—COMENZAMOS:
29 de noviembre.
—FINALIZAMOS:
7 de diciembre.
—8 DE DICIEMBRE: Solemnidad de la Inmaculada Concepción
de la Santísima Virgen María.
Por
la señal ✠ de la Santa Cruz, de
nuestros ✠ enemigos, líbranos Señor ✠ Dios
nuestro. En el nombre del Padre, y del Hijo ✠, y del Espíritu Santo. Amén.
ACTO DE CONTRICIÓN
Pésame,
Señor, de todo corazón de haberos ofendido por ser Vos quien sois, y porque os
amo sobre todas las cosas, y propongo firmemente la enmienda.
ORACION PREPARATORIA PARA TODOS LOS
DIAS.
¡Oh Maria, bello y resplandeciente sol del
pureza y santidad!; ¡Cuán feliz y
agraciada se ostenta vuestra alma en el momento de la concepción! Con cuánto placer os acompañamos en
aquel dichoso instante en que el Padre os liberta del pecado original con su
poder, el Hijo os preserva con su sabiduría y el Espíritu santo os dispensa con
su amor: en que las tres Personas de la Trinidad beatísima exclaman a una,
complaciéndose en vuestra hermosura y limpieza: toda eres hermosa, amada mía, y
mancha no hay en ti. Iluminadnos, Señora, para que contemplando dignamente el sublime
y consolador misterio de vuestra Concepción sin mancha, que es el misterio de
vuestras grandezas, adoremos a Dios, alabemos vuestra pureza y merezcamos
vuestros favores y las gracias del Señor. Amén.
PRIMER DÍA— 29 de noviembre
MEDITACIÓN.
María inmaculada en su Concepción es libertada
del pecado original por el poder del Padre.
PUNTO I
Considera, alma mía, que, habiendo pecado nuestros
primeros Padres y contraído por ende el pecado original, todos nosotros, como
indeclinable consecuencia y como por juro de heredad, venimos al mundo con una
naturaleza corrompida é inficionada, con el alma sujeta al pecado y a la dura
esclavitud del demonio, y con un cuerpo destinado a la muerte y a sus naturales
compañeras las enfermedades y dolencias. Considera también como, en medio de
tan lúgubre cuadro de devastación y muerte, se destaca tan brillante como hermosa
la sorprendente figura de Maria, libertada por el poder del Padre de las garras
del demonio en el mismo supremo instante de su Concepción. Porque, como tenia
profetizado David, el Padre se levantó al amanecer de eterno día para formar a
Maria toda pura y toda hermosa. Y no pudiendo Maria aparecer así a los ojos del
Señor sin haber triunfado del demonio, era preciso que fuese inmaculada en su
Concepción; era preciso que aplastara y magullara la maldecida cabeza de la
infernal serpiente, conforme había sido prometido a Adán y Eva, y en
cumplimiento de la amenaza hecha por Dios al demonio en el paraíso. ¡Oh Maria! Obra sublime sois de la omnipotencia
del Padre. Mientras todos los hombres quedan ennegrecidos y manchados en su concepción,
Vos quedáis pura y hermosa.
PUNTO II.
Considera, alma mía, como en el mismo momento de la
concepción de Maria en el vientre de su Madre, el demonio presuroso se abalanza
a tomar posesión de aquella alma que de derecho cree pertenecerle. Mas ¿no ves, alma
mía, como desiste de su infernal proyecto, como se retira avergonzado, como
retrocede arrojando espumas de confusión e ira? ¿No ves como el alma de Maria
sigue tan pura cual bajó del cielo? ¿No ves como los ángeles rasgan presurosos
esta bóveda azul, techumbre del mundo, y alegres revolotean alrededor de una
humilde casa de Nazaret? ¡Ah! sí. Se ha interpuesto la omnipotencia del Padre
celestial. Maria defendida con tan impenetrable armadura, no teme las nocturnas
asechanzas del enemigo: camina con el poder de Dios sobre el áspid y el
basilisco; avanza con segura planta y victoriosamente conculca al león y al
dragón. La mano omnipotente del Padre celestial sostiene a María, que no tropieza
en la piedra de escándalo del pecado original, y que se ostenta hermosa y pura,
adornada con el laurel de la victoria, centelleante de júbilo, radiante de
placer. Nosotros contemplamos vuestro triunfo, o purísima Maria, y os
congratulamos por él: damos las gracias al poderoso Dios de cielo y tierra, que
aniquiló con su brazo la terrible fuerza del abismo. ¡Gloria a Dios!
PUNTO III.
Considera, alma mía, que en la Concepción inmaculada de
María brilla por todas partes y de una manera portentosa el augusto poder del
Padre eterno. Solo el poder de aquel Dios, único capaz de criar al mundo con
una palabra у de sostener con un dedo solo la inmensa mole de la creación. Solo
aquel Dios que, según el real Profeta, cabalga sobre el trueno, y a cuya vista
humean los montes, se enciende el aire, la tierra tiembla y la creación se anonada,
pudo libertar de la culpa original a María enlazada directamente con la estirpe
corrompida del primer culpable. Considera que este estupendo milagro de la
omnipotencia divina hizo brotar una rama frondosa de un tronco muerto, un vivo
rayo de luz de oscuro foco, un raudal de agua pura de emponzoñado manantial, una
planta incorruptible de podrida y degenerada simiente, un vaso precioso de
inmundo barro, un vástago de bendición leal y noble de una raza infiel,
reprobada y proscrita. Considera que solo el poder inmenso de Dios pudo hacer
que Maria de una mujer destinada al pecado se convirtiese en una mujer madre de
Dios y de los hombres. Todo esto por el poder de aquel Dios que sabe mudar a
las piedras en hijos de Abrahán, como decía el Bautista. Adora, alma mía, la
omnipotencia del Padre celestial que libertó a María y la ennoblece y eleva a
superior grandeza. ¡Oh Maria! ¿Quién podrá referir el
poderío del Señor? diremos
con el sagrado texto.
JACULATORIA
¡Oh Maria! Dignaos hacerme esclavo vuestro. (Sta. Juana de Francia.)
—Se dirá tres veces la jaculatoria,
para que el pueblo la aprenda.
OBSEQUIO:
Rezaremos con frecuencia el Ave Maria.
GOZOS A LA PURÍSIMA
CONCEPCIÓN.
Con
aplauso general
Todos
canten a porfía:
Sois concebida, María,
Sin pecado original.
Voz
de Júbilo resuena
En
la eterna Ciudad santa;
Voz
de júbilo levanta
La
Iglesia de emoción llena;
¿A quién,
Virgen, no enajena
Tu pureza
divinal?
Sois concebida, o María,
Sin pecado original.
Habló
en fin el gran Jerarca
Con
divina inspiración:
María,
a tu Concepción
Ninguna
mancilla marca;
Que
eres Tú tan solo el arca
En
naufragio universal:
Sois concebida, o María,
Sin pecado original.
Gloria
a Dios, que así confunde
La
maldad del siglo impío:
Gloria
a Dios y honor a Pio,
Que
el gozo doquier difunde;
Mas
rebrama y feroz hunde
Su
frente en llamas Belial:
Sois concebida, o María,
Sin pecado original.
España,
que a tu Patrona
Aclamaste
con ternura,
Toda
hermosa, toda pura,
Un
himno triunfal entona;
De
tu antigua fe blasona,
Y
di con amor filial:
Sois concebida, o María,
Sin pecado original.
Eres
cual sol escogida
Y
como la luna bella;
Refulgente .como estrella;
Como
luz esclarecida;
Dulzura,
esperanza y vida
De
la Iglesia universal:
Sois concebida, o María,
Sin pecado original
Cuán
perfecta el Dios potente,
Virgen
santa, le creó
Sonrisa
a tus labios dio,
Fulgor
a tu hermosa frente;
Tu
tierno mirar es fuente
De
consuelo general:
Sois concebida, o María,
Sin pecado original.
Escogida
eres Tú sola,
Y
no hay, como Tú, ninguna;
Fulgura
a tus pies la luna;
Brilla
en tu sien aureola;
El
Dios mismo te arrebola,
Y
Él es tu manto real:
Sois concebida, o María,
Sin pecado original.
¡Con qué
resplandor circundan
Tu pura faz
doce estrellas!
La
belleza y la luz de ellas
Son
las gracias que le inundan;
Tanto
en Ti, María, abundan
Los
dones del Inmortal:
Sois concebida, o María,
Sin pecado original.
Tú
la hermosa: el mismo Eterno
En
Ti fija su morada,
Y
te llama bella, amada,
Dulce
esposa, objeto tierno:
Tú
la fuerte: el fiero averno
Tiembla
a tu voz celestial:
Sois concebida, o María,
Sin pecado original.
Madre
mía candorosa,
Ya
que al candor te sonríes,
Toma
blancos alelíes,
Blanco
lirio, blanca rosa;
La
azucena blanca, hermosa,
Orne
tu sien virginal:
Sois concebida, o María,
Sin pecado original.
Ya
extienda su negro manto
Con
horror la noche fría;
Ya
derramé el claro día
Nueva
luz y nuevo encanto,
Suene
siempre el dulce canto,
Toda
hermosa.... sin igual:
Sois concebida, o María,
Sin pecado original.
Con
aplauso general
Todos
canten a porfía;
Sois concebida, María,
Sin pecado original.
¥.
En tu Concepción, o Virgen, inmaculada fuiste.
R.
Ruega por nosotros al eterno Padre cuyo Hijo pariste.
ORACIÓN
Señor y eterno Padre, que por la inmaculada Concepción de
la purísima Virgen María, preparaste digna morada a tu eterno Hijo, te suplicámos que, así como la preservaste de toda mancha y culpa original, por
haber previsto la muerte de su hijo y tuyo, así también nos concedas, que, mediante
su intercesión, lleguemos puros sin ninguna mancha a tu divina presencia. Lo
cual te suplicamos por el mismo señor Jesucristo. Amén.
INSTRUCCIÓN PARA ESTE DÍA
La
Virgen santísima aprecia mucho que la saludemos con el Ave María, porque le recuerda
la embajada del arcángel Gabriel y el misterio de la encarnación. La oye con mucho gusto, dice el venerable Kempis.
Saludaremos pues a nuestra Madre con tres Ave Marías, en reverencia de sus tres
purezas, al acostarnos y al levantarnos. Las rezaremos al toque de oraciones y
cuando da el reloj. De todos estos modos honraron a María los santos, y en especial
san Carlos Borromeo y el beato Alfonso Rodríguez.
—Ahora cada uno pedirá a María
santísima lo que desee alcanzar de su maternal corazón en este día: en especial
el perdón de los pecados y la gracia de no pecar más.
ORACIÓN DE SAN BERNADO PARA TODOS LOS DÍAS.
Acordaos, o piadosísima virgen Maria, que jamás se ha oído decir que ninguno de los que han acudido a vuestra protección, implorado vuestra asistencia y reclamado vuestro socorro, haya sido abandonado de Vos. Animado con esta confianza, a Vos acudo, o Virgen madre de las vírgenes, y aunque gimiendo bajo el peso de mis pecados, me atrevo a parecer ante vuestra presencia soberana. No desechéis, o Madre de Dios, mis humildes súplicas, antes bien inclinad a ellas vuestros oídos y dignaos atenderlas favorablemente.Amén.
ORACIÓN FINAL PARA TODOS LOS DÍAS.
¡Oh María! Hermosa
sois como la plateada luna que desde nacarado trono ahuyenta con tranquila luz
los horrores de la noche: escogida sois como el dorado sol que sobre brillante
carroza recorre el mundo al que alienta у vivifica: risueña sois como la aurora
que riela; rutilante como la estrella que fulgura en el azul del cielo; pura y
graciosa como el aliento de la divinidad, como los inefables destellos de la
eterna misericordia. Cedro sois incorruptible del Líbano, ciprés entero de
Sion, palma elevada de Cades, bella rosa de Jericó, olivo especial de los
campos, plátano frondoso plantado a la orilla de los ríos. Sois azucena
cándida, violeta intacta, fresco lirio, poblado terebinto, vistoso cinamomo,
bálsamo de olor, gloriosa y bella como el Carmelo y hermosa como el Saron. Tu
cuello, o Maria, es la peregrina torre de David, tus labios cintas de grana, tu
pecho ampo de nieve, tus ojos, ojos vivísimos de paloma. Tú la que llagaste el
corazón del mismo Dios con el uno de tus ojos y con la una de las trenzas de tu
dorada cabellera. Tú aquella deliciosa criatura cuyo retrato ya estaba
perfectamente delineado en los eternos decretos del Altísimo antes que todas
las cosas salieran del caos de la nada. Tú el objeto de las complacencias y de
los amores de Dios antes de la creación del mundo. Tú la que estabas en la
presencia de Dios deleitándole, enamorándole y ayudándole en todas sus
composiciones. ¡Oh
Madre amada! ¡Bella María, gala de la
creación, obra preciada de las manos del Señor! Confesamos con el mayor placer, que fuisteis
concebida sin pecado y vencedora egregia de Satanás vuestra Concepción augusta.
Confesamos que, en medio de la inundación del pecado, quedasteis como
fragantísima rosa entre punzantes espinas, como lirio de candidez entre el heno
del campo, como romero oloroso entre las escabrosidades de los riscos.
Confesamos con san Buenaventura, que bien puede Dios criar de nuevo otro cielo
y otra tierra más preciosos que los que vemos; pero otra criatura como Vos de
ninguna manera. Confesamos con san Epifanio, que sois superior a todas las
criaturas, y más hermosa y pura por naturaleza que los querubines, serafines y
todo el ejército de los ángeles. Y os llamamos con santo Tomás de Villanueva, santuario de
Dios, casa de la Sabiduría, reliquiario del Espíritu santo, urna del maná
celestial. ¡Oh María! todo con Vos, nada sin Vos, todo para vuestra gloria. Ea
pues, dulcísima María, triunfad en nosotros del demonio que nos tienta para
hacernos caer en el pecado, y sea el misterio de vuestra Concepción inmaculada
emblema de salvación, signo de ventura y lábaro de salud para nosotros. Amén.