Novena
reimpresa por don Nicomedes Lora en 1831 a costa de la cofradía de Nuestra
Señora de la Merced en Santa Fe de Bogotá, con las debidas licencias
eclesiásticas.
COMENZAMOS: 15 de septiembre.
FINALIZAMOS: 23 de septiembre.
FESTIVIDAD: 24 de septiembre.
Esta novena
puede rezarse en cualquier momento del año, especialmente en preparación a su
fiesta litúrgica (24 de Septiembre), o la de la aparición a San Pedro Nolasco y
San Raimundo de Peñafort y al rey Jaime I de Aragón (1 de Agosto); o el día de
la fundación de la Orden de la Merced (10 de Agosto).
ADVERTENCIA DEL EDITOR
Siguiendo el decreto Sanctíssimus Dóminus Noster del Papa Urbano VIII (13 de Marzo de
1625), los milagros, apariciones, revelaciones y favores especiales que
se lleguen a detallar en esta Novena, se han de asumir como con fe humana, lo
mismo que la atribución del título de Santos o Beatos a Siervos de Dios aún no
canonizados, excepto en los casos confirmados hasta el día 9 de Octubre de 1958
por la Santa Iglesia Católica Romana y la Sede Apostólica, a la cual nos
sometemos siempre como hijos fieles; y en este sentido sometemos esta obra
devota a su sabio juicio.
NOVENA A
NUESTRA SEÑORA DE LA MERCED
—Puesto de
rodillas delante de la imagen de Nuestra Señora de la Merced, hecha la señal de
la Cruz y se dirá la siguiente oración:
Por
la señal ✠ de la Santa Cruz, de nuestros ✠ enemigos,
líbranos
Señor
✠
Dios nuestro. En el nombre del Padre, y del Hijo ✠,
y del Espíritu
Santo. Amén.
PROTESTACIÓN DE FE
Benignísimo y Santísimo Dios, Padre, Hijo y
Espíritu Santo, tres personas distintas de un solo Dios verdadero, en
quien creo y espero, a quien amo y deseo amar sobre todas las cosas, yo el
pecador más indigno de cuantos habitan en la tierra, creo como verdadero
Católico cristiano todo cuanto me manda creer y confesar la Santa Iglesia
Católica Romana, y aunque como miserable cuantas veces os he ofendido, nunca
vuestra santa fe he negado, pero por mis gravísimas culpas la veo combatida de
tantos herejes, siendo mis pecados los que la han puesto en peligro que se
pierda; y así me pesa de todo corazón de haberos ofendido, me pesa y propongo
la enmienda con vuestra gracia, confesarme y apartarme de todas las ocasiones
de ofenderos, y espero que por los ruegos e intercesión de la Santísima Virgen
María, Madre especial de Mercedes y misericordia, me daréis gracia para que así
lo haga. Amén.
ORACIÓN PREPARATORIA
PARA TODOS LOS DÍAS
Dulcísima siempre Virgen María de la Merced, benignísima
Madre de Dios, Estrella resplandeciente del mar, Luna hermosa sin las
menguantes de la culpa, escogida como el Sol; oíd, Señora, nuestros ruegos; Vos
que benigna atendisteis desde los cielos a los tristes lamentos de los
miserables cautivos, que gemían sin consuelo de la dura opresión de los moros,
rompiendo los grillos y cadenas que los aprisionaban por medio de vuestra
religión de redentores mercedarios, por este profundo ardor de vuestra caridad,
por esas vuestras sacratísimas entrañas en que se encarnó el Hijo de Dios para
nuestro remedio, os pedimos, dulcísima
María, rompáis las cadenas de nuestras culpas, para que libres de ellas merezcamos
conseguir lo que pedimos en esta novena.
—Ahora se
rezan tres Padrenuestros y tres Avemarías, en reverencia de lo que padeció la
Santísima Virgen cuando vio expirar a su Hijo en la Santa Cruz.
DÍA PRIMERO - 15 DE SEPTIEMBRE
Clementísima
Virgen María de la Merced, Madre
amorosísima, en cuyos soberanos pechos se alimentan los atribulados de divinas
consolaciones. Sol hermoso en cuyo calor no hay miseria que se esconda, vuelve
esos ojos misericordiosísimos a tus fieles afligidos que te invocan en el
naufragio de tantas calamidades; tú que miras benigna a los católicos
navegantes librándolos a cada paso de los naufragios, como lo experimentan cada
día tus devotos en estos mares y se vio en los del Norte, que naufragando un
mísero bajel y estando tú, Divina Reina, presente en medio del mar a su
desgracia, con una sierva tuya mercedaria descalza e invocándote los afligidos
navegantes con los varios títulos que su devoción les dictaba, no cesó la
tormenta hasta que te invocaron con el dulcísimo nombre de la Merced, y
entonces sosegaste los vientos y serenaste los mares, diciendo a tu querida
hija (que
fuese testigo de la maravilla) los socorrías
entonces, para que entendiéramos que este nombre de la Merced es el que más te
movía a favorecerlos. Favorécenos, pues, Señora, que ya te invocamos todos con
este suavísimo nombre diciendo: «Santísima
Virgen María de la Merced, apaga el fuego de las guerras, líbranos del incendio
de las herejías, fecunda nuestros campos, purifica los infectados aires;
Santísima Virgen María de la Merced, redime los pecadores de las duras
prisiones del pecado, concédenos lo que te pedimos en esta novena, si es para
gloria de Dios y bien de nuestras almas. Amén».
—Aquí se
medita un poco pidiendo con confianza a la Santísima Virgen lo que se desee, y
después se dirá la siguiente letanía:
Señor, ten piedad de nosotros.
Cristo,
ten
piedad de nosotros.
Señor, ten piedad de nosotros.
Cristo, óyenos.
Cristo, escúchanos.
Dios
Padre celestial, ten
piedad de nosotros.
Dios
Hijo Redentor del mundo, ten
piedad de nosotros.
Dios
Espíritu Santo, ten
piedad de nosotros.
Santísima
Trinidad que eres un sólo Dios, ten
piedad de nosotros.
Santa
María, ruega
por nosotros.
Santa
Madre de Dios,
ruega por nosotros.
Santa
Virgen de vírgenes, ruega
por nosotros.
Madre
de Cristo,
ruega por nosotros.
Madre
de la Iglesia, ruega
por nosotros.
Madre
de la Divina gracia, ruega
por nosotros.
Madre
purísima, ruega
por nosotros.
Madre
castísima, ruega
por nosotros.
Madre
inviolada, ruega
por nosotros.
Madre
incorrupta, ruega
por nosotros.
Madre
amable, ruega
por nosotros.
Madre
admirable, ruega
por nosotros.
Madre
del Buen Consejo, ruega
por nosotros.
Madre
del Creador, ruega
por nosotros.
Madre
del Salvador, ruega
por nosotros.
Virgen
prudentísima, ruega
por nosotros.
Virgen
venerable, ruega
por nosotros.
Virgen
laudable,
ruega por nosotros.
Virgen
humildísima, ruega
por nosotros.
Virgen
poderosa, ruega
por nosotros.
Virgen
clemente,
ruega por nosotros.
Virgen
fiel, ruega
por nosotros.
Espejo
de justicia, ruega
por nosotros.
Trono
de la Sabiduría, ruega
por nosotros.
Causa
de nuestra alegría, ruega
por nosotros.
Vaso
espiritual, ruega
por nosotros.
Vaso
honorable, ruega
por nosotros.
Vaso
de insigne devoción, ruega
por nosotros.
Rosa
mística,
ruega por nosotros.
Torre
de David, ruega
por nosotros.
Torre
de marfil, ruega
por nosotros.
Casa
de oro, ruega
por nosotros.
Arca
de la Alianza, ruega
por nosotros.
Puerta
del Cielo, ruega
por nosotros.
Estrella
de la mañana, ruega
por nosotros.
Arca
de salvación, ruega
por nosotros.
Mística
ciudad de Dios, ruega
por nosotros.
Adoratriz
perpetua de Jesús Sacramentado, ruega
por nosotros.
Salud
de los enfermos, ruega
por nosotros.
Refugio
de los pecadores, ruega
por nosotros.
Consuelo
de los afligidos, ruega
por nosotros.
Redentora
de los cautivos, ruega
por nosotros.
Auxilio
de los Cristianos, ruega
por nosotros.
Corredentora
del género humano, ruega
por nosotros.
Medianera
de todas las gracias, ruega
por nosotros.
Terror
de los demonios, ruega
por nosotros.
Exterminadora
de todas las herejías, ruega
por nosotros.
Reina
Inmaculada, ruega
por nosotros.
Reina
de los Ángeles, ruega
por nosotros.
Reina
de los Patriarcas, ruega
por nosotros.
Reina
de los Profetas,
ruega por nosotros.
Reina
de los Apóstoles, ruega
por nosotros.
Reina
de los Mártires, ruega
por nosotros.
Reina
de los Confesores, ruega
por nosotros.
Reina
de las Vírgenes, ruega
por nosotros.
Reina
de todos los Santos, ruega
por nosotros.
Reina
concebida sin mancha de pecado, ruega
por nosotros.
Reina
asunta a los Cielos, ruega
por nosotros.
Reina
del Santísimo Rosario, ruega
por nosotros.
Reina
del clero, ruega
por nosotros.
Reina
de la Iglesia, ruega
por nosotros.
Reina
de la familia, ruega
por nosotros.
Reina
de la paz, ruega
por nosotros.
Cordero
de Dios que quitas los pecados del mundo, perdónanos Señor.
Cordero
de Dios que quitas los pecados del mundo, escúchanos Señor.
Cordero
de Dios que quitas los pecados del mundo, ten piedad de nosotros.
Antífona: Todas las criaturas del cielo y de
la tierra se postren saludando a la Santísima Virgen María, diciendo: Dios te salve,
Madre de la clemencia, consuelo de los afligidos, redentora de los cautivos. Tú
eres la gloria de Jerusalén, tú la alegría de Israel, tú la honra de nuestro
pueblo.
℣. Ruega por nosotros, Santísima Virgen María
de la Merced.
℟. Para que seamos dignos de las promesas de
Cristo.
ORACIÓN
Clementísimo
Dios y Señor nuestro, que
para librar a los fieles del tirano poder de los paganos dilataste tu Iglesia
fundando en ella por medio de la gloriosísima Madre de tu Hijo la nueva
religión de redentores mercedarios, suplicamos humildes y rendidos, que a todos
los que veneramos a la Santísima fundadora de tan santa obra, nos libres del
cautiverio del demonio y del pecado, por tu
santísimo Hijo Jesucristo nuestro Señor, que contigo vive y reina por los
siglos de los siglos. Amén.
GOZOS A NUESTRA SEÑORA
DE LA MERCED
Virgen
Madre de Mercedes,
Reina
de los cielos y tierra,
En
la vida y en la muerte
Ampáranos,
Madre nuestra.
Templo
de la Trinidad
Y
puerta del cielo abierta,
Que
para que todos entren
Descendiste
hasta la tierra
A
fundar tu religión
Cual
finca de tus finezas.
En
la vida y en la muerte
Ampáranos,
Madre nuestra.
Paloma
pura amorosa,
Que
en el diluvio de penas
Que
a España anegaba, fuiste
La
risa en frente serena,
Con
verde oliva en el pico
Y
mejor ley de clemencia.
En
la vida y en la muerte
Ampáranos,
Madre nuestra.
Escala
blanca del cielo
Toda
engastada de estrellas;
¡Oh
vía láctea que Dios puso
En
esta celeste esfera,
Para
endulzar la amargura
Del
cautivo en su cadena!
En
la vida y en la muerte
Ampáranos,
Madre nuestra.
Región
del fuego que bajas
A
reducir a cenizas
Esposas,
grillos y cepos
De
la esclavitud funesta,
Y
cual Mongibelo airoso
Nieve
ostentas siendo Etna.
En
la vida y en la muerte
Ampáranos,
Madre nuestra.
Madre
piadosa que siempre
El
ser Madre desempeñas,
En
los conflictos prestando
Mercedes
a manos llenas;
Y
en su santo Escapulario,
Armas,
escudo y defensa.
En
la vida y en la muerte
Ampáranos,
Madre nuestra.
Madre
que, al pie de la Cruz,
Puesta
la mano derecha
De
predestinado sitio,
Nos
concebiste en la idea
Benjamines
de tu amor,
Prendas
de tu fortaleza.
En
la vida y en la muerte
Ampáranos,
Madre nuestra.
Madre
mejor que Raquel,
Mejor
que Sara y Rebeca,
Que
Judit, Débora, Ester,
Que
Jael, Betsabé y Resfa,
Y
que todas cuantas madres
Se
han visto y verse esperan.
En
la vida y en la muerte
Ampáranos,
Madre nuestra.
Eres
el sol que me alumbra,
Eres
luna siempre llena,
Eres
estrella del mar,
Eres
del campo cosecha,
Eres
arca de la alianza,
Eres
victoria en mis guerras.
En
la vida y en la muerte
Ampáranos,
Madre nuestra.
Tú
me levantas caído,
Si
triste, tú me consuelas;
Si
estoy enfermo, me sanas;
Y
si débil, me das fuerzas,
Porque
eres maná del alma,
Que
todo sabor encierras.
En
la vida y en la muerte
Ampáranos,
Madre nuestra.
Ea,
pues, Madre admirable,
Mi
amor, mi Señora y Reina,
Recíbeme
por tu hijo,
Y
dame esa prenda cierta
Que
tus amantes consiguen
De
la salvación eterna.
En
la vida y en la muerte
Ampáranos,
Madre nuestra.
Pues
consiste en imitarte
Nuestra
filiación perfecta,
Hazme
siempre adelantar
De
la virtud en la senda,
Siguiéndote
con fervor
Como
a Madre y guía nuestra.
En
la vida y en la muerte
Ampáranos,
Madre nuestra.
Acuérdate
que no se ha oído,
Ni
en ningún siglo se cuenta,
Llorando
desamparado
El
que recurre a tus puertas;
Pues
al toque de los ruegos
Son
tus mercedes respuestas.
En
la vida y en la muerte
Ampáranos,
Madre nuestra.
Dispénsanos
tu bendición,
Como
madre verdadera,
De
tus pechos da a gustar
Ese
suavísimo néctar,
Favor
que si lo practicas
No
será la vez primera.
En
la vida y en la muerte
Ampáranos,
Madre nuestra.
Pues
nadie se ha de salvar
Sin
que tu amor intervenga,
A
tu corazón lo cito
Para
mi hora postrera:
En
tus manos desde ahora
Mi
espíritu se encomienda.
En
la vida y en la muerte
Ampáranos,
Madre nuestra.
Porque
entonces sea mi dicha
De
tu merced consecuencia,
En
la vida y en la muerte
Ampáranos,
Madre nuestra.
ORACIÓN FINAL PARA TODOS
LOS DÍAS
Santísima
Virgen María, dignísima Madre de Dios,
ya que misericordiosa te has constituido Madre y Patrona protectora de los
cautivos cristianos, descendiendo gloriosa de los cielos a la ciudad de
Barcelona, a fundar bajo tu dulcísimo nombre de la Merced una congregación
religiosa para el rescate de aquellos afligidos esclavos, vuelve amorosa tus
compasivos ojos a tantas lágrimas como vierten en sus cadenas aquellos pobres
desamparados, escucha tierna aquellos lastimosos y dolorosos suspiros con que
te invocan Madre; muéstrate, pues, Señora, como Madre de esos pobres desnudos,
hambrientos, sedientos y encarcelados; fortalécelos en la fe para que no
desfallezcan con el peso de tantas calamidades; enciende en caridad los
corazones católicos para que con sus limosnas sean redimidos; suple la falta de
sacerdotes en los cautivos agonizantes, y aquí que es mayor el peligro, sea, ¡oh Señora!, mayor el empeño de tu cuidado;
conozcan que eres su Madre en agonía tan tremenda, alcanzándoles de tu
dulcísimo Hijo, a ellos y a todos tus hijos y devotos en la hora de nuestra
muerte, una centella del ardiente fuego del amor divino, que nos excite a una verdadera
contrición y dolor de nuestras culpas, con lo cual, bien dispuestos, salgamos
de esta vida al descanso de la vida eterna. Amén.
En el
nombre del Padre, y del Hijo ✠, y del Espíritu Santo. Amén.
DÍA SEGUNDO - 16 DE SEPTIEMBRE
Por
la señal...
Acto
de Contrición, Oración preparatoria y los tres Padrenuestros y Avemarías.
Oh amantísima Virgen María de la Merced, poderosísimo amparo de
todo el género humano, y con especialísimo amor de la ciudad de Lima, como lo
experimentó cuando cercada de una infernal armada de herejes enemigos al mando
del holandés Joris van Spilbergen, viéndolos tu divina clemencia en tan grande
congoja el presidio y la ciudad en peligro de verse poseída de herejes, te
apareciste a la terciaria franciscana Isabel Porras de Marmolejo en una
hermosísima nube vestida de cándido hábito con la insignia sagrada de tu
religión al pecho, cercada de infinidad de hermosísimos ángeles, y mirando con
alegre semblanza la ciudad atribulada, llenándola de celestiales beneficios, la
amparaste extendiendo sobre ella tu glorioso manto, y arrojando sobre los
herejes enemigos unas densas tinieblas que de tal suerte los atemorizaron, que
picando los cables dejaron en el puerto las anclas huyendo de tan divino poder.
Por esta dulcísima caridad con que entonces defendiste la ciudad de Lima, te suplicamos, dulcísima Señora, nos ampares siempre, bajo tu
protección poderosa, y nos defiendas de tantos peligros como nos cercan,
conservando en nuestras almas, con perseverancia final, la hermosa luz de la
divina gracia; y a cada uno en particular lo que pedimos en esta novena, si es
para gloria de Dios, y bien de nuestras almas. Amén.
—Meditar
pidiendo la gracia que se desea. Las letanías, los Gozos y la Oración se dirán
todos los días.
DÍA TERCERO - 17 DE SEPTIEMBRE
Por
la señal...
Acto
de Contrición, Oración preparatoria y los tres Padrenuestros y Avemarías.
Oh amantísima Madre de Dios de la Merced, consuelo de las almas
afligidas, que nunca faltas a quien tu divino favor invoca, como lo experimentó
en Roma un reo, que sentenciado a quemarlo vivo y que fuesen las llamas
verdugos crueles de su vida, siendo arrojado a ellas cuando el incendio más
voraz ardía invocándote este pobre con el dulcísimo título de Madre de Dios de
la Merced, al oírse entre las llamas este piadoso nombre le arrojaron con gran
violencia del fuego, sin lesión alguna, sucediendo este portento por tres veces
que lo volvieron a arrojar a las llamas para certificarse de la maravilla,
hasta que convencidos en el milagro, dieron por libre al venturoso reo. Por
este dulcísimo amor con que atendiste a la aflicción de ese pobre, te pedimos,
piadosísima María, ampares y defiendas a todos los que afligidos te invocamos
con este gran título de María Santísima de la Merced, refrenando el voraz fuego
de las pasiones y apetitos que tanta guerra nos hacen. Apaga en todos los incendios de los vicios, para que
constituidos en gracia consigamos lo que pedimos en esta novena, si es para
gloria de Dios y bien de nuestras almas. Amén.
—Meditar
pidiendo la gracia que se desea. Las letanías, los Gozos y la Oración se dirán
todos los días.
DÍA CUARTO - 18 DE SEPTIEMBRE
Por
la señal...
Acto
de Contrición, Oración preparatoria y los tres Padrenuestros y Avemarías.
Oh María
Santísima de la Merced, cándida
azucena en quien Dios descansa y se apacienta, ciudad de refugio para los
pecadores y su abogada en los mayores aprietos, como lo manifestaste en nuestras
Indias, en la ciudad de Portobello, con un hombre llamado José de Espinosa,
natural de Alanís en Sevilla, tiernamente enamorado de tu santo escapulario
que, dirigiéndose de Lima a Sevilla, debió permanecer en la ciudad de Portobello
por no ser temporada de galeones, y habiendo pasado de esta vida a la eternidad
sin el bautismo, inconscientemente primero, más culpablemente al fin,
hallándose por ese delito en el tribunal de Dios justamente condenado, Tú,
poderosísima Madre, revocaste con tus ruegos el formidable decreto,
reduciéndole otra vez a la vida para que consiguiese la gracia en la sagrada
fuente del bautismo, el cual recibió de manos del Padre comendador del convento
de la Merced, fray Jerónimo de Alfaro, y dentro de hora y media de recibir la
extremaunción, le condujiste a la vida eterna (De
este milagro se debe entender cuán grave es la necesidad de recibir el
Sacramento del Bautismo, como quiera que por él se imprime el carácter que
distingue al cristiano de quien no lo es). Te rogamos, dulcísima María de la Merced, enciendas en todos los
corazones católicos el cordial afecto de tu santo Escapulario, para que, como
especiales hijos tuyos, consigamos con eficacia, por tus ruegos, todo lo que
pedimos en esta novena, si es para gloria de Dios y bien de nuestras almas.
Amén.
—Meditar
pidiendo la gracia que se desea. Las letanías, los Gozos y la Oración se dirán
todos los días.
DÍA QUINTO - 19 DE SEPTIEMBRE
Por
la señal...
Acto
de Contrición, Oración preparatoria y los tres Padrenuestros y Avemarías.
Oh
dulcísima Virgen María de la Merced,
fuente
dulce de gracia para el alma, que a fuerza de prodigios comunicas la vida a tus
devotos y los libras de los riesgos de la muerte, como lo hiciste en la villa
de Utiel con Isidoro, hombre afectuosísimo de tu santo Escapulario, que
disparándole una boca de fuego con tres balas, habiéndole pasado con la
violencia del ardiente y voraz plomo todas las ropas, al llegar al pecho
cedieron su fuerza y vigor las balas en tu santo Escapulario que a raíz de las
carnes traía, cayendo a sus pies hechas pasta y dejándole libre, sin más lesión
que tres señales en el Escapulario, para evidencia del milagro. Suplicámoste, divina María de la Merced, vuelvas a nosotros esos
ojos misericordiosos con que miraste a tu devoto en tanto riesgo, y nos libres
de las armas crueles de tantos enemigos, visibles o invisibles, como nos
amenazan. Atiende benigna al infeliz estado de la Iglesia, al Sumo Pontífice, a
los Pastores de la Iglesia (se nombra el país), a los que está confiada la administración de la
República, y a todos los príncipes cristianos, por la exaltación de la Fe
Católica y extirpación de las herejías, y oye piadosa lo que pedimos en esta
novena, si es para gloria de Dios y bien de nuestras almas.
Amén.
—Meditar
pidiendo la gracia que se desea. Las letanías, los Gozos y la Oración se dirán
todos los días.
DÍA SEXTO - 20 DE SEPTIEMBRE
Por
la señal...
Acto
de Contrición, Oración preparatoria y los tres Padrenuestros y Avemarías.
Piadosísima
Virgen María, suavísima Madre de Dios de la Merced, esperanza
divina del mundo en sus trabajos y su abogada en todas ocasiones, como lo
fuiste en Barcelona, apagando las mortales saetas de la peste y fecundando sus
estériles campos; tesoro que enriqueces de beneficios a tus devotos, sanando a
los paralíticos, ciegos y tullidos. Madre de Dios y de los hombres, Madre, pues
mira por la honra de tus hijos, como se vio en Sevilla, en una pobre doncella
que, burlada de un mal hombre con palabras que le dio de casamiento delante de
tu sagrada imagen de la Merced, hallándose la pobre ante un juez, sin testigos
con que abonar su justa demanda, apeló a tu sagrada imagen, y siendo tú, divina
Reina, preguntada delante del juez, por la desamparada doncella de la verdad del
juramento, te dignaste testificar tu justicia inclinando a la pregunta por tres
veces tu sagrada cabeza. Te rogamos, piadosísima
Madre, seas medicina de nuestras dolencias, apagando las ardientes saetas de la
peste; tierna Virgen, que das el ciento por uno, fecunda nuestros campos; honra
de nuestro pueblo, mira piadosa por la de tus hijos y devotos, para que
acabando en paz la mísera carrera de esta vida, logremos el fruto de tu
intercesión en la gloria, y a cada uno concede piadosa lo que pedimos en esta novena,
si es para gloria de Dios y bien de nuestras almas.
Amén.
—Meditar
pidiendo la gracia que se desea. Las letanías, los Gozos y la Oración se dirán
todos los días.
DÍA SÉPTIMO - 21 DE SEPTIEMBRE
Por
la señal...
Acto
de Contrición, Oración preparatoria y los tres Padrenuestros y Avemarías.
Suavísima
Virgen María de la Merced, misteriosa
piscina, que al mover con los ruegos de tus devotos las copiosas corrientes de
tus piedades, no sólo hallan la milagrosa medicina de sus cuerpos, sino también
la eterna salud de sus almas, dándoles como amorosa Madre la mano para que no
mueran sin los Sacramentos, como se vio en Valencia con Lorenzo de Rivera, que
vestía dichoso tu santo Escapulario, y habiendo sido degollado y atravesado con
ocho morales heridas por un fingido amigo y su cómplice, llamándote acongojado
con las agonías de la muerte pidiéndote no le dejases morir sin confesión,
confiando en tu misericordia el remedio de su alma, te apareciste
misericordiosa, levantándole benigna de la tierra donde yacía moribundo, con
alegre semblante le animaste, y llevándole con tu preciosa mano, le pusiste a
los pies de un sacerdote, donde lleno de dolor y arrepentimiento confesó ante
el fraile mercedario Basilio López, no sólo sus culpas, sino también el milagro
de tu clemencia, y después de recibir los demás sacramentos, anegado en tiernas
lágrimas de contrición, acabó la vida exhortando a la devoción de tu santo
Escapulario. Suplicámoste, dulcísima
María, Madre amorosísima en quien como hijos esperamos, no permitas que mueran
tus devotos sin el especial socorro de los Sacramentos, para que, recibiéndolos
en esta vida, merezcamos recibir la gracia de ir a alabarte en la gloria; y a
cada uno en particular, concede lo que te pidiere en esta novena, si fuere para
gloria de Dios y bien de nuestras almas.
Amén.
—Meditar
pidiendo la gracia que se desea. Las letanías, los Gozos y la Oración se dirán
todos los días.
DÍA OCTAVO - 22 DE SEPTIEMBRE
Por
la señal...
Acto
de Contrición, Oración preparatoria y los tres Padrenuestros y Avemarías.
Benignísima
Madre de Dios de la Merced, Madre
de Misericordia, archivo de la divina caridad, abismo de celestiales dulzuras,
escala de los pecadores, esperanza de los reos, consuelo de los tristes y
especial alegría de los santos, te rogamos, Clementísima Señora, que así como
consolaste a tus hijos en Barcelona en tiempos de San Pedro Nolasco asistiendo
una noche en el coro con una gloriosa comunidad de Ángeles a celebrar los
maitines por verse los frailes como frágiles, dormidos a la hora de la oración,
supliendo como amorosa madre esta falta de tus hijos que luego contemplaron la
maravilla, que suplas las que hemos tenido en esta novena, y si nuestros
deméritos impiden el feliz logro de nuestras peticiones, ofrece, divina María, tus excelentísimas virtudes y sacratísimos
merecimientos, para que así logremos con eficacia lo que en esta novena te
pedimos, si es para gloria de Dios y bien de nuestras almas. Amén.
—Meditar
pidiendo la gracia que se desea. Las letanías, los Gozos y la Oración se dirán
todos los días.
DÍA NOVENO - 23 DE SEPTIEMBRE
Por
la señal...
Acto
de Contrición, Oración preparatoria y los tres Padrenuestros y Avemarías.
Clementísima Virgen de la Merced, Hija del Padre y Madre del
Hijo y Esposa del Espíritu Santo, templo y sagrario de la Santísima Trinidad,
dulcísima Redentora de cautivos, que en el infeliz tiempo en que la España
oprimida del tirano yugo de los sarracenos, suspirando innumerables fieles de
Cristo entre cadenas y mazmorras, y naufragando en las almas la hermosa luz de
la santa Fe Católica, entonces acudiendo piadosa a tantos peligros, te
apareciste a San Pedro Nolasco, a su confesor el dominico San Raimundo de
Peñafort y al rey Jaime I de Aragón para fundar en la tierra tu religión de redentores
para alivio de tantos males. Suplicámoste,
dulcísima Señora, atiendas benigna a las calamidades que en estos tiempos
padecemos con tan pestilentes enfermedades, tantos temblores y muertes
repentinas. Si son nuestros delitos la causa de tantas congojas, rompe,
redentora divina, con tu intercesión poderosa las cadenas de nuestras culpas,
para que así arrepentidos de nuestros errores merezcamos conseguir las divinas
piedades; y a cada uno en particular concede lo que te pedimos, si es para
honra y gloria de Dios y bien de nuestras almas. Amén.
—Meditar
pidiendo la gracia que se desea. Las letanías, los Gozos y la Oración se dirán
todos los días.
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