Dispuesta por un hijo suyo de la Provincia de S. Diego.
Lleva añadidos los Gozos que se
cantaran.
Reimpresa a devoción del último de sus Hijos Fr. Francisco del Refugio
Sánchez, religioso del Colegio de
Guadalupe de Zacatecas.
León —1882. Tip. de J. M. MONZÓN. Calle de la Plaza de Gallos núm. 96
COMENZAMOS: 25 de septiembre.
FINALIZAMOS: 3 de octubre
FESTIVIDAD: 4 de octubre.
Por la señal ✠ de la Santa Cruz, de nuestros ✠ enemigos, líbranos Señor ✠ Dios nuestro. En el nombre del Padre,
y del Hijo ✠, y del Espíritu Santo. Amén.
La preparación para todos los días será, después de hecha
la señal de la cruz, decir con fervor y de corazón los actos de fe, esperanza y caridad, en la
forma siguiente:
ACTO DE FÉ
Creo firmemente en el Misterio de la
Santísima Trinidad, Padre, Hijo y Espirita Santo, tres personas
distintas y una sola naturaleza y esencia divina. Creo el Misterio admirable de
la Encarnación, por el cual la segunda persona de la Santísima Trinidad, que es
el Hijo, se hizo hombre por obra del Espíritu Santo, en las purísimas entrañas
de María, quedando ésta virgen siempre, y verdadera Madre de Dios. Creo que
Dios es remunerador, que premia a los buenos y castiga a los malos: y, por
último, creo y confieso todo cuanto nuestra Santa Madre la Iglesia católica
apostólica y romana, tiene y enseña: y protestó vivir y morir, con la divina
gracia, en esta fe y creencia; y si tuviera mil vidas todas las sacrificara y
ofreciera en su defensa, y rubricara gustoso con mi sangre todas las verdades
católicas que la Iglesia propone, como dichas y reveladas por el mismo Dios…
ACTOS DE ESPERANZA.
Dios mío, esperanza mía,
y único refugio mío: desconfiando
enteramente de mi miseria, en tí pongo todas mis esperanzas. Espero firmemente
en tu infinita bondad y misericordia, que arrepintiéndome como me arrepiento de
mis culpas, por ser ofensas contra tí, a quien amo con todo mi corazón como a
mi Dios y bienhechor, me las has de perdonar por los méritos de tu Santísimo
Hijo y Redentor mío Jesucristo. Espero que me has de dar gracia para perseverar
en este santo propósito quo ahora hago, de morir primero que volverte a
ofender: y espero así mismo que perseverando hasta la muerte en tu gracia y
amistad, me has de conceder la bienaventuranza eterna que me tienes prometida
por solo tu bondad y piedad infinita. Amén.
ACTOS DE CARIDAD
¡Oh vida de mi alma! ¡oh alma de mi vida! ¡Oh amor mío
dulcísimo, mi Dios y mi Señor! Te amo Señor y
Dios mío, te amo con todo mi corazón, con toda mi alma y con todos mis
sentidos, te amo sobro todas las cosas; y quisiera, Señor, abrazarme en el
fuego de tu amor y amarte como te aman los ángeles, los santos del cielo y
justos de la tierra: como te amo y ama la purísima Virgen María mi Señora; y si
fuera posible, quisiera amarte con el amor infinito con que te amas a tí mismo;
y quisiera que con ese amor te amaran las criaturas todas, y te hubieran amado
desde el principio del mundo, y lo continuaran por toda la eternidad. Amén.
Bendición de San Francisco
El Señor te bendiga y te guarde. ✠ El Señor
te muestre su rostro y tenga misericordia de ti. ✠ Vuelva el
Señor su rostro hacia ti y te conceda la paz. ✠ El Señor
bendiga ✠ este tu siervo.
Con esta
bendición acostumbraba el Santo Padre bendecir a todos, y con ella bendijo a
Fray León, su compañero, molestado por las tentaciones, librándole de ellas. Se
exhorta a todos a llevar consigo esta bendición, porque se sabe por experiencia
que es maravillosísima contra los demonios, tentaciones, asechanzas de
enemigos, tempestades, incendios, muertes repentinas y contra otros males y
peligros.
RESPONSORIO (se ha de decir todos los días).
El
mundo, Francisco, admira
tus
portentos y milagros,
rendidos
los elementos,
los
muertos resucitados:
la
naturaleza corre
a
obedecer tus mandatos.
Música
te dan las aves,
los
peces te escuchan gratos,
el
demonio huye vencido,
vuelve
atrás la muerte el paso;
y
los tristes y afligidos
se
levantan consolados.
PRIMER DÍA —25 de septiembre.
MEDITACIÓN
En el instante
mismo en que fué concebido el Seráfico Patriarca, fué tal el resplandor que
iluminó todo el valle de Espoleto, que espantado Lucifer y sus ministros
hicieron un conciliábulo, y diputaron en él una legión de espíritus infernales,
que le quitasen la vida. ¿Pero cómo podrían lograr este designio, cuando para impedirlo diputó Dios
una legión de ángeles santos que guardasen y defendiesen a aquel niño?
—Aquí te medita y se hace
la petición.
ORACIÓN
Señor
mío Jesucristo, resplandor del
padre de las luces; que en señal de que el Seráfico Patriarca venía a iluminar
el mundo con las luces de su ejemplo y su predicación, derramaste en el punto
de su concepción, un raudal admirable de fulgores sobre el suelo de su patria. Te suplico, Señor mío, que, por su intercesión
y méritos, sea ilustrado mi entendimiento, para que conociendo la gravedad de
las culpas con que he ofendido a tu bondad, y confesándola con verdadero dolor
y arrepentimiento, camine con la luz de tus divinos mandamientos por las sendas
de la virtud, y libre de las asechanzas del demonio, llegue por fin a verte en
la claridad eterna de la gloria. Amén.
—Se rezan cinco Padre
nuestros y cinco Ave Marías, en reverencia de las cinco llagas que imprimió
Jesucristo Señor nuestro, en el cuerpo de N. S. Padre, y se dice después la
Oración de Seráfico Padre mío, que es para todos los días.
ORACIÓN FINAL
(Para todos los días)
Seráfico
Padre mío, prodigio de la
naturaleza, portento de la gracia, asombro del mundo, admiración de los
ángeles, gozo de los bienaventurados, imagen viva de Jesucristo, varón
apostólico, mártir de deseos, Ángel de la pureza, Serafín en el amor, crédito
de las maravillas del Señor, a quien los brutos obedecen, las aves festejan,
los peces escuchan y la naturaleza toda se le rinde, viéndose humilde contra
todos sus fueros, obligado a arrojar vivos de los sepulcros a los que escondía
muertos. Reparador del mundo, que como clarín evangélico sonó por todas partes,
despertando del funesto letargo de la culpa los pueblos, las ciudades, las
provincias. Vaso de elección, destinado como otro apóstol de las gentes, para
hacer se reverenciase en todo el mundo al verdadero Dios. Alférez de
Jesucristo, que con extraordinario privilegio lleva en su mismo cuerpo impresas
y estampadas las insignias y triunfos de nuestra redención. Padre mío
gloriosísimo, ¿qué son todos estos ilustres títulos
con que te saludo y reverencio, sino motivos poderosos que alientan mi
confianza, y empeñan tu piedad y compasión para dar favorable despacho a mis
humildes súplicas y ruegos? Triunfante ya en la gloria, y colocado junto
al trono de la Agustísima Trinidad, anegado en un piélago de gozo y alegría,
que ha de durarte por toda una eternidad; qué otra gloria puede desear sino la
gloria accidental de que los moradores de este mundo acabemos de conocer, que
no hay otro verdadero bien sino ese que posees; que no hay otras riquezas sino
esas que tú gozas; ¿que no hay otra hermosura, sino
esa que es objeto de tu amor? pues
esto es, Santo mío, lo que te pido y te suplico. Esas llagas, que son sello
real con que el Señor autorizó tu valimiento, esas son las que abogan por mí.
Muéstralas a Eterno Padre, para que reconociendo en ellas el precio con que su
Hijo compró nuestra salud eterna, y nuestra redención, se mueva a concedernos
los auxilios que necesitamos para cooperar a este fin. No cabe en la perfecta
caridad que arde en tu pecho, despreciar los clamores con que llega a tus
puertas un afligido corazón. No puede, no, sufrir tu compasión, que quien se
acoge a tu piadosa y poderosa protección, pierda a su Dios por una eternidad.
Mira que no es otro nuestro temor sino perderle, no es otro nuestro dolor sino
haberle ofendido, ni es otro nuestro deseo sino amarle y servirle, para después
gozarle y alabarle por toda la eternidad. Amén.
GOZOS A NUESTRO SANTO PADRE SAN FRANCISCO DE
ASÍS
Pues con tan altos favores
Te miras de Cristo honrado:
Ruega,
Serafín llagado,
Por
nosotros pecadores.
Con prodigio nunca visto
Un pesebre te dio cuna,
Para que seña ninguna
Falte al retrato de Cristo.
Sin duda Dios te ha provisto
Para portentos mayores:
Ruega,
Serafín llagado,
Por
nosotros pecadores.
Sale del vientre materno,
Impresa al hombro una cruz,
Llenando al mundo de luz
Y de sustos al infierno.
Quien esto hace niño tierno,
¿Qué
hará en sus años mayores?
Ruega,
Serafín llagado,
Por
nosotros pecadores.
Padre, parientes, riquezas,
A todos le das de mano,
Y vas a arrojarte ufano
En brazos de la pobreza.
Tu amor hacia ella aquí empieza
A publicar sus ardores.
Ruega,
Serafín llagado,
Por
nosotros pecadores.
Doce las columnas son
Que Cristo a su Iglesia pone,
Y en otras tantas dispone
Francisco su religión.
Menos fiel imitación
No cuadrara a sus fervores,
Ruega,
Serafín llagado,
Por
nosotros pecadores.
Finezas son peregrinas
Las que obras con tu pureza,
Pues defiendes su limpieza,
Con fuego, nieve y espinas.
A esta belleza encaminas
Tus más constantes amores;
Ruega,
Serafín llagado,
Por
nosotros pecadores.
La indulgencia general
De Porciúncula, es testigo
Que nada puede contigo
Sino el bien universal.
Nadie hay a quien diga tal
No abrase con sus ardores.
Ruega,
Serafín llagado,
Por nosotros
pecadores.
Por un favor sin igual,
Jamás en los siglos visto,
Su llaga imprime Cristo
En tu cuerpo virginal.
Para una copia cabal
Faltaban esos primores.
Ruega,
Serafín llagado,
Por
nosotros pecadores.
Aunque te dejó frio y yerto
De la parca el liado esquivo
Ni puedes juzgarte vivo,
Ni parece que estás muerto.
Que huyes puesto en pie, eso os cierto
De la muerte los horrores:
Ruega,
Serafín llagado,
Por
nosotros pecadores.
En la forma de un lucero,
Tu alma que tanto se humilla
Va al cielo a tomar la silla
Que dejó el ángel postrero.
Así honra el divino Azuero
Al padre de los menores:
Pues con tan altos favores
Te miras de Cristo honrado:
Ruega,
Serafín llagado,
Por
nosotros pecadores.
¡Oh mártir de deseo, Francisco! con qué afecto tan
tierno y compasivo sigues por el camino de la cruz, al que ves que la carga por
tu amor.
En vano suspiras por el martirio, pues ya el
mismo Señor crucificado imprime en ti sus llagas, y hace que sientas la
atrocidad de sus dolores. Atiende desde el cielo a tus devotas ovejuelas, y
alcánzales de Dios vayan a aumentar el número de tus dichosos compañeros en la
gloria. Amén.
℣. Ruega por nosotros,
Padre nuestro San francisco.
℟. Para que seamos dignos de las promesas de Cristo.
ORACIÓN
Dios, que por los
méritos del Bienaventurado Francisco fecundaste tu Iglesia con una familia
nueva; concédenos, que, a imitación tuya, despreciemos las cosas de la tierra,
y nos hagamos dignos de ser participantes de los dones celestiales; por
Jesucristo Señor nuestro.
—Tres Padre nuestros y
Ave Marías por la perseverancia en el cumplimiento de su Regla las tres Ordenes
Franciscanas.
En el nombre del Padre, y del Hijo ✠, y del Espíritu Santo. Amén.
SEGUNDO DÍA —26 de septiembre
Por la señal…
Acto de fe, esperanza y caridad.
Bendición de San Francisco y responsorio.
MEDITACIÓN
Estando la madre del Seráfico Patriarca con
gravísimos dolores, sin poder dar a luz a la criatura, llegó a las puertas de
su casa un ángel en traje de peregrino que sabedor del desconsuelo de la
familia y del aprieto de la señora, dijo la llevasen al pesebre, y que allí al punto
pariría. Puso Dios tal eficacia en las palabras del peregrino, que tomando el
consejo y llevando al pesebre a la señora, parió con facilidad.
—Meditación y petición.
ORACIÓN
Dulcísimo Jesús de mi
vida: que, con admirable
providencia, dispusiste que naciese el Seráfico Francisco en un establo, para
que desde este instante comenzase a ser imagen tuya, aun en esta circunstancia.
Te suplicó
humildemente por sus méritos é intercesión, que animándome desde hoy con un
nuevo espíritu de pobreza y de despego de las cosas todas de la tierra, camine
por tu imitación a ser participante de los verdaderos bienes que tienen
prometidos a los pobres de espíritu en el reino de loa cielos. Amén.
—Los cinco Padre nuestros
y cinco Ave Marías
TERCER DÍA —27 de septiembre
Por la señal…
Acto de fe, esperanza y caridad.
Bendición de San Francisco y responsorio.
MEDITACIÓN
Apenas comenzaron
los padres del niño recién nacido a tratar de su bautismo, cuando se presentó
un ángel en traje de peregrino, ofreciéndose con las más vivas y poderosas
razones, a ser el padrino; condescendieron los padres, y llevándolo a la pila,
se le puso el nombre de Juan, (que significa gracia, el que después se le mudó en el de
Francisco.) Pero un estraño
prodigio hizo más admirable esta sagrada ceremonia; porque al desnudar al niño
para bañarlo en aquellas aguas sacramentales, se le vio estampada perfectamente
en el hombro una cruz.
—Meditación y petición.
ORACIÓN
Omnipotente Señor, Creador
mío, y mi Redentor; que abriéndome,
por solo un efecto de tu infinita bondad, las puertas de tu Iglesia por el Santo
Sacramento del Bautismo, me franqueas los inmensos tesoros de tu gracia, y me
convidas a ser heredero de los de la gloria; concédeme que así como tu siervo Francisco
supo desempeñar las obligaciones que contrajo en el bautismo, abrazando la cruz
de la mortificación, así también yo sepa dar cumplimiento a las mismas obligaciones
ajustando mi vida y conformándola a el sagrado arancel que me propuse, cuando
por mi dicha, fui marcado con la insignia y señal de cristiano en la divina
fuente del Bautismo. Amén.
—Los cinco Padre nuestros
y cinco Ave Marías.
CUARTO DÍA —28 de septiembre
Por la señal…
Acto de fe, esperanza y caridad.
Bendición de San Francisco y responsorio.
MEDITACIÓN
Entró cierta
ocasión nuestro Seráfico Patriarca a hacer oración en la ermita de San Damián,
y oyendo la voz de un crucifijo que sensiblemente le repetía por tres veces: anda
Francisco, ve, para mi casa que se cae, salió pronto con designio de reparar aquella Ermita;
porque creyó que Dios le hablaba de la fábrica material; y después se aplicó a
reedificar, ya con su propio trabajo y dinero, ya con limosnas que recogía, las
Iglesias de Porciúncula, de San Pedro y de San Damián.
—Meditación y petición.
ORACIÓN
Amorosísimo
reparador y bienhechor de los mortales; que a tu siervo
querido Francisco destinaste para que reparase y formase las quiebras, que en
la mística casa de tu Iglesia, había causado la relajación y la maldad de tus
criaturas; yo te pido humildemente por los méritos de este gloriosísimo Patriarca, me
des un espíritu de contrición perfecta, una detestación ingenua de las culpas
con que te he ofendido, un dolor verdadero de mis ingratitudes, y un propósito
firme y absoluto de no ofenderte en adelante, para que renovando, así mi
corazón, vuelva a ser digna habitación y templo del Espíritu Santo, y arda en él la lámpara de la
divina caridad, sin apagarse con soplo alguno de tentación, para seguir ardiendo
por toda una eternidad. Amén.
—Los cinco Padre nuestros
y cinco Ave Marías.
QUINTO DÍA —29 de septiembre.
Por la señal…
Acto de fe, esperanza y caridad.
Bendición de San Francisco y responsorio.
MEDITACIÓN.
Después de
haberse empleado el Seráfico Padre en el desierto, por espacio de treinta días,
en horribles penitencias, salió por las plazas y calles de la ciudad a
predicar; pero siendo reputado por loco, apedreado de los muchachos y
despreciado de todos, fué por último preso por su mismo padre, y llevado al
tribunal del Obispo, para que este lo declarase indigno de la herencia como
pródigo y desperdiciado. Mas no aguardo Francisco la sentencia, porque
desnudándose prontamente de sus vestidos, y poniéndoseles delante a su padre,
dijo: de buena gana le renuncio todo para poder decir de hoy
libremente y con verdad: Padre nuestro que estás en los cielos.
—Meditación y petición.
ORACIÓN.
Amorosísimo Padre, Señor y Dios, que en los admirables dones de gracia y santidad con que favoreciste a tu siervo Francisco, nos diste, un testimonio de lo que puede conseguir de tu misericordia una criatura que abandona las cosas del mundo, y se arroja confiada en los brazos de tu divina Providencia; humildemente te suplico, que aceptando la resolución que desde ahora hago con todo mi corazón, de honrarte, venerarte, y amarte como a mi único Padre, me mires como tal y me recibas como hijo, que no quiere ni tiene otro amparo que los auxilios de tu gracia, para desempeñar el título de hijo en esta vida, y hacerse con sus obras acreedor a la herencia de la gloria. Amén.
—Los cinco Padre nuestros
y cinco Avemarías.
SEXTO DÍA — 30 de septiembre.
Por la señal…
Acto de fe, esperanza y caridad.
Bendición de San Francisco y responsorio.
MEDITACIÓN
Indeciso el
Seráfico Patriarca, sobre el método de vida que había de tomar, hizo se le
cantase una Misa, y oyendo en ella las palabras del Evangelio, en que
Jesucristo manda a sus Apóstoles salgan a predicar sin prevenirse de las cosas
necesarias para el viaje, las tomó como dichas a él, y
desnudándose del traje que llevaba, descalzo y sin más que un grosero saco y
una cuerda, junto con los doce compañeros que se le habían agregado, partió a
Roma a pedir la confirmación de la Regla que había escrito. Negaba a el
Pontífice, pareciéndole impracticable; pero una misteriosa visión que tuvo
entre sueños, en que se le mostró el Seráfico Patriarca arrimando el hombro a
la Iglesia que se venía abajo le confirmó su Regla, y le hizo a él y a sus
compañeros que profesasen en sus manos.
—Meditación y petición.
ORACIÓN.
Dulcísimo
Jesús del alma mía: camino, verdad y
vida, que a tu siervo Francisco mostraste piadoso el camino que debía tomar
para la gloria, en la vida apostólica que le inspiraste en su Regla: humildemente te suplico, que por los méritos
de este tu siervo amado, y por tu piedad inmensa, me saques de la torcida senda
de mis vicios, y de los precipicios por donde me conduce mi maldad, y me
endereces por el camino real de tu divina Ley y de tus mandamientos, para que
observándoos puntual y exactamente, llegue por fin a la deseada patria, a
rendirte las gracias de tanto beneficio por toda la eternidad. Amén.
—Los cinco Padre nuestros y cinco Ave Marías.
SÉPTIMO DÍA —1º de octubre.
Por la señal…
Acto de fe, esperanza y caridad.
Bendición de San Francisco y responsorio.
MEDITACIÓN.
Estando el Santo
Patriarca en oración, clamando a Dios de lo íntimo de su corazón, por la salud
espiritual de los hombres, un ángel le dio aviso de
que Jesucristo Señor Nuestro y su Santísima Madre le aguardaban en la Iglesia; Bajó
al punto, y viendo que la Iglesia pobre de Porciúncula se había trasformado en
Cielo por la presencia de Jesucristo y de su Madre, y de una comitiva ilustre
de angélicos espíritus que la llenaban de luces y resplandores, quedó atónito;
y postrado en el suelo, no se atrevía a levantar
los ojos, hasta que inspirado de María, y alentado con las palabras de
Jesucristo que le instaba y brindaba de que pidiese lo que quisiese, pidió la
indulgencia grande de Porciúncula, que deja a quien la gana, tan limpio de
culpa y pena, como estaba el dia en que le bautizaron.
—Meditación y petición.
ORACIÓN.
Misericordiosísimo Abogado de los hombres, que en prueba de
la complacencia con que escuchas los clamores de sus siervos cuando se
enderezan al bien espiritual de sus prójimos, concediste a tu amado siervo
Francisco la absolución perpetua, y plenaria indulgencia de Porciúncula: humildemente te suplico, por los méritos de
este glorioso Patriarca, que suavices mi corazón con el aceite santo de la
caridad, para que la dureza y aspereza con que mire a mis prójimos y todas sus
acciones, se convierta en cristiana compasión, para pedirle a tu Padre
celestial nos mire con piedad y nos perdone, y admitiéndonos a su amistad y
gracia, nos lleve al templo de la gloria a adorarle por toda la eternidad. Amén.
—Los cinco Padre nuestros.
OCTAVO DÍA —2 de octubre.
Por la señal…
Acto de fe, esperanza y caridad.
Bendición de San Francisco y responsorio.
MEDITACIÓN.
Un viernes, después
de haber observado el Seráfico Patriarca en el desierto, un riguroso ayuno por
espacio de cuarenta días, en honor del gloriosísimo Arcángel S. Miguel, se le apareció la Majestad santísima de Cristo, en la
forma de un serafín, adornado de seis alas, y con los brazos y pies extendidos
y en figura de un crucifijo. Pasmado de la admiración, y su alma de
sentimientos sagrados de gozo y de dolor: después de familiares misteriosos
coloquios desapareció la visión, y el Seráfico
Patriarca se halló señalado en manos pies y costado, no solo con las llagas,
mas también con los clavos, cuyas cabezas se veían en las palmas de las manos
por el reverso se veían las puntas retorcidas; al
contrario, era en los pies, porque las cabezas estaban en los empeines, y por
debajo las puntas remachadas. En el costado se veía una cisura ancha y
profunda, con los labios muy rubicundos de todas estas llagas salía sangre
fresca y liquida, que restañaba con gran secreto el compañero del Santo
Patriarca, Fray León.
—Meditación y petición.
ORACIÓN.
Amantísimo
Jesús Crucificado: que para renovar
la memoria de tu pasión y muerte que tan olvidada tenia nuestra ingratitud, te
dignaste imprimir en el cuerpo de tu siervo fiel Francisco, las llagas que en
tus manos, pies y costado, te hizo la crueldad de los judíos, humildemente te suplico,
por los méritos de este glorioso Patriarca, que derramando en nuestros corazones
el espíritu de gratitud y reconocimiento, nos alientes a agradecer y
corresponder el beneficio inestimable de nuestra redención: has, Señor, que traigamos siempre impresos en
nuestra alma dolores agudísimos, y los crueles tormentos que quisiste padecer
para librarnos de la muerte eterna; imprime, benignísimo Jesús, imprime en
nuestra consideración la memoria de tu muerte, inflama nuestros corazones con
el fuego de tu amor, para que agradecidos a fineza tan excesiva, no volvamos a
hacernos indignos por la culpa, del fruto de la redención.
—Los cinco Padre
nuestros, etc.
NOVENO
DÍA — 3 de octubre.
Por la señal…
Acto de fe, esperanza y caridad.
Bendición de San Francisco y responsorio.
MEDITACIÓN
Llegó el día
cuatro de octubre de mil doscientos veintiséis en que Dios tenia dispuesto dar al
Seráfico Patriarca el premio de sus servicios; y rompiendo para esto el lazo
que ataba el alma al cuerpo; subid ésta en una refulgente estrella, a quien serbia
de trono una nube hermosísima: hizo más pomposo el
triunfo la gloriosa comitiva de muchos hijos y devotos suyos que salieron del purgatorio
y entraron con él al cielo. El cuerpo quedó tan fresco, tan flexible,
tan blanco y hermoso, que desmentía los horrores de cadáver, sobresaliendo entre
la blancura de la carne, la variedad de colores rubicundo y cerúleo, de las llagas
y los clavos. A los tres años lo canonizo el
Pontífice Honorio III. Después de dos siglos quiso el Sumo Pontífice ver
el cuerpo del Santo Patriarca, y entrando en la bóveda en que lo habían
sepultado, acompañado de algunos cardenales, obispos y religiosos, le hallaron
de esta forma: en pie derecho, en el aire sin arrimo alguno, cubierta la cabeza
con la capilla, las manos cruzadas y metidas en las mangas, un pie sentado sobre
la fimbria del hábito y el otro casi en el aire, y los ojos claros y
resplandecientes como si estuviera vivo.
—Meditación y petición.
ORACIÓN
Justísimo
remunerador de los hombres. Jesús mío dulcísimo: que para hacer
patente al mundo la justificación de tus juicios, hiciste que el alma de tu
siervo fidelísimo Francisco subiese en forma visible a recibir el galardón de
sus servicios en el palacio real de tu gloria: humildemente te suplico por los méritos de
este Santo Patriarca, y por tu preciosísima sangre derramada en el ara de la
Cruz para aplacar a tu Padre celestial, me concedas un auxilio eficaz de tu
gracia, para que borrando con lágrimas de penitencia las culpas que me hacían
merecedor de las penas eternas, haga obras que me negocien la vida eterna, y me aseguren el premio que tienes
prometido a los que te sirven. Amén.
—Los cinco Padre nuestros, etc.
No hay comentarios:
Publicar un comentario