Traducción
por el P. Vicente Casas MSC de la 14ª edición francesa de la Novena dispuesta
por el padre Francisco María Víctor Jouët MSC, y publicada en Barcelona por la
imprenta La Hormiga de Oro en 1892, con aprobación del Obispo de Barcelona.
COMENZAMOS: 22 de mayo.
FINALIZAMOS: 30 de mayo.
FESTIVIDAD: 31 de mayo.
PRÓLOGO
DEL AUTOR:
CONFIANZA
Esperad
aún, esperad contra toda esperanza, esperad a pesar de todos los obstáculos,
todos los que leáis estas líneas: Nuestra Señora del Sagrado Corazón, la
Abogada de las causas difíciles, es también la Abogada de las causas más
desesperadas; ánimo, pues, y confianza.
La
Virgen, que sobre la tierra y hasta el pie de la Cruz consoló al Corazón de un
Dios anegado en un abismo de padecimientos, ¿no podrá acaso consolar vuestro pobre corazón?
La
que consoló al Soberano Señor de los ángeles y de los hombres, ¿no tendrá algún
consuelo para un hijo de Dios?
La
que ha alentado tantos espíritus abatidos, ¿no podrá alentar el vuestro?
La
que Jesús os ha dado por Madre, que os ha amado tiernamente, y cuyo poder es
tan grande en el Cielo, ¿se negará a venir en vuestra ayuda cuando la invoquéis
en vuestras congojas y en vuestros padecimientos?
¡Lejos
de vosotros tan triste pensamiento!… Como
aplastaríais a una venenosa serpiente, hollad con vuestros pies, no solamente
la desconfianza, si acaso ha invadido alguna vez vuestra alma, sino que también
el menor temor, y la más leve duda; Nuestra
Señora del Sagrado Corazón está
muy cerca de nosotros.
Abandonad,
pues, vuestro corazón a la esperanza al leer estas pocas páginas. Su única
ambición es hacer resonar en vuestros oídos las hermosas y dulces palabras del
Acordaos a Nuestra Señora del Sagrado Corazón; hacéroslas amar; hacerlas
brillar en lo íntimo de vuestra alma, como un rayo de luz que nada puede
oscurecerle, y que resplandece en el seno de las más espesas tinieblas; moveros
a pronunciarlas como la expresión de vuestra invencible esperanza; grabarlas
para siempre en vuestro espíritu, cuando en torno vuestro todo parezca
conspirar a vuestra ruina; traerlas a vuestros labios en la hora del peligro, y
sobre todo en el momento supremo de vuestra agonía para que ellas sean para
vosotros una tabla de salvación y os conduzcan al puerto.
Desconocida
en otro tiempo, tú resuenas ahora, ¡oh sublime súplica!, bajo todos los cielos;
nacida ayer en el santuario de Issoudun a los pies de la primera Imagen de
Nuestra Señora del Sagrado Corazón, aprobada hoy por la Sede Apostólica:
enriquecida con indulgencias por el Sumo Pontífice, no cesas de resonar en el
seno de la misma Ciudad Eterna, en el templo, dedicado a La que tienes por
objeto, hecho centro general de toda la Archicofradía. Ayer todavía te
pronunciaban con amor pocos labios piadosos; hoy eres conocida en todos los
países, todas las lenguas del mundo te repiten a cada momento del día y en
todos los peligros, en las empresas importantes, en las congojas más crueles,
en las enfermedades más dolorosas, en las miserias más desesperadas.
¡Oh
santa oración del Acordaos a Nuestra Señora del Sagrado Corazón!, tú eres el objeto de
nuestro amor. Desde el día en que nuestros labios tuvieron por vez primera la
dicha de pronunciarte, tú has sido para nosotros un fiel sostén. Mañana y
tarde, y con frecuencia durante las horas del día, nuestra lengua te ha hecho
subir hasta el trono de la Madre de Misericordia y ha alcanzado de esta Reina
incomparable gracias sin número.
Mas,
¿cuál es la
virtud oculta que hace tan eficaces tus acentos? ¿Qué sublime elocuencia
encierras, pues, en ti, para hacernos tan propicia a la Virgen Inmaculada? ¡Ah!, he aquí
la causa de este misterioso poder: Tú recuerdas a la Madre de Dios el infalible
poder que su divino Hijo le ha dado sobre su Corazón adorable, y esta divina
Madre, que lo es también nuestra, invocada bajo este título, siente más
vivamente el deseo de socorrernos. Por la gloria de Dios y nuestra satisfacción
derrama Ella con abundancia sobre nuestras almas todos los tesoros de amor y de
misericordia, de luz y de salvación, de los cuales el Sagrado Corazón de Jesús
es la fuente inagotable.
AVISOS
IMPORTANTES
En
este mismo instante y a todas las horas del día, miles de asociados extendidos
sobre toda la superficie del mundo, comienzan a su vez novenas a la poderosa
Abogada de las causas difíciles y desesperadas.
Para
asegurar más la eficacia de sus ardientes súplicas, estas almas cristianas, al
mismo tiempo que forman sus intenciones particulares, tienen la santa costumbre
de unir sus novenas a todas las que se hacen en Issoudun, Roma y Barcelona,
centros de la Archicofradía de Nuestra Señora del Sagrado Corazón, y nos lo dan
a conocer.
Esta
mutua correspondencia de oraciones comunica a sus novenas una incomparable
fuerza y facilita mucho su buen éxito.
Recomendamos
encarecidamente a las personas que hagan alguna novena, que la santifiquen con
una buena confesión y una fervorosa comunión. De esta excelente práctica
depende muchas veces el fruto de esta Novena.
NOVENA DEL ACORDAOS A NUESTRA SEÑORA DEL SAGRADO CORAZÓN,
ESPERANZA DE LOS DESESPERADOS
Postrados de
rodillas ante la imagen de Nuestra Señora del Sagrado Corazón, y hecha la señal
de la Cruz, se dice primeramente el Acto de Contrición.
Por
la señal ✠ de la Santa Cruz, de nuestros ✠ enemigos,
líbranos
Señor
✠
Dios nuestro. En el nombre del Padre, y del Hijo ✠,
y del Espíritu
Santo. Amén.
ACTO
DE CONTRICIÓN
Señor mío
Jesucristo, Dios y hombre verdadero, Criador y Redentor mío, por ser Vos quien sois y
porque os amo sobre todas las cosas, me pesa de todo corazón de haberos
ofendido: propongo firmemente de nunca más pecar, y de apartarme de todas las
ocasiones de ofenderos, y de confesarme y cumplir la penitencia que me fuere impuesta:
ofrezcoos mi vida, obras y trabajos en satisfacción de todos mis pecados; y así
como os lo suplico, así confío en vuestra bondad y misericordia infinita me los
perdonaréis, por los merecimientos de vuestra preciosísima Sangre, Pasión y
Muerte, y me daréis gracia para enmendarme y para perseverar en vuestro santo
servicio hasta la muerte. Amén.
ORACIÓN
PREPARATORIA PARA TODOS LOS DÍAS
Dios
omnipotente, ante cuya soberana
presencia dedicamos a María esta Novena bajo el excelso título de Nuestra
Señora del Sagrado Corazón, derramad sobre nuestras almas vuestras más
abundantes misericordias y abrasadlas en el fuego santo de la caridad, para que
nuestra devoción a la Purísima Madre del Verbo hecho carne, al paso que redunde
en obsequio de Aquella que es Todopoderosa en sus súplicas al Corazón de Jesús,
nos alcance su maternal protección, y sea poderoso auxilio que nos conserve en
el camino del bien en esta vida, fuerte escudo que nos defienda contra los
ataques de los enemigos de nuestra salvación y segura esperanza de la gloria
que nos está prometida. Amén.
DÍA PRIMERO
– 22 DE MAYO
MEDITACIÓN: EL PODER INEFABLE DE NUESTRA SEÑORA DEL
SAGRADO CORAZÓN DE JESÚS. «Acordaos, ¡oh Nuestra
Señora del Sagrado Corazón!, del inefable poder que vuestro Hijo divino os ha
dado sobre su Corazón adorable».
Aquí nos tenéis postrados ante Vos, ¡oh Nuestra Señora del Sagrado Corazón!,
y bien sabéis el motivo que nos hace dar hoy principio a esta Novena de preces.
Somos débiles y venimos extenuados de fatiga a haceros presente el enorme peso
de nuestras penas, la dificultad de nuestras empresas, la gravedad de nuestras
luchas.
Vos sois poderosa, ¡oh
María!, y podéis venir en nuestra ayuda.
Sí, lo confesamos, ¡oh Nuestra Señora del Sagrado Corazón! Grande
fue el poder de Josué, maravilloso el de Moisés cuando hizo salir agua de la
roca, sorprendente el de Elías haciéndose obedecer de los elementos; pero mayor
aún, más admirable y más sublime es el poder que os ha concedido a Vos el
Corazón de vuestro Hijo, Jesús.
Más noble que el de los Profetas, más
duradero que el de los reyes, más sublime que el de los Ángeles, más ilimitado
que el de todos los espíritus celestiales, vuestro poder se extiende sobre todo
el mundo; una sola súplica salida de vuestros benditos labios, una sola mirada
vuestra adquiere sobre el Corazón de vuestro divino Hijo una influencia
inenarrable.
A la voz de su Madre Inmaculada, nuestro
Soberano Juez perdona nuestros pecados y cierra el abismo de los infiernos
abierto bajo nuestros pies; nos abre las puertas del Cielo, hace bajar sobre
nosotros gracias saludables y nos alcanza todos los medios necesarios para
llegar a la Patria bienaventurada de los elegidos.
He aquí lo que me mueve, ¡oh Nuestra Señora del Sagrado Corazón!, a
acudir a Vos. El solo pensamiento de que podéis hacerme bien, me consuela y me
fortalece. Tengo motivos de esperarlo todo de una Madre que es al mismo tiempo
tan poderosa y tan buena.
LETANÍA
DE NUESTRA SEÑORA DEL SAGRADO CORAZÓN
Señor, tened piedad de nosotros.
Jesucristo, tened piedad de nosotros.
Señor, tened piedad de nosotros.
Jesucristo, escuchadnos.
Jesucristo, oídnos.
Padre
celestial, Dios, tened
piedad de nosotros.
Hijo,
Redentor del mundo, Dios, tened
piedad de nosotros.
Espíritu
Santo, Dios, tened
piedad de nosotros.
Trinidad
Santa, un solo Dios, tened
piedad de nosotros.
Nuestra
Señora del Sagrado Corazón de Jesús, rogad
por nosotros.
Nuestra
Señora del Sagrado Corazón de Jesús, reina de la paz y de la
clemencia, rogad
por nosotros.
Nuestra
Señora del Sagrado Corazón de Jesús, dispensadora de los dones de Dios, rogad por nosotros.
Nuestra
Señora del Sagrado Corazón de Jesús, conquistadora de los corazones, rogad por nosotros.
Nuestra
Señora del Sagrado Corazón de Jesús, Madre de misericordia, rogad por nosotros.
Nuestra
Señora del Sagrado Corazón de Jesús, dulce presente del Cielo, rogad por nosotros.
Nuestra
Señora del Sagrado Corazón de Jesús, soberana bienhechora, rogad por nosotros.
Nuestra
Señora del Sagrado Corazón de Jesús, tesorera incomparable, rogad por nosotros.
Nuestra
Señora del Sagrado Corazón de Jesús, augusta Medianera, rogad por nosotros.
Nuestra
Señora del Sagrado Corazón de Jesús, socorro seguro en todos los peligros, rogad por nosotros.
Nuestra
Señora del Sagrado Corazón de Jesús, asistencia de los que se ven abandonados, rogad por nosotros.
Nuestra
Señora del Sagrado Corazón de Jesús, madre de los huérfanos y desamparados, rogad por nosotros.
Nuestra
Señora del Sagrado Corazón de Jesús, esperanza de los que desesperan, rogad por nosotros.
Nuestra
Señora del Sagrado Corazón de Jesús, bendecida por todas las generaciones, rogad por nosotros.
Nuestra
Señora del Sagrado Corazón de Jesús, cuya suavidad sobrepuja a la dulzura de la
miel, rogad
por nosotros.
Nuestra
Señora del Sagrado Corazón de Jesús, cuyos ruegos nunca desoye el Todopoderoso, rogad por nosotros.
Nuestra
Señora del Sagrado Corazón de Jesús, tierra bendita que ha producido el fruto
de vida, rogad
por nosotros.
Nuestra
Señora del Sagrado Corazón de Jesús, azucena inmaculada cuyos suaves olores
embalsaman el universo, rogad
por nosotros.
Nuestra
Señora del Sagrado Corazón de Jesús, fuente misteriosa, rogad por nosotros.
Nuestra
Señora del Sagrado Corazón de Jesús, asilo seguro contra todos los peligros del
mundo, rogad
por nosotros.
Nuestra
Señora del Sagrado Corazón de Jesús, la más pura y la más amable de las
criaturas, rogad
por nosotros.
Dignaos
recibir nuestras alabanzas y oír nuestros votos, ¡oh Nuestra Señora del Sagrado Corazón de
Jesús!
Que
el cielo os reverencie, ¡oh Nuestra Señora del Sagrado Corazón de Jesús!
Que
la tierra publique vuestros beneficios, ¡oh Nuestra Señora del Sagrado Corazón de Jesús!
Que
la juventud se abrigue bajo vuestro manto virginal, ¡oh Nuestra Señora del Sagrado Corazón de
Jesús!
Que
las madres os confíen sus familias, ¡oh Nuestra Señora del Sagrado Corazón de Jesús!
Que
los ancianos os invoquen y os bendigan, ¡oh Nuestra Señora del Sagrado Corazón de Jesús!
Convertid
los pecadores más endurecidos, ¡oh Nuestra Señora del
Sagrado Corazón de Jesús!
Triunfad
de la insensibilidad de nuestros corazones, ¡oh Nuestra Señora del Sagrado Corazón de Jesús!
Haced
correr de nuestros ojos lágrimas de arrepentimiento, ¡oh Nuestra Señora del Sagrado Corazón de
Jesús!
Sed
nuestra armadura cuando satanás nos sitie, ¡oh Nuestra Señora del Sagrado Corazón de Jesús!
Dignaos
ayudarnos a santificar nuestras penas, ¡oh Nuestra Señora del Sagrado Corazón de Jesús!
Dignaos
bendecir y fecundizar nuestros trabajos, ¡oh Nuestra Señora del Sagrado Corazón de Jesús!
Dignaos
guardarnos por todas partes bajo vuestro escudo, ¡oh Nuestra Señora del Sagrado Corazón de
Jesús!
En
nuestras caídas no os olvidemos jamás, ¡oh Nuestra Señora del Sagrado Corazón de Jesús!
Dejaos
enternecer por nuestras heridas, nuestros peligros y nuestros males, ¡oh Nuestra Señora del Sagrado Corazón de Jesús!
Dígnese
vuestra caridad ofrecernos sus brazos por refugio, ¡oh Nuestra Señora del Sagrado Corazón de
Jesús!
Dígnese
vuestra compasión cubrir nuestras faltas, ¡oh Nuestra Señora del Sagrado Corazón de Jesús!
Dígnese
vuestra ternura jamás abandonarnos, ¡oh Nuestra Señora del Sagrado Corazón de Jesús!
Dígnese
vuestra humildad vencer nuestro orgullo, ¡oh Nuestra Señora del Sagrado Corazón de Jesús!
Dígnese
vuestro amor conducirnos al Corazón de Jesús, ¡oh Nuestra Señora del Sagrado Corazón de
Jesús!
Dígnese
vuestra piedad asistirnos en nuestra última hora, ¡oh Nuestra Señora del Sagrado Corazón de
Jesús!
Dígnese
vuestro amparo protegernos en el tribunal de Dios, ¡oh Nuestra Señora del Sagrado Corazón de
Jesús!
Conservadnos
a nuestro Pontífice-Rey, ¡oh Nuestra Señora del Sagrado Corazón de Jesús!
Conservad
la fe en la Patria que os ama, ¡oh Nuestra Señora del Sagrado Corazón de Jesús!
Dirigid
a los Obispos y al Clero en el camino de la santidad, ¡oh Nuestra Señora del Sagrado Corazón de
Jesús!
Conservad
el primitivo fervor en las comunidades religiosas, ¡oh Nuestra Señora del Sagrado Corazón de
Jesús!
Proteged
a la Catolicidad contra los esfuerzos de la impiedad, ¡oh Nuestra Señora del Sagrado Corazón de
Jesús!
Atraed
a la Iglesia de Jesucristo a los herejes y los cismáticos, ¡oh Nuestra Señora del Sagrado Corazón de
Jesús!
Haced
brillar la luz del Evangelio ante los ojos de los infieles, ¡oh Nuestra
Señora del Sagrado Corazón de Jesús!
Cordero
de Dios que borras los pecados del mundo, perdonadnos, Señor.
Cordero
de Dios que borras los pecados del mundo, escuchadnos, Señor.
Cordero
de Dios que borras los pecados del mundo, tened piedad de nosotros.
℣. Rogad por nosotros, oh Nuestra Señora del Sagrado Corazón de
Jesús.
℟. A fin de que, por Vos, oh sublime esperanza de los desesperados,
seamos dignos de las promesas de Jesucristo vuestro Hijo.
ORACIÓN
Mi Dios, que habéis querido para el
triunfo de vuestra misericordia y la salvación de las almas, dar a María,
Virgen inmaculada, todo el poder que el más acendrado amor adquiere sobre el
Corazón de Jesús; concedednos por sus ruegos y su intercesión la gracia de
vivir y de morir con vuestro santo amor. Os lo pedimos por el mismo Jesucristo
Nuestro Señor. Así sea.
ACORDAOS A NUESTRA SEÑORA DEL SAGRADO CORAZÓN
Acordaos,
¡oh Nuestra Señora del Sagrado Corazón!,
del
inefable poder que vuestro Hijo divino os ha dado sobre su Corazón adorable.
Llenos de confianza en vuestros merecimientos, acudimos a implorar vuestra
protección. ¡Oh celeste Tesorera del Corazón de
Jesús, de ese Corazón que es el manantial inagotable de todas las gracias, y el
que podéis abrir a vuestro gusto para derramar sobre los hombres todos los
tesoros de amor y de misericordia, de luz y de salvación que encierra! Concedednos,
os lo suplicamos, los favores que solicitamos (Expóngase
aquí la gracia que se desea). No, no podemos recibir de Vos desaire
alguno, y puesto que sois nuestra Madre, ¡oh
Nuestra Señora del Sagrado Corazón!, acoged favorablemente nuestros
ruegos y dignaos atenderlos. Así sea.
—¡Nuestra
Señora del Sagrado Corazón, rogad por nosotros!
(3 veces).
En
el nombre del Padre, y del Hijo ✠, y del Espíritu Santo. Amén.
DÍA SEGUNDO – 23 DE MAYO
Por
la señal, …
Acto
de contrición y Oración preparatoria.
MEDITACIÓN: LA MEJOR ABOGADA. «Llenos de confianza en vuestros merecimientos».
¡Oh María!, para
alcanzar una gracia nos valen poco nuestros méritos, porque son débiles,
escasos y con frecuencia están envueltos en nuestras faltas cotidianas.
Es, pues, necesario, que elijamos una
Abogada que pueda interceder por nosotros delante de Nuestro Señor Jesucristo.
Esta Abogada sois Vos, ¡oh Nuestra Señora del Sagrado Corazón!
Hijos de Eva, desterrados, desgraciados,
elevamos nuestros clamores hacia Vos.
Suspiramos a Vos gimiendo y llorando en este
valle de lágrimas.
¡Oh Abogada nuestra!,
vuelve a nosotros esos tus ojos llenos de misericordia.
Vos sola tenéis más méritos que todos los
Santos juntos; vuestro amor por nosotros es inmenso; vuestra súplica es
todopoderosa; vuestra petición sin repulsa.
Ánimo, pues, ¡oh
alma mía! La gracia que solicitas es preciosa, pero más preciosa es
todavía la protección que te concede María. Échate en sus maternales brazos y
dile: «¡oh Madre mía,
dignaos venir en nuestra ayuda! A nadie veo más digno que a Vos de hablar al
Corazón de Jesús» (San Bernardo). No
conozco misericordia superior a la vuestra, después de la de Jesús, para que se
encargue de nuestros intereses y haga triunfar nuestra causa.
Imploramos, pues, vuestra generosa
asistencia, ¡oh nuestra muy amada Soberana! Echad
un velo sobre nuestras indignidades; cubridnos, os lo suplicamos, con el manto
de vuestras virtudes; vestidnos con vuestros innumerables merecimientos.
Os lo pedimos en nombre del amor ardiente
que habéis profesado siempre a vuestro divino Hijo, en nombre de la devoción
sin límites que continuamente le habéis manifestado, y, sobre todo, en nombre
de la mucha parte que habéis tenido en las congojas y crueles amarguras de su
Corazón.
—La
Letanía y el Acordaos se rezarán todos los días.
DÍA TERCERO – 24 DE MAYO
Por
la señal, …
Acto
de contrición y Oración preparatoria.
MEDITACIÓN: LA PROTECCIÓN DE NUESTRA SEÑORA DEL SAGRADO
CORAZÓN. «Acudimos a implorar vuestra protección».
¡Qué reino es nuestro corazón! La naturaleza
y la gracia le cercan a su vez; el espíritu del bien y el espíritu del mal se
le disputan a porfía, pero nosotros somos únicos dueños de darle a quien nos
plazca.
Sin embargo, infinitamente más apetecible es
el Corazón de Jesús, ese vasto reino en donde habita el amor divino con sus
infinitas misericordias. En Él se encuentra la justicia y la paz; las riquezas
de la eternidad en Él abundan; en Él florecen todas las virtudes; en Él se
encuentran el Cielo y la tierra; en Él se dan el ósculo de paz Dios y el
hombre, y María es la única que puede introducirnos en ese asilo de la
verdadera dicha.
Vos tenéis siempre un libre acceso a Él, ¡oh Nuestra Señora del Sagrado Corazón! Vos podéis alcanzar la
entrada en Él para los que vuestro amor protege.
¡Oh Madre muy
amada! Acordaos de que somos vuestros hijos; que estamos bajo vuestra
protección y que queremos permanecer con Vos en el reino del eterno amor; y
vednos hoy humildemente postrados a vuestros pies, para pediros una nueva
prueba de vuestra maternal y augusta liberalidad.
¡Oh celeste Tesorera del Corazón de Jesús! Vos
sois rica y nosotros somos pobres; Vos todo lo tenéis, y nosotros no tenemos
nada. Viéndonos postrados ante Vos, ¿permaneceréis
insensible a nuestros gemidos? ¿Será inútil que permanezcamos cerca de Vos y
que llamemos a la puerta del Corazón de vuestro divino Hijo? ¿Por ventura no
sois Vos la Madre de Misericordia?
No tengáis a menos socorrer a hijos que
gimen bajo el peso de tantas tribulaciones, libradlos de tantos males como les
afligen y apartad de ellos los ataques de su infernal enemigo.
¡Oh
Nuestra Señora del Sagrado Corazón!
Que
vuestro virginal manto cubra siempre a vuestros hijos; guardadlos, son vuestros
para siempre.
—La
Letanía y el Acordaos se rezarán todos los días.
DÍA CUARTO – 25 DE MAYO
Por
la señal, …
Acto
de contrición y Oración preparatoria.
MEDITACIÓN: EL MANANTIAL INAGOTABLE DE TODO BIEN. «¡Oh celeste Tesorera del Corazón de Jesús, de ese
Corazón que es el manantial inagotable de todas las gracias y el que podéis
abrir a vuestro gusto!».
Cada
día, ¡oh Nuestra Señora del Sagrado Corazón!, torrentes
de gracias se derraman por vuestras manos en todo el mundo.
Gracias de conversiones, de perseverancia,
de martirio, de apostolado, de resistencia a las tentaciones, de generosidad en
el servicio de Dios.
Gracias de oración, de virtudes, de
consuelos, de socorros, de arrepentimiento, de fervor.
Gracias para cada instante de la vida, para
cada circunstancia dichosa o desgraciada, para cada dificultad… y todas estas gracias
espirituales o temporales salen juntas del Corazón de Jesús, del Corazón de
vuestro divino Hijo.
Muchos siglos ha que esta fuente perenne no
cesa de manar esas maravillosas aguas que refrescan y apagan la sed de las
almas, que fortalecen toda flaqueza, curan toda languidez, quitan el gusto de
los falsos placeres de aquí abajo y dan la sed de los verdaderos bienes del
Cielo.
Hasta el fin de los siglos, esta fuente que
nadie puede agotar, y que parece hacerse cada día más caudalosa, derramará por
todas partes con profusión las riquezas de la vida…, los fieles oirán siempre a
Jesús que les dice, mostrándoles su Corazón: «Si alguno tiene sed, que venga a Mí y beba».
Mas, ¿dónde está
el acueducto admirable que pone a las almas sedientas en comunicación con esta
fuente de delicias? ¿Qué mano ha recibido la dulce misión de dirigir esas aguas
bienhechoras, y velar con preferencia para que las tierras más incultas, las
almas más atribuladas, los corazones más enfermos, las reciban y encuentren su
paz?
Sois Vos, ¡oh Nuestra Señora del Sagrado Corazón!, la que podéis abrir a
vuestro gusto el Corazón de Jesús, dispensar sus gracias y colmar a vuestros
hijos de sus más preciosos favores. ¡Cómo me alienta
y regocija este pensamiento!
—La Letanía y el Acordaos
se rezarán todos los días.
DÍA QUINTO – 26 DE MAYO
Por
la señal, …
Acto
de contrición y Oración preparatoria.
MEDITACIÓN: EL AMOR Y LA MISERICORDIA. «Para derramar sobre los hombres todos los tesoros de
amor y de misericordia del Sagrado Corazón».
Amaros, ¡oh Dios
mío!, y ser amado de Vos, tal es en verdad la única cosa necesaria:
amaros, ¡oh Dios mío!, es daros con alegría,
enteramente y para siempre, todo lo que somos y cuanto poseemos, nuestro
cuerpo, nuestra alma, nuestra voluntad, nuestro porvenir.
Ser
amado de Vos, es ser prevenido por vuestras gracias; ser enriquecido con
vuestros beneficios; ser llamado a vuestra eterna herencia; ser consumido en la
unión con Vos, y ser transformado en Vos para no formar más que un solo
corazón.
Superando todos los obstáculos, traspasando
todos sus límites, sustrayéndose a toda medida, esos dos amores más fuertes que
la muerte han llenado al mundo de los más estupendos prodigios.
El amor que nos tenéis ha inventado el
Pesebre, la Cruz, el Altar.
El amor que nos inspiráis ha inventado la
virginidad, el apostolado, el martirio.
Los dos han llegado ya hasta los últimos
sacrificios; ambos prosiguen no obstante su generosa lucha, siendo la
admiración de los Ángeles y de los hombres.
Como nueva prueba de vuestra infinita
caridad, ¡oh Jesús!, nos mostráis ahora mejor
que nunca vuestro Corazón con todos los tesoros de amor que encierra, pero
queréis transmitirlos por las manos de María.
Vos sois, pues, ¡oh Nuestra Señora del Sagrado Corazón!,
la que nos comunicaréis este brillante testimonio de las bondades divinas.
En vuestras manos iremos también nosotros a
depositar nuestro corazón para que lo ofrezcáis de parte nuestra a vuestro
divino Hijo.
Mas, para que alcance la gracia de amar a
Dios un pecador como yo, necesita, sobre todo, los tesoros de la Divina
Misericordia.
Tengo grandes deudas que pagar, mis faltas
son muchas, me hallo desfallecido en el camino de la vida, desnudo de méritos,
debilitado por el mal, soy con frecuencia víctima del demonio.
Ante todo, ¡oh
Madre mía!, alcanzadme la clemencia del Corazón de Jesús y derramad
sobre las llagas de mi alma el bálsamo que Él os ofrezca.
Me ha perdonado ya tantas veces, que siento
temor y vergüenza al tener que pedirle un nuevo perdón. Vos disponéis de ese
Corazón, en el que se encierran los tesoros de la misericordia; espero, por
vuestra intercesión, alcanzar para mí y para los pecadores, por quienes me
intereso, la gracia de una sincera y duradera conversión.
—La Letanía
y el Acordaos se rezarán todos los días.
DÍA SEXTO
– 27 DE MAYO
Por
la señal, …
Acto
de contrición y Oración preparatoria.
MEDITACIÓN: LA LUZ Y LA SALVACIÓN. «Los tesoros de luz y de salvación que encierra el
Sagrado Corazón».
El camino del Cielo es estrecho, está
cubierto de abrojos y de espinas, sembrado de rocas, rodeado de precipicios sin
fondo, infestado de ladrones que detienen y despojan a las almas. Es difícil
conocerle y costoso el subir por él.
¡Desgraciado del que le emprende solo, sin defensa,
en medio de las tinieblas del pecado!
¡Desgraciado del que, para hacer esta gloriosa, pero
difícil peregrinación, no se provee de un buen guía, de una luz segura, de un
arma poderosa! Camina indefectiblemente a su perdición, y es incapaz de conquistar el
Reino de los Cielos.
Para evitar tal desventura, ¡oh mi muy amada Soberana!, yo busco y encuentro en
Vos todos los medios que me son necesarios; la luz os rodea como un vestido, el
Sagrado Corazón de Jesús es el resplandeciente foco de esa luz, y a vuestro
maternal poder pertenece hacer llegar hasta nosotros sus más suaves rayos.
Iluminadnos, ¡oh
María!, dadnos a conocer el camino que debemos seguir, las súplicas que
debemos hacer, los peligros que debemos evitar. Haced que conozcamos nuestras
miserias para que las lloremos; las grandezas de Dios para que las adoremos;
las bondades del Corazón de Jesús para que las amemos; vuestra solicitud tan
llena de ternura para con nosotros, para excitarnos a una justa y perseverante
confianza.
No os contentéis, ¡oh Nuestra Señora del Sagrado Corazón!,
con mostrarnos el camino; sed también nuestra guía. Jesús irá con Vos; en su
Corazón, que Vos nos tendréis siempre abierto, encontraremos armas para pelear
victoriosamente contra los más crueles enemigos de nuestra salvación.
Nuestra salvación, ¡oh
Madre mía! Cuando pienso que podéis alcanzar para mí y para todos los
que me son caros esta gracia de gracias, olvido todas las demás. En efecto, ¿de qué nos servirían la ciencia, la salud, el feliz éxito,
en nuestras empresas, el término de nuestras pruebas y hasta los mismos
consuelos de la piedad, si no hubiéramos de morir, por fin, con la muerte de
los justos, y si nuestros últimos instantes no hubieran de ser semejantes a los
de los Santos?
—La Letanía y el Acordaos se rezarán todos los días.
DÍA SÉPTIMO
– 28 DE MAYO
Por
la señal, …
Acto
de contrición y Oración preparatoria.
MEDITACIÓN: LA SÚPLICA. «Concededme, os lo suplico, el favor que solicito».
Aunque
fuese yo el único que os dirigiese mi súplica, ¡oh Nuestra Señora del Sagrado Corazón!, la vista de mi fragilidad,
de mis faltas, de mis ingratitudes, no sería suficiente para destruir la filial
confianza que tengo en Vos, cerraría los ojos sobre mi indignidad, y el clamor
de mi alma llegaría hasta los pies de vuestro trono.
Mas estoy muy lejos de encontrarme solo
suplicándoos.
Dichoso
miembro de esta piadosa y amada Asociación que os invoca bajo el hermoso título
de Nuestra Señora del Sagrado Corazón, tengo miles de hermanos y
hermanas que ruegan conmigo y por mí. Militan en este nuevo ejército de
cristianos, consagrados a Vuestra gloria, muchos santos y una multitud de
fieles de todas las edades y de todo mérito; y esta grande familia extendida
por toda la superficie de la tierra no forma más que un solo corazón y una sola
alma; todas las intenciones están unidas y cada uno ruega por las intenciones
de todos.
Os
ofrezco, pues, ¡oh Nuestra Señora del
Sagrado Corazón!, todas las oraciones de tantas
almas fervorosas, y en consideración de sus virtudes os suplico que concedáis
el favor que solicito…
Si nunca hubierais atendido a los pecadores ¡oh mi buena Madre!, sería grande mi temeridad en
presentarme el primero; hay sin embargo algo que me movería a hacerlo sin
temor… Pero más fácil sería contar las arenas de una playa que calcular el
número de pecadores favorecidos por vuestra protección y atendidos en sus
ruegos.
¿Y por ventura no, vemos, ¡oh Nuestra Señora del Sagrado Corazón!, la prontitud con que nos colmáis de bienes en vuestra amada
Asociación?
¡Cuántos miles de acciones de gracias suben
diariamente hacia Vos de entre nuestros hermanos!
¡Cuántas curaciones consideradas imposibles!
¡Cuántas conversiones notables que parecían desesperadas!
¡Cuántas pruebas auténticas de estas
maravillas en vuestros Santuarios!
¡Cuántos exvotos, cuántas inscripciones
sobre el mármol publican vuestros favores!
¡Cuántas lámparas y cirios encendidos en
vuestro altar como testimonio de reconocimiento!
¿Queréis acaso, ¡oh María!, que sea yo
el único que os invoque en vano? ¿No querréis, antes bien, obligarme a daros
gracias y darme a conocer una vez más que sois verdaderamente Nuestra Señora del Sagrado Corazón?
—La
Letanía y el Acordaos se rezarán todos los días.
DÍA OCTAVO – 29 DE MAYO
Por
la señal,…
Acto
de contrición y Oración preparatoria.
MEDITACIÓN: NO HAY DESAIRE. «No, no puedo recibir de Vos desaire alguno».
Es muy poderosa María sobre el Corazón de su
divino Hijo para que no pueda alcanzarme la gracia que le pido. Roguémosle,
pues, que hable por nosotros al Corazón de su Hijo, como nos lo aconseja San
Bernardo: «Sí, ciertamente, ¡oh
María!, a Vos toca hablar a ese Corazón, a Vos que tenéis en Él un fiel
corresponsal, quiero decir al amor filial, que se adelantará a recibir al amor
materno y prevendrá sus deseos»
¿Podréis Vos temer recibir desaire alguno
cuando habláis al Salvador? Su amor intercede en favor
nuestro, su misma naturaleza lo solicita por nosotros; se accede fácilmente a
los ruegos cuando se está ya vencido por el amor.
«Por esta
razón, María habla siempre con eficacia, porque habla a un Corazón ya ganado
enteramente, porque habla a un Corazón de Hijo…», dice
San Bernardo.
«Interceded
por nosotros, ¡oh Bienaventurada María! Vos que tenéis en vuestras manos, sí,
me atrevo a decirlo, la llave de las bendiciones divinas. Vuestro Hijo es esta
misteriosa llave con la que se abren los tesoros del Padre Eterno» (Bossuet).
No, no
puedo recibir desaire, porque el negocio por el que acudo a Vos es importante,
difícil, desesperado, no tiene otro recurso sino vuestro poder, ¡oh María! ¡oh mi soberana! Os suplico por lo que
más amáis, que me alcancéis del Corazón de Jesús la gracia que solicito.
—La
Letanía y el Acordaos se rezarán todos los días.
DÍA NOVENO – 30 DE MAYO
Por
la señal, …
Acto
de contrición y Oración preparatoria.
MEDITACIÓN: LA ESPERANZA. «Y puesto que sois nuestra Madre, ¡oh Nuestra Señora del Sagrado Corazón!, acoged favorablemente nuestros ruegos y dignaos
atenderlos. Así sea».
Me postro a vuestros pies, ¡oh Nuestra Señora del Sagrado Corazón!, para
dar fin a mi Novena de Preces, y siento la necesidad de daros las gracias aun
antes de conocer el resultado de mis súplicas.
La paz
que experimento, la esperanza que va aumentado en mi alma, el amor más ardiente
que por Vos siente mi corazón, me hacen creer con razón que no he solicitado en
vano vuestro auxilio.
Habéis querido darme una nueva prueba de
vuestro amor: seáis por ello mil veces bendita, ¡oh
la mejor de todas las madres!, ¡oh la más poderosa de todas las reinas!
Si,
como lo espero, mi súplica es hoy atendida, nada será capaz de detener el
transporte de mi reconocimiento y el sentimiento de un vivo gozo; publicaré
vuestras alabanzas y diré muy alto que el medio más seguro para alcanzar la
gracia es dirigirse a Nuestra Señora del
Sagrado Corazón, y
que es preciso acudir con toda confianza a ese trono de la eterna misericordia.
Si el
favor que imploro es diferido por algún tiempo, lo esperaré con paciencia, sin
cesar de pedíroslo; lejos de desalentarme, renovaré cada día con más ardor mis
súplicas, porque espero siempre en vuestra bondad y porque Vos sabéis mejor que
yo la hora y el momento en que me será más útil recibir el objeto de mis
deseos.
En fin, si Dios quiere permitir que la
gracia que pido me sea cambiada por alguna terrible prueba, o por algún
sacrificio no esperado, entonces, sobre todo, ¡oh Nuestra Señora del Sagrado Corazón!,
tendría yo más necesidad de vuestra ayuda, para que renovarais en mí el
espíritu de fe y de resignación cristiana, y me hicierais comprender que este
misterioso proceder de la Providencia se dirige a un bien mayor.
¡Oh mi celestial Protectora!, he
obrado con Vos como un niño con su muy amada madre; os he dado a conocer mis
padecimientos y mis temores, mis penas, mis tentaciones, mi fragilidad, mis
riesgos; me echo en vuestros brazos; me entrego a Vos, sé muy bien que no me
dejaréis perecer…
¡Oh
Nuestra Señora del Sagrado Corazón! Os suplico de nuevo oigáis
mi plegaria y me concedáis todas las gracias que he solicitado durante esta
Novena; extended vuestra protección sobre mí y sobre todas las personas que
tantas veces os he recomendado; alcanzadnos del Corazón de Jesús la dicha de amarle aquí en la tierra y de reinar con Él en el Cielo.
—La
Letanía y el Acordaos se rezarán todos los días.
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