a los humildes. Basta esto para persuadirnos cuánto
nos interesa y nos conviene ser humildes de corazón como nuestro Salvador,
desechando toda presunción, orgullo y vanidad. Todo cristiano ha contraído en
el bautismo la obligación de seguir a Jesucristo y de imitar sus virtudes.
Nuestro Salvador practicó la humildad en grado tan eminente que se hizo el
oprobio y el desprecio de los hombres para curar nuestro orgullo. Toda la vida de nuestro Señor Jesucristo no fue más que una
serie de humillaciones: nació pobre en un
establo; ¡vivió
siempre ignorado del mundo entero por espacio de treinta años, y en los tres
años de su ida pública permitió que la envidia y la calumnia le tratasen de
seductor y endemoniado! Por último, murió
en un suplicio humillante, propio de criminales, en medio de dos ladrones,
manifestándose, ¡así como el Rey de la humanidad! Debemos persuadirnos de la necesidad que tenemos
de ser humildes, porque si la humildad no se puede agradar al Señor. Sin la
humildad no hay virtud sólida, puesto que ella es la raíz de todas las
virtudes: sin la humildad no hay gracia, porque sólo “a los humildes da Dios su gracia”. Además, sin la humildad seríamos inútiles para
nuestros prójimos porque ¿cómo podrá Dios bendecir nuestras obras de caridad y
celo si en ellas buscamos nuestra propia gloria? Esforcémonos,
pues, por adquirir esta virtud tan grata al Señor, y tan necesaria a nosotros.
—Las
Oraciones y las Letanías se dirán todos los días.
DÍA QUINTO – 1 DE AGOSTO
Por
la señal…
Acto
de contrición y Oración para todos los días.
CONSIDERACIÓN ESPIRITUAL: Dios rechaza a los soberbios: (Santiago,
4, 6)
Consideremos la necesidad que tenemos de ser humildes para
salvarnos. Y
animarnos más a practicar la humildad que tanto nos recomienda nuestro
Salvador. Consideremos la soberbia. La soberbia consiste en “el amor desordenado de nuestra propia gloria”. El
deseo de nuestra propia gloria se dice “desordenado”
porque se opone directamente a la ley suprema de toda justicia que
consiste en “dar a cada uno lo que le corresponde”;
Pero el soberbio se engríe y envanece, por todos los dones naturales y
sobrenaturales que halla en sí, se sirve de ellos para atraerse la estima y los
elogios de los hombres y se pone, en cierto modo, en lugar de Dios. En todo
tiempo el señor ha castigado y castigará severamente a los orgullosos. ¡Ay! Cuántos cristianos de toda “condición y estado” han sido víctimas de la
soberbia que los ha conducido al pecado. Grabemos en nuestra memoria ese
precepto del Espíritu Santo: Hijo mío: no te dejes
jamás dominar de la soberbia porque ella es causa de toda ruina. (Job. 4).
—Las
Oraciones y las Letanías se dirán todos los días.
DÍA SEXTO – 2 DE AGOSTO
Por
la señal…
Acto
de contrición y Oración para todos los días.
CONSIDERACIÓN ESPIRITUAL: Es necesario orar siempre y nunca
desfallecer. (S. Luc. 18)
No
hay quizá obligación más urgente y grande para un cristiano como la de “orar siempre”. Nuestro Salvador, con su ejemplo y
sus palabras, nos enseña, que tenemos necesidad
imperiosa de ora para salvarnos. El Señor desea y quiere dispensarnos
sus gracias, pero no las concede sino a aquel que las pide. Él nos dice: “pedid y
recibiréis”; así, pues, el que no pide no
recibe. El que descuida la oración, muy
luego caerá en el pecado, porque, así como el cuerpo no puede sostenerse sin
alimento, así también el alma no podrá conservar la vida de la gracia si le
falta el alimento espiritual de la oración que le da fortaleza para no caer en
pecado. Las excelencias de la oración las describe admirablemente Fray
Luis de Granada con estas hermosísimas palabras: “La oración es medicina para los enfermos,
gozo para los afligidos, fortaleza para los débiles, remedio para los
pecadores, regocijo para los justos, auxilio para los vivos, sufragio para los
muertos y auxilio poderoso para la Iglesia” (Lib. III cap. I). Por eso, el Príncipe de los
Apóstoles, San Pedro dice: “Hermanos, ¿estad todos unánimes en la oración? (Sn.
Pedro).
Para que vuestra oración sea agradable al Señor debemos
hacerla con un corazón puro y debemos orar con recogimiento, con atención y
humildad. Pero sobre todo debemos orar “con
fe” para alcanzar lo que pedimos. Así lo enseña nuestro Salvador,
diciendo: “Todo
cuánto pidan con fe, crean que lo alcanzaran” (S.
Mat. 21, 22).
Otra condición indispensable para obtener los frutos de la oración
es la “perseverancia”, pues,
aunque el Señor ha prometido oírnos, no ha dicho que nos ha de conceder “inmediatamente” lo que
le pedimos, sino que se reserva hacerlo en tiempo oportuno cuando y como mejor
nos convenga.
—Las
Oraciones y las Letanías se dirán todos los días.
DÍA SÉPTIMO – 3 DE AGOSTO
Por
la señal…
Acto
de contrición y Oración para todos los días.
CONSIDERACIÓN ESPIRITUAL: Jesús fue obediente hasta la muerte:
(S. Pablo
ad Philip 2)
La desobediencia de nuestros primeros padres ha sido la causa de
todos los males que afligen a la humanidad. Este
pecado atrajo sobre la posteridad de Adán la maldición, pero vino a la tierra el Salvador del Mundo y por su obediencia
admirable hemos sido redimidos del pecado y colmados de celestiales dones. En
tres palabras quiso el Espíritu Santo encerrar y transmitir a las generaciones
la historia de la vida oculta del Salvador, diciéndosenos que “estaba sumiso a
ellos”, es decir, a María y a José (San Luc. 2). Toda la grandeza de Nuestro Señor
parece compendiarse en su obediencia. Sin la humildad no se puede agradar a
Dios y sin la obediencia no puede haber humildad. Nuestra obediencia ha de ser,
“no por ellos” sino “por
Dios”, porque Dios es origen de toda potestad legítima; son
representantes suyos los que gobiernan y por lo mismo estamos obligados “en conciencia”, a obedecer a las autoridades
civiles, en todo aquello que no se oponga a los mandamientos del Señor. También
la Iglesia es una sociedad y además del Romano Pontífice están los señores
Obispos. Tenemos pues, la obligación gravísima de obedecer con prontitud y
buena voluntad a ellos. Nuestra obediencia a los superiores es sumamente útil a
nuestras almas. Porque lo que nos mandan siempre se refiere a nuestro bien
espiritual. Agradezcamos esa amorosa solicitud por nuestra felicidad eterna y
seamos dóciles a los mandatos de nuestros Pastores, porque “quien los oye y obedece, presta ese obsequio
al mismo Jesucristo, y el que los desprecia y ofende, ofende y desprecia al
mismo Salvador”. Así lo enseña
nuestro Maestro en su Evangelio. (S.
Luc. 10, 16).
Debemos obedecer, no por temor servil, sino por amor a Dios, que ha
querido ser representado por una autoridad visible. Obedecer por “amor a Dios”, es cosa
grande, es noble y meritoria: es vivir solamente bajo la dependencia de Dios,
en la persona de los superiores. “El
obediente cantará victorias” (Prov.
21)
—Las
Oraciones y las Letanías se dirán todos los días.
DÍA OCTAVO – 4 DE AGOSTO
Por
la señal…
Acto
de contrición y Oración para todos los días.
CONSIDERACIÓN ESPIRITUAL: Dios es caridad. (S.
Juan 1ª Epíst. 4, 8)
La reina de las virtudes es la “caridad”, que consiste en el amor a Dios y al prójimo. Con mucha verdad afirma el Discípulo
amado que “Dios
es caridad” porque fue testigo ocular de la vida de nuestro amable
Salvador, “que
pasó por el mundo haciendo el bien”, sin
quejarse de las ingratitudes que recibió en pago. Tomó sobre sí todas nuestras miserias para
aliviarlas, todas nuestras iniquidades para expiarlas. Después de una vida
llena de servicios, muere mártir de la caridad y encuentra excusas aún para sus
verdugos. “¡Padre mío:
perdónalos porque no saben lo que hacen!”.
—Las
Oraciones y las Letanías se dirán todos los días.
DÍA NOVENO – 5 DE AGOSTO
Por
la señal…
Acto
de contrición y Oración para todos los días.
CONSIDERACIÓN ESPIRITUAL: La Transfiguración del Divino Salvador: (S. Mat. 17)
Consideremos piadosamente el gran acontecimiento de la
Transfiguración del Señor, y pidamos la gracia de sacar copiosos frutos de esta
consideración. A
ejemplo del Príncipe de los Apóstoles, penetrémonos de las intenciones de
Nuestro Divino Salvador, que el recuerdo de la gloriosa Transfiguración, esté
siempre vivo en nuestra memoria para sacar de allí grande generosidad y
constancia en el servicio, diciendo: “si la vista momentánea de la humanidad glorificada de
Jesucristo, lleno de inmenso gozo y de felicidad suprema al Apóstol San Pedro,
¿Qué será contemplarla en el cielo?”. Y con la esperanza de tal
felicidad que nos está prometida, exclamaremos en tiempo de prueba, con San
Pablo: “todos
los padecimientos de la vida presente, no merecen compararse con la gloria
infinita que el Señor tiene preparado para los que lo aman”.
—Las
Oraciones y las Letanías se dirán todos los días.
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