Abogada contra los incendios y
Protectora de la Salud Espiritual y Corporal de sus verdaderos devotos. Con la aprobación
del Ordinario.
VALLADOLID: Imp. y Lib. católica de la Viuda
de Cuesta e Hijos, calle de Cantarranas núms. 38 y 40. Año 1893.
—COMENZAMOS: 28 de enero.
—FINALIZAMOS: 5 de febrero (día de nuestra
santa).
SE COMIENZA CON LA SEÑAL DE LA CRUZ, EL ACTO DE CONTRICION, Y LA…
Oración primera para todos los días.
GLORIOSA virgen y mártir
santa Águeda, que desde tus primeros años consagraste
al Esposo celestial todos tus pensamientos, haciéndole una completa entrega de
tu corazón para que él fuera el único dueño quien a quien tiernamente amases,
sin sufrir jamás que ninguno entrara a dividirlo y menos a dominarlo: yo me
gozo de ver que ni la tribulación, ni la angustia, ni el hambre, ni la
desnudez, ni el peligro, ni la espada tuvieron fuerza alguna para hacer
disminuir en tu generoso pecho aquella divina caridad en que ardías, antes sí
superaste en vida y en muerte todas las dificultades que se te presentaron por
parte de las criaturas, ya quisieran con halagos o amenazas vencer tu
constancia y fidelidad en la piedad y temor de Dios, ya pretendiesen con
honores y falsas promesas que faltaras a las que tenías hechas de guardar el
depósito de la fe, de practicar las virtudes cristianas y de vivir en perpetua
virginidad , y ya por fin emplearan los tormentos inauditos de desgarrar y abrasar
tus virginales carnes para que correspondieras a las seducciones de una mujer infame
y a los deseos de un tirano Brutal, renunciando a tu vocación de cristiana y a
tu profesión de virgen. Mas a todo respondías con celo intrépido y valeroso,
que ni en el cielo ni en la tierra reconocías otro señor que el Dios de la
gloria, y que a ninguno más doblarías tus rodillas, porque a él solo habías dado
tu corazón desde tu infancia. Confiado pues en tus méritos y protección te
ruego, Santa mía, me alcances de la Majestad divina que yo guarde mi corazón
libre de todo afecto terreno, que mis conversaciones sean puras y santas, y mis
pensamientos se fijen siempre en Dios, sin que nada me aparte de él ni en lo
próspero ni en lo adverso, ni en salud ni en enfermedad; y que cuando ésta me
aquejare, sin rehusar los remedios necesarios, ponga como tú mi confianza en mí
Señor Jesucristo, que es el que cura todas las enfermedades y dolencias, y también
en ti, para conseguir por tu intercesión la salud de mi alma y de mi cuerpo, y
el favor especial que pretendo en esta Novena, si así conviene a mi eterna
salvación. Amén.
—Ahora se rezará tres veces el Padre nuestro. Ave María y
Gloria Patri en honor de la Santa, y en reverencia del misterio de la Santísima
Trinidad, al que tuvo tanta devoción.
DÍA PRIMERO (28 de enero)
¡Oh admirable virgen y mártir santa Águeda!, que siguiendo los impulsos del Espíritu
Santo y los consejos de tus piadosos padres, te dedicaste al ejercicio de la
virtud tan luego como fuiste dotada de la razón practicando todos los deberes
de cristiana con una piedad ejemplar aun en medio de las seducciones y lisonjas
del siglo, porque sabias era útil para todas las cosas; y por eso te valió
tanto, que exhalaste el último suspiro orando piadosamente a Dios.
Yo te ruego me alcances de su misericordia
que sea dócil como tú a sus divinas inspiraciones, y que siga los buenos
ejemplos de mis mayores, para vivificar mi alma con ese espíritu de devoción
que tanto te distinguió y fortifico la tuya, pues así se fortificará mi corazón
y daré ejemplos de una verdadera piedad, sirviendo y amando a mi Dios en salud
y en enfermedad, en vida y en muerte, para conseguir de su bondad y por su
intercesión las gracias que necesito y el favor especial que pido en esta
Novena, si es para gloria suya y provecho de mi alma. Amén.
—Ahora se pedirá en silencio al Señor por los méritos de
la Santa, gracia particular que se desea conseguir en esta Novena y la virtud
especial de cada día, diciendo después todos los días la siguiente…
ORACIÓN FINAL
SEÑOR mío Jesucristo, Rey de los mártires y
corona de las vírgenes, que previniste a
tu sierva santa Águeda con las bendiciones de tu dulzura y de tu gracia, desde
sus primeros años, fortaleciendo con ellas su espíritu para que sujetare su
carne al imperio de la razón y de la fe, y dándole valor para que resistiese a
todos sus enemigos, pues sobre conservar ilesa su castidad supo cómo virgen
prudente adornar su alma con las demás virtudes cristianas, hasta tal punto,
que dio su vida por no violar sus votos ni apostatar de la fe: Te suplicó
Señor, por su intercesión infundas en mi alma esas mismas gracias, para que así
ejemplo cumpla yo como cristiana con las promesas que hice en el santo
Bautismo, permaneciendo fiel en todo viviendo y muriendo en el ósculo santo de
tu amistad y de tu gracia. También te pido Jesús mío, por los méritos de tu
Pasión, por los Dolores de María y por el martirio de santa Águeda, me concedas
la gracia particular que solicito en esta Novena, si así conviene a mi eterna
salvación. Amén.
GOZOS A LA GLORIOSA VIRGEN Y MÁRTIR SANTA AGUEDA.
Resplandeciste en honor,
Águeda, y en la virtud;
Pide por nuestra salud,
Virgen mártir del Señor.
Que en Sicilia tú naciste
Es un hecho averiguado;
No está empero averiguado
Si en Palermo la luz viste,
O en Catanía, tu moriste
Por Jesús tu Redentor.
Pide por nuestra salud,
Virgen mártir del Señor.
Eran tus padres piadosos
Y también nobles señores
En tus primeros albores
Tus pasos son ya gloriosos,
Pues diste ejemplos hermosos
De virtud y Religión.
Pide por nuestra salud,
Virgen mártir del Señor.
Eras en extremo hermosa
Y de agudo entendimiento,
Muy noble de nacimiento,
Rica además y graciosa;
Pero aún eras más piadosa,
Y este título es mejor.
Pide por nuestra salud,
Virgen mártir del Señor.
Tu virtud a la verdad
Hízote ya desde luego
Seguir al puro Cordero
En perpetua castidad;
A tu Esposo celestial;
Diste pruebas de tu amor.
Pide por nuestra salud,
Virgen mártir del Señor.
La pretensión de tu mano
Y de tu grande hermosura
Miraste como locura
Y como trabajo en vano:
Porque al Dueño soberano
Diste ya tu corazón.
Pide por nuestra salud,
Virgen mártir del Señor.
Cuando en Catania vivías,
El gobernador Quinciano
Osó pedirte la mano
Y que a Dios renunciarías,
¡Con
qué horror recibirías
Semejante
petición!
Pide por nuestra salud,
Virgen mártir del Señor.
Encerrada en tu aposento
Pides con gran devoción
No caer en tentación
En tan crítico momento;
Y te ofreciste al tormento
Por medio de esta oración.
«Dulce
Jesús y Dios mío
«Mi
amante y divino Esposo,
«En
ti, que eres tan piadoso,
«Humilde
espero y confió
«Y
al tirano desafío
«Que
no robará mi amor.
«Tuya
soy, tuya seré;
«Defiéndeme
de este lobo
«Piérdase
de mí vida y todo
«Que
yo no te negaré,
«Pues
gustosa moriré
«Por
tu fe y tu Religión.»
Pide
por nuestra salud,
Virgen
mártir del Señor.
Luego que acabó de orar
Esta virgen animosa,
Se levantó presurosa
Y á Quinciano fué a buscar:
Este la mandó llevar
A un lugar de seducción.
Pide por nuestra salud,
Virgen mártir del Señor.
A una mujer perdida,
Afrodosia era llamada,
Fué Santa Águeda entregada
Para que fuera vencida;
Mas antes dará su vida
Que caer en tentación.
Pide por nuestra salud,
Virgen mártir del Señor.
Un mes le duró la afrenta
Acompañada de llanto.
¡Quién
dijera su quebranto
En
semejante tormenta!!!
Pero la historia nos cuenta
Salió de allí con honor.
Pide por nuestra salud,
Virgen mártir del Señor.
Dijo Quinciano a la vez
A aquella mujer villana:
«Si
esta doncella es cristiana,
«¿Qué
esperanza he de tener
«Para
poder corromper
«Su
constancia y su pudor?»
Pide por nuestra salud,
Virgen mártir del Señor.
El tirano enfurecido
Jura por sus dioses falsos
Que dará todos los pasos
Para no quedar vencido,
Águeda ha comparecido
Ante su perseguidor.
Pide por nuestra salud,
Virgen mártir del Señor.
Por Quinciano es preguntada
Sobre su familia y hombre,
A lo que pronta responde:
«Yo
soy Águeda llamada,
«Y
mi familia ignorada
«No
es por ti, Gobernador.
«—Pues
¿cómo has llegado a ser
«Una
esclava vergonzosa?
«—Ser
de Jesucristo esposa
«Es
para mí poseer
«(¡Oh
si lo pudieras creer!)
«Título
de grande honor.
«—No
adorarás prontamente
Á
los dioses inmortales?
«—Tus
dioses son infernales,
«Júpiter,
precisamente,
«Y
Venus, a quien la gente
«Detesta
con gran razón.»
El Gobernador se viera
Con tal respuesta irritado;
Y la virgen de contado
Bofetadas recibiera,
Y también se mereciera
Verse en oscura prisión.
Pide por nuestra salud,
Virgen mártir del Señor.
Otra voz fuera llamada
Al tribunal de Quinciano,
Y con un acento humano
Es de nuevo premunía la:
«¿Quisieras
verle librada
«De
toda persecución?
Pide por nuestra salud,
Virgen mártir del Señor.
«—Sí
por cierto respondió.
«—
Pues renuncia a Jesucristo.»
Era por lo tanto visto
Que el monstruo no conoció
Que la virgen resolvió
Morir por su Salvador.
Pide por nuestra salud,
Virgen mártir del Señor.
«Dios
es mí salud y vida
«Le añadió con amor tierno;
«Él
es mi único dueño;
«Mi
sangre será vertida
«Antes
que veas perdida
«La
fe de mi Redentor.»
Pide por nuestra salud,
Virgen mártir del Señor.
Siguió a esto la escena.
De tormentos inauditos
Pues los verdugos malditos
Azotan la virgen tierna,
Y se vio la tierra llena
De su sangre con horror.
Pide por nuestra salud,
Virgen mártir del Señor.
Sus carnes son desgarrada
Sus huesos descoyuntados
Por los hierros afilados,
Por las planchas abrasadas.
Las gentes se ven pasmadas
De un suplicio tan atroz.
Pide por nuestra salud,
Virgen mártir del Señor.
Sus deseos ya frustrados,
Al ver la virgen constante,
Manda el tirano al instante
Sus senos sean cortados.
Y todos horrorizados
Condenan tan vil acción.
Pide por nuestra salud,
Virgen mártir del Señor.
Y la bestia avergonzada
De su rigor y fiereza,
Dispone que con presteza.
La virgen sea ocultada,
Y en la cárcel sepultada
Fenezca en su dolor.
Pide por nuestra salud,
Virgen mártir del Señor.
Mas apenas encerrada
En el triste calabozo,
La virgen en alborozo
Por san Pedro es visitada,
Y de repente curada
De sus llagas y pasión.
Pide por nuestra salud,
Virgen mártir del Señor.
El tirano, que supiera
Esta curación del mal,
Presentarse al tribunal
Hizo a la santa, y dijera:
«Pronto
a mis dioses venera,
«O
sufre pena mayor.
«—
Como á solo Dios adoro
«Que
tierra y cielos hiciera,
«En
él solo mi alma espera,
«Y
su gracia es la que imploro,
«Más
a tus dioses de oro
«Miro
con indignación.»
Pide por nuestra salud,
Virgen mártir del Señor.
Mucho más enfurecido
Manda el monstruo desnudar
A la Santa, y arrastrar
Sobre el carbón encendido:
Todo el pueblo conmovido
Huye pasmado de horro.
Pide por nuestra salud,
Virgen mártir del Señor.
Por un misterioso arcano
Un terremoto resulta,
Y a dos amigos sepulta
Del gobernador Quinciano,
Que son Falcon y Silvano,
Dos hombres de perdición.
Pide por nuestra salud,
Virgen mártir del Señor.
Huye el tirano malvado
Y a prisión restituida
Fué santa Águeda en seguida;
De su espíritu humillado
Ruega al Esposo adorado
Con esta pía oración:
«Dios
eterno y poderoso.
«Que
ya en mi primera edad
«Me
mostraste tu bondad
«Librándome
cariñoso
«De
todo amor contagioso,
«Tú
serás mi Salvador.
«En
medio de mis dolores
«Conservaste
mi pureza,
«Y
para suma vergüenza
«De
tantos profanadores
«Me
distes fuerzas mayores
«Y
grande resolución.
«Recibe,
Jesús amado,
«A
la esposa que te ama,
«Y
que por último clama
«Verse
en el cielo a tu lado,
«Y
ante tu trono elevado
«Vivir
siempre de tu amor».
Al decir esto espiró,
Y su cuerpo victorioso
Fué sepultado glorioso
En Catania, donde murió,
Y allí mismo recibió
Un culto y veneración.
Pide por nuestra salud,
Virgen mártir del Señor.
Y llegando a los oídos
De Quinciano esta noticia,
Pronto espió su malicia,
Pues sus caballos huidos
Entre las aguas metidos
Ahogan al Gobernador.
Pide por nuestra salud,
Virgen mártir del Señor.
Muchos milagros se obraron
Por los ruegos de la Santa:
Era la confianza tanta
Que muy muchos la invocaron:
Todos experimentaron
Su piadosa intercesión.
Pide por nuestra salud,
Virgen mártir del Señor.
La ciudad en su desvelo
Amenazada del fuego
Tomó del sepulcro luego
De Águeda el sagrado velo,
Y por un favor del cielo
Del Etna extingue el furor.
Pide por nuestra salud,
Virgen mártir del Señor.
Orando Santa Lucia
Por su madre Eutiquia
Ante la Santa reliquia
De Águeda, virgen pía
Oye una voz que decía:
Es
muy justa tu oración.
Pide por nuestra salud,
Virgen mártir del Señor.
Y Santa Águeda consuela
A la hija, y a su madre
Consígnela de Dios Padre
La salud que tanto anhela:
El Señor así revela
De Águeda la protección.
Pide por nuestra salud,
Virgen mártir del Señor.
El culto que en Occidente
Santa Águeda recibiera
A muy luego se extendiera
Por la Iglesia del Oriente;
Pues quiso el Omnipotente
Hacer cumplido su honor.
Pide por nuestra salud,
Virgen mártir del Señor.
Águeda mártir gloriosa
Es pía, fiel y constante
En la fe y el celo amante,
Virgen de Dios temerosa,
En la esperanza animosa
Llena del divino amor.
Pide por nuestra salud,
Virgen mártir del Señor.
Resplandeciste en honor
Águeda, y en la virtud;
Pide por nuestra salud,
Virgen mártir del Señor.
Antífona: Estando Santa Águeda en medio de la cárcel,
extendidas sus manos oró al Señor: «Oh Señor Jesucristo, buen Maestro, gracias te doy,
porque me hiciste vencer los tormentos de los verdugos: Dígnate, Señor,
llevarme felizmente a tu inmarcesible gloria».
℣. Rogad por
nosotros, bienaventurada Santa Águeda.
℞.
Para que por vuestra intercesión seamos librados de todo mal.
ORACIÓN
¡Oh
Dios!, que, entre otros milagros de vuestro
poder, habéis hecho obtener la victoria del martirio al sexo más débil, haced
por vuestra bondad que, celebrando la nueva vida que ha recibido en el cielo la
bienaventurada Águeda, vuestra virgen mártir, saquemos provecho de sus ejemplos
para marchar por el camino que conduce a Vos. Por
Jesucristo Nuestro Señor. Amén.
En el nombre del Padre, y del Hijo ✠, y del Espíritu
Santo. Amén.